—La obsesión de una muerte.
Daniel llora desconsoladamente sobre sus manos mientras la música suena en sus oídos. No recuerda la última vez que lloró de esa manera por alguien que no fuese Marty Dooper. Las lágrimas ya le escuecen en los ojos e intenta calmarse.
Respira agitadamente antes de pausar la canción y serenarse del todo.
—¿Por qué? –Daniel habla solo, incrédulo de sí mismo –. ¿Por qué Marty? Él no había hecho nada. Él sólo... –se interrumpe, mientras las lágrimas vuelven en cascada a sus ojos –. Él sólo era un tipo genial, y...
Vuelve a llorar, destrozado.
El ocho de febrero de tres años atrás, cuando Daniel tenía trece, Marty Dooper moría de una hemorragia cerebral al golpearse la cabeza accidentalmente contra el suelo en su apartamento. Casi dos años más tarde, cuando Daniel tenía quince, descubrió su voz, su personalidad y su sonrisa.
La sonrisa de Marty había causado furor cuando vivía, pero para Daniel, ahora en el presente, es lo mejor que ha visto nunca. La voz aguda del cantante cuando hablaba, y la grave cuando cantaba, habían atrapado su corazón desde la primera canción, Bella la mia vita, hasta la última que Marty había cantado, My soul anymore.
Esa última canción era la que destrozaba el corazón de Daniel una y otra vez. La letra hablaba de ganas de vivir, de esperanza, y parecía un chiste que le había hecho la vida al bueno de Dooper, no dejándole componer ni una canción más.
Daniel lleva casi dos años prendado de alguien que está muerto. No puede escuchar más su voz, no podrá conocerle nunca y nunca más le verá moverse. Quizás ni su cuerpo existe ya. Está llorando por alguien que nunca supo su existencia, pero no puede hacer nada para remediarlo, porque está enamorado.
Quizás es porque es joven, porque aún no se ha enamorado de verdad, pero Daniel mataría porque Marty Dooper volviese a la vida. Perdería él la suya si con eso recuperase la de su ídolo. Haría un pacto con el mismo diablo. Haría cualquier cosa. Cualquiera por volver a hacer que una vida llamease de nuevo.
Pero no puede, porque Marty Dooper está realmente muerto. Y no sabe dolor más fuerte que la muerte de ese veinteañero que no conoció, que cantaba como un ángel y que tenía la sonrisa de Dios.
Daniel sale de casa, con la cabeza gacha, sin despedirse de nadie y con las lágrimas surcándole las mejillas y el cuello.
~
Antes de dar un paso al frente, Daniel no piensa qué ha hecho mal, no piensa nada en absoluto, porque todo lo que llena su mente es Marty Dooper.
Si no puede estar con él en vida, debe estar con él en muerte.
Lleva soñando con el encuentro con Marty desde que le vio en una fotografía por primera vez, pero en su lugar, Daniel sólo encuentra...oscuridad.
Daniel vive enamorado de alguien que ya no está entre los vivos, y haría lo que fuese por encontrarse con él.