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No promises por angelita_oscura

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

Marthiis: ¡¡Este fic va dedicado a Katrinna Le Fay!! >w<

Tamaki: Esperamos que sea de su agrado ^w^ Yu-Gi-Oh! no le pertenece a Marthiis, es de Kazuki Takahashi.

Notas del capitulo:

Marthiis: ¡¡Este fic está hecho a base del juego de las canciones aleatorias:  por cada canción, un drabble!! ^w^

Tamaki: Pero tús "drabbles" no parecen serlo -__-

Marthiis: *le tapa la boca a Tamaki* Basta, uke incauto... ¡¡Ojalá les guste!!

Tamaki: *forcejando* ¡¡Mmm~!! *no puedo moverse* ¡¡Mmm!! >__<

Marthiis: ¡¡Ja ne! >w<

Somewhere I Belong - Linkin Park

Camino lentamente, entre la multitud de personas que van en dirección contraria a la mía. Gruesas gotas de lluvia descienden del cielo pero no le tomo importancia, ni siquiera llevo un paraguas para cubrirme. Esta es la clase de días donde me dedico unos minutos a pensar en mí mismo.

Poder y riqueza no me faltan; nunca me ha interesado lo que la gente piensa de mí y la única persona que me apoya en todo esto se halla en casa, aguardando a mi regreso. Mi pequeño hermano, la razón de mi vida, mi existir y el motivo por el cual sigo metido en esta coraza de frialdad.

Han pasado dos años desde todos los embrollos en las cuales me ví inmiscuido entre faraones, templos milenarios y baratijas que pudieron haber hecho que la humanidad sucumbiera ante las fuerzas del “Reino de las sombras”. Ahí Yugi y su bola de amigos me intentaron arrastrar a sus creencias de que la amistad puede lograrlo todo.

No solo Yugi es el causante de mis dudas; también está el idiota, el perro faldero, Joey Wheeler. Esos dos chicos hicieron que comenzara a poner en tela de juicio las enseñanzas de mi padrastro. Realmente los odio, hacen que mi cabeza vuele llena de curiosidad para experimentar todo lo que ellos admiten sentir en todo momento.

Debo admitir que por primera vez en mi vida, me siento herido, imagino que todo es una mentira, donde mis empleados portan una máscara de hipocresía.

Dentro de mi -quizás muy, muy adentro- quiero saber lo que se siente el estar acompañado por algo que los demás denominan “amigo”. Mokuba es mi hermano y comprendo que está ahí para mí, pero lo que busco es algo diferente. Algo que aún no tiene nombre para mí.

¿Habrá alguien que me brinde lo que en verdad busco?

—¿Kaiba?—

Volteo, no se cuanto tiempo he estado parado bajo la lluvia y cuando me doy cuenta, hay una persona  que me cubre con un paraguas. Lo miro con la ceja arqueda, el estar frente a él hace que esto parezca un intento de comedia del destino en la cuál no quiero participar.

—¿Qué quieres, perro?— No debo permitir que se acerque más de lo necesario. Nunca me ha gustado estar junto a él y menos ahora cuando mi mente se siente tan confundida. Sus ojos color miel me observan de manera interrogante, escrutándome, intentando acceder a una zona prohibida a los demás.

—Escucha, no quiero que el gran dueño de Kaiba Corp. caiga resfríado, así que...— se acerca a mí, más de lo que cualquier persona hubiese hecho. —Compartiremos este paraguas—

—¿Qué te hace pensar que yo quiero estar junto a tí?—

—Hmph... Supongo que no has pasado de decirme perro y no me has golpeado— sonríe con burla— Aparte de que te lo pedí bonito—

—Idiota...— Digo malhumorado, pero aún así no me separo de él. Juntos emprendemos camino hacia una cafetería.

Me doy cuenta de que probablemente si exista esa persona que me haga dejar ir el dolor que he cargado en mi espalda por tanto tiempo y me muestre el lugar donde pertenezco.

Accidentally In Love - Counting Crows

—¡Hermano! ¡Joey ya llegó!—

La voz de Mokuba hace que aparte los ojos de la computadora donde he estado trabajando toda la mañana. Paso mi mano derecha por mis cabellos y lanzo un suspiro. Sin duda alguna no puedo entender como es posible que Wheeler esté en mi casa cuando en antaño odiaba tenerlo cerca de mí.

Guardo el documento donde he estado trabajando y apago la máquina para luego salir de la habitación de manera desganada. Recuerdo que ayer tuve que prometerle a mi hermano que hoy pasaríamos todo el día con el perro. En verdad lamento mucho el haber aceptado compartir el dichoso paraguas hacía dos meses.

De alguna manera Wheeler había entendido eso como una señal de que podía acercarse a mí cuando le viniera en ganas, cosa que demuestra en la escuela cada día, cuando almorzamos juntos. En sí pude conocer algunas cosas de él, cosas que para mi desagrado resultan interesantes.

—¿Por qué tardas tanto?— Wheeler se encuentra en frente de mí, cruzado de brazos. —Llevamos quince minutos esperándote—

—¿Quién te dio permiso para subir aquí?— interrumpo con el rostro serio.

—Mokuba me dió permiso— responde escuetamente y sonríe  — Él es el más emocionado de los tres—

—Solo vamos al parque de diversiones— replico— En esta mansión hay más juegos que en ese desagradable lugar—

—Hmm... Probablemente tengas razón pero la diferencia es que tú — Wheeler me pica la frente con extrema confianza — lo acompañarás... Hace tiempo que no sales con él —

—¿Qué hay de tí? Se supone que es una salida de hermanos—

—¿Yo?— se señala con gesto inocente— Yo soy el agregado—

Bufo con fastidio. Ese horrible tono de voz con el que se hace el agradable hace que mis nervios se crispen. Camino junto a él y observo que mi hermano está en el primer piso, sonriéndonos divertido.

El camino hacia el parque de diversiones fue más silencioso de lo que esperaba, Mokuba se limitaba a platicar con Wheeler sobre los juegos que subiríamos, que comida deberíamos comer, etc. En esos momentos me sentí aislado. Probablemente a falta de aire fresco dentro de la limousina hace que ponga toda mi atención en el perro.
Los movimientos que hace, sus expresiones, esa manera tan vivaracha de ser resulta ser todo lo contrario a mí. Pongo en duda mi juicio mental al momento de estar aceptando esta extraña amistad. A pesar de que me de vergüenza admitirlo, tuve que consultar diversos libros para comprender el porqué de algunas acciones del rubio. Es que a veces resulta ser tan... impredecible.

Lo miro nuevamente y esta vez él me pezca en el acto. A diferencia de lo que pensé, me sonríe, esa desagradable sonrisa que hace que las persona le perdonen todo. Esa sonrisa que cautiva. Siento como mis mejillas se colorean, desvío la mirada hacia la ventana y llego a una terrible conclusión, tan terrible que puede resultar mi perdición.

Accidentalmente me he enamorado.

All Out of Love - Air Supply


Tengo un enorme lío en la cabeza que para mi mayor desgracia hace que no pueda dormir el tiempo suficiente para comenzar bien el día. Me acuesto de lado, después boca arriba, vuelvo a ponerme boca abajo, por último giro hacia la derecha y miro el buró. Ahí está el teléfono, lo tomó y oprimo el botón para marcarle al perro pero simplemente me quedo ahí, con el aparato pegado en la caebeza y pensando en él.

Tuve la culpa, por mi orgullo hice que peleáramos. Debo decir que me duele un poco pues le he pagado mal a cada cosa buena que ha hecho. Ha creído en mí, piensa que puedo salir adelante, me habla a pesar de que sus amigos les molesta.

Todo sucedió días después de darme cuenta de que estoy enamorado de Wheeler. Sus visitas se hicieron más cotidianas y llegó el momento en que no dejábamos de estar juntos. Sin embargo llegó a la ciudad el pesado de Duke Deblin. Nos lo topamos en la calle y me sorprendí cuando se vieron y se abrazaron. Me sentí desplazado y bastante... celoso.

Me volví frío con Wheerler, pero no lo pude evitar y ahora estoy pagando las consecuencias. Él lo dijo cuando comenzamos a ser amigos, no aguantaría mis teatritos y si lo llegaba a insultar dejaría de hablarme.

¿En qué estás pensando ahora, Wheeler? ¿Qué pasaría si voy a tu casa ahora mismo? Yo, el gran Seto Kaiba haciendo eso por un inepto. Si Gozaburo estuviese vivo, se burlaría de mí o tal vez lo esté haciendo desde su tumba.

Tomo aire y me levanto. Apenas y me da tiempo para arreglarme un poco el cabello; salgo de la mansión para tomar mi coche e ir rumbo a la casa maltrecha de Wheerler con la firme convicción de pedirle disculpas.

Pero... No es necesario pues puedo ver su rubia cabellera a lo lejos. Corro hacia él y noto que me sonríe.

—¿Qué haces aquí?— lo miro sorprendido y con mi corazón palpitando nerviosamente.

—Pues... quise saber como va la vida del atareado Kaiba— responde con el singular tono de voz que lo caracteriza.  — ¿Me dejas pasar? —

—Ehh... Claro— noto que las enormes rejas le impiden el paso, le doy la orden al guardia de seguridad y él las abre para que el perro pueda pasar. Se acerca a mí con pasos enérgicos, pero se detiene cuando se haya frente a mí —Oye... Son las tres de la mañana, yo... Si tu quieres...—

—Acepto tus disculpas y sí, puedo quedarme a dormir— Me da un golpe en el hombro y ambos caminamos hacia la mansión.

Hello - Lionel Richie


—¿Qué tanto me miras, perro?— Estoy trabajando con la computadora no volteo pero puedo sentir que él me observa atentamente, hace que recuerde la primera vez que nos encontramos mientras llovía, era la misma forma en la que me miraba. Estudiándome, tratando la forma perfecta para analizar dentro de mí.

—Me sorprende que pasas del mundo cuando trabajas— suelta una carcajada— Aunque me hace feliz que yo sea el único al que hagas caso, como en estos momentos—

—No te consideres tan afortunado... No todos se atreven a mirarme de la manera en que tú lo haces— digo distraídamente pero luego me doy cuenta de mis palabras, dejó de prestar atención al trabajo y volteo. Está sonriendo pero no era una sonrisa cualquiera.

—Y según tú, ¿de qué manera te veo?— Te acercas a mí lentamente y yo solo retrocedo con la silla. La distancia que nos separa es poca pues puedo sentir como su aliento choca contra mi cara.

—La manera en que un perro mira a su dueño— Vuelvo mi vista a la computadora. Por fuera mi expresión es seria como siempre, por dentro mi corazón late desbocado, tan rápido que apenas puedo controlarme.

—Jo... Siempre arruinas todo— se levanta— Kaiba, tengo que irme, voy a trabajar—

—Recuerda que mañana vamo es el...—

—Cumpleaños de Mokuba, no lo he olvidado— me guiña un ojo y se va por fin de mi habitación.

Lanzo un suspiro y veo a la puerta por donde el perro salió. ¿Qué pasará si se llega a enterar de todas las veces en las cuales ha aparecido en mis sueños? Sueños donde sucede lo mismo que hoy pero ambos terminamos besándonos y haciendo otras cosas más... íntimas.

Me siento estúpido, como una niña enamorada. Pero es la verdad, hay tantas cosas que quiero decirle al idiota pero mi ego no me lo permite. No se como surgió todo, no sé como de repente se fue introduciendo en mi mente y ahora no puedo dejar de pensar en él.

Quiero saber la manera para entrar en tu corazón pero creo que primero empezaré... diciendote que te amo.

Me enamora - Juanes

—¿Por qué no quieres ir?— Wheeler está dando vueltas por la habitación, si no para podría hacer un hoyo en el piso y caer a la primera planta.

—Es una reunión que no me interesa— respondo de manera escueta, como siempre, estoy trabajando con mi inseparable computadora. Siento que la mirada aquejumbrada de Wheeler se posa en mí pero no le pongo atención pues se que si lo hago, terminaré yendo a esa horrible fiesta con sus amigos.

—Por favor, ¿recuerdas cuando llevé a Mokuba al dentista?— Pregunta con voz asustadiza. Como olvidarlo, si del dentista se trata, mi hermano saca su verdadero carácter— ¡¡Tardé horas en convencerlo de que el pobre doctor no lo mataría!!—

—¿A qué quieres llegar?— Ahora si lo miro de manera seria pero se que no falta mucho para que él logre su objetivo.

—Yo, Joey Wheeler, solo te pido que me acompañes a la reunión con mis amigos como pago del favor que te hice— responde con voz melodramática.

Muevo negativamente la cabeza y suspiro.

—Está bien...— Accedo finalmente mientras veo como Wheeler grita de felicidad. —Pero solo será una hora, debo estar al pendiente de unos asuntos de la empresa. No todos tenemos el tiempo libre que tú posees, perro—

—¡Ok!— Joey sonríe, se levanta la silla que usa normalmente, camina hacia mi cama y se arroja encima de ella como si fuese un niño pequeño. —Cámbiate, te estaré esperando aquí—

—¿Disculpa?— lo miro de manera interrogante— Largo de mi habitación—

—Anda, Kaiba... ¿El gatito tiene miedo de que yo vea algo fuera de lo común?— su tono de voz es un poco sugerente.

— Yo...— Me ruborizo un poco y llego a la conclusión de que jamás me podré acostumbrar a la forma de ser del perro. Respiro hondo y lo miro de manera desafiante — El gatito comienza a perder la paciencia—

—El gatito deberá beber leche caliente para relajarse— Joey coloca sus brazos detrás de su cabeza dándome a entender que no va a moverse de ahí. ¿Es mi imaginación o en verdad está haciendo las cosas a propósito?

Lo miro con las cejas levemente fruncidas, voy a mi clóset y tomo lo primero que está a la mano. Con una sonrisa de suficiencia me empiezo a quitar la ropa. Me mira de pies a cabeza y traga saliva sonoramente. Puedo notar como sus mejillas se tornan ligeramente rojas.

—¿Qué ocurre, perro?— pregunto aguantando las enormes ganas de soltar una carcajada.

—Ya entendí...— se levanta y sale de la habitación.

Sorío un poco más tranquilo, al menos no tengo que hacer una sesión privada de streaptease.

Miro por donde se fue el perro y me doy cuenta de lo obvio. Ese rubio bromista, cascarrabias, enojón y travieso me enamora completamente. Sigo sin entender como fue que ocurrió pero con su sola presencia llega a cautivarme, algo que en mi vida no había ocurrido con otra persona.

Me enamora su sonrisa al igual que lo hacen esos ojos que despiden vitalidad. Me enamora su calidez, su aroma. Me enamora todo de él.

Bésame - Camila

—Perro, creo que estás un poco ebrio...— digo al momento de sentir como Wheeler recarga su cabeza en mi hombro. Ambos nos encontramos en la dichosa reunión que sus amigos habían organizado para celebrar el cumpleaños de Yugi.

Ahora comprendo la enorme diferencia que existe entre el perro y yo, la supe en cuanto llegamos. Todos estaban charlando, comiendo y bailando al ritmo de la música, pero se detuvieron cuando Wheeler y yo hicimos acto de presencia. Uno a uno, se acercaron para saludarnos, sin embargo se notaba cuando ellos lo hacían por compromiso, de una manera tan hipócrita que me hacía querer vomitar.

—¿Sabes que tienes unos ojos preciosos?— Wheeler me mira sin apartarse de mi hombro, yo me quedo atónito al escuchar esa clase de... ¿piropo?

—Ya lo sabía, aunque gracias por recordarmelo— respondo mordiendo mi labio, en un intento por no sonreír. Me pregunto cuantas bebidas tuvo que haberse tomado para empezar a decir esa clase de cursilerías.

—Agh... Kaiba, siempre arruinas todo...— bufa con fastido al mismo tiempo en que me golpea suavemente el hombro— Eres un idiota, egocéntrico, petulante, arrogante y todo los adjetivos calificativos negativos que el dueño de una multimillonaria compañía pueda tener—

—Aún así, estás aquí— menciono distraídamente.

—Sí, de alguna extraña manera...— me mira — No puedo estar lejos de tí—

—Eres mi perro, no puedes estar lejos de tu dueño— desvío la vista, aunque sus ojos estén perdidos por el alcohol se que si me mira, tendrán el mismo efecto hechizante. —¿Por qué estás a mi lado, Wheeler? He intentado apartarte miles de veces pero sigues pegado a mí como una pequeña pulga molesta y altanera—

—Aún así, estás aquí— responde de la manera en que yo lo hice hace algunos segundos. Me quedo callado, repasando una y otra vez mis sentimientos, estoy confundido. Al principio creía que el perro me gustaba y hasta cierto punto comenzaba a amarlo, pero hay tantas cosas que nos separan: gustos, amistades, carácter, todo.

—Perro... Yo... — En verdad dudaba, ¿debo considerar su estado de ebriedad a mi favor?

Wheeler se pone de pie, colocándose frente a mí. Me sujeta de la mejillas, las acaricia con las yemas de sus dedos. Poco a poco se va acercando a mí. Lógicamente se lo que está a punto de hacer pero en vez de apartarlo con un golpe, acorto la distancia que nos separa.

Sus labios chocan con los míos.

Debo admitir que en un estado de curiosidad busqué información sobre el primer beso y las jovenes siempre lo describen como algo mágico, mariposas en el estómago, etc. Pero... Eso no sucedió con Wheerler, iba algo más allá, era algo real, algo cálido, indescriptible.

Me levanto de mi asiento y él se tiene que parar de puntas para poder alcanzarme, mis brazos automáticamente rodean su cintura. Es un beso pausado, lento y aunque suene embarazoso, tengo miedo de ir más allá y arruinar el momento, hacer que Wheeler se de cuenta de lo que está haciendo y de que me rechaze hasta repudiar la poca amistad que le brindo.

Poco a poco se va separando. Me sonríe y se recarga en mi pecho. No se si las personas nos han visto, es algo que realmente no me importa. Recargo mi barbilla contra su cabeza y me siento tranquilo, al menos disfrutaré de este momento lo más que pueda.

Pero... ¿qué ese olor?

Miro hacia abajo y noto con horror que Wheeler me ha vomitado encima y ha manchado mi gabardina. Todos nos miran al escuchar mi exclamación de sorpresa  y siento como mi rostro va adquiriendo más color del necesario.

Cuando menos me lo espero, el perro se ha dormido en mi regazo.

No promises - Shayne Ward


Ha pasado una semana desde el incidente donde el perro manchó mi costosa gabardina con su vómito. También ha pasado una semana desde que me animé a confesarle los extraños sentimientos que tengo hacia su persona. Realmente fue algo muy extraño, pues no resultó ser como la típica confesión de enamorados.

Sucedió al día siguiente de los acontecimientos en la fiesta, el perro tenía una terrible jaqueca y cualquier ruido le producía dolor. Me exigió explicaciones - yo como persona sincera, le expliqué todas y cada una de las estúpideces que hizo, incluyendo el beso con el vómito final-. No pude ocultar la sonrisa de satisfacción al momento en que vi como su rostro se iba poniendo rojo, se veía adorable.

Se disculpó un millón de veces, alegando que estaba fuera de sus cabales y que no tuvo el poder para razonar como era debido. Yo simplemente lo tomé entre mis brazos y lo besé. No se necesitaron parabras para darnos a entender que nuestra amistad había pasado a otro nivel.

—¿Qué haces?— Wheeler llega a  mi oficina y se sienta en la silla que está en frente de mi escritorio, observándome con la inocencia que tanto lo caracteriza.

—Perro, si estoy aquí es porque obviamente estoy trabajando— respondo apartando momentáneamente la vista de la computadora — ¿Tú que haces aquí? Pensé que irías a casa más tarde—

—Pues, “más tarde” fue hace horas— alega con una sonrisa en el rostro— ¿No has visto que hora es?—

Niego con la cabeza y él saca su golpeado celular para mostrarme el reloj. Resulta que ya pasan de las ocho de la noche. Lo miro con un poco de pena, yo siempre critico al perro por sus retrasos y esta vez yo había echado todo a perder.

—Discúlpame, perdí la noción del tiempo— Apago la computadora y froto mis ojos— ¿Qué te parece si vamos a cenar?—

Suelta una carcajada y asiente. Ambos nos levantamos y salimos de la oficina hacia un buen restaurant. Debo admitir que el estar con el perro hace que me sienta bien, somos tan opuestos que cada tema de conversación resulta ser entretenido, no puedo quejarme pese a que en antaño no hubiese aceptado esa amistad.

Comprendí muchas cosas, yo odiaba la forma de comportarse de Wheeler, el poder para escaparse de los problemas, el interés en sus acciones, la alegría de sus palabras. Siempre lo odié pero bastaron apenas unos cuantos segundos ante su presencia para dejarme cautivado.

La cena fue tranquila y solo platicamos sobre lo que hicimos durante el día, proyectos nuevos, discusiones con compañeros de trabajo, etc. Aún no puedo creer que estar junto a él hace que me sienta en el paraíso, sintiéndome en la gloria. No quiero dejarlo ir.

Salimos del restaurant continuando con nuestra plática; creo que jamás en la vida he platicado tanto como lo estoy haciendo ahora, un cambio más gracias a la intervención de Joey Wheeler.

—¿Por qué tan callado?— pregunta el perro de manera divertida.

—¿Cómo hablar si eres un cachorro tan bocón?— contesto esbozando una diminuta sonrisa al ponerle un nuevo sobrenombre. Escucho como hace un ligero berrinche y comienza a perseguirme.

El estar jugando por la calle hace que reviva mis recuerdos de la infancia, solo que en estos instantes puedo saber lo que se siente ser un niño normal, un niño feliz. Experimentar estas cosas a lado de la persona que me está abriendo los ojos hacia una perspectiva diferente de mi existencia hace que el raro lazo que me une a ese rubio tanto se fortalezca.

Joey Wheeler, no quiero que separarme de tí, eres todo lo que necesito.

—¡¡Seto, cuidado!!— puedo oír que mi cachorro grita.

Me quedo parado sin entender muy bien la situación pero no hace falta que la comprenda, pronto siento como mi cuerpo recibe un golpe duro por la espalda y todo se pone negro. Pierdo la conciencia. A lo lejos logro captar los gritos de varias personas, entre ellos la voz desesperada de Joey que dice mi nombre una y otra vez.

¿Por qué no puedo abrir lo ojos? No quiero estar solo y menos ahora que comienzo a sentir un terrible dolor en todo el cuerpo. Poco a poco una extraña luz se va infiltrando y veo el rostro preocupado de Joey, me sostiene en sus brazos, noto que está llorando.

—¿Q-qué pasa, cachorro llorón?— pregunto en susurros, se me hace muy difícil respirar.

—Tranquilo, Kaiba... Ya viene la ambulancia— responde, los sollozos casi no le permiten hablar correctamente. —Estarás bien, solo quédate quieto, te prometo que estarás bien—

—Quédate conmigo— pido firmemente cuando siento que intenta levantarse. No quiero promesas— Yo... solamente quiero morir en tus brazos—

Ahora soy yo el que deseo llorar, tenerlo a lado mío hace que me llene de tranquilidad. Su presencia y su silencio resultan ser reconforantes para mí. Sus brazos son cálidos, me acunan perfectamente. En verdad me hubiese gustado estar así pero en diferentes cirunstancias.

Quiero culpar al destino, por darme amor y justo cuando empezaba a comprendrelo, no me dio más tiempo para seguir explorándolo. No tengo fuerzas para hablar y de lo único que me arrepiento fue el no haberle dicho abiertamente cuanto lo amo.

Pero de alguna manera se que el entiende este sentimiento que me alberga, puedo irme en paz. Muriendo en sus brazos.

Notas finales:

Marthiis: *llorando* ¡¡Kaiba!! TT___TT

Tamaki: *logró apartarse varios minutos* Tú tuviste la culpa ¬¬

Marthiis: No me arrepiento TT____TT

Tamaki: Bueno, esta chica no deja de llorar así que yo me despediré por ella. Esperamos que les haya gustado el fic pese al triste final. Por favor *cara de uke* ¿Podrían dejarle un review a esta chica? *señala a Martha*  Gracias y hasta pronto ^w^


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