–¿Cómo está el niño? –Era ya la segunda vez que le preguntaba lo mismo... La respuesta era siempre igual: "Esta bien, no te preocupes" ¿Qué más le podía decir?
–Desde que me trajeron a este estúpido centro no lo he visto –Hacia 5 meses que al Uchiha lo habían internado en ese lugar, nunca le explicaron por qué y no hacía falta decirlo, quizá él ya lo sabía.
–Es por tu bien.
–¿Por mi bien? Claro, por mi bien me separaron de mi hijo, por mi bien me encerraron, dime Naruto: ¿Qué más harán por mi bien? ¿Matarme? –No lo comprendía, Sasuke no entendía lo que pasaba.
–¡Shh! Calma, pronto lo veras... ahora solo descansa -Estaban sentados en una banca del jardín del centro, uno al lado del otro. Era tranquilidad en ese ambiente, exceptuando a las personas que tenían su bata blanca... el hospital psiquiátrico no era lindo, no era confortable, no era un lugar para el Sasuke que conoció.
Conocía el deseo de Sasuke por un hijo, por formar una familia, sin embargo sus planes se fueron a la basura al enamorarse de Naruto, un hombre. Sasuke tuvo que elegir entre uno u otro y eligió al rubio.
Su vida era tranquila, pero no siempre.
Su vida era perfecta, pero no lo suficiente.
Su vida... la sentía vacía.
Sasuke conocía su condición de doncel, aquellos hombres que pueden procrear... sí, tendría un hijo, tendría una familia.
¿Era necesario mencionar los intentos en vano que hicieron por embarazarse? Fueron muchos y cada uno fallaba. Los problemas entre ambos eran cada vez más graves, discusiones cada vez más fuertes, todo por un hijo.
Naruto se alejo de Sasuke, un mes sería suficiente... un solo mes para que se calmaran las aguas. Era claro que no podían vivir separados. Un viaje por su trabajo era la excusa perfecta.
Después de un mes regreso y encontró a Sasuke más feliz que nunca, su estomago estaba abultado; una sonrisa se le formo a Naruto en el rostro y corrió a abrazarlo, a llenarlo de besos, al fin se cumplía su deseo.
Todo pareció tan real... tan tangible, sin embargo una camisa hecha bolas cayó al suelo, era falso, toda esa alegría era falsa.
–Sasuke... –Su voz salió en un susurro, parecía que al pronunciar su nombre todo acabaría.
–¡Tú no lo entiendes, Naruto! –Gritó con dolor –¡Tú no entiendes cómo me siento! Solo vez, solo callas! –Por fin la máscara de frialdad que siempre portaba se rompía, con cada palabra que gritaba, con cada lágrima que derramaba, con todas sus acciones de ese momento lo demostraba.
–¡Y cómo crees que me siento yo al ver que te lastimas! Al ver que yo no puedo cumplir tu deseo, crees que no he pensado miles de cosas. "A lo mejor me deja" "Quizá busque a alguien para cumplirlo" "Yo no soy suficiente" En todo este tiempo me preguntaba eso, me decía eso. Este mes no pude dejar de pensar en ti, en qué llegarías hacer por cumplir tu capricho –Era momento en que los dos se sinceraran, en que dejaran salir sus verdaderos sentimientos, en quizá romper con su matrimonio. Se casaron jóvenes –Con solo 20 años– Y, ahora, a la edad de 26 años, habían madurado y se daban cuenta de su error.
–No es un capricho, tú sabes por qué lo hago.
–Claro que lo sé, porque tu familia murió –Eso era una verdad a medias. Se quiso arrepentir de haber dicho eso, las lágrimas de Sasuke se lo demostraban, el dolor que reflejaba y que muy pocas veces dejaba ver.
–Muérete, Naruto –Y Sasuke se fue a su habitación, dejando a Naruto en la sala.
Una semana después de esa discusión parecía que todo volvía a la "normalidad". Las peleas habían disminuido, pero no los encuentros pasionales que tenían. Sí, Sasuke seguía insistiendo.
Incluso esa mañana en la que Naruto se levantaba más tarde que de costumbre y escuchaba los quejidos y sollozos provenientes del baño. Se acerco preocupado, pensando que a la mejor le había pasado algo al moreno. Cuando entró lo encontró con una prueba de embarazo en la mano, ya conocía lo que vendría.
–No, no, no... –Se repetía una y otra vez, la mano que tenía desocupada se la llevo a la boca tratando de contener los sollozos en vano. De sus ojos salían otra vez lágrimas. Y Naruto... Naruto solo lo abrazaba tratando de calmarlo, repitiéndole una y otra vez que lo volverían a intentar, que no se rendirían.
Sabía que era una mentira, pero eso era todo lo que podía hacer.
Dos meses habían pasado desde aquel evento y volvía a ser tranquilidad. Las mismas bromas torpes de Naruto, el mismo rostro serio de Sasuke, los mismos comentarios, las mismas peleas de juego –No como las de siempre– Sí, todo era normal.
Naruto miraba preocupada las acciones de Sasuke, últimamente estaba más calmado y se encerraba en una de las habitaciones de la casa a hacer quien sabe qué cosa.
Últimamente ya no ponía demasiada atención en su trabajo ya que se distraía pensando en Sasuke y en su futuro incierto.
Esa noche que llego a su casa espero ver a Sasuke como siempre: en la sala leyendo un libro... en esos momentos se cuestionaba por qué había comprado una televisión si nunca la veía Sasuke que era el que se quedaba en la casa. Pero no, no lo encontró en la sala, busco en la habitación que compartían y nada. Le grito esperando que le respondiera, pero ni un sonido se escucho. Lo primero que pensó fue que lo había abandonado, su respiración se agito, su corazón le dolió, sintió pánico.
El sonido de la puerta principal lo saco de su letargo, se acerco a ella y vio a Sasuke entrar, todo se calmo dentro de él. Espero que le dijera la razón de su salida pero no lo hizo, lo miro severamente y escucho una pequeña frase de Sasuke.
–Te tengo una sorpresa –Posteriormente observo como Sasuke avanzaba a la habitación en la que se encerraba la mayor parte del tiempo. El moreno se recargo en la puerta antes de abrirla –Cierra los ojos y no los abras hasta que te diga, si los abres te castro –Lo mejor sería acatar lo que decía porque sabía que era capaz de hacerlo. Escucho el sonido de la puerta abrirse, tenia curiosidad demasiada curiosidad sin embargo tenía que esperar. –Ya puedes abrirlos –Lo que vio lo congelo, era un cuarto decorado de bebé, una pequeña cuna, peluches, juguetes, mamilas; las paredes de color azul claro con dibujos de peces y en el techo estrellas. –¿Te gusta? –Sasuke estaba cercas de la cuna y había susurrado esa pregunta.
–Mucho –Dijo impactado por eso mientras observaba cada rincón de la habitación.
–Idiota no te lo decía a ti, se lo decía al bebé –De nuevo esa sensación de ahogo. Sasuke cargaba unas mantas. –Cárgalo –Distraído tomo aquel bulto en el que Sasuke miraba a su bebé, le acariciaba lo que al parecer era su cara –Gracias a Dios que salió igual que a mí –Decía y sonreía.
–Silencio, Teme, que puede heredar otras cosas de mi –Solo pudo seguirle el juego, seguir en esa mentira por ver esa sonrisa, por ver esa alegría.
Naruto estaba preocupado creía que pasaría ese lapsus que vivía el moreno, pero no, todo seguía igual. Sasuke jugaba con el "niño" como si de verdad existiera. Seguía en su mundo, seguía en su locura... Sasuke se había sumergido en su propio mundo, un mundo sublime creado solo para él.
¿Cuánto aguantaría Naruto?
Pensó seriamente en el estado de Sasuke; le había comentado a Sakura –Amiga de ambos desde hace más de diez años– los síntomas que tenía ya que ella era doctora, la mejor solución que encontraron era internarlo en un centro psiquiátrico.
Buscó otras soluciones, no le cabía en la cabeza el que el moreno estuviera encerrado no lo permitiría, pero su locura era demasiada y lo hacía caer a él también en ese juego.
"Es por su bien" Se repetía una y otra vez el día en que se llevaron a Sasuke, no lo miró, no lo defendió a pesar de que su corazón se rompía al verlo, al ver como agarraba con tanto cuidado y, a la vez, con tanta seguridad esas mantas vacías.
Después de eso varias visitas le había hecho, cada una acompañada de un arranque de rabia que siempre terminaba por encerrar a Sasuke. Sin embargo no se había rendido, seguía visitándolo hasta que logro calmarlo, eso solo conllevo a que le preguntara cada día por su "bebé".
Ya dos meses había pasado y ninguna mejoría tenia, seguía pensando en su hijo, seguía creyendo en su mundo y Naruto ya iba perdiendo toda esperanza.
Observó que Sasuke se levantaba de la banca y él hizo lo mismo, se acerco a abrazarlo, diciéndole con este acto que no lo iba a dejar solo.
–Sácame de aquí –Escucho en un susurro lastimero.
–No puedo.
–¡Si puedes, Naruto! ¡Sácame! ¡Quiero ver a mi hijo! ¡Tú me separaste de él! –Se removía entre sus brazos, lo golpeaba y le gritaba. Era otro arranque de rabia que tenía. Pronto llegaron unos enfermeros a llevárselo, como siempre pasaba, lo llevarían a encerrar hasta que ese ataque pasara.
Naruto solo miro con dolor como se lo llevaban y se agarraba su cabello con desesperación.
Salió de aquel centro con la firme promesa de regresar al otro día y así sería hasta que Sasuke se mejorara o hasta que él ya no aguantara vivir en el mundo real y empezara a caer en el mundo tan utópico como el del moreno.