Tengo en mis manos un puñado de este corazón… roto, hecho pedazos, desmoronado, hecho trizas.
Mi cabeza gira, gira y gira, mientras mis brazos se funden alrededor de tu cuello. Mi cabeza gira y no sabe si creerte o reventar en la angustia. Mi cabeza gira y cada trozo de mi interior se niega a que los sentimientos desaparezcan.
Ya me destruiste, ¿Para qué vuelves?
Siento mi cuerpo entre tus brazos, mientras una leve brisa, causada por el movimiento, juega con mis cabellos sueltos, suavemente, lentamente, meciéndolo… ¿Volviste para juntar cada trozo de mi ser, nee? ¿Volviste para intentar remediar las cosas?
Quiero cerrar mis ojos… quiero cerrarlos mientras me cargas… cerrarlos y volar en una fantasía eterna, llena de felicidad. ¿Has vuelto a devolverme la razón? ¿Has vuelto a traerme la realidad a los ojos?
¿Qué caso tiene recoger del suelo los pedazos de alguien que tu mismo has despedazado?
- Shima…
- Shh No hables.
- No… déjame explicarte.
- Estoy borracho, Yuu. Otro día, en otro momento. No ahora.
- Te amo…
El silencio eterno en el que me has sumergido… es el que no me permite contestarte de la misma manera.
- Las mentiras se oyen bonitas cuando salen de entre tus labios…
- No es una mentira.
- No vas a dejarlo. Eso… eso si que es verdad.
- Shima, yo…
- Shhhh, te he dicho que estoy borracho, me duele la cabeza. No quiero oírte.
Solo quiero sentir tu respiración agitada en mi cara.
Solo quiero sentir… el sonido de tus pasos hacia la recámara.
Quiero… que me dejes en mi cama, me arropes y te marches.
El colchón está frio. Todo es frio… frio y oscuro. ¿Sabes? A tu lado… muchas veces tuve la sensación de tocar con mis propias manos ese cielo que ahora me observa burlón y estrellado. ¿Por qué el cielo no llora como yo en este momento? ¿Por qué siento que el mundo se burla de mi de una manera relajada y llena de risas que me hacen doler muy dentro de mi?… que patética resultó mi existencia.
Porque, sin saberlo, siempre fui...
- Te gustaba estar con los dos a la vez, nee? Por eso jugaste conmigo.
- No, Shima.
- Y yo que te… ah, para qué decirlo. Si no tiene importancia. Esas palabras se borraron de mi cerebro.
- Eso si que es una mentira. Las mentiras que se escapan de entre tus labios no son bonitas.
No me hables así. Tan cerca. Tan lento… no seques mis lágrimas.
Tus dedos sobre mi piel… si digo que me sucede cuando me tocas… voy a terminar de hundirme en este abismo. Si digo que ya no quiero hablar… si digo que tus labios me incitan a querer más… mientras todo vuelve a girar…. Yo..
Estoy sumergido en el silencio… ¿recuerdas?
- Te amo…
Tú me llevaste a esto. Y yo me dejé hacer.
- Te amo.
No entiendo… por qué….
- Te amo…
Si tu me silenciaste, ¿por qué ahora reclamas esas palabras que hiciste que odiara?
- No me hagas esto… no … yo se que hice todo mal… lo se! Pero respóndeme, dime que me amas! Como antes…
- Si lo dijera en este preciso instante quizás debería matarte… o matarme. Si lo dijera en este momento… yo no tendría escapatoria. No podría escaparme de mis propios sentimientos. No quiero, no puedo.
- Te amo.
En este instante que mis manos golpean débilmente tu pecho, intentado alejarte, intentado que no suceda lo que está sucediendo, intentando que este nuevo beso…
Este instante… es el instante en que mi conciencia me libera, me desata y me exige que grite al mundo que yo aún…
- Te amo.
Las convulsiones que sufre mi cuerpo, son producto de las lágrimas incesantes que se escurren de mis ojos. Entre las sábanas blancas que nos rodean, aún debajo de cuerpo, aún apresado entre tus brazos, con tu piel rozando la mía… yo me he dado cuenta que estoy a merced de lo que tu quieras.
- No voy a dejarte. No voy a marcharme.
¿Puedo creer en tus palabras… otra vez?
- Porque te amo. Ya no seguiré con él. Créeme, por favor…
Me gustaría… que nadie me despertara de este sueño esta vez…