Ruka.
-Bien, si lo ves así, yo ganaré.-
Estaba seguro, completamente convencido de que ganaría. Soy mucho mejor que el idiota de Yuji, pero…
-Vamos Mitsuo, dilo otra vez, di que me quieres.-
Allí estaba, la persona más amada por mí, abrazado por la persona a la que más odio, o al menos, intento odiar ya que en realidad es mi estúpido mejor amigo, maldita sea.
Los tres somos amigos, pero todo cambió el día en el que me di cuenta de que estaba enamorado de él, de Mitsuo.
Sus ataques de ira, su forma de chillar y asustar a los demás, personas que no conocen su parte amable, adora a los gatos, siempre nos protege…
¡Pero tuve que ver esa mierda! Tuve que escuchar de sus labios…
-Te quiero, Yuji.-
Y tragarme todo mi orgullo para no pegarle una paliza ahí mismo. Me marche, no caería tan bajo de interponerme, había perdido y asunto cerrado, pero… algo de verdad me dolía.
-¡Satoru! ¡Satoru, para!-
No pensaba detenerme por mucho que me llame, él es a la última persona a la que tengo ganas de ver. ¿Qué no estaba tan acaramelado con Yuji?
-¡Idiota! ¡Qué te pares te he dich… Ahhhh!-
-Dios…- No quería pero me acerqué.- Mitsuo, deja de caerte constantemente.- Le tendí la mano, sonriendo por mera tristeza.
-Es tu culpa por no pararte, yo solo nací torpe.-
Lo observé, podía llegar a ser tan jodídamente mono. Me dolía demasiado, no quería llorar. Nunca había llorado por algo así, era demasiado estúpido.
-Te amo…- Susurré, no podía esconderlo más.
-¿Qué? No hables tan bajo que no te oigo.- Refunfuñó, espolsándose el polvo de su ropa conseguido por la caída.
-¡Qué te amo, joder!- Lo arremetí con la pared, era un parking público, cualquiera nos podía ver y no era una bonita situación, la verdad. Me miraba asustado, no quería empeorar las cosas así que me alejé, con intención de marcharme, pero noté un agarre.
-S-Satoru…- Se acercó y me besó tiernamente, ¿cómo podía hacerme eso cuándo hace tan solo unos minutos lo vi besándose con Yuji? Me separé enfadado, él me gritaba que no me fuera, pero a mi no me engañaban tan fácilmente.
Quise irme, pero algo me detuvo…
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Ni~ya.
“Querido diario, hoy también estaba muy guapo. Adoro que tenga el pelo así de rojo, estoy pensando en tintarme de rubio, así seremos El amanecer y el atardecer. ¡Ay! Él hace que me ponga así de tonto~
Quiero declararme pero… tampoco quiero dañar a Satoru, es mi mejor amigo. Odio esto, ¿por qué tuvimos que enamorarnos los dos de ti, Mitsuo?”
Es verdad lo odiaba, no soportaba estar en una constante competición con Satoru por el cariño de nuestro neko.
Recuerdo que era miércoles por la tarde, me tocaba turno de limpieza con Mitsuo, cosa que me ponía realmente feliz, Satoru me esperaría fuera, como siempre y llegaríamos discutiendo a mi casa, Santa Rutina se hacía presente todos los miércoles.
Pero algo había de extraño en el ambiente, normalmente Mitsuo estaría saltando de un lugar a otro, fingiendo tocar la guitarra con su escoba o contando chistes horribles que no tenían ninguna gracia, pero ese día no fue así. Estaba como metido en su mundo, barriendo la misma esquina por décimoquinta vez.
Me acerqué dándole una palmadita en el hombro, cosa que lo asustó, o ese pude notar por el respingón que acababa de pegar.
-Lo siento, no quería asustarte.- Sonreí, él evitó mi mirada.- ¿Estás… bien?- Le pregunté extrañado, algo no iba bien.
-S-sí… es solo que…- Lo notaba… ¿sonrojado? ¿Qué mierda estaba pasando?
-¿Qué…?- Quería saber que seguía, lo necesitaba.
-Yuji tú… me gustas.- Sentí su mirada clavarse en mi, rogándome algo que no llegué a entender.
Mi primer impulso fue abrazarle, había ganado… pero estaba triste, me dolía pensar en Satoru en ese momento, pero… ¿Por qué pensaba en él? Era lo que había estado esperando durante todo este tiempo.
-Vamos Mitsuo, dilo otra vez, di que me quieres.-
-Te quiero, Yuji.-
Y lo besé. Él me correspondió, pero justo al separarnos miró horrorizado a la puerta y salió corriendo, no entendí nada. Lo seguí y… ¿Satoru? Mitsuo lo acababa de… ¿besar?
¿Qué cojones estaba pasando?
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Hitsugi.
Nunca me sentí así. Enamorarse era algo que todo ser humano ha hecho o haría, y yo no podía ser menos, ¿verdad?
Pero mi situación era un poco complicada. Estaba loco por un chico, no, mejor dicho, por DOS chicos. ¿Cómo pasó? Ni idea. ¿Qué haré? Todavía no lo sé.
-Maldita sea… maldita sea… joder, ¡maldita sea!- Rondar de una punta a otra de mi cuarto no era la mejor solución, me comía por dentro este sentimiento. No podía querer a los dos por igual, ¿o sí?- Definitivamente… ¡MALDITA SEA!-
Yuji era muy bueno conmigo, siempre amable y sonriente a mis caprichos infantiles, Satoru, por su parte, era más reservado, pero no se quedaba atrás complaciendo mis tontos deseos.
Tengo claro que les gusto a los dos, pero no sé que hacer. Ellos se conocen desde la guardería, pero desde que llegué yo parece que se odien a muerte.
-Me siento horrible por pensar tan egocéntricamente, pero es la verdad, incluso yo me di cuenta.- Continué dando vueltas a mi habitación, otra noche más sin dormir, perfecto.
Miércoles, me tocaba turno de limpieza con Yuji. Me encantaban esos momentos, me desestresaba, él al menos reía mis tontos chistes.
Pero llegado el momento no tenía ganas ni de respirar, estaba metido en mi mundo, odiaba verme así, lucía patético.
Estaba tan ensimismado que no noté la presencia de Yuji hasta que me toco, pegué un pequeño saltito del susto.
-Lo siento, no quería asustarte.- Me sonrió, solo pude esquivar su mirada avergonzado.- ¿Estás… bien?- Me preguntó.
“Pues no, no lo estaba, llevaba semanas sin dormir bien y todo por culpa tuya y de tu amigo, el imbécil de Satoru”
-S-sí… es solo que…- Me tragué mi orgullo, quizá era el momento apropiado.
-¿Qué…?- Insistió, era ahora o nunca.
-Yuji tú… me gustas.- Lo miré serio, quería darle veracidad al asunto.
Me abrazó, pensé en Satoru. ¿Qué haría ahora? ¿Me declararía a él también? Metí mi cabeza en el pecho de Yuji, buscando seguridad, intentando no llorar.
-Vamos Mitsuo, dilo otra vez, di que me quieres.-
-Te quiero, Yuji.-
Y me besó, tan tierno… Era perfecto, pero entonces mi corazón se paró de golpe. No podía ser, Satoru estaba mirando desde la puerta, nos observaba con odio. Vi como se marchó y lo seguí, dejando atrás a Yuji, no sabía que más hacer.
-¡Satoru! ¡Satoru, para!-
Corría detrás de él, tan desesperado que ni me di cuenta de que tenía un cordón desatado, cayendo de bruces contra el suelo.
-¡Idiota! ¡Qué te pares te he dich… Ahhhh!-
-Dios…- Noté como se acercaba, no sabía donde meterme.- Mitsuo, deja de caerte constantemente.- Me tendió la mano, sonreía con tristeza, tristeza que se clavaba como una espina en mi corazón.
-Es tu culpa por no pararte, yo solo nací torpe.- Dije, intentando quitarle seriedad al asunto, aunque ciertamente, no pude.
Me levanté, observándole.
-Te amo…- Susurró, lo había oído pero debía comprobarlo.
-¿Qué? No hables tan bajo que no te oigo.- Fingí enfado, mientras mi interior gritaba “Tierra, trágame” desesperado.
-¡Qué te amo, joder!- Me empujó, yo no opuse resistencia pero me asusté, fue muy brusco. Vi su ademán de irse e, instintivamente, lo detuve.
-S-Satoru…- Tartamudeé. Debía mostrarle mis sentimientos, acorté la distancia que nos separaba y lo besé, suavemente. Al principio lo noté relajado, pero pronto recuperó la tensión que tenía hace pocos minutos, marchándose de mi lado.
No sabía que hacer, lo veía marcharse cuando alguien pasó corriendo junto a mi, arremetiendo contra Satoru. Era… ¿¡Yuji!? ¡Me había seguido!
Comenzaron a pelearse, no supe reaccionar en un principio, se insultaban de todas las maneras posibles mientras puñetazos y patadas marcaban con feas heridas a ambos.
-¡PARAD!- Reaccioné porfín. Sorprendentemente, se detuvieron.- Os debo una explicación, pero p-por favor… parad…- Noté mi cara aguada, esa imagen, la de las dos personas que más amaba en este mundo pegándose sin piedad, era demasiado dantesca para mis ojos.
Noté un calor especial, me abrazaban, mis lágrimas habían servido para calmarles. Ahora Yuji también lloraba junto a mi, los tres, abrazados, olvidamos por un momento cualquier tipo de sentimiento solo para ser cuerpos que se ofrecen ese calor especial que se necesita a veces.
-S-siento mucho todo…- Miraba al suelo, mi voz todavía temblaba debido al llanto anterior. Estaba avergonzado, no sabía como comenzar.- Yo… amo a Yuji.- Lo miré, se le iluminó la cara infantilmente, cosa que me hizo gracia.- Pero también amo a Satoru, con la misma intensidad, con el mismo deseo.-
-Pero… eso no puede ser.- Comentó Yuji, me daba pena mirarle a la cara, su ojo estaba rojo, seguramente mañana tendría un feo hematoma en ese lugar.
-Coincido con el imbécil que casi me mata.-
-¡Ya te dije que lo siento, fue la ira del momento!-
-No peléis…- Les dije autoritario.- Y sí, si puede ser porque a mi me pasa, y no se que hacer.- En verdad estaba angustiado, asfixiado por los cuatro ojos que me observaban.
-Mitsuo yo…- Habló Yuji.- Te amo, pero debo reconocer que te entiendo un poco.-
-¿Eh? Aclárate.- Le pedí.
-Mientras te besaba antes…- La cara de Satoru se torno oscura al recordarlo.- Una parte de mi pensó en Satoru.- Reconoció, rascándose la nuca y riendo de una manera bastante peculiar. Si la cara del moreno antes estaba oscura, ahora parecía lila.
-¿Qué coño intentas decir, Yuji?- El aludido se le acercó, cogiéndole del cuello de la camisa, me acerqué corriendo para evitar otra cruenta batalla.
-Lo que dije… no más.- Miró al suelo avergonzado, no era el único en esta situación.
Satoru se alejó un poco, suspirando cada dos segundos, cosa que nos puso nerviosos a ambos.
-…- Seguía dando vueltas, de un lado a otro, empezaba a ser desesperante, pero ni Yuji ni yo nos atrevíamos a sacarle de sus pensamientos.-Yuji, ¿me quieres?- Dijo directo, dejando al nombrado helado en el acto.
-E-eso parece, sí…- Volvió a mirar al suelo, riendo avergonzado, esta situación comenzaba a ser ligeramente cómica.
-Pues sólo tengo algo que decir a eso…- Aspiró aire, ¿qué se traía entre manos?- Yuji, Mitsuo, ¿queréis salir conmigo?- Dijo, sin cambiar su ceño fruncido.
-Eh…amm…- Tartamudeamos los dos, de verdad somos el trío más extraño del mundo. ¿Qué más daba? Todo era equitativo, amor a dos bandas, verdadero amor.
-Yo voto por el sí.- Dije animado. Yuji también asintió sonriente. Satoru nos miró, por fin sonreía.
Es extraño, la gente dice que debes dar tu corazón a una sola persona, siéndole fiel pero… Yo no tengo problema en partir mi corazón en dos si es por ellos.