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Camino difuso en el mar por Lalamy wet wet

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Notas del fanfic:

Conforme avance los días iré actualizando esta historia ya subida en mi otra cuenta, hasta llegar al capítulo estreno.

Para quienes aún no la han leído, pues espero que les guste.

 

Una pequeña quieta, alejada de las clases diarias de una endeble escuela anónima, lloraba desconsolada en tanto acariciaba su barriga que era ocupada por un alma incomprendida e ignorada por todos. Al contrario de la madre, él estaba acalorado en su reducido espacio, en su pequeño universo rosa siendo el centro de éste, mientras la madre con desesperada, en una fría mañana lluviosa bebía agua directa del grifo para consolarse, otra vez…

Ella no superaba los catorce, y aunque pareciese mentira aún jugaba con muñecas compradas por su mamá, pero lo que la mujer no sabía, al igual que el resto de la familia, es que había reemplazado las muñequitas por el amor.

Ricardo era su nombre,  la superaba por tres años, era un buen tipo; cariñoso, aparentemente sensato, muy dedicado, pero apenas supo de la noticia se borró del plano, olvidando los regalitos, las promesas, los dibujos, las canciones, las estrellas y poemas. Se olvidó del amor eterno, las proyecciones del futuro, se olvidó de ella, y de él…

Sí, era “él”.

La chiquilla estaba desorientada, nadie sabía de ello, salvo una “amiguita” que le  aconsejó ir a donde una tía que le podría “mejorar” su problema, pero apenas pisó la casa de aquella cuarentona, cuyo aroma a fritura le hubiese producido náuseas a cualquiera, una presión sintió en el pecho, sus piernas flaquearon y decidió escapar a un rumbo desconocido.

Y se cuestionó la existencia, y la existencia de su niño, pasando así los seis meses que aún no estaba lista para parir,  y continuó en su agonía, continuó llorando en los rincones, en tanto la faja le oprimía hasta el corazón.

 Era la primera de su clase, el orgullo de la familia, ganadora de trofeos porque era una artista, la mejor en la escuela a su edad. Los muchachos la cortejaban, pero para ella eran niños, pese a que la edad era la misma, sólo pensaba en Ricardo. Y aunque éste la había botado, pese a que fue un bastardo, ella no lo dejó de amar.

 

Hasta que llegó ese día funesto, se le rompió la bolsa, la madre espantada la llevó a un hospital. El padre emputecido pidió permiso en su trabajo, “Angélica está muy grave, va a dar a luz” ¿Luz? ¿Qué luz? La única “Luz” era ella, una niña, “mi niña”. Fue lo único que oyó tras el auricular, pero cuando llegó era demasiado tarde, su pequeña estaba muerta, y en su lugar un pedazo de ella se quedó.

 

Y los abuelos miraron al niño dentro de la incubadora, con rasgos ajenos y desconocidos que seguramente provenían del padre ausente que le abandonó. La pareja estalló en llanto, se abrazaron inhalando valor, y exhalando el dolor de aquella pérdida. El pequeño dormía tranquilo, manteniendo el orden y serenidad en la sala, y por su sabia postura, digna de un valiente, le llamaron Amaru, palabra en quechua que traducido al español  era “Serpiente”,  ya que aparte por haber nacido en el año 1989, el significado de este animal  era “sabiduría”  tanto para hindúes como para Jesús.

 

Camino difuso en el mar

 

-       Estoy completamente en desacuerdo, déjame decirte, que en los cinco minutos que me he sentado en silencio para escucharte has estado contradiciéndote una y otra vez.

-       ¿Contradiciéndome? ¿A qué te refieres?

-       ¿Quieres que te lo explique? Está bien, para empezar,   sigues acusando a Federico de incumplir lo que prometió en su campaña a la presidencia, puntualmente me refiero a la supervisión de las cuotas por parte del tesorero, quien nos juró, si mal no recuerdo,  que no sucedería lo mismo que pasó con la directiva anterior, me refiero al impago de éstas por  ausentarse siempre en clases, siendo que debía ir puesto por puesto cobrando ¿A qué quiero llegar? Pues que Antonia, a quien propuso, resultó ser peor, ya que no contenta con su irresponsabilidad, trayendo de acá para allá el dinero del curso, también se les perdía las boletas de todos los productos comprados para su venta en los recreos. A esta misma aludiste en tu “campaña”, descalificándola con tajante severidad, siendo que Samuel, a quien propusiste,  es igual o peor, de lo que fue ella, ya que no es capaz ni siquiera de realizar por completo sus deberes como estudiante ¿Comprendes? La inconsecuencia está en que criticaste la incompetencia por parte de algunos miembros  de  las anteriores directivas y en la priorización de la amistad por encima de las aptitudes que podrían tener estos para ejercer sus respectivos cargos, siendo que tú haces lo mismo, y hasta peor, vendiéndonos un discurso de las mil maravillas para ganarte el favor de tus votantes, y así ser electo ¿No crees que fuiste demasiado hipócrita, como para más encima no tolerar que alguien venga a criticar a tu “directiva”?

-       …

 

Hubo un silencio en el salón.

-       El ganador es Amaru Beltrán – dijo la profesora quien estaba sentada al final de la sala oyendo atentamente lo que ambos discutían en un trabajo a nivel grupal de la asignatura de Lenguaje y Comunicación, una simulación simple de lo que es un debate.

 

Todos aplaudimos eufóricamente al oír que ella le otorgaba la nota máxima por sus palabras, dejando la mente en blanco a su oponente.

Yo siempre admiré a Amaru, aparte del atractivo que tenía, poseía una prestancia envidiable. Podía estar diciendo nada, pero la manera en que lo expresaba, la firmeza, la confianza con la que modulaba cada una de las sílabas parecían dagas punzantes que te sometían a unos escalofríos dignos de un líder como lo era él, y que tanto se rehusaba ser, ya que pese a su carisma, seguía manteniendo  esa humildad digna de un ser de su magnificencia.

Era simplemente perfecto.

 

-       Dejaste a Martín completamente helado - comentó su mejor amigo Darío.

-       La clave está en hablar rápido, como yo sé que ese tipo es bastante lento, intenté distraerlo con la metralleta léxica para que se colapsase. Pensé que no resultaría, pero veo que me equivoqué - dijo éste buscando algo en su mochila

-       Es que te pasaste, no sé como te da la lengua para hablar tan rápido y claro, que es lo más importante. Cada día me sorprendes más, siento orgullo de ti… estás creciendo – y colocó su mano sobre el hombro de Amaru para sacudirlo.

-       Cállate, hablas como mi vieja…  – sonrió.

 

Yo no podía creer que fuese el mismo sujeto que entró el primer día de clases, hacía tres años, maldiciendo al mundo entero, por una razón hasta ahora desconocida por todos, sentándose en una esquina, concentrado sólo en la música de su mp3, y con la mirada perdida en la ventana que no mostraba nada, más que unos escombros del otro lado de la reja.

El cabello laceo y oscuro de Amaru le daba un aspecto sensual que muchas veces debía ignorar para no ponerme en evidencia. Sus ojos rasgados y azules le daban ese aire oriental atípico, que te mataba con el sólo posarlos  en ti. Su cuerpo era delgado, y su andar sereno. 

Insisto, era perfecto.

 

-       ¿Qué tanto buscas? - inquirió Darío al ver que su compañero de banco se esmeraba en registrar, vaciando la mochila con desesperación.

-       Un… algo… algo que no traje, mierda.

-       ¿El informe de historia?

-       El maldito informe de historia – masculló –.  Me costó tanto hacerlo, y la mierda se me queda…

-       Ay ¿Y para qué te preocupas? Si los profesores te adoran, basta con sólo explicar tu descuido y te darán plazo hasta mañana.

-       ¡Es que no entiendes! ¡Me costó mucho hacerlo! ¡Me dormí a las cuatro de la mañana! ¡No debía quedarse en la casa! – se vio alterado.

-       Relájate hombre… es sólo un trabajo…

-       Mira, Darío, estoy muerto de sueño, he dormido tres putas horas en las que sólo tuve pesadillas, hice un esfuerzo enorme en poner atención a esta clase para poder sacarme ese jodido siete ¿Y me dices que me relaje? ¡Ándate a la mierda!

-       ¡Oye! ¡¿Qué te pasa?! Parece que desvelarte te pone insoportable. No eres el primero en hacer los trabajos hasta tarde, yo también lo he hecho lo mismo y no…

-       Ya, ya, entiendo, perdón, perdón...- lo interrumpió fastidiado, haciendo que su amigo chasquera los dedos malhumorado, yéndose al banco contiguo que era separado por el pasillo.

Amaru tiró la mochila al suelo, y me pregunté si había algo que lo estuviese incomodando, aparte del informe.  Para mi sorpresa él me miró, sonriendo al hacerlo.

-       Descuida, no mataré a nadie, no tienes por qué poner esa cara de espanto.

-       Ah… - sonreí – sí, lo sé.

Me sentaba atrás de él, así que siempre estaba al tanto de todo lo que decía o hacía; también me percataba de sus cambios de ánimo, y de la extraña forma de ser de este sujeto que despertaba en mi un interés que superaba la admiración, transformándola en una atracción que carecía de toda lógica, porque a mi no me gustaban los hombres, sólo él… ya ni siquiera me gustaban las mujeres por estar embobado por su forma de ser.

El era bastante amable conmigo, pero jamás llegábamos a una interacción más íntima. Hablábamos de temas triviales, ustedes saben, el clima, las tareas, las pruebas… cosas que a ninguno le importaba tratar, pero acudíamos a ellos para mostrar cordialidad. Yo intentaba hondear en algo más personal, pero al momento de querer hacerlo se me iban las ideas, o la perfecta manera de cómo decirlas, terminado en un silencio en el que contemplaba la anchura de su espalda.

Jamás imaginaría lo que siento por él.

Un amor platónico de años.

 

-       ¿Cristóbal?- me habló un día, después de clases- ¿Tienes algunas monedas para comprarme fichas?

-       ¿Fichas?- pregunté, no había caído en lo que estaba hablando.

-       Sí, es que cerca de aquí hay unos juegos Diana, y me entraron ganas de matar terroristas, o lo que sea…- sonrió.

-       Ah – reí, “videojuegos”-. Claro, claro….- en realidad aquellas monedas eran para comprarme algo de comer, estaba muerto de hambre, pero no podía dejar de ayudarlo, entregándole lo poco que tenía.

-       ¿Tanto?- me dijo sorprendido al recibirlas.

-       Ay, no digas “tanto”, si no es mucho… tómalas, no las ocuparé en nada…

-       Pero….

-       Si se te es incómodo me las devuelves cuando quieras.

-       Ya, te pasaste, te las devuelvo si o si la próxima semana ¿ya?

-       Como quieras.

Es algo estúpido, como si quisiera ganarme su favor consiguiéndole todo lo que pidiese, y aunque yo sabía que haciendo esto no estaba ganando nada más que un simple agradecimiento, no podía evitarlo, era más fuerte que yo, y no pedía nada más.

Jamás pedí más.

Muchos se preguntarán por qué no hacía algo al respecto si me gustaba tanto, bueno, simple, soy hombre y él también, y no tengo el complejo de hada madrina para estar convirtiendo a las personas a mi conveniencia, si a él le nacía querer probar, que probara, pero yo no iba a influir en ello, y podría sonar conformista de mi parte decirlo, pero es que soy así, y difícilmente cambiaré.

Sin embargo, pese a toda indiferencia que aparente, no podía evitar meterme a Facebook mil veces para ver su fotografía en “Búsquedas”. El único Amaru Beltrán en toda la red.

Mil veces viendo lo mismo, mil veces apunto de agregarlo… pero me arrepentía, por esa simple razón de que cualquier movimiento que indicase “atención” yo pensaba que él sospecharía de mi interés especial hacia él, pero un buen día me animé y dije “No soy mujer, no tiene que pensar nada al respecto” y lo agregué, casi con los ojos cerrados. Me aceptó de inmediato. Fue el momento de indagar en su mundo…

 Y me di cuenta que no tenía mundo en la red.

Todos le escribían en su muro, y lo etiquetaban en fotografías, más él no tenía nada, ni test, ni videos, ni pensamientos, nada… se limitaba a sólo responder lo que se le escribía, y lo que hacía era bastante banal como “Gracias por pasarte, estoy bien, espero que tu también, nos vemos luego” y ese mismo mensaje se repetía una y otra vez, pero redactado de distintas formas para no hacer notar su “falta de interés”- es lo que me hacía pensar. Me sentí como un completo psicópata por revisar todo lo que hacía, incluso decidí salirme, ya que ni siquiera estaba conectado, y de un momento a otro me habló.

Me puse nervioso.

Amaru dice:

Qué sorpresa…hola ¿Cómo estas?

 

“Escribe perfecto” fue mi primera impresión. Lo que me obligó a hacer lo mismo.

Cristóbal dice:

Ah… sí, jaja… bien, aquí, buscando la tarea de química, ¿y tú?

“Soy un mentiroso, ni me he tomado la molestia de meterme a Google”

Amaru dice:

Yo también, está muy complicado, hay que saber buscarla bien xd

Cristóbal dice:

En realidad estoy recién buscando jaja…así que chequearé eso.

Amaru dice:

Ah qué mentiroso… ¿Viste que pierdes toda credibilidad por esos detalles mínimos? Ya no te creeré nada de lo que digas, cagaste.

 

Y bajé las manos del escritorio para dejar que pasara unos segundos antes de responder, estaba muy ansioso escribiendo, no quería que se diera cuenta que no hacía nada más que hablarle. Al menos es lo que pienso cuando me responden rápido.

Cristóbal dice:

La ironía no sirve cuando se escribe…

Amaru dice:

Oh, claro que si, sólo debes analizar lo que lees, es más, tienes escrito algo en tu muro que es irónico, y no dio cabida en mí a una interpretación literal

“¿Y que mierda tengo escrito?” pensé.

 

“Cristóbal Serón Se ha hecho fan de Yo también escribo lo que estoy haciendo en el momento, aunque a todos les importe una  mierda”

Sí, creo que es ironía, una bien mala, pero lo es…

Cristóbal dice:

Tienes razón.

Amaru dice:

Por eso te hablé, porque se ve que no eres un cualquiera. Hasta hace poco creía que eras distinto, ahora estoy seguro.

 

“También lo eres, mis otros compañeros no tratan tan cordialmente a un par  como lo haces tú”

Amaru dice:

Y debo confesar que me agradó lo otro que escribiste, “Nací defectuoso y sin garantía…” es algo que me identifica, supongo.

Cristóbal dice:

Ah, sí?

 

Y luego de eso se desconectó.

Pese a las risotadas que daba en clases, el buen humor con el que llegaba cada mañana, y el optimismo que demostraba ante los problemas, aquel día conocí a un Amaru completamente distinto, serio, centrado… y no es que me decepcionara, para nada, simplemente me sorprendió.

Y no dejé de pensar en sus palabras, cada letra voló por mi cabeza, y mi imaginación, ¿Es legítimo sentir aquello por un desconocido? Es la magia del amor, creo…

“Y se supone que lo agregué para conocerlo. Quedé igual o  incluso peor...”

 

A la mañana siguiente, por una extraña razón, me asomé por la ventana antes de ponerme en pie y bañarme. Es extraño porque en su mayoría me levanto un poco atontado o simplemente no me levanto, pero jamás me tomaba el tiempo de mirar por la ventana para ver que tal estaba el exterior.

 

Sin duda sería un día especial, no en el sentido de “buena suerte”, jamás me ha tocado ese caso, o era un día de la mierda o un día monótono y tranquilo, pero el día especial indicaba momentos especiales, algo que no te hará olvidar aquella fecha. No tiene ningún tipo de carga, podía ser perfectamente neutral siendo hasta casi parte de una reflexión prolongada.  

Cuando salí de casa  me colgué la mochila en un solo hombro, y me fui pateando una botella de plástico en tanto oía a través de mis audífonos una canción nostálgica que me recordaba mi infancia, precisamente en los momentos que me juntaba con todos los primos que vivían cerca de mi casa, y jugábamos hasta el anochecer. Pasando los años todos nos alejamos del núcleo, sumergidos en nuestras peceras, sin abarcar más que lo aceptado por nuestros ojos.

Al llegar a la sala vi que Darío estaba riéndose con unas compañeras de curso, las más populares para ser preciso, en tanto Amaru, alejado de todos, se encontraba sentado al lado de la ventana con la mirada perdida. En tanto dejaba la mochila sobre mi banco, me preguntaba si debía ir a saludarlo, “Claro, soy su compañero ¿Qué tiene de malo?” y con un poco de inseguridad fui a darle la mano para ver que tal estaba de ánimo.

-       Hola – al final mantuve mis manos en los bolsillos del pantalón, saludando sólo alzando un poco la cabeza.

-       Hola  - me sonrió de lado.

Si el volvía la mirada hacia la ventana me iría, no deseaba importunarlo – sí,  lo sé, pienso en todo, llega ser un verdadero fastidio.

-       Ayer estaba cabreado – manifestó de la nada –. Mi hermana me quitó el computador apenas me había sentado para hacer el trabajo, y como la tonta terminó con su pareja no se le puede decir nada porque se pone a llorar.

-       Ah… que manera más baja de manipulación – comenté.

-       Sí, eso pensé. Podría decirle las cosas, me importa poco si llora o no, pero después llegan mis viejos y la ven mal, y me miran a mí diciendo “Se comprensivo con tu hermana” siendo que con el único con quien realmente lo soy es con su ex novio.

Y me reí, lo que más amaba de él era que jamás abría la boca para decir algo innecesario, lo que hacía que todos le prestaran atención cuando decidía hablar.  Como si supiera las palabras exactas para interesarte en lo que decía, debe ser la razón primordial por la que nadie puede ignorarlo.

Sin duda eso es proveniente de un hombre muy observador.

-       He querido…– dijo, interrumpiendo mis pensamientos- hablar contigo sobre algo, pero nunca hallaba el momento preciso para hacerlo.

-       ¿Sí? ¿Sobre qué?

-       Sobre “Cielo caído”.

“Cielo caído”  ¿Aquel fracaso? ¿Por qué quería hablar sobre él?

-       ¿Qué pasa con eso?

-       Siempre… creí que tú debiste ganar.

“¿Qué? Pero si pasó hace unos meses, y no tuvo ninguna relevancia en mi vida.”

-       Me alegra de que a alguien le haya gustado, pese al título cliché, y la redacción simplona…

-       No es como está escrito, sino lo que dice – fijó sus ojos en mí, robándome el aliento –. Puede que te parezca demasiado extraño que te hable sobre ello, pero es lo único que ha martilleado mi cabeza  últimamente… ¿Qué te llevó a escribirlo?

-        Bueno…- reí un poco nervioso, su mirada inquisitiva realmente me cohibía – nada en especial, lo hice la noche anterior de su entrega, fue casi una narración involuntaria. No desmerezcas tu trabajo, por algo ganaste, porque fue mejor que el mío.

-       No, no… era falso, fue algo escrito para la complacencia de los demás, nada tenía que ver conmigo, en cambio el tuyo fue… lo que realmente quería plasmar, pero me arrepentí de hacerlo.

-       Bueno, discúlpame que te diga pero… sólo tú piensas así, bajo un criterio subjetivo, no quiere decir que realmente lo mío haya sido bueno o mejor que el tuyo.

Y miró el suelo, como si algo malo hubiese dicho, analizándolo rápidamente no encontré nada en mis palabras, sería demasiado insólito que se haya ofendido por eso.

Definitivamente algo le pasaba.

-       ¿Hay algún problema? - murmuré ladeando un poco la cabeza, buscando sus mirada.

-       No…- susurró –  ese es el problema;  no lo hay.

Luego de eso alzó la vista, me miró como despertando de un trance y se disculpó, diciendo que debía atender un asunto, que por favor habláramos luego.  “OK” respondí, dejándome perplejo ante tal reacción.

 

“No importa a donde camine, la senda sigue pegada a mis pies…

El flujo de las horas se extinguieron en el momento que cerré la puerta tras de mí…

¿Qué puerta? ¿Esa puerta? Nunca la hubo, nunca salí

Siempre estuve aquí.

Pegado al cemento.

Como parte de una desnuda ilusión.

Nunca hubo vida, sólo la que crearon para mí…

Si no la viví, no existió, es por eso que nunca la hubo…

 

No importa a donde camine, la senda sigue pegada a mis pies…”

 

Al menos es todo lo que recuerdo por ahora.

 

 

 

 

Notas finales:

Aclaro que ya está el capítulo nuevo, así que lo subiré dentro de la semana.

Gracias por llegar hasta aquí.


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