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Ella por Penny Lane

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Notas del capitulo:

Para juliet

Las gotas de la lluvia golpeteaban de forma rítmica la ventana haciendo una canción lastimera con el tic tac del reloj que timbraba lo mismo una y otra vez dentro de la habitación. Parecía decadente por dentro, olía a tabaco, a perfume de mujer y a soledad encerrada desde hacía años. La soledad pétrea y firme de un escudo bajo la piel desde siglos colocado en la posición perfecta. Sin daños y sin sensaciones acidas.

Una luz lánguida se encendió llenando con un rayo aun más tenue la habitación. Algo había alejado la soledad por un instante, pero el olor se hizo más penetrante aun.

“¿Eres tú a quien busco, o eres tu quien me espera?”

Dentro de la habitación una persona se levanto con las manos algo cortadas por el cigarro, estaba cansada, pero sonreía.

“Eres tú a quien busco, quiero y espero”

Sonrió de medio lado al levantarse y apagar el cigarro, la habitación se ilumino un poco más cuando ella se asomo. La decadencia se fue con su sonrisa, como un viento que se lleva hojas muertas del suelo, la habitación la ilumino su sonrisa mientras el viento que entraba por la puerta barría los olores concentrados

 

 

Me levante al verla entrar, con su sonrisa de palmo a palmo, era San Valentín, lucia hermosa. Apague el cigarro con la suela del zapato y descubrí la guitarra entre las lonas y el polvo del suelo.

“las palabras no alcanzan, y la voz tampoco..”

Sonreí de medio lado otra vez, en el techo de catedral de aquel cuarto gris, su presencia era el atisbo de luz. Era hermosa y fresca, aun como una gota de roció, sonreía para el momento, arrollando el gris y la soledad.

Cayeron dos grandes placas metálicas al suelo cuando el primer rasgado le dio vida a la guitarra. Era una canción diferente, con vida, en mis manos y en su pecho, en su sonrisa, en sus ojos. Era una sincronización con su pecho que se elevaba a los altos del techo y sus ojos que se fijaban en mis dedos. Creía en sus besos, cuando el viento entre las cuerda me los daba, creía en su voz cuando sus ojos cantaban mudos la canción que yo le inventaba, creía en su tacto cuando sentía las cuerdas y la música acariciándome. Cayeron dos piezas más de aquella fuerza de siglos, mientras la piel se erizaba, el sol daba de lleno en ambas, tú sonreías mientras llorabas y yo miraba al techo.

 

 

La habitación estaba silenciosa. Una de ellas estaba ausente, viendo en los ojos llorosos de ella, en ella, a sí misma. La habitación se congelo en el tiempo, cuando ambas se acercaron de nuevo, descubriéndose en un cuadro, viendo desde lejos la gente pasar en la galería, mientras dentro ellas mismas se veían, se hacían promesas eternas . Era una habitación gris perfumada de ella, de un olor a tierra mojada y a algo diferente, un no sé que de fuego rojo y canciones nunca jamás sonadas

 

 

Salimos de la galería casi sin hablar, la charla paseaba en las cosas rutinarias de la época. Íbamos tomadas de manos, con cara perdida en el horizonte cruzábamos la mirada. Las palabras sobraban cuando aun teníamos el sabor a gris en nuestras bocas. Podría haberla visto toda la noche y nunca poder cerrar los ojos.

-          No quiero, pero tengo que dejarte, nos vemos pronto – Se despedido con un beso mientras cerraba detrás de si la puerta.

Espere unos minutos en el portal, no podría abrirme la puerta, como antes lo hacía. Recorrí con los ojos la puerta unos segundos, fijándome donde había puesto sus manos, como sonrió al verme,  el beso y como me acerco un poco para después irse.

Empezó a llover mientras estaba aun en el portal, era muy tarde y nadie estaría despierto. Me recosté a la pared esperando el paso del tiempo, hacía frío y el golpeteo de la lluvia y la brisa hacían un ritmo extraño, diferente y continuo. Sonaba como ella cuando caminaba, o ese ritmo agitado cuando me veía. Así era ella. Ere un ritmo intenso de una guitarra vivía, era una explosión de luz y color al medio día, un volcán de agua. Encendí el primer cigarro de la noche mientras me recostaba en la pared, a esperar que bajara la lluvia para caminar a casa. Quería pensar en ella, en ese cuadro que vimos en la tarde y las sombras dentro de él, en los fantasmas y demonios que bailaban en la luz dorada de los postes de luz. El humo se paseo por el ambiente calmando y calentando mi pecho. Era ella a veces como el espejismo del humo, la figura curvilínea de las líneas en mis dedos, en mi boca. Ella era a veces transparente, imaginaria, pero era real en mis bosques. En mis noches era la ansiedad, en mis días lo era todo. Era la terraza el lugar donde la conocía y la buscaba, donde sonaba esa canción nuestra y donde ese humo dejaba de ser humo para ser mis sueños. Para volverse ese consuelo de ella, nacía ella donde soñaba con su balcón cuando no estaba cerca, para volverme  un fantasma cotidiano imaginando cuanto podía ser relativo el tiempo y verla enseguida, al cruzar una calle y seguir en fila hasta su casa. Hasta dentro de ella.

La música se calló. Había dejado de llover hacia unas horas.

 

 

-          Se llama la puerta, es un cuadro interesante, ¿No? – Sonrió sin darle mayor importancia a la imagen de la chica fumando – Se parece a ti.

-          Si, jajaja... Pero no esperaría tanto tiempo bajo la lluvia – Sonrió sin ganas, sabía que mentía – Aunque si no hace mucho frío tal vez si…

 

La exposición termino y las personas caminaron agitadas, ella pronuncio un te amo que su chica no pudo escuchar por el bullicio. Las palabras retumbaron en las voces de los otros, leyendo en sus labios frases de libros muertos en el aire que se agolpaba en cada una.  Se miraron por segundo casi eternos mientras una persona ajena a todo retrataba en una cámara todo la imagen, sería su cuadro personal. Seria verse a sí misma con la chica que ama una y otra vez.

Notas finales:

C.S


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