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Regresando a la luz por NezxNek

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Era un hermoso día de primavera, el sol brillaba sobre el castillo de Prado Verde, las aves cantaban, y las mariposas revoloteaban.

En uno de los más hermosos balcones del castillo apareció la bella princesa Suzu, su cabello, de color negro, salvajemente ondulado danzaba con el viento. Vestía con un magnifico vestido blanco, el cual le quedaba ajustado al cuerpo, remarcando su cintura y luego caía de manera libre al suelo; este, al igual que el cabello, danzaba con el viento.

Ella observaba el paraje, los verdes campos que rodeaban su castillo, las nubes que jugaban con el sol en el cielo, la naturaleza que se mostraba de manera libre. Cerraba los ojos y se sentía sumida en el infinito, sentía la caricia suave del aire, los besos calidos del sol tocando su piel. -Este día será especial -pensaba.

 

-Señorita Suzu -sonó la voz de su criada, la cual hizo que volviera al mundo real-. Señorita Suzu -repitió mientras se acercaba al balcón-. ¡Ah! Señorita, aquí está.

- ¿Qué ocurre Lila? -preguntó de manera amable Suzu mientras entraba a su habitación.

-Su padre, el Rey, la necesita -dijo mientras se tomaba nerviosamente las manos.

-Dile que voy en un momento -Suzu sonrió mientras la criada asistía enérgicamente y se preparaba para salir de la habitación-. Gracias Lila.

-Estoy para su servicio -dio una reverencia y salió.

 

El salón real era fantástico, construido con piedras perfectamente pulidas y adornado con hermosos cuadros de los antiguos reyes. Una gran alfombra que se extendía desde la puerta hasta el centro del salón indicaba el camino para llegar donde los reyes, los cuales estaban sentados en sus lujosos tronos.

Tuk, era el rey de Prado Verde, era un hombre muy respetado y valiente. A su lado se encontraba su esposa, Sasha, una señora conocida por su buen gusto culinario.

Suzu se presentó ante ellos dando una pequeña reverencia.

- ¿Qué necesitáis padre? -preguntó respetuosamente.

-Este día -comenzó a decir con una voz muy ronca, parecida a la de un trueno-. Vendrá Nil, tu prometido, el es de un lejano pueblo, pero lo conocemos bien y sabemos que después de mi, el podrá dirigir el castillo a la perfección.

-Es un chico guapísimo -habló Sasha con voz aterciopelada-, culto, de buena familia. Es el mejor partido.

-Pero padres -quiso debatir Suzu-. Yo no lo conozco, no se quien es.

-Bueno, hoy lo conocerás, este matrimonio esta previsto desde que naciste -la voz del rey comenzó a sonar dura e intimidante.

-Pero -intentó rebatir pero su padre se lo impidió con la mirada.

-Vete a tu habitación ahora, y arréglate.

-De acuerdo, padre -Suzu dio una reverencia y se marchó a su habitación.

Concebir matrimonio con un desconocido, sin siquiera amarlo, era una idea absurda, pero... era la voluntad de los reyes y ella, como la princesa de Prado Verde debía obedecer.

 

El día fue pasando y ya llegado el medio día las trompetas que anunciaban la llegada del príncipe Nil sonaron. Ella sintió un fuerte nerviosismo, pero más aun, una inmensa tristeza la inundó.

Obligada tuvo que ir a recibirlo. Él entró al castillo con toda su comitiva, venia cabalgando en un caballo marrón. Vestía con las típicas ropas de un príncipe. Su cabello era rubio y sus ojos azules, realmente guapo, pero a ella no le gustaba. A simple vista se notaba que era un hombre pretencioso.

Él saludó al rey con un fuerte y masculino apretón de mano.

-Rey Tuk -dijo con su voz varonil.

-Príncipe Nil, bienvenido -dijo con su potente voz

Luego se dirigió a la reina Sasha, le tomó la mano, de manera delicada y le besó cordialmente.

-Reina Sasha.

Ella dio una pequeña reverencia y dijo:

-Bienvenido príncipe, ¿Tuvo buen viaje?

-Sí, muchas gracias -y finalmente se acercó a Suzu, la miró a los ojos y pidió su mano, ella se la entregó, tenia que ser cortes, la besó sin dejar de mirarla-. Princesa Suzu, es tan hermosa como me lo habían dicho.

Suzu hizo una mueca de desagrado pero intentó disimularla con un falso:

-Gracias -él sonrió desagradablemente.

El banquete de bienvenida al príncipe se realizó cuando el sol se encontraba en lo más alto del cielo.

Para Suzu fue muy incomodo el comer teniendo a ese hombre allí, el cual, no le despegaba los ojos de encima.

Se mantuvo en silencio la mayor parte del tiempo, oyendo atentamente lo que su padre, el Rey, hablaba con Nil.

-Entonces, si tú lo deseas, la boda se realizara lo antes posible.

-Por supuesto, Rey Tuk -decía Nil con una vocecita muy respetuosa pero extremadamente falsa-. Claro, si la princesa Suzu esta de acuerdo.

- ¡Nah! -exclamó la reina-. Por Suzu no te preocupes, ella esta encantada con la idea de la boda.

Suzu se preguntaba en que momento había mostrado cierto agrado hacia esta situación.

-Pues bien, no se hable más, la boda se realizara pasado mañana -dijo con voz firme Tuk-. Lila -llamó a la criada y esta se acercó con la mirada gacha-. Reúne a toda la corte y los empleados reales, hay un matrimonio que preparar.

Cuando el banquete concluyó, la princesa se dirigió velozmente a su habitación, allí se encerró para asumir su realidad. Seria esposada por el hombre más desagradable que había conocido. Salió al balcón para ver si en el viento encontraba refugio.

 

En los alrededores de Prado Verde el terror recorría los callejones. Una criatura, siniestra, diabólica; rondaba en búsqueda de alimento. Se trataba de un ser llamado Arpía, era como una especie de mujer-pájaro, con una actitud demoníaca.

Oculta en las sombras, acechando, percibió un tentador aroma. Elevó su vuelo para tener mejor visibilidad. El olor provenía directamente del castillo. En un balcón se hallaba una muchacha preciosa, suculenta para la criatura a tal grado que no lo pensó dos veces y fue a por ella.

 

 

Tocaron a la puerta de la habitación de Suzu haciendo que esta saliera de su ensimismamiento.

-Adelante -dijo y la puerta se abrió lentamente. Por ella apareció Nil con su apestosa sonrisa. Suzu se arrepintió de haberlo dejado pasar.

-Permiso -dijo él cortésmente.

- ¿Qué necesita príncipe Nil? -preguntó intentado guardar compostura.

-Princesa Suzu, comprendo a la perfección que yo no soy de su completo agrado -comenzó a decir con suavidad-, pero es mi deber el cumplir la palabra de mi padre y desposarla.

Suzu que no se había movido del balcón dijo:

-Yo nunca en mi vida quisiera casarme con un hombre como usted -cada vez le costaba más contener el enojo-. Ahora, si fuera tan amable de... -dejó la palabra en el aire puesto que de pronto Nil puso una horrible expresión de terror.

En menos de un segundo Suzu se vio atrapada por unas garras demoníacas, las cuales rasgaron su vestido haciendo que se viera gran parte de su piel. Acto seguido se vio elevada por sobre la tierra y vio como se alejaba violentamente del castillo.

Dio un grito de terror al ver como sin más remedio era presa de la criatura más temible que había visto jamás.

 

- ¡Arpías! ¡Arpías en el castillo! -entró gritando al salón real Nil. El rey se levantó bruscamente de su trono-. ¡Se ha llevado a Suzu!

- ¿Nil, a que hora a ocurrido esta desgracia?

- ¡Hace medio de un minuto rey!

- ¡Debes ir a por ella! -chilló la reina con los ojos llorosos-. ¡Nil, debes rescatarla!

-Eso haré mi reina -el tomó sus armas, un arco y unas flechas, salio corriendo del castillo, subió a su corcel y galopó velozmente tras ella.

La noche estaba cayendo sobre el reino, la luna ya era presente y la oscuridad poco a poco invadía cada rincón.

Suzu gritaba desesperada pero no podía hacer nada por soltarse, si lo hacia, caería y moriría de manera inevitable.

Nil cabalgó y cabalgó tras ellas, pero volaban a tal altura que era imposible alcanzarlas, solo podía perseguirlas.

Las estrellas ya habían nacido y el sol estaba dormido, solo la luna iluminaba el paisaje con su mística luz.

La arpía recorría el cielo velozmente con la princesa Suzu entre sus garras. Por otra parte, Nil y su buen corcel seguían galopando de manera desesperada en búsqueda de su prometida.

El silencio de la noche solamente era interrumpido por los gritos de la princesa. La noche comenzó a nublarse, poco a poco, la luna se vio envuelta en penumbras y la oscuridad reinó, el miedo afloraba en el aire. De pronto unos extraños sonidos inundaron los alrededores, algo se acercaba pero era tanta la oscuridad que ni siquiera las propias manos se podían distinguir.

Los sonidos persistían y así mismo la oscuridad. Cada vez más cerca. La arpía se sentía inquieta y mostraba de manera desafiante sus colmillos. Lentamente, el sonido se fue distinguiendo, era como aleteos y pequeños sonidos de aves. Suzu miraba asustada el cielo se preguntaba que podría ser eso que se avecinaba sobre ella y su captora. De manera mágica el cielo empezó a despejar haciendo que se filtrara la luz de la luna. A lo lejos se comenzó a divisar unas figuras, estas se acercaban de manera veloz. Aves, eran cerca de 5 magnificas aves blancas que comenzaron a atacaban ferozmente a la arpía la cual se defendía agresivamente.

A pesar que esos animales atacaban de una manera colosal, Suzu no sufría daño, solo se veía zamarreada de un lado para otro y sin previo aviso la hermosa princesa sintió como caía. La arpía la había soltado a su suerte para poder huir de las aves que seguían atacando. El pánico se apodero de la princesa con más fuerza.

 

A lo lejos se encontraba Nil que observaba la escena con temor y veía como su prometida caía a un destino inevitable.

 

Suzu gritaba desesperada, rogando ayuda pero cuando ya se había resignado y entregado de manera anticipada a los brazos de la muerte algo ocurrió: Ya no caía, se encontraba recostada sobre una superficie muy suave y sentía como unos brazos desconocidos la abrazaban de manera protectora. Suzu abrió los ojos y miro a su alrededor, noto que la superficie suave era el lomo de una de las aves blancas y aquel brazo protector se lo entregaba una misteriosa chica. Esta, tenia el cabello negro, el cual volaba junto al viento pero lo que más le sorprendió a la bella princesa era que esta muchacha tenia unas simpáticas orejitas como las de un ratón dándole una impresión tierna, pero su rostro, no era del todo tierno, sino más bien era serio, miraba a su alrededor, buscando con la mirada a la arpía. Ella sabía muy bien que esa criatura no dejaría a su presa tan fácil menos aun cuando la princesa era una chica tan bella.

El ave comenzó a dirigirse hacia el norte donde a penas se divisaba el contorno de unas montañas. Suzu vio como de pronto eran rodeadas por las otras aves, las cuales la habían salvado de las garras de la siniestra criatura.

- ¿Quien eres? -preguntó al cabo de un rato Suzu aun se encontraba envuelta en el abrazo de la chica la cual, por su parte, continuaba observando de manera recelosa el cielo, sus pequeñas orejas se movían intentando captar algún sonido, algo que le avisara si hubiese peligro.

Al oír la voz de la princesa, la extraña chica con orejitas de ratón relajó la expresión y la miró a los ojos

-Soy Nez -respondió con una suave voz-. ¿Te encuentras bien? -preguntó.

Suzu intentó sentarse en el ave, pero resbaló, las plumas eran resbalosas. En ese momento Nez la tomó en sus brazos y la apegó a su cuerpo para evitar que cayera.

-Estate quieta -dijo-. No quiero que te ocurra nada -su voz seguía sonando suave y cariñosa

Suzu miró a su salvadora, la cual también la observaba a ella. Nez, se encontraba envuelta ante la belleza de la princesa.

-Gracias -murmuró tímidamente Suzu y Nez dio una amplia sonrisa. Se abrazaron de manera tierna.

El vuelo cesó. Primero bajo la chica con orejitas de ratón y extendiéndole la mano, ayudó a la princesa a bajar. Se encontraban en un lejano cerro, una especie de altiplano; la luz bañaba todo con su esplendor, el viento soplaba fuerte, acariciando la piel semi-desnuda de la princesa la cual se estremeció sensualmente.

-Tienes frió -susurró Nez al oído de la chica la cual asistió tímidamente.

La chica, se sacó la chaqueta que tenia y se la coloco a Suzu de manera delicada, ahora Nez solo tenía una polera y unos vaqueros muy ajustados.

El firmamento nocturno relucía unas preciosas estrellas, pero la protagonista como siempre era la luna, llena, magnifica, cubriendo con su luz cada rincón, dando al paisaje una sensación única.

Y allí estaban, la princesa Suzu, medio desnuda cubriéndose con una chaqueta y Nez, una chica con orejitas de ratón que llegó para salvarla. Se quedaron en silencio, observándose en la penumbra; cerca, cada vez más cerca, un deseo único las envolvía, un impulso...

Pero todo fue interrumpido por el sonido de unos galopes

- ¡Deja a mi princesa! -resonó la voz de un joven el cual a la vez tomaba un arco y disparaba unas flechas hacia Nez, que a su vez las esquivaba de manera ágil.

Las aves se levantaron furiosas para proteger a su ama, pero esta con un sonido hizo que se calmaran.

Suzu observaba la escena, nerviosa. Nil volvió a tomar su arco y lanzó otra flecha sin resultado, puesto que Nez volvió a esquivar. Flecha tras flecha comenzaron a invadir el cielo, todas con un solo propósito, eliminar a la chica.

- ¡Basta! -exclamó Nez-. No deseo acerté daño.

-Secuestraste a mi bella Suzu -dijo él.

-No es cierto -Nez movía la cabeza negando lo que Nil decía.

-Vi como te la llevabas -Nil tomó su última flecha, la puso en el arco y la preparó para lanzar. Nez lo miraba de manera desafiante. Segundos antes de lanzar la flecha mortal Suzu reacciono y en un movimiento se puso entre Nil y Nez.

-¡Deja eso Nil! -decía-. Nez no me ha secuestrado, ella me salvó de las garras de la arpía -El miraba a Suzu y a Nez, no deseaba creer lo que le decían pero finalmente bajo la flecha.

-Vamos a nuestro castillo, Suzu -dijo Nil mientras subía a su corcel.

Suzu quedó indecisa, no sabia si partir con su prometido o quedarse en aquel lugar, simplemente se quedo inmóvil pero al sentir como Nez se movía y alejaba de ella reaccionó

- ¿A donde vas? -preguntó.

-A mi hogar, en el cielo -contestó Nez con la mirada gacha-. Ve con tu príncipe.

- ¡No! -exclamó la chica-. No te vayas aun.

-Debo partir ya, además, aquí estoy interrumpiendo -Nez montó en una de las aves blancas.

-Si, vete de una vez y déjanos en paz -dijo de manera desagradable Nil.

- ¡Cállate de una vez! -gritó Suzu, era la primera vez que sacaba la voz con tanto mando, hasta Nez se intimidó.

Suzu miró de manera suplicante a la que había sido su salvadora. Nez miró a los ojos a la bella princesa, estaba perdida ante su bellaza, pero su corazón se sentía triste, sentía que ella nunca podría amarla.

-Decide -dijo de pronto-. Decide con quien quieres partir, con tu príncipe que lucha de manera desesperada por ti, o yo, una simple caminante de las nubes.

Suzu la miró de manera confusa. Decidir... hubo un largo momento de silencio.

-Contigo -respondió al fin-. Quiero partir con mi salvadora. ¡Quiero surcar el cielo junto a ti! -exclamó, sonriente y decidida.

- ¿Que? -gritó confuso Nil-. ¿Cómo que quieres ir con ella?

Suzu lo ignoró y corrió a los brazos de Nez, la cual la tomó y la subió al ave.

-Lo siento Nil, pero la dama ya ha decidido -y sin más partieron el vuelo.

Volaron y volaron por el cielo, el cual ya no estaba absolutamente oscuro puesto que a lo lejos se divisaba el sol naciente de un nuevo amanecer. Suzu y Nez se mantuvieron abrazadas, se miraron y sellaron su amor con un dulce y tierno beso. 

 

Notas finales:

Comenten T.T


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