Era un día tranquilo de primavera en la universidad. Los alumnos, ya terminado el receso, se dirigían a sus respectivos salones para comenzar las clases.
En la sala de profesores, un profesor de cabello negro, alto y ya entrado en los 30 años, no dejaba de ver la manera en la que su asistente, de 29 años y ojos castaños, se encontraba.
Hacía un tiempo que lo observaba. Estaba sumido en sus pensamientos, en frente de su computadora, trabajando. Pero el profesor sabía que algo más le estaba pasando a su asistente, algo le atormentaba. Por lo que, tranquila y silenciosamente, se dirigió despacio hacia él y se posicionó detrás. El joven asistente, quién no llevaba cuenta de lo que sucedía, se sobresaltó al sentir unos brazos que lo envolvían.
-¡Oh! ¿Qué pasa kamijou? Te noto algo distraído- dijo el profesor Miyagi haciendo un puchero- ¿Sucede algo?, ¿O es que las cosas no están yendo bien con él?-.
Hiroki, al oír esto último, agarró el primer libro que tenía a la mano y lo aventó contra su jefe, mientras que un leve rubor aparecía en sus mejillas- ¡CUANTAS VECES TENGO QUE DECIRLE QUE DEJE DE ABRASARME ASÍ!-, y volvió a sentarse para continuar su labor. -Además…-dijo un poco más calmado pero con el ceño fruncido-…no me sucede nada, y tampoco sería asunto suyo si así fuera... En vez de estar interrogándome debería ponerse a hacer su trabajo-.
Miyagi, quién disfrutaba las reacciones que tenía su asistente cuando lo molestaba, esbozó una sonrisa y dijo: - ¡Ohhh! Pero eso es aburrido. Además…últimamente has estado muy distraído- hubo una pausa- ¿No quieres contarle a tu jefe que sucede?- dijo el profesor sonriendo aún más y volviendo a abrazar a su asistente quién, ya harto de las insistencias de este, lo apartó dándole un empujón.
-Ya le dije que no me sucede nada- dijo esperando así, dar por terminado el tema-…y si me disculpa…tengo que ir a mi clase- y diciendo esto, desapareció por la puerta.
El resto de la tarde pasó muy lenta para el castaño.
Durante sus clases, además de la usual cantidad de libros que aventó a los alumnos incompetentes que se disponían a dormir en medio de su explicación, Hiroki se mantuvo absorto en sus pensamientos, al igual que sucedió en la sala de profesores.
No quería admitirlo, ya que su orgullo no se lo permitía, pero en su mente se repetían la pregunta que el profesor Miyagi le había dicho: “¿Las cosas están yendo bien con él?”, sin saber la respuesta.
-Flash Back-
Eran las 9 p.m. y un castaño, ya habiendo terminado su trabajo en la universidad, se dirigía de nuevo al departamento que compartía con la persona que más amaba, aunque no lo demostrara.
Al llegar, pudo sentir como lo envolvía el olor de la cena preparada por su amante.
-Nowaki, ya llegué- dijo el castaño. Pero, al no escuchar respuesta, colgó su abrigo y sombrero en el perchero y se encaminó hacia el living en busca de su pareja.
Al llegar allí, un escalofrío recorrió su espalda ante la imagen con la que se encontró.
Un joven de unos 27 años, cabello negro y ojos de igual color se encontraba abrazando a otro de más o menos la misma edad, ojos azules al igual que su cabello, contra la pared.
El oji-azul, al notar la llegada de Hiroki, se apartó de su acompañante y le dedicó una cálida sonrisa- ¡Oh! Hiro-san no te oí llegar-. Pero el castaño no le contestó, estaba confundido, con ira contenida y con preguntas que se acumulaban en su cabeza: “¿Quién es él?, ¿Porqué está aquí? O mejor aún… ¿POR QUÉ RAYOS ESTABA ABRAZANDO ASÍ A NOWAKI?”.
Nowaki, al ver el rostro de desconcierto de su amante, continuó hablando: - Hiro-san él es un compañero que trabaja conmigo en el hospital- dijo refiriéndose al peli-negro y sin quitar su sonrisa- Riku Nogushi, Riku el es Kamijou Hiroki, mi pareja- y al decir esto, un color carmín invadió las mejillas de Hiroki, cosa que no paso por alto por Riku, quién con una cálida sonrisa le extendió su mano: -Mucho gusto Kamijou-san-.
Hiroki al reaccionar, con el seño fruncido y un tono de voz indiferente respondió: -Lo mismo digo-. Pero no correspondió el saludo de mano y se limitó a voltearse y dirigirse a Nowaki, quién ya había quitado su sonrisa y le dijo con un tono preocupado: -Hiro-san Riku perdió el tren, por lo que…- pero no pudo terminar ya que fue interrumpido por el castaño: - Está bien. No expliques. Emmm…voy a estar en el estudio corrigiendo unos exámenes-, dijo con el tono de voz más calmado que pudo y saliendo de la habitación.
No tenía el más mínimo interés en saber que hubiera pasado si hubiera llegado cinco minutos más tarde.
Luego de estar una hora y media corrigiendo los desastres que sus alumnos habían escrito, se aburrió y se fue a acostar ya que se sentía un poco cansado.
Al llegar a la habitación, se cambió de ropa poniéndose una remera de manga corta gris y unos shorts del mismo color, y se acostó, pero no cerró los ojos, ya que ya se le había hecho costumbre el no dormir hasta que Nowaki se acostara a su lado.
El tiempo pasaba y él lo seguía esperando. Se volteó a ver su despertador, el cuál ya marcaba la una y media. Se sentía intranquilo: “¿Por qué tardará tanto?”, se preguntaba constantemente hasta que, al escuchar una puerta abrirse lentamente, esa pregunta desapareció de su mente.
Aún acostado de lado y mirando hacia su despertador pudo sentir como Nowaki se acostaba a su lado y lo acercaba hacia él abrazándolo por la espalda.
La calidez. La calidez que el cuerpo de Nowaki le daba lo relajaba. Cerró sus ojos y sonrió levemente. Ahora sí dormiría tranquilo.
Despertó sin ninguna gana al oír el sonido de su despertador, el cuál marcaba las 6 a.m.
Buscó a su izquierda a su amante pero, en lugar de él, se encontró una nota que decía:
Hiro-san, tuve que irme a hospital con Riku.
Hubo una emergencia.
Te dejé el desayuno listo.
Nos vemos en la noche.
El castaño se quedó viendo el papel y luego lo arrugó arrojándolo hacia el suelo.
Se levantó de la cama y se fue a duchar.
Mientras que el agua recorría su cuerpo, una sola pregunta invadía su cabeza: “Con Riku ¿Eh?”.
-Fin del Flash Back-
Desde entonces Hiroki notó más distante a Nowaki. Ya no le sonreía tanto como antes y tampoco les decía los “Te amo” que, aunque no lo admitiera, le encantaban. Además entre su trabajo y las horas extras que Nowaki debía atender en su trabajo cada vez que una emergencia se presentaba, era menos el tiempo que compartían juntos.
Pero ese día estaba decidido. Le preguntaría que le sucedía aunque eso significara herir a su querido orgullo con tal de tener que rogarle una respuesta.
El timbre de fin de clases sonó y, tomando sus cosas e indicándoles a sus alumnos que ya podían retirarse, se encaminó hacia la salida pensando que le diría a su ahora distante amante…