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Recién Casados por NanaMii

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El de labios raros se cruzó de brazos, viendo, la nada agradable, escena que tenía enfrente de él. Con sus hermosos ojos miel fulmino a los otros dos, que parecía no se habían percatado de su presencia. De pronto, aquellos ojos verdes del desconocido se posaron en su persona, sintió como lo recorría con la mirada y al mismo tiempo parecía comérselo con ella. Sus mejillas se tiñeron de rosa, pero no mudó su actitud molesta.

 

 

— Gatito, veo que eres juguetón, has invitado a alguien para jugar con nosotros…— decía aquel pelinegro, mientras le mordía el lóbulo de la oreja al más pequeño, el cual soltó un gemido para después atrapar los labios del más alto en un beso algo raro, pues se encontraba bajo los efectos del alcohol y apenas y podía sostenerse.

 

 

Frio…eso fue lo que sintió, mientras gotitas escurrían por sus cabellos, mojándole la cara; la ropa la tenía pegada al cuerpo, provocándole un leve escalofrió. Shima los observaba con una sonrisa burlona y los ojos entrecerrados, sosteniendo triunfal el balde con el cual les había aventado agua, empapándolos por completo.

 

 

— ¿Qué diablos te pasa imbécil?— gritó con odio, a la par que intentaba limpiarse las gotas de agua con la manga, aun mas mojada, de su camisa.

 

 

— ¿Qué te pasa bonito? ¿Quieres jugar a las camisetas mojadas?— preguntó el moreno con voz cargada de lujuria, mirándole descarado.

 

 

— No gracias. Tú puedes divertirte a gusto con mi esposo— exclamó con desprecio mientras se daba la vuelta.

 

 

— ¿Esposo?— El moreno enarcó una ceja, totalmente extrañado; y la sonrisa que adornaba su rostro se fue borrando poco a poco.

 

 

 

— ¿Ah?... ¿no te lo dijo?... él ya es un hombre CASADO. Con su permiso…—respondió, para después irse a la habitación y encerrarse en ella.

 

 

 

— Tora yo…— Masculló el más pequeño.

 

 

 

— Olvídalo gatito, ya será para la próxima…— dijo mientras cerraba la puerta, Takanori suspiro con frustración “como se le ocurre a este echarme a perder mi noche”… pensó mientras, se dirigía a su recamara furioso.

 

 

A Tora lo conocía desde hace un par de meses, se habían vuelto amigos además de buenos compañeros de cama. Usualmente Takanori no era el pasivo, pero…digamos que el moreno tenía un muy buen producto que ofrecerle.

 

 

Abrió la puerta de su habitación y el aire se le fue, el castaño estaba acostado en su cama boca abajo, las sabanas solo tapaban su trasero, dejando ver su fina espalda y sus deliciosas piernas; se sintió mareado de excitación, y quizá también por causa del alcohol, y poco a poco comenzó a deshacerse de sus ropas.

 

 

 Se acercó a la cama y se subió a gatas a ella, empezó a acariciar sus piernas, repartiendo besos en ellas… subió lentamente, llego hasta la parte que estaba cubierta con las sábanas, las cuales quitó lentamente…“no tiene Bóxer, así es mejor…” pensó sonriendo mientras sus manos recorrían ansiosas y de forma suave esas delicias, hasta llegar a su bien formado trasero, lo acarició, y después llevó una mano a su boca y comenzó a lamer sus propios dedos; volvió a acariciar esas piernas para llevar uno de sus dedos húmedos hasta la entrada del otro, metiéndolo bruscamente.

 

 

— ¿Qué crees que haces? — gritó un enojado castaño, mientras se levantaba de la cama y se cubría con las cobijas.

 

 

— ¿Tú que crees?... solo estoy disfrutando de mi vida de casado— respondió el pequeño lujuriosamente, mientras se relamía los labios. — te haré disfrutar de lo lindo ESPOSITA…— afirmó mientras se acercaba al castaño, al cual aprisionó contra la pared para después comenzar a besar su pecho bruscamente.

 

 

 

– ¡Aléjate de mí!— Bramó el mayor mientras le daba un empujón para apartarlo. Pero esto no funcionó, ya que Takanori con un movimiento hábil lanzó al más alto a la cama, subiéndose a horcajadas en su pelvis para después moverse sugerentemente— ¡No me toques, animal!

 

 

 

— Yo sé que te gustará… ¡Ahhh!— Ruki calló inconsciente sobre el cuerpo de Takashima, el cual como pudo salió de ese peso aplastante.

 

 

 

— ¡Dios, lo maté!— Pegó un gritito grito dando saltitos y cubriéndose la mano con la boca. — ¡Soy viudo!

 

 

Asustado acomodó al pelirrojo en la cama, recogió los pedazos del florero con el que golpeo al pequeño, y después se fue a dormir a la sala, para que no se le encontrara culpable de nada.

 

 

 

**

 

 

— Buenos días.

 

 

— Bu-buenos días…— respondió nerviosamente, mientras fingía que su atención estaba totalmente en el desayuno que estaba comiendo.

 

 

— ¿No tienes un analgésico?... ayer me peleé con un tipo de dos metros, y me dio un buen trancazo en la cabeza...— al escuchar esto, el más alto casi se ahoga con la comida, alzo la vista y vio a Takanori con una gruesa capa de maquillaje, que no lograba disimular del todo bien, el moretón que tenía en la frente.

 

 

 

— Sí, si tengo. Ahorita te lo doy…— dijo mientras se ponía de pie para ir a buscar una pastilla a la habitación. Entró y comenzó a buscar en los cajones, en el último encontró el famoso botiquín.

 

 

 

— ¿Mauremys? ¿Ahora así se llaman? Se ven apetecibles….- Susurró sensualmente el menor, que estaba recargado en el marco de la puerta, haciendo referencia a al pequeño short azul que llevaba su “esposa”, que tenía en la parte trasera la inscripción “Mauremys”.

 

 

 

— Maldito pervertido…- exclamó Shima mientras le lanzaba la caja de pastillas. — Pero no esperaba menos de ti, alguien con tan…corto intelecto…—se burló saliendo de la habitación. Y se sentándose nuevamente en la mesa, seguido de su lindo y adorable esposo.

 

 

 

— ¡Ja! ¡Ja!  Qué gracioso… claro que sé que Mauremys es una tortuga, lo que no entiendo es que hace esa palabra, en tu adorable trasero.

 

 

 

— A diferencia de ti, yo si tengo un trabajo de verdad, no solo juego con el dinero de papi…

 

 

 

— ¿Así? ¿Y que haces?...—preguntó con desinterés para después llevarse una manzana a la boca y darle una jugosa mordida.

 

 

 

— Trabajo en un acuario, soy biólogo… y estamos haciendo campañas para recaudar fondos y proteger a las Mauremys…— dijo con orgullo, mientras untaba un pan con mermelada.

 

 

 

— Pues con ese BUEN mensaje subliminal… yo creo que lo conseguirás pronto…—dijo con lascivia, mientras se ponía de pie— y para tu información mi trabajo también es de verdad…así que ya me voy.

 

 

—    ¡ Pervertido!— gritó, mientras la puerta se cerraba.

 

 

 

**

 

 

 

Tal vez no sea tan mala idea estar casado con él por algún tiempo, la verdad es que tiene un cuerpo de infarto. Nos vamos a divertir mucho Shimita”… pensaba el rubio bajito, mientras se dirigía a su trabajo.

 

 

Aparcó su carro en el gran estacionamiento, se bajó tranquilamente, mientras algunos de sus empleados lo saludaban; una que otra secretaria le miraba lujuriosamente al tiempo que le modelaban, sin discreción alguna, las faldas cortas que llevaban puestas para llamar su atención. Era increíble como ese hombre era capaz de elevar la temperatura corporal de casi toda la población humana con tan solo respirar.

 

 

Dio unas cuantas órdenes, y después se dirigió a su despacho, abrió la puerta y encontró al moreno de anoche, sentado en su escritorio, y para su sorpresa también a su padre.

 

 

— Hola Gatito…- dijo el hombre con voz cargada de lujuria, mientras se relamía los labios discretamente.

 

 

— Veo que ya se conocen “gatito” —dijo su padre— pero creo que no se conocieron de manera apropiad. Amano, es el inspector de calidad, viene a hacer el chequeo anual de las instalaciones, así que tú te encargaras de enseñarle todo lo que deba saber, claro respecto al viñedo.— Ordenó su padre con reproche, mientras se pone de pie. — No quiero incidentes, y deja ya de meterte con empleados, me tienen hartas las riñas laborales…— Susurró en su oído.

 

 

 

— Sí, padre…— respondió el menor, al tiempo que agachaba la mirada.

 

 

 

***

 

 

 

Estaba demasiado cansado, la campaña de conservación a la especie estuvo realmente agotadora, además de que unos peces presentaron anomalías y tuvo que revisarlos para checar sus síntomas y poder diagnosticarlos apropiadamente. Así que después de su ardua jornada de trabajo, se metió a bañar en unos de los baños del acuario que se utilizaban después de bucear en las peceras gigantes.

 

 

Después de que se terminó de bañar, cambió sus ropas poniéndose un pantalón negro, una polera blanca y una chamarra del mismo color que el pantalón, se acomodó el cabello, y se dirigió hacia su, por ahora, hogar.

 

 

Estaba a escasas cuadras de su casa… “maldición, olvidé comprar los víveres. Estoy seguro que ese enano no tiene nada que no sea alcohol metido en la alacena”…pensó mientras daba vuelta al volante y se zigzagueaba por algunas calles, hasta llegar a un minisúper.

 

 

Estaba en área de verduras, tomando un paquete de hermosas fresas rojas, cuando sintió que alguien le cubría los ojos. Sintió ese suave tacto, y pequeñas descargas eléctricas le recorrieron el cuerpo. No necesitaba ser un genio para saber de quien se trataba…

 

 

— Yuu, no esperaba verte por aquí… - dijo mientras, se quitaba ese par de manos de sus ojos e intentaba disimular y asimilar el volcán de emociones que lo habían embargado tan de repente. — No sabía que habías vuelto.

 

 

— Lo sé, hace apenas unos días que regresé de Australia, es una pena que no pudieras venir…— exclamó el joven pelinegro mientras le sonreía con un deje de nostalgia, lo cuál fue percibido por Shima logrando que bajara la mirada.

 

 

—  Sí, fue una lastima…

 

 

— Pero no te pongas triste…— Susurró acariciando su mejillas. — dentro de unos meses habrá trabajo en parís, aun no se bien los datos, ¿Por qué no te animas a venir?

 

 

 

— Yo… no lo sé…—respondió, mientras unas ganas terribles de llorar lo embargaban. Aún dolia.

 

 

 

— Shima sigues igual que siempre— afirmó Aoi, revolviéndole los cabellos— tienes que crecer como biólogo, no te quedes estancado.

 

 

 

— Lo pensaré…

 

 

 

— Eso me parece una buena idea…— EL tonó de un celular se hiso presente, el moreno revisó su teléfono y exclamó: — me tengo que ir… luego te llamo…

 

 

 

**

 

 

 

Llegó de trabajar, se sacó los zapatos, dejó sus cosas en el sillón, dio una checada rápida al departamento dándose cuenta de que no había rastro alguno de su “esposa”, así que se dirigió a la recamara con intenciones de darse una ducha, pero cuando entro, escuchó el golpeteo de agua contra la loza del baño, descubriendo que en realidad su “amor” si se encontraba ahí.

 

 

Estuvo a punto de darse la vuelta, pero notó que la puerta del baño estaba entre abierta, dejando ver parte de un espejo… que para su sorpresa y buena suerte, o quizás no tan buena, reflejaba la hermosa espalda y parte el trasero de Shima que se encontraba enjabonándose, tallándose con una suave esponja sus hombros, al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás… por lo relajante de ese movimiento.

 

 

El castaño abrió la llave de la regadera una vez más… Takanori estaba bastante excitado con esa imagen... El baño lleno de vapor mientras el agua resbalaba por esa deliciosa piel, al tiempo que enjuagaba la espuma blanca que había en ella, mientras Shima mantenía sus ojos cerrados, y se acariciaba la piel… su erección comenzaba a dolerle… tenia tantas ganas de entrar ahí, moría de ganas por convertirse en esas gotas de agua que resbalaban por la sexi piel del castaño... quería poseerlo.

 

 

 


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