Te amo…
Te amo es una palabra que nunca me atrevería a decirte. A pesar de que sienta estos sentimientos mi vergüenza es mayor. Además decirte que te amo sería dejarte ganar y eso es algo contra lo que he estado luchando todo este tiempo. Él dejarte ganar significaría aceptar que te has convertido en todo lo que amo, en todo lo que deseo. Significaría que estos años de indiferencia han sido en vanos.
No estoy seguro de en qué momento fue que comencé a quererte. Eras mi más grande apoyo, él único que siempre me seguía a todos lados sin negarme nada. Aquél al que podía contarle mis más profundos temores y secretos. Te convertiste en una parte muy grande de mi vida. Siempre pensé que eso tenía que ver con nuestra amistad porque para mí esto que siento no era más que amistad sin importar cuantas veces me decías que me querías, sin importarme tus sentimientos.
Después de una de nuestras tantas peleas amenazaste con irte a tus tierras y no tienes idea del miedo que sentí en ese momento con la sola idea de perderte, de saber que ya no estarías aquí a mi lado. Al final te pedí perdón y tú de ya mejor humor me dijiste que no ibas a irte.
Aquél miedo de que me dejaras se quedo conmigo y fue cuando comencé a sospechar que era lo que sentía. Luche contra este sentimiento tan arduamente, intentando contenerlo en mi interior porque yo sé que no podemos estar juntos, es decir, ¡somos hombres! No podría estar feliz sabiendo que esto es algo anormal.
Me convencí a mi mismo de que no te amaba. Cuando tú me decías que un día cuando nos casáramos o un día cuando tal cosa yo siempre intentaba evadir el tema. Me decías que un día yo sentiría lo mismo que tú sientes por mí y yo siempre lo negaba. Es por eso que no puedo permitir que ganes porque sería tener que retirar cada cosa que he dicho los últimos dos años.
Sé que te he hecho sentir mal con mis reacciones. Sé que te he gritado que nunca sería capaz de amarte pero es que poco a poco, mientras yo aparentemente luchaba por sacarte de mi corazón, en realidad te metías cada vez más hondo en mí.
Y ya no puedo negarlo más. Sé que te amo. Sé que te amo más de lo que jamás amaré a otra persona pero no puedo decírtelo.
He aceptado un acuerdo conmigo mismo de aceptar internamente este sentimiento pero jamás hacértelo saber. Porque sé que si te lo digo ese día ya no podría seguir luchando.
No creas que tan fácilmente me rendiré. Seguiré luchando por sacarte y así un día poder amar a una bella chica sin tantas complicaciones sabiendo que eso es lo correcto. Quiero creer que eso es lo que tengo que hacer.
Pero de mientras tendré que morderme la lengua y aguantar las ganas de gritarle al mundo entero lo que siento. Me conformó con estar sentado en silencio aquí tras los arbustos viéndote entrenar con tu guardia. Esto ya se me ha vuelto una rutina y cada vez que puedo escapar de Gunter o de Gwendal vengo a hacer esto hasta el final del entrenamiento.
Hasta el momento la única persona que lo sabe es Conrad. No es que yo se lo haya dicho pero él parecía saber lo que yo iba a hacer el día que salí corriendo del despacho más o menos a esta hora hace casi un mes. Me descubrió en pocas palabras.
Él se ha hecho como mi cómplice. A veces le dice a Gunter que estoy en una habitación equivocada para que me vaya a buscar ahí y no me encuentre. Tengo que agradecerle bastante eso. Si supieras que estoy aquí te enojarías mucho y me prohibirías verte entrenar. Y quizá mientras estamos en nuestra habitación me patearías como venganza.
Esa es otra cosa más que a veces me hace estar a punto de sucumbir. El hecho de que compartimos la cama. Tu olor, tu presencia, tu calidez…me hace sentir que estando allí nada puede pasarme.
No imagino mi vida sin ti. Sé que guardándome esto, seguramente hará que en un futuro tú te canses de esperar y te cases. Estás en tu derecho pero me duele de solo pensarlo.
Y bueno ¿qué tal si no es tan malo estar enamorado de ti? ¿Qué tal si tú y yo pudiéramos ser felices juntos? Quizás por estar prohibido para mí te haces tan tentador. ¿Prohibido? Él único que ha hecho esto prohibido soy yo y la verdad ya no sé si pueda aguantar. Quizá sea hora de dar el siguiente paso.
El entrenamiento termina y todos se van marchando poco a poco. Comienzas a dirigirte hacia el interior del castillo y sé que si no lo digo ahora no lo diré nunca porque soy un enclenque y el miedo me carcome por dentro aunque la verdad no sé a qué le tengo miedo si sé que tú me correspondes.
Me infundo valor, tomo aire y suspiro.
-¡Wolfram! – llamo.
Tú volteas y yo solo corro hacia a ti. Sé que ya no hay marcha atrás y la verdad tampoco quiero hacerlo. Lo que estoy a punto de decir nos cambiará la vida por siempre, para bien o para mal pero al menos quiero estar contigo.
-¡Wolfram! – vuelvo a llamar mientras termino de acercarme a ti…
Continuará…