Sus ojos se encontraban puestos en esa pequeña figura que ya hacia frente a él, no lo podía evitar, aquel castaño cabello largo –antes corto- se encontraba libremente suelto cayendo como cascada por sus hombros hasta su media espalda, esos ojos color grises mirándole con atención y al mismo tiempo frialdad y cariño, aquellos ojos tenían un brillo extraño, un brillo que él conocía a la perfección, suspiro de forma exasperada ¿Por qué tenía que pasar? ¿Por qué? ¿Por qué se tuvo que enamorar? Se le estaba escapando, estaba yéndose de sus brazos, de sus manos y eso por dentro lo destrozaba, el gran Hibari Kyoya tenía miedo de perder aquella figura que tanto amaba….
Mirándote a los ojos
juraría que tienes algo nuevo que contarme
empieza ya mujer no tengas miedo
quizás para mañana sea tarde.
Observo aquellos ojos grises atentamente, pero para su desgracia eran parecidos a los suyos en ese momento, le faltaban los sentimientos…
-Te vez… Bien- susurro apenas, frunciendo el ceño
-Te lo agradezco- una pequeña sonrisa adorno aquellos labios finos que tenían un leve color rosado, y no era por la pintura labial, la miro de nuevo a los ojos y en ese momento encontró lo que buscaba…
La duda…
-Empieza de una vez- murmuro cruzando sus brazos a la altura de su pecho, la joven mujer dudo durante algunos momentos y aquellos ojos mostraron miedo, quiso abrazarla para consolarla, pero se contuvo, algo le decía que tenia que saber quién era ese “Otro” que quería quitársela…
¿Y cómo es él?
¿En qué lugar se enamora de ti?
¿De dónde es?
¿A qué dedica el tiempo libre?
-Dime por lo menos ¿de dónde es? ¿Cómo se llama? ¿Cuántos años tiene?- estaba algo estérico, y hablaba de más, cualquiera que lo escuchara o mirara estaría sorprendido de que hablara tanto y de aquella forma casi desesperada, la joven mujer no respondió, solo se dedico a peinar de forma nerviosa y torpe su cabello castaño, guardando silenció observando su vestimenta, el mayor solo suspiro frustrado y cerró los ojos, si seguía así estaba seguro que nada bueno pasaría, la amaba… no más que eso…
La adoraba… La adoraba demasiado como para dejar que alguien más los separara…
Pregúntale
¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón
que me ha robado todo.
Y estaba consciente que no ella no estaría para siempre a su lado, que más de alguno la querría por aquella belleza que portaba, por aquella mirada amable y amenazadora que tenia, por aquella inocencia y ferocidad que la caracterizaba, aquella que era suya, y que se iba en sus narices, quería abrazarse a ella, abrazarla y no dejarla ir nunca, meterla a su hogar y tenerla como su prisionera, como suya, solamente suya…
-Dime…-
-Sabes que esto pasaría algún día, y no puedes hacer nada… lo sabes Kyoya- dijo la dama de forma cortante y frívola, cosa que hacia pocas veces con el…
Le dolió el pecho, ella nunca hacia eso, ella siempre le trataba de forma amable y tierna, siempre le daba abrazos y besos, siempre se refugiaba en sus brazos cuando el miedo la embargaba, le contaba sus penas y preocupaciones, sus triunfos y fracasos, y dentro de poco tiempo, seria de otro, de ese maldito ladrón que entro a su hogar, que se acerco a ella de forma lenta… y lo odiaba por eso…
-Solo quisiera que te quedaras un poco más- dijo al fin, ella soltó una risita por lo bajo
Arréglate mujer se te hace tarde
y llévate el paraguas por si llueve,
Miro de forma discreta el reloj y lo quiso romper en mil pedacitos, dentro de poco ese pedacito de cielo se iría de su lado, su doncella ya estaba lista, y preparada, miro por la puerta y observo las nubes que se formaban, quiso que las nubes se formaran más rápidamente, que se juntaran, que los rayos hicieran acto de presencia, que la lluvia callera y la tormenta se desatara…
-Pronto lloverá- dijo ansioso
-Eso mismo dijo el “abuelo”*- respondió seguido de una carcajada limpia, mirando por afuera, donde algunos rayos de sol apenas se miraban, no era que lloviera solo que se estaba haciendo de noche, y Hibari la sintió más distante que nunca, sintió que un pedazo de el se perdía, que se iba, lo arrancaban de forma lenta y dolorosa, y dejaba un gran hueco en su pecho.
Él te estará esperando para amarte
y yo estaré celoso de perderte.
-Lo odio- susurro –Y estos celoso de el-
-Lo se, lo sé- dijo de forma tranquila y pausada –El abuelo, junto a dos de mi tíos dijeron lo mismo… solo Oto-chan no lo dijo- respondió algo melancólica…
-No te quiero dejar ir, no te quiero perder pequeña- susurro por lo bajo, observando aquellos ojos por algunos momentos antes que estos se desviaran…
-También lo sé y lamento hacerte esto- se sintió la persona más fría y malvada del mundo, el dio todo por ella, absolutamente todo, y como mal agradecida, como algún tipo de niña berrinchuda se iba y lo abandonaba, dejo aquella maleta en el piso y se acerco a el, haciendo que su vestido se agitara un poco y sus brazos rodearon su cuello, Hibari no se sorprendió y la abrazo por la cintura, haciendo que su rostro quedara oculto en aquel cabello castaño que olía a frutas… aspiro con necesidad, queriendo gravar ese olor en su mente… y sin evitarlo, algunas lagrimas asomaron en los ojos de la jovencita y resbalaron por sus mejillas, se separaron un poco y se sonrieron un poco…
Una sonrisa triste por parte de ambos…
Y abrígate
te sienta bien ese vestido gris,
sonríele
que no sospeche que has llorado.
Una de las manos del chico se levantaron y acariciaron aquel rostro pequeño y perfecto, quitando las lagrimas que estaban marcando un camino, ella sonrió de forma tierna e infantil y en ese momento, en ese preciso momento, pudo ver a su pequeña niña, a su bebe y su princesa de no más de 5 años
-Ara frio… lleva un suéter- más que una sugerencia, fue una orden, ella rio por lo bajo de forma cómica, caminando con paso lento y pausado hasta el sillón donde tomo una chamarra y se la puso en los hombros, como él le había enseñado, sonrió de forma orgullosa…
Y déjame
que vaya preparando mi equipaje,
perdóname
si te hago otra pregunta.
-Dime como es… alguna pista- pidió casi suplicante, ella suspiro
-Si no se lo dije al abuelo, no te lo diré a ti Oto-san- respondió levantando una ceja… el otro bufo
-No le hare nada- … Podía llegar a ser un mentiroso
-Eso mismo dijiste hace más de 6 años y sabes que… El no regreso ni me llamo de nuevo- frunció el ceño molesta, mientras el otro se quedaba en blanco, el solo mencionarlo, el mero hecho de escuchar pronunciar otro nombre que no fuera de su familia, le hacía hervir la sangre…
¿Y cómo es él?
¿En qué lugar se enamora de ti?
¿De dónde es?
¿A qué dedica el tiempo libre?
-Solo quiero cuidarte, sabes que te quiero, te amo, pequeña- susurro, acariciando su mejilla, ella se dejo hacer durante algunos instantes antes de retroceder un paso
-También te amo, mucho padre- sonrío…
-¿Hitsuko? ¿Hija sigues aquí? ¿Todavía no llega?- pregunto el castaño bajando las escaleras con una taza en sus manos, sus almendrados ojos miraron a sus dos amores y suspiro
-Ne… Papa, Kyoya no deja que pasar, el tiene rato afuera- susurro por lo bajo haciendo un ligero puchero que hizo sonreír al castaño
-Oye… Respeto, soy tu padre- gruño por lo bajo, dando un suave empujón, haciendo que la joven frunciera el ceño y le mirara de forma retadora, Tsunayoshi solo soltó un largo y onda suspiro, el problema que ambos tuvieran el mismo carácter….
-Solo durante algunos instantes más- susurro, mostrando una sonrisa de suficiencia a su padre… El otro solo gruño otro poco, frunció el ceño y la abrazo de sorpresa, ella parpadeo algo sorprendida y confundida…
-Decidido- dijo caminando hacia adentro de la residencia –No te irás, te quedaras le pediré ayuda a tu abuelo Reborn para que nos deshagamos de… ¡Mocosa!- grito al recibir un duro golpe en sus costillas haciendo que la soltara y esta como buena “Carnívora” que era –palabras de su padre- se escabullo hasta quedar a lado de su papá
-¡Papá!- gimoteo la chica, haciendo que Tsuna suspirara y los miraran ambos…
-Por favor Kyo… No lo hagas así… ¡Cálmate!- le grito, poniendo a su hija a su espalda y caminando alrededor, sin que Hibari se diera cuenta de las intenciones, tarde se dio cuenta como su niña tomaba las maletas y en la puerta hacia una señal de victoria…
-¡Hitsuko!- llamo tratando de seguirla, pero las manos de su esposo en su pecho lo detuvieron, este sonrió de forma comprensiva y negó con la cabeza, este frunció el ceño y miro hacia adelante, donde un auto negro esperaba a la pequeña…
Pregúntale
¿Por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón
que me ha robado todo.
-Tienes que dejarla ir… Ya tiene 19 años y dentro de un mes se casara… déjala ir ya-
-Todavía es muy pequeña para casare… además… ¿Quién es el desgraciado que me la robo?- gruño por lo bajo, escucharon como algo caía al suelo y ambos miraron en la dirección del golpe, una risa nerviosa salió de los labios de Tsuna, mientras Hibari fruncía el ceño y trataba de correr auxiliar a su niña…
Esta había tropezado con sus propios pies…
-¡Vez! ¡No se puede cuidar por si sola además…!!- se quedo mudo al ver como de forma rápida una figura masculina salía del auto… frente a ella, estaba un joven de no más de 21 años, de cabello Negro corto, hasta las orejas y ojos color esmeraldas… sintió furia… ver como aquel niño ayudaba a su princesa a levantarse y esta reía de forma estúpida, el chico le abrió la puerta y beso sus mejillas de forma dulce, metiendo la maleta y abriéndole la puerta…
-¿Kyo?- llamo al no ver reacción de su marido…
-¡Kamikorosu!- Grito -¡*Drago Yamamoto Date por muerto!- grito furioso, soltándose del agarre del manera y pasando de largo… Ambos chicos miraron espantados como la nube de desplazaba con rapidez…
-¡Acelera Drago! ¡Acelera!- grito un tanto divertido Tsuna, al momento que el rugido del motor se escuchaba y salía a toda velocidad, dejando plantado allí al pelinegro… Tsuna se acerco a su pareja que tenia las tonfas en alto, listo para dar el primer golpe al primero que se pusiera en frente, menos a su marido, que acaricio su rostro con ternura y beso sus labios -Vamos Hibari… aun tienes a cuatro más para preocuparte… sobre todo por tus gemelos… ya tienen 17 años y digamos que el pequeño Yuki tiene alguien por allí- jugo un poco con ese fuego, haciendo que los celos posesivos del padre salieran a flote…
-¡Los amo Oto-san, Oto-chan!- lograron escuchar a la lejanía, observando una mata de cabellos siendo mecidos por el viento y una mano en lo alto… Hibari relajo por algunos momentos la mirada y vio a su dulce pequeña partir, hasta que la perdió de vita…
-Sabes que Tsuna- llamo, el mencionado levanto la mirada y no le agrado para nada aquella sonrisa amenazadora –La próxima vez que vea alguno de esos dos herbívoros padres de aquel chico… ¡Kamikorosu!- murmullo, mientras entraba a la casa, el menos suspiro… bueno… que se podía hacer con la nube celosa…
-¡YUKI! ¡Baja en este mismo momento!- ¡Oh! Si lo había escuchado, suspiro, dando vuelta para entrar a la mansión que estaba a sus espaldas, tenía que llegar allí antes de que su pequeño soltara la sopa y quedara viudo antes de tiempo…
¿Por qué la nube era tan celosa?
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[¿Fin?]