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Tú y tu maldita manía de dormir desnudo por Arisita

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Pocas horas después, un rayo de sol cruzaba aquel pasillo con fuerza. La alfombra burdeos que alcanzaba toda amplitud de aquel majestuoso pasillo, había conseguido diferentes tonalidades que provocaba en el espectador un suspiro de admiración… o por lo menos, para la mayoría, ya que nuestro amargado rubio mal teñido observaba la alfombra como quien miraba a un trozo de pan reseso por millonésima vez.

Las ojeras, profundamente marcadas con la desgraciada ayuda de las bolsas de ojos, eran imposibles de tapar ni con tres quilos de maquillaje, con lo que Akira decidió taparlas con la ayuda de unas gafas lo suficientemente grandes como para competir con la mismísima Posh.

Akira estaba completamente agotado. Además de no haber podido pegar ojo, ni siquiera había podido tirarse en la cama… ni siquiera entrar en la habitación, ya que el mero hecho de pensar en su compañero provocaba que sus testosteronas  jugasen a un partido de rugby sin descanso y con penaltis incluídos.

Akira seguía observando aquella alfombra con indiferencia, hasta que unos pequeños pasos le hicieron virar la cabeza unos pocos centímetros.

Allí, apoyado contra el marco de la puerta, y con una postura que recordaba a un anciano con ciática, se encontraba Ruki. El castaño de baja estatura miraba a Akira como un niño al que le habían arrebatado su ansiada piruleta.

-Mmm… parece que no he sido yo el único que no ha pegado ojo.- Musitó débilmente Akira con una voz inusualmente grave.- ¿Qué pasa enano, has hecho mucho ejercicio ayer?- Dijo Akira un poco más animado.

-Tsk, estúpido Reita… Calla, calla, ni me lo recuerdes ¿eh? – A Ruki le salían las palabras en un tono de enfado, mezclado con vergüenza.- Me debí coger una habitación contigo, por lo menos yo no duermo desnudo.- Esas últimas palabras lo dijo con un tono sarcástico, intentando molestar a Reita, el cual empezaba a ponerse de un color rosado.  

-Cállate enano…Anda, cuéntale a ¨mami¨ que es lo que le ha pasado a mi pimpollo.- Dijo riéndose levemente mientras achuchaba de mala manera al castaño.

-Digamos que… cuando volví a la habitación, Uruha no estaba solo.- El castaño apoyó, como siempre, en su hombro, suspirando.- Al parecer aquel grandullón se me adelantó… Y acabé durmiendo en una esquina…

Akira abrió los ojos sorprendido y abrazó con más fuerza al castaño. El castaño se abrazó con un poco más de ansía, buscando el calor del cuerpo de su amigo, e intentar sofocar el llanto en su torso. Akira le revolvió el pelo cariñosamente, intentando consolar al pobre de su amigo, que había sufrido mal de amores…

Unos escasos minutos después se empezó a escuchar ruídos, por lo que Ruki se separó de Akira y con un débil movimiento de mano señaló que iba al baño a arreglarse esos ojos llenos de rímel corrido. Akira solo asintió y cogió un cigarrillo, aspirando ese profundo sabor a nicotina, relajándose apoyado en la pared.

Y entonces apareció por la puerta la mismísima pesadilla del rubio. Kai se había despertado.

El joven miraba todo como un niño en Disneylandia. A pesar de la edad que tenía, Kai tenía la vitalidad y la sonrisa de un niño travieso.

-Reita-kun! Buenos díasss!!!!- Decía Kai con una gran sonrisa en la cara mientras achuchaba de manera asfixiante a nuestro rubio, ahora tomate.- No te he sentido en la cama ¿No te has acostado?

-Bueno, yo…- Akira empezó a maldecirse a él mismo. Obviamente no podía decirle que no se había acostado por culpa de un calentón provocado por su desnudez.- Simplemente no podía dormir…no es nada.

-Reita, no deberías de estar en vela, sabes muy bien que luego te quedas sopa hasta de pie…y no tengo ganas de escuchar al manager a estas horas de la mañana.- Replicaba el moreno con morritos.

¨Que jodidamente bueno está…joder, yo a este me lo… wait Reita,¿qué coño estás pensando? Haber, uno por uno es uno, dos por dos es cuatro…¨ Pensaba Reita mientras intentaba que no se le subiesen los colores a la cara…y algo más.

-Esto… Bueno vale, hoy dormiré, prometido.- Decía mientras se ocultaba en el cuello de su abrigo.- Pero…mmm, Kai, no se como decírtelo… tú duermes co…

-¡Ay! Perdona hombre, no me di cuenta…- Decía Kai.

¨¡Por fin!Ya podré dormir tranquilo¨ Pensaba Reita con brillo en los ojos.

-..Tengo cierta manía a dormir con la ventana abierta, lo siento…- A Reita solo le había faltado caerse al suelo tras esta mención. El chico no se había enterado de otro detalle…y de que esa no era la manía que precisamente molestaba a Reita.

-Eh-eh… bueno, tranquilo, no pasa…nada.- Reita se dio la vuelta pulsando en el botón del ascensor.- Será mejor que vayamos bajando.

Una fina sonrisa cruzó el rostro de Kai, siguiendo a Reita hasta el ascensor.

 

Ya en el estudio…

 

 

-¡¡REITAAAAA!! ¡Despierta, joder!- Gritaba un moreno de pelo negro.- ¡Llevas apapostiado todo el ensayo! ¿Es qué tú no sabes lo que es dormir o qué?- Aoi zarandeaba al dormido Reita mientras gritaba como un descosido.

-Hum… mamá, cinco mintos más, porfa…- Decía Reita adormilado.

Uruha y Kai tuvieron que sujetar a Aoi para que no se abalanzase sore el pobre Reita, situado en ese momento entre los brazos de Ruki, que lo miraba evitando una sonrisa.

-Bueno chicos, dejémosle esos cinco minutos, noto la voz algo cansada, y prefiero no forzarla.- La voz de Ruki era muy suave, casi en susurros, pero todo el mundo la había oído.

Soltando un pequeño bufido, el mayor de todos salió del cuarto en busca de una cerveza bien fría, mientras Ruki dejaba el micrófono y salía también, seguido de Uruha, que al parecer, tenía bastante prisa por algo… Allí solo quedaba Kai y un adormilado Reita, acostado sobre uno de los sofás en una postura totalmente inocente.

Kai se acercó al sofá y se agachó, quedando a la altura de la cara del rubio. Un brillo travieso y diabólico asomó en las pupilas del moreno, que esbozaba una sonrisa acercándose a los labios del rubio… pero antes de llegar a tocar los labios del rubio algo le frenó.

-Comerte… desnudo.- Aquellas fueron las palabras que el rubio había soltado en pequeños y breves susurros, pero que Kai había escuchado perfectamente, y había sonreído por ello… Por las frases y porque su preciada presa tenía cierta protuberancia en la entrepierna.

Kai se levantó todavía con una sonrisa en los labios y salió de la sala canturreando… Al final lo de dormir desnudo le estaba resultando…

 

En otro lugar… no muy lejano…

-¡Ruki! ¡Espera, por favor!- Gritaba el piernas bonitas persiguiendo al castaño.

El castaño corría por los pasillos como alma que llevaba el diablo, evitando, sabe Dios como, los pequeño carros que había repartidos a lo largo del pasillo.

-Ne, ¡déjame!- Gritó el castaño saltando un bote de…¿lejía podría ser?

El piernas bonita se cansó del berrinche de su amigo y, con un par de zancadas lo atrapó por la cintura, encerrándolo con él en una habitación cualquiera y vacía.

-¿Se puede saber que te pasa conmigo?- Replicaba Uruha.- Llevas toda la mañana evitándome ¿qué te he hecho?

-No me has hecho nada solo que… me siento un poco incómodo con esta situación.- El castaño había empezado a mentir, en parte, ya desde el comienzo.

-¿Qué situación?...- El chico se puso rojo.- Oh, vaya, él que abrió la puerta fuiste tú ¿verdad?

Ruki asintió con un agudo sonrojo en sus mejillas. La tensión era palpable y nadie era capaz de romper la tensión… Nadie salvo, el mayor del grupo, que se había colado en la habitación con sigilo y ahora abrazaba a Ruki por detrás.

-¿Qué pasa enano?¿Acaso no te excitaste?- El pelinegro sonreía sadicamente mientras metía su mano en el pantalón del menor y empezaba a masturbarle por encima del bóxer.- Yo creo que si…

-Aoi ¿se puede saber qué estás haciendo?- Dijo Uruha mientras miraba incrédulo la escena.

Ruki se había quedado anonadado los primeros tres segundos, hasta que un jadeo salido de sus labios le hizo reaccionar, intentando librarse de los brazos del mayor.

-A-aoi, suéltame.- Decía Ruki entrecortadamente. Aoi siempre había sido más fuerte que él, y en ese momento se había demostrado.

-Ni sueñes que voy a hacerlo enano, además… el patito se va a unir ¿a qué si?- Aoi no dio tiempo a reaccionar y cogió a Uruha del cuello, atrayéndolo hacia sus labios.

Uruha intentó resistirse a él, no porque fuera él, sino por el hecho de que tenía a su amigo metido entre ellos dos. Pero poco a poco se dejó llevar por los labios de aquel pelinegro que le hacía gemir como un condenado todas las noches. Mientras lo besaba con pasión y lujuria, enredando las lenguas, Aoi seguía masturbando a Ruki, que gemía ante las caricias de este. Uruha se fue acercando cada vez más, metiendo las manos por debajo de la camisa de Ruki aprisionando los pezones y tironeando un poquito de ellos.

Ruki gemía de placer, pero realmente no le estaba gustando nada el panorama. Él nunca había sido un juguete y menos cuando había sentimientos hacia una persona, pero el cuerpo le estaba jugando una mala pasada. Una especie de descarga recorría su cuerpo, empezando desde su miembro, que se hallaba erecto, pasando por los pezones, ya duros ante los pellizcos de Uruha, hasta su boca, de la cual salían gemidos. Estaba al borde del llanto. Esto no era lo que quería.

Que se sentía bien…cierto.

Que no le gustaba…También.

Y que ahora odiaba a Aoi por hacerle lo que le estaba haciendo…Sin ninguna duda…

Y entonces fue cuando el castaño, el que parecía más frágil de los tres, plantó cara a todo el asunto.

¿Quién habría imaginado que alguien tan bajito tuviese tanta fuerza? Seguramente nadie… pero Ruki se había enfadado de verdad, y eso se notó con aquella pequeña demostración de fuerza.

Con un gran empujón y con ayuda de sus piernas Ruki logró echar atrás a Aoi, que lo miraba consternado. A Uruha no lo echó, simplemente lo miró desde abajo con una mirada de odio y asco que heló la sangre del propietario de la boca de patito. Se separó de él lentamente, colocándole la camisa e intentó colocarle el cabello, pero Ruki viró la cabeza bruscamente, arreglándose el pantalón y largándose de allí dejando un aurea incómoda.

-Yo no soy ningún juguete para ustedes, que le quede claro…- Dijo Ruki fríamente antes de pegar un portazo.

Aoi simplemente miró hacia otro lado, abriendo la botella de cerveza que tenía al lado. Uruha, por su parte, se quedó en ese mismo sitio, llevándose la mano a la boca, consternado.

-Tío, ¿qué hemos hecho?- Dijo lentamente el piernas bonitas con cara de profunda preocupación.

-¿Nosotros?Nada, simplemente queríamos divertirnos…pero parece que el pequeño no es capaz de aguantar nuestros juegos… No te preocupes, volverá.- Dijo Aoi llevándose la botella a la boca.

 Y es que Aoi no era estúpido y sabía, que de un momento a otro, la otra princesa caería…

 

Ruki corrió hacia los camerinos. No había nadie y él lo sabía, así que corrió hacia ellos como medianamente pudo.

Cerró la puerta con llave y se sentó en la puerta. No lloró, no pataleo, no pensó… simplemente intentó organizar sus emociones y reflexionar sobre lo que había sucedido.

No le gustaba que le tratasen como a un juguete. Tampoco que lo utilizaran como compañero de esos juegos… Pero tampoco le habían disgustado que Aoi le hubiese hecho eso. Lo que realmente le fastidiaba es que Aoi se había dado cuenta del sentimiento que tenía hacia su compañero y eso… de alguna forma lo estaba utilizando.

Ruki se mordió los labios. Las manos de Uruha se sentían suaves y calientes. Recordaba sus caricias con total perfección.

Ruki se sintió mal consigo mismo.

Había perdido la oportunidad de enrollarse con Uruha estando con Aoi.

Tenía una erección de mil pares de narices.

-Soy un maldito pervertido.- Se dijo Ruki así mismo mirando su erección.- Haber como bajo yo esto ahora…

 

En otra parte, no muy lejana…

(Pvo Reita)

Soy un puto degenerado. No hay vuelta atrás, lo soy y punto.

Solo a mi se me ocurre pensar en él y sus malditas palabras mientras dormía… Bueno, en sus palabras, y en su maldito cuerpo perfecto que dan ganas de lamerlo por… oh Dios, ¿pero qué demonios me está pasando?

Me estoy volviendo loco… eso es lo que me pasa, si no no estaría aquí ¿verdad?

Si mi madre me viese me pegaría dos buenas leches por pervertido. Estoy en un mini cuarto de baño individual con una erección que va a hacer explotar mi carísimo pantalón…

Si, no he podido evitarlo, no he podido evitar desabrocharme el pantalón y dejar que mi miembro se liberase un poco de la presión. Tampoco he podido evitar meter mi mano en el bóxer.

Hacía años que ya no me dejaba llevar por este tipo de instintos…o por lo menos no solo. Notaba mi miembro palpitar con cada caricia que me provocaba a mi mismo, provocando pequeños jadeos que salían de mi boca sin poder evitarlo.

Puse una mano en mi boca para callarlos mientras aumentaba la velocidad de mi mano.

Mierda, se siente realmente bien… y lo peor es que lo estoy haciendo pensando en uno de mis mejores amigos. Joder…

Arquee la espalda mirando hacia arriba. El placer me nubla la vista completamente y cada vez aumento más la velocidad.

-Kai…- Esto fue lo que dije cuando sentí que me corría, soltando un gemido grave que me recorrió todo el cuerpo, entrecortando mi respiración…

Realmente… soy de lo peor…

(Fin Pvo Reita)

El rubio mal teñido quedó en la misma posición, apoyado en la pared, mientras volvía poco a poco recuperar la respiración. Reita tragó saliva y apretó los dientes. Se maldecía así mismo por lo que había hecho pero… ya no había vuelta atrás.

Se limpió y limpió lo que había manchado, se colocó y salió del baño, mirándose al espejo. Reita bajó la mirada y apretó los puños, a punto de llorar de rabia.

-Odio las camas de matrimonio…las odio.


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