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Meranchoria por TheWorstExistence

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Notas del capitulo:

Este one-shot esta dedicado al Kaoru <3, me demoré bastante en desarrollarlo, pero la idea estaba hace bastante tiempo, no es muy largo, pero me gustó como quedó. Espero que te guste Kao y a los demás también, gracias de antemano por leer n.n

 

¿Cómo creer en la imagen presentada frente a mi rostro? ¿Cómo concebir ese dulce aroma que se acerca junto con esos brillantes ojos, rebosantes de felicidad? ¿Cómo concebir que esas manos que se acercan puedan tocarme, que pueda sentir el real tacto y no el falso?

Tu sonrisa no es real, me gustaría creerlo, creer que esa sonrisa no puede ser real mientras no sea dirigida a mí, creer egoístamente que sólo eres la ilusión que veía en mis sueños, que nunca te hiciste real, que esas manos no están tocándolo a él, que esos finos labios no están besándolo a él, que la felicidad que brilla en esos ojos no existe porque no es real, porque no estás feliz con él... porque no existes.

 

El viento del frío febrero pasa.

Una flor inclina la cabeza ante la duda.

La voz de la verdad dice mentiras.

La nieve gris tiñe mi corazón.

 

Ya es invierno, tus manos deberían estar frías, ¿no? 

Pero sé que conservan esa condenada calidez que embarga tu cuerpo al escuchar sus lindas palabras.

Entonces, no eres real porque tus manos no llevan la temperatura de la realidad.

Me miras aún sonriendo, ¿cómo puedes sonreír así, y ser irreal? ¿Cómo puede esa sonrisa reflejar todo lo que debería ir dirigido a mí pero que va dirigido a él?

¿Por qué? Si eres mi sueño, ¿por qué? Si él no te creó.

Soy un maldito egocéntrico.

Vienes hacia mí con esa máquina fotográfica azul que tanto te gusta, con esa expresión obvia en tu rostro.

-Kao, ¿nos sacas una foto juntos?-tu voz se escucha emocionada, pero ¡no eres real! ¿Cómo puedes emocionarte?

-Sí, claro.-mi voz suena lejana, automática.

-Eres el mejor.-escucho de tus labios mientras corres donde él.

Tu sonrisa, me recuerda esa sonrisa, la de aquél día.

No me pidas que no lo recuerde, no me pidas que lo olvide aunque tú lo hayas hecho, aunque tú nunca lo hayas creído, aunque tú nunca lo hayas vivido.

 

Cuando cierro mis ojos, éste se sigue repitiendo.

La flor cae de cabeza.

¿Es esto un sueño de burbujas de jabón de tres años?

La nieve gris se derrite en mis ojos.

 

La puerta de mi habitación llevaba varios minutos sonando, alguien golpeaba, pero yo, entre mis sueños, no había querido abrirla.

''Mamá está durmiendo y que yo sepa no hay nadie más en casa. ‘‘-mi mente comenzó a funcionar de pronto, ¿Quién podría ser a estas horas?-''Si fuera un ladrón, no se molestaría en golpear, ¿cierto? Pero, ¿cómo entraron en casa?''.

Me desperecé, levanté los brazos estirándome, bostecé, y volví con el trabajo mental.

''Abrir o no abrir, he aquí el dilema''.-me dije a mí mismo intentando quitarme los nervios de encima.

Bajé lentamente las piernas de mi cama de adolescente, como si ellas no pertenecieran a mi cuerpo. Abrí los ojos con fuerza para despertarme bien y moví el cuello en círculos.

Inspiré hondo y boté el aire de una sola vez, con fuerza. Me pareció que mi inconsciente aún estaba indeciso, por lo que me apresuré, aún los suaves pero determinados golpes sonaban en mi puerta.

Giré la manilla y abrí sólo un poco.

Me sobresalté al ver a un chico de cabello negro, muy delgado y de tez blanca mirándome con una sonrisa en su rostro cansado.

-Al fin abriste, Kao.-su voz era dulce, acorde con su edad, que parecía fluctuar entre los 15 y 16 años.

-¿C-Cómo sabes mi nombre? ¿Y quién eres tú?-susurré como si estuviese gritando.

-Me llamo Toshimasa, pero dime Toshiya, ¿si?-nuevamente una sonrisa culminó tus palabras.- ¿Me dejas entrar?

Mi cuerpo se movió solo, abriéndole un poco más la puerta para dejarlo pasar dentro de mi habitación.

 

Mi penosa voz murió en un aire de risa.

No existe duda, yo sólo te amé. 

El pasado desaparece en la distancia, escarbando en mi pecho

Busqué una figura semi-transparente que mis ojos nunca habían visto.

 

Tus labios finos se posaron en la mejilla de él, su rostro se veía serio como siempre, pero con un amago de querer sonreír. ¿Quién no querría hacerlo? Teniéndote.

Saqué la foto lo más rápido posible y estiré mi brazo en señal de que lo había hecho para que vinieras a buscar la cámara, no quería ver ese retrato cruel.

Tus pasos parecían saltitos felices, ¿cómo, cómo puedes sentir esa felicidad?

-¡Muchas gracias, Kao-kun!-dijiste lanzándote a mis brazos, estrechándome en un abrazo amistoso.

Tu cuerpo, sentía tus curvas en mí, sentía cada parte de tu cuerpo junto al mío, quise estrecharte más, pero el abrazo ya había acabado.

¿Cómo puedes no ser real?

No quiero que lo seas, no quiero que seas real. No quiero que le pertenezcas, no quiero saber que tú eres para él, no quiero que existas.

-¿Pasa algo, Kao-kun?-me miras preocupado, tal vez mi expresión delató el malestar que me embargaba.

-No, Toshi, no pasa nada.- respondí automáticamente como cada vez que me hablabas.

-¿Estás seguro?-la duda que presentaste me hizo vacilar, ¿debía decirte? Tu suave rostro mostraba una preocupación sincera que me partía el corazón.

Pero nunca me creíste, nunca lo recordaste; siempre respondías con una sonrisa a mis relatos, siempre me decías que era gracioso lo que te contaba, que sería lindo que fuera verdad. Nunca quisiste hacerme daño, respondiendo un: ''estas loco'' o algo similar, pero tus sonrisas, tus palabras me decían, me demostraban que te reías de mí, que pensabas que todo eso era un completa locura.

-Sí, Toshi, estoy seguro.-respondí fingiendo.

-Que bueno.-dijiste, sonreíste y te fuiste.

-¡Toshiya!-grité.

-¿Si?-te volteaste y me miraste extrañado.

-Quedó muy linda la foto.-un nuevo paso hacia atrás.

 

Realmente creo en esto…

Abracé mis sueños en la desesperación.

Una vez tras otra, grité tu nombre.

Sabía que no había nada, sabia que podía creer en nadie más.

 

-¿Cómo me conociste?-miré al chico de cabello negro que se había sentado en mi cama.

-Pues, no sé.-respondió con simpleza, dejándome perplejo.

-¿Cómo es eso de que no sabes? ¡Tienes que saber!-le repuse enérgico, sentándome a su lado pero manteniendo una distancia prudente.

-Pues es así, no lo sé, simplemente caminaba por la calle y vi tu casa.-respondió encogiendo los hombros.-Sabía que estabas aquí, por alguna razón desconocida.

-Esto es realmente extraño.-reconocí mirándolo a los ojos.-Pero reconozco que no me molesta.-sonreí.

-¿Lo dices en serio?-su rostro se tornó un tanto rosa y en sus ojos apareció un brillo de emoción.

-Sí.-respondí divertido por esa infantil reacción.

-¡Ah!-en un arranque de emoción, se lanzó a mis brazos haciéndome caer acostado en la cama.

-¡Hey! Si alguien nos ve, pensará muy mal de esto.-dije riendo.

-L-lo siento.-se sentó nuevamente y bajó la vista hacia el cobertor avergonzado.

-Era broma.-dije posando mi mano en su hombro.-Además, nadie nos verá.-

 

El amor es, seguramente, algo transitorio.

Como un abrazo, hundiéndose, en la profundidad, nosotros nacimos y desaparecimos.

Cuando tome mi ultimo aliento, podré estar feliz, adiós.

La cálida luz se filtra a través de los árboles, abrazando mi cuerpo, el cual se ha tornado frío. 

 

Viendo la lluvia caer, el vidrio del auto empapado, ¿por qué la naturaleza bota lo que yo no puedo botar? Desearía llorar de frustración, desearía exigir con autoridad, y con derecho, pero no puedo, tú nunca fuiste mío, o al menos eso es lo que está en tu memoria, porque en la mía todo es distinto.

Una salida grupal, una salida de parejas, en donde el único que sobra es el líder. Que ironía, ja ja.

No es envidia; a mí qué me importa que Shinya y Die salgan, a mí qué me importa Kyo, sólo me destroza que no sea yo el que esté contigo, el que esté con Toshiya.

¿Cuándo volverás a ser él? El niño de 15 años que se sonrojaba por todo, que sentía nervios hasta para hablar con su familia, el niño de mis sueños.

Pero él no existe, no existió, sólo era un sueño, un niño de los sueños que ni siquiera era mío.

Mientras subía las escaleras al tercer piso del edificio donde se encontraba mi apartamento viendo los escalones de concreto, mojados, pensaba en mi mismo, en mis pensamientos.

¿Por qué a mí? Tal vez el problema siempre fui yo, tal vez en esa etapa adolescente de mi vida necesitaba compañía y sólo creé mi ideal de persona.

En ese caso, ¿por qué tú eras tú? No hacías lo que yo querría que hicieras, no, tú simplemente hacías lo que te nacía hacer.

No sé nada del Toshiya de ahora, del Toshiya de treinta y dos, a pesar de ser el líder sé muy poco de todos, y todos saben muy poco de mí.

¿Qué hiciste en tu adolescencia? Sólo sé que no recuerdas haberme conocido, sólo sé que nunca fuiste a mi casa en medio de la noche.

Y realmente no importa, si tú no lo crees, si tú no lo recuerdas, ¿de qué sirve todo lo que yo pueda recordar?

Si tú no sientes nada por mí, ¿de qué sirve todo lo que yo siento por ti?

 

Mi penosa voz murió en un aire de risa

¿Quieres a alguien romántico, como si fuese navidad?

Ese pasado desaparece en la distancia, escarbando mi pecho.

Busqué una figura semi-transparente que mis ojos nunca habían visto.

 

-Te amo.-las palabras salieron contra mi voluntad frente a ese chico de negros cabellos.

-Yo... Creo que yo también.-respondiste, y como siempre que te avergonzabas desviaste la mirada al suelo.

Tomé tu mentón con un dedo y con suavidad lo presioné hacia arriba haciendo que tu rostro quedara frente al mío.

-No desvíes la mirada.-dije al ver que comenzabas a hacerlo. 

Me miraste con esos ojos expresivos. Nunca creí en que los ojos explicaran lo que la gente tenía dentro, lo consideraba una estupidez; pero en ese momento se desmintieron todas mis teorías, al ver en tus ojos la sinceridad de tus palabras. Mis labios buscaron los tuyos con lentitud, con nerviosismo. Seis meses, seis meses llevábamos viéndonos y aún me sentía nervioso al rozar mis labios con los tuyos, al acariciarlos con mi lengua.

Cerraste los ojos, evitándome nuevamente y te imité cerrando los míos. 

 

Siempre he deseado morir.

Lentamente, cayendo dormido, mientras mis lágrimas flotan, lágrimas llamadas soledad.

 

-Kao, Kao...-escuché a la distancia. Lentamente la voz fue haciéndose más intensa, trayéndome a la realidad, después de ese... ¿sueño?

Sinceramente no quería abrir mis ojos, no quería encontrarme con el dueño de esa voz, no quería confundir la realidad con los sueños, ¿cómo saber si el que me llamaba era el Toshiya de quince o el bajista de Dir en Grey? Abriendo los ojos; ésa sería la respuesta común, pero, ¿cómo saber cuál de ellos es real? Si al de quince siempre lo sentí más que al de treinta y dos, al de quince lo sentí hasta el fondo de mis entrañas, y al de treinta y dos apenas si lo he tocado, por miedo a que se desvanezca en ese instante.

-Kao...-seguía su voz con insistencia.

De pronto, sentí una suave y cálida presión en mis brazos... eran sus manos que me mecían con delicadeza. Un escalofrío recorrió toda mi columna, provocando un pequeño espasmo en mi cuerpo, no podía seguir evitándolo así que abrí mis ojos lentamente.

Me sobresalté al ver que su rostro estaba a unos centímetros del mío, y sus ojos escrutaban con preocupación los míos somnolientos.

-Ay Kao, que alivio que por fin despertaras.-dijo abrazándome estrechamente; mi cuerpo reaccionó con otro escalofrío seguido de un nuevo espasmo, a eso se le sumó mi corazón que aumentó su ritmo, sentía que él podría sentirlo por la cercanía de nuestros cuerpos por lo que intenté alejarlo apoyando mis manos en su pecho.

-¿Por qué dices eso?-pregunté usando como excusa la extrañeza para separarlo de mí.

-Te encontré en la puerta del apartamento, inconsciente.-su rostro se entristeció al instante.-Me demoré un poco en traerte aquí adentro porque soy muy débil y estaba solo, te sequé ya que estabas empapado y te cambié la ropa.-al decir esto sus mejillas se tiñeron de rosa.

Lo miré atónito, ¡¿Que había hecho qué?!... Esto no podía estar pasando, no, debía ser un sueño.

-¿Y Kyo?-fue lo único que nació en mi cabeza.

-Pues, en su apartamento.-respondió como si fuera obvio.

-Y tú... ¿Qué hacías aquí?-una tras otra iban apareciendo nuevas preguntas en mi cabeza.

-Pues, venía a hablar contigo...-desvió la vista al suelo, tal como lo hacía el Toshiya de quince; por un momento, una diminuta gota de esperanza nació dentro de mí, pero la deseché antes de cualquier cosa, no soportaría más desilusiones, más irrealidades.

-¿De qué?-pregunté aparentando no tener demasiado interés.

-Pues, hay algo que creo que debí haberte contado hace mucho.-comenzó a hablar con esa expresión de tristeza ahogando sus ojos.

Una sensación de angustia entró por mi garganta y recorrió mi cuerpo hasta la boca del estómago, como si de un líquido se tratase.

-Pues, hazlo.-aún así pude mantener mi máscara de indiferencia intacta.

-Siempre te he dicho que considero imposible la historia de que nos conozcamos de antes, de que pueda haber una especie de conexión entre nosotros.-la mandíbula le temblaba con insistencia.-Pues no es tan imposible al fin y al cabo.

-¿A qué te refieres?-pregunté con todo mi interior hecho un nudo, pronunciando las palabras con dificultad.-

-Lo que sucede es que yo tuve un accidente a los 19 y... perdí parte de mi memoria.-lanzó de una vez su venenoso dardo.

Mis ojos se abrieron en desmesura inconscientemente, mi pulso perdió constancia acelerándose, mis manos comenzaron a sudar al igual que mi frente, hasta mi respiración que se mantenía apacible perdió su ritmo y aceleró su velocidad, el aire no quería ingresar a mi cuerpo; y todo esto sucedió en un segundo.

-Lo... lo siento.-pronunció y pude percibir verdadero sentir en sus palabras, realmente le entristecía el no haberme dicho.-Y-yo... debí haberte contado antes, lo sé, pero es que ¡no podía! Toda esta situación se me hacía tan extraña, no podía entender y aún no logro convencerme de tus palabras...

-¿Por qué vienes a decírmelo ahora?-mi voz sonó sombría, la sentía fuera de mi; tranquila, muy por el contrario que el resto de mi cuerpo, que trabajaba sin parar.- ¿Acaso ahora crees en mí?-de pronto surgió dentro de mí un inicio de ira que poco a poco aumentó convirtiéndose en rabia.

¿Es que no se imaginaba cuánto era el dolor que tenía dentro? Mi cuerpo no podía soportar amar a alguien que en un momento correspondió el sentimiento pero que ahora decía no recordar siquiera el rostro de la persona amada.

Sentí unas inmensas ganas de abalanzarme sobre él y molerlo a golpes mientras le gritaba mis sentimientos, todo lo que había tenido que guardarme frente a su celoso Kyo, ganas de hacerle sentir todo el dolor que me había provocado el amarlo.

-¡¿Tú crees que es fácil creer algo así?!-gritó sacándome de mis enrabiadas cavilaciones. Se levantó de mi cama hecho una furia, pequeñas lágrimas saltaron de sus hermosos ojos y otras se acumularon con rapidez en las comisuras de los mismos.- ¡¿Tú crees que es fácil vivir sin recordar una parte de tu vida?!

-¡¿Y tú crees que es fácil ver a la persona que has amado de pendejo, con otro?! ¿Entiendes toda la mierda que he tenido que aguantar? No, claro que no lo entiendes porque estás muy feliz con Kyo, qué sabes tú de sufrir...-mi boca lanzó las palabras cual balas, una tras otra, cargadas de toda la rabia y el dolor que yacía en mi interior hace años. Sin darme cuenta yo también me había levantado de la cama, y estaba ahora, frente a frente con él, a sólo unos centímetros de distancia.

Me miró atónito, lo supe pues esos ojos rojos cargados de lágrimas parecían dos lunas llenas, sus mejillas con un tono rosa bañadas en esas gotas saladas, y la mandíbula aún temblando.

-Y-yo...-comenzó en un susurró.-...si sé qué es sufrir.-continuó aumentando un poco el volumen de su voz, pero aún así no dejaba de ser muy bajo.-No sé qué es amar; no sabes qué daría por saberlo, por recuperar eso que perdí, eso que ni siquiera recuerdo haber sentido. Me encantaría creerte porque eso significaría conocer el amor, pero no, no lo recuerdo...-sus manos se movieron lentamente hasta mi camisa y se agarraron a ella con fuerza; su rostro se mantenía fijo en el piso y podía ver cómo caían gotas de él al oscuro piso de mi habitación.-Tú no entiendes, tú no sabes...-su voz recalcó la referencia hacia mí.

Era la segunda vez en el mismo día en que sus palabras calaban hasta lo más profundo de mi ser y me dejaban anonadado, pero ésta vez era a su favor; tenía razón, me estaba comportando como un asqueroso egoísta, haciendo primar mis emociones frente a algo mucho más importante...si  él no me creía no era porque no quisiera hacerlo, sino porque él no podía recuperar esos recuerdos.

Rodeé su cintura con mis brazos, estrechando su cuerpo hacia el mío con fuerza; de mis ojos también surgieron lágrimas pero no permití su descenso, apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos mojando levemente su camiseta.

-Lo siento.-dijo en mi pecho, triturando mi camisa con sus manos.

-¿Por qué?-tal vez tenía demasiadas cosas por las que disculparse, o ninguna para hacerlo.

-Por hacerte sufrir de esta forma.-su voz sonó entrecortada por los sollozos y la falta de aire.-Me gustaría amarte, no sabes cómo me gustaría entregarte aquello que en algún momento te entregué, pero... no... puedo.-su voz se cortó en la última frase.

Respiré hondo, todo esto hacía que mi cabeza diera vueltas y mi corazón se oprimía al escucharlo llorar, al sentir su dolor, y más aún, que la razón de esas finas gotas que salían de sus ojos, fuera yo.

-Perdóname tú a mí.-puse mis manos en  sus hombros y lo alejé un poco para que su rostro quedara frente al mío.

Me miró con fijeza, aún con residuos de lágrimas en las comisuras de sus ojos, los que me preguntaban cuál era la razón de que lo hubiera alejado de mi cuerpo.

-¿Por qué habría de perdonarte yo a ti?-pronunció rápida y torpemente.

Cerré  los ojos reprimiendo las lágrimas y mis labios se juntaron a los suyos con brusquedad; estaba dispuesto a que en cualquier momento sus brazos repelieran mi cuerpo y me alejaran con fuerza de su cuerpo, pero al contrario y para sorpresa mía, sentí como sus delgados labios comenzaron a moverse al compás de los míos, muy lentamente. Esto debía ser un sueño, mi mente no dejaba de pensar de esa forma; mis brazos, que seguían en su cintura, lo estrecharon más a mi cuerpo; sentía su pecho junto al mío, sus piernas junto a las mías, la humedad de su rostro empapado en lágrimas junto al mío seco; era todo tan real, pero mi mente no podía  asimilarlo como tal. Una de mis manos subió de su espalda hasta sus mejillas y con el dedo índice sequé las lágrimas que continuaban cayendo como la lluvia que se escuchaba tras las paredes de mi habitación, torrencial lluvia que cubría la ciudad y nuestros cuerpos en forma de lágrimas de dolor.

Separé mi rostro sólo unos milímetros del suyo, sin abrir los ojos, sus labios aún rozaban los míos; le susurré un: ‘’No llores más’’, y sin dejarle responder volví a apretar sus labios contra los míos.

Sus brazos que hasta ese minuto seguían agarrados a mi camisa, se deslizaron por mi pecho y cayeron a los lados de mis caderas, pude sentir como intentaba profundizar más aún el beso y cedí a su silenciosa petición, como si el dolor físico pudiera aplacar el llanto de nuestros corazones.

Acaricié sus labios con mi lengua, insistentemente, haciéndolo abrir  la boca; introduje mi lengua en ella y acaricié la suya casi desesperadamente, él sólo se dejaba hacer mientras sus uñas se enterraban en el lugar en que antes estuvieron apoyadas sus manos. Mordí sus labios hasta hacerle gemir por el dolor que le estaba provocando, pero en ningún momento se alejó de mi cuerpo; sentía  como sus uñas desgarraban la carne de mis caderas haciéndome sangrar.

Pero aún con todo el punzante dolor que estaba  recibiendo, el que aprisionaba a mi corazón era aún más grande, y sabía que en su caso también era así; aunque marcara su cuerpo de forma permanente, no podría recuperar su amor, porque en él ya no existía.

Aún así, nuestros cuerpos se unieron como si nos amáramos, como si fuéramos los adolescentes enamorados que fuimos en algún momento, como si de esta forma pudiéramos recuperar todo lo que habíamos perdido.


 

Notas finales:

Espero les haya gustado C:


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