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Si tan solo no estuvieras enamorado de ella… por YukiKannoSu-zuki

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Notas del capitulo:

No sé cuanto tiempo tiene desde que actualicé esto... ¿Dos años? Ni idea. Hoy me dije... "Tengo algo de tiempo y últimamente he estado leyendo muchos Dou, así que... ¿Porqué no?" y aquí está el resultado.

Lo cierto es que no me convence, pero ustedes dirán si voy bien o voy bien lejos con mis fics (?).

 

Un último jadeo escapó de sus labios…

No podía continuar así.

Barrió el sudor de su frente con el dorso de la mano, preguntándose qué demonios estaba pasando con él. Sonrió de lado como si no hubiese remedio: Se había enamorado… Sí, se había enamorado de él. Aquella sonrisa de su boca se transformó en una mueca de completa frustración, incluso sus dientes permanecieron apretados. Se miró la otra mano aun impregnada del blanquecino semen y la dejó caer como peso muerto sobre el colchón, dejando ir su vista hacia el techo. No sabía cuántas veces lo había hecho ya en las últimas dos semanas, pero ahí estaba él como un maldito enfermo, pajeándose con la imagen mental de su mejor amigo.

Si lo pensaba bien, resultaba repulsivo y hasta indignante, pero no precisamente porque fuesen hombres sino porque eran amigos desde siempre. Él había salido ya con muchas chicas, le parecían atractivas y algunas hasta encantadoras, pero… Había algo que no había notado en Naruto hasta hacía poco. Sabía que tenía que ver con el desesperante sueño que no le había dejado en paz.

–Todo esto me da mala espina… –Susurró, con la voz apagada y ronca por los recientes jadeos. Ni hablar. Tenía que dormirse ya o al día siguiente le costaría despertarse para ir a la escuela.

 

Pasaron las horas, tan lentamente como no había sentido nunca. Ni siquiera estaba poniendo atención ya a las clases del profesor Hatake. Solo notaba el débil parloteo mientras éste se paseaba por todo el salón de clases con su libro en mano. Notó que se detenía junto a él y al mismo tiempo la campana al fin había sonado, dada por finalizada la clase.

–Todos salgan, excepto Uchiha. –Y ahí fue cuando el aludido volteó a mirarle, entrecerrando los ojos.

– “Lo que me faltaba”. – Pensó con desagrado. – ¿Sucede algo, profesor? –Preguntó con la voz llena de hastío, al final solo deseaba llegar a casa, ¿pero para qué? Ah, sí. Para seguir torturándose.

–Eso debes decírmelo tú. Has estado prácticamente en las nubes desde hace semanas. –Colocó la mano sobre el pupitre, dejando una suave palmada sobre la madera, y se agachó. – Me atrevería a decir que mis clases te resultan aburridas, pero… Sé qué tipo de mirada es la que tienes últimamente. –Sasuke levantó la vista de la mesa y sus ojos se encontraron con los inexpresivos de Kakashi Hatake. – He notado como miras a Naruto. Y… –Rió entre dientes. Su risa sonaba apagada por la extraña máscara que siempre tenía en la cara. –Bueno, no quiero que pienses que soy entrometido… Sé que esas cosas son difíciles, más a la hora de admitirlas. Pero debes aprender a separarlas de mis clases, ¿está claro? –Le advirtió con la ceja alzada.

–Eso es algo que no es de su incumbencia. –Murmuró frunciendo el entrecejo. Maldita sea… Necesitaba ser más cuidadoso si no quería que Naruto ni nadie más se enteraran. – ¿Puedo irme ya? –Kakashi se dirigió hacia la salida antes que él.

–Una cosa más, antes de despedirnos. –Volteó a mirarle desde el marco de la puerta. –La familia de Hinata es peligrosa. Mantén vigilados a esos dos y no dudes en decirme cualquier cosa. –Salió de la vista del menor. Éste se quedó completamente extrañado por lo último dicho, por lo que se levantó rápidamente del asiento, pero al tratar de darle alcance y asomarse hacia el pasillo ya había desaparecido.

 

Caminó con la mochila al hombro rumbo a su casa. Tenía el estómago revuelto y la necesidad de ver a Naruto, pero más necesitaba en aquel momento saber a qué se refería Kakashi con esa última frase. Entró a la gran casa que compartían él y su hermano tras la muerte de sus padres. Al menos lo tenía a él aunque fuese un cerdo pervertido con Deidara.

–Estoy en casa. –Anunció en voz alta y vio cómo su hermano mayor se asomaba desde la puerta de la cocina con lo que parecía ser un mandil amarillo puesto. Sasuke rodó los ojos.

–Bienvenido, la comida está…

-Lo siento, Itachi, no tengo hambre. –Estaba a punto de subir las escaleras rumbo a la habitación pero una voz conocida salió de la cocina también.

–¿Cómo puedes rechazar el delicioso ramen casero de tu hermano? ¡¿Acaso estás loco?! –Preguntó el rubio con aquella exageración propia de él.

–¿Y tú que haces aquí, Naruto? –Le preguntó, dando un paso hacia atrás sin darse cuenta, como tratando de huir. Sí, quería ver a Naruto, pero no era como si deseara que éste le visitara tan pronto, es decir… “Sasuke, contrólate”. Se dijo a sí mismo, volviendo a adquirir su pose habitual, completamente ensayada y extremadamente cool. (?)

–Bah, hablaremos de eso más tarde. Apresúrate a venir que muero de hambre. –Se dio la vuelta, no sin antes mostrar esa gran sonrisa que anunciaba un atracón de aquellos. El de cabellos negros se sobó el puente de la nariz y dejando escapar un suspiro, entró tras Naruto e Itachi les siguió riendo internamente. Definitivamente uno era un despistado y el otro demasiado obvio.

Un par de idiotas.

 

 

 

 


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