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LIKE A STRAY DOG por sariali

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Notas del capitulo:

    Saludos! A pesar del luto que hay en mi corazón debido al final de Naruto (quería SasuNaru!!!) he decidido iniciar con éste proyecto que tenía truncado desde hacia ya un buen rato, no obstante, me encuentro inspirada, así que procurare actualizar cada semana... 

   Espero que lo disfruten.

Capitulo1: Los olvidados.

 

 

            La mortecina luz de la tarde iluminaba con un tono lúgubre las frías calles de la ciudad. Por las calles principales los autos transitaban y por las aceras las personas caminaban, totalmente indiferentes al viento de Enero gracias a sus cómodos y esponjosos abrigos. No obstante, nuestra historia comienza apartada de aquellas transitadas avenidas, en un lugar donde la mortecina luz del sol se perdía por completo entre un grupo de sombras, un laberinto de muros y una telaraña de cables; nuestra historia inicia en los callejones de la ciudad. Y no inicia con un beso, un abrazo o siquiera una sonrisa; sino con un puñetazo, el golpe más simple que puede haber y el cual estalló sobre el pómulo derecho de un joven chico rubio.

   “¡Parte su quijada!”,  “¡Sácale los ojos!”, “¡Jala su cabello!” se escuchaba entre muchas otras expresiones.

   El corro de chicos se encontraba reunido en medio de un callejón sin salida, conocido entre los jóvenes de su edad por ser extremadamente amplio y lo cual lo volvía perfecto para las peleas arregladas que tenían entre si y en el centro del circulo formado por aquellos jóvenes, dos adolescentes se encontraban dando un gran espectáculo mientras lanzaban y recibían golpes. Uno de ellos, de cabello rubio había sido despedido al otro lado del círculo, con una mejilla hinchada y el labio inferior roto en la comisura derecha. Los tipos del circulo lo sujetaron por los brazos y lo lanzaron de vuelta al centro del circulo en el cual un chico de cabello naranja lo esperaba con los puños levantados, listo para asestar otro golpe.  Y eso fue lo que hizo, asestó un cuarto puñetazo sobre el vientre del rubio y luego un quinto contra su sien, derribándolo en el acto. Un sonido sordo se escuchó cuando el delgado cuerpo chocó contra el duro suelo; como contra punto se escuchó también los abucheos y vitoreos por igual, exclamados por todos los presentes, exceptuando a uno.

   — Te hace falta mucho.  — Le dijo el vencedor a su oponente. — Admito que tuviste un excelente inicio, eres bastante rápido; y desde luego que no cualquiera puede  hacerme un corte en la cara con un golpe. Sin duda eres muy bueno,  pero con tu nivel de habilidad, no puedes ganarme. — Sentenció  lacónicamente mientras con su mano izquierda removía la sangre que le escurría por la mejilla derecha, donde el rubio le había asestado un golpe increíblemente duro.

   — Seguramente le dejará una cicatriz, jefe. — Señaló uno de los jóvenes.

   — Está bien, de igual manera planeaba hacerme otra perforación. — respondió el chico de cabello naranja. Tenía los ojos de un hermoso color gris oscuro, sus facciones eran afiladas y no aparentaba tener más de veintidós años. Habría sido bastante atractivo si su rostro no estuviera cruzado por una increíble cantidad de piercings negros, tenía tres atravesando horizontalmente su nariz a la altura del tabique nasal, dos con forma de colmillo bajo el labio inferior y siete en cada oído, seis en el cartílago a modo de arete y una larga barra que atravesaba verticalmente la oreja. Su nombre era Yahiko, y era el líder de una de las bandas más grandes de la ciudad: Akatsuki.  Y a pesar de ostentar el titulo del hombre más fuerte en los barrios bajos, también era considerado como el líder más amable y digno de respeto que podía existir. — ¿Te llamabas Naruto, verdad? — Le dijo al chico que yacía sobre el piso. El aludido no respondió. — Admiro tu valor, lo digo en serio. Un chico ágil y fuerte como tú seria una excelente ayuda para nuestras peleas contra los de Hebi.  Me gustaría que tú y tu amigo se nos unieran.

  Hubo un momento de silencio.  De repente una pequeña risa comenzó a sonar y a crecer de un susurro hasta una carcajada que no obstante, no duró mucho. La risa provenía del joven de cabellos rubios el cual parecía hacer un esfuerzo sobrehumano para incorporarse de nuevo. Cuando finalmente logró apoyar una rodilla sobre el suelo, cesó de reír y respondió a la invitación del líder.

   — ¡Jódete! No me interesa tener nada que ver con un grupo de inútiles como ustedes.

   Se hizo nuevamente el silencio. El líder cerró los ojos un momento y mostró una sonrisa. Sin lugar a dudas ese chico le había agradado; su sinceridad y su manera de expresarse, sin tapujos, le agradaban.

   — Me recuerdas a un yo más joven, pequeño. En fin, es tu elección — Añadió mientras se giraba, dispuesto para irse. — Nuestro grupo no recluta a nadie por la fuerza.  Y como hoy me siento dadivoso, pagaré tu apuesta a pesar de que tú perdiste. Konan, dales el dinero.

   Una chica de cabello azul-purpureo ataviada en una larga capa negra  apareció de la nada detrás de su líder, su presencia era tan débil que nadie parecía recordar que se encontraba allí (incluso varios de sus compañeros se sorprendieron al darse cuenta que seguía allí). Sacó de su capa un pequeño fajo de billetes y los lanzó al piso frente al rubio. Luego se dio la vuelta y volvió a fundirse entre sus compañeros, como una mas de las sombras de la tarde.

   — ¡Oye! ¡Yo no quiero tu lástima! ¡No necesito tu dinero!  — Le gritó con rabia. Aún a pesar que su rostro estaba bastante inflamado su voz seguía igual de desafiante que al inicio de la pelea.  En sus ojos se veía la rabia y el dolor perfectamente entremezclados, en una expresión típica de alguien que acaba de perder una pelea.

  — Tómalos, cállate y lárgate. — Le espetó Yahiko. — Deberías alegrarte de que en lugar de quitarte el poco dinero que llevas encima te esté regalando tres veces esa cantidad. Siéntete afortunado porque nunca más lo volveré a hacer. — Giró su cabeza para observar al joven rubio sobre el hombro. El chico sintió cómo aquellas iris grises lo acuchillaban y un escalofrió le recorrió el espinazo.  — Y si te vuelves a meter en mi camino e intentas desafiarme de nuevo… — Agregó con tono amenazante. —Te mataré.

   Y sin decir nada mas, la pandilla se alejó lentamente, perdiéndose entre las sombras de la tarde. Naruto los miró hasta que perdió de vista el cabello anaranjado del líder. En el callejón quedaron únicamente dos  personas: el joven rubio que había peleado y perdido, y un joven de cabello castaño y piel morena. Éste último se acercó, separando su espalda del muro en el cual había permanecido recargado y en silencio durante el desarrollo de toda la pelea; llegó hasta donde estaba el chico arrodillado y se encogió para recoger el dinero tirado en el suelo ante la atónita mirada azul celeste de su compañero. Sin previo aviso, Naruto sintió como un puntapié se estrellaba en su costado, derribándolo de nuevo en el acto. El punzante dolor le carcomía el costado izquierdo de su cuerpo; abrió los ojos y miró con rabia al joven frente a él.

   — ¡¿Qué te pasa?! — Le gritó furioso.

   — ¡Estoy con un idiota, eso es lo que me pasa! — Le respondió a su vez con ira el chico castaño.  Tenía el rostro crispado, contrario a la serenidad que mostró durante todo el desarrollo de la pelea entre su amigo y el líder de Akatsuki. — ¡¿Cómo te atreviste a apostar todo el dinero que teníamos?!  ¡Eres un estúpido, un imbécil,  un idiota sin remedio! — Le reprendió con  ira. El joven de cabello rubio no podía hacer más que guardar silencio  ante la dura mirada de su amigo.

   — Lo lamento. — Respondió con voz vacía; una típica disculpa sin significado que se da para evitar los problemas.

   — ¡Claro que no! ¡No lo lamentas! Además… ¿cómo se te ocurrió decirle a Yahiko que no querías el dinero?  Es todo el dinero que teníamos para sobrevivir la semana… ¿qué hubiera pasado si él hubiera hecho caso de lo que dijiste y se lo hubiera llevado? — Dijo mientras agitaba el fajo de billetes frente a él para dar más énfasis a sus palabras. 

   — Lo lamento.  Estaba molesto por haber perdido...Honestamente pensé que tenía más posibilidades de vencerlo. Nunca me imaginé que fuera tan fuerte…  Sí que soy un idiota.

   Hubo un breve silencio entre ambos chicos. Finalmente, el joven de cabello castaño suspiró y mientras se rascaba la cabeza con incomodidad (seguramente por haber golpeado e insultado al chico frente a él, quien ya había sido bastante apaleado por un día), trató de disculparse, o al menos de hacer sentir mejor a su amigo, que en ese momento parecía a punto de estallar en lágrimas, ya fuera por el dolor de los golpes o por el dolor que él le había provocado con sus palabras.

  — Era obvio que perderías… No hemos comido en cuatro días así que es un milagro que hayas logrado golpearle al menos una vez. Además, ¡claro que es fuerte!, tiene  mucha mas experiencia peleando que tú. Era obvio que no sería fácil de vencer… Tendrás más suerte la próxima vez, sólo asegúrate de comer antes de pelear contra él de nuevo.

   Le extendió la mano para ayudarlo a levantarse. El joven rubio sonrió y tomó la mano de su compañero quien tiró de él para que se pusiera de pie. Los dos chicos se miraron un momento y se sonrieron mutuamente.

   — Vamos, tenemos un poco de dinero de sobra; comamos algo condimentado donde Hinata. Y de paso veamos si tiene un poco de hielo para tu cara. — Dijo con ánimos renovados el joven castaño, arrancándole una sonrisa aún más grande a su compañero, cuya cara ciertamente se estaba inflamando notoriamente.  Y así ambos chicos salieron del callejón y comenzaron a caminar en dirección al norte, al terreno abandonado conocido como  “La Fosa”, lugar donde las personas como ellos podían encontrar un lugar donde alimentarse y donde encontraban refugio de los elementos si era extremadamente necesario.

   De los dos chicos, el moreno era el más grande: Kiba de dieciséis años, casi diecisiete, media aproximadamente un metro con setenta  centímetros, tenía cabello castaño desordenado y un poco sucio; su piel era de un tono ligeramente moreno, como si se hubiese tostado al sol; el color de sus ojos era oscuro y parecían lucir una mirada de lo más amenazante la mayoría del tiempo. Usaba un abrigo que originalmente debió ser gris pero que debido a la infinidad de veces que lo había remendado y parchado se veía como un uniforme militar; debajo de su abrigo usaba una sudadera delgada de color negro y bajo esta una camisa de mangas largas de color marrón cuyos puños asomaban por debajo del abrigo; usaba un pantalón vaquero muy desgastado de color caqui y unos viejos zapatos deportivos de color azul oscuro.

   Naruto era el nombre del otro joven. Con dieciséis años cumplidos media aproximadamente un metro con sesenta y seis centímetros, al igual que Kiba era un chico muy delgado y su piel era un poco más clara que la de su compañero; Naruto tenía el cabello rubio, igualmente desordenado y sucio pero a diferencia de su compañero, que siempre parecía estar enojado, ostentaba una mirada amigable y feliz la mayor  parte del tiempo, con un par de ojos tan azules y brillantes como el cielo de un día de verano. El vestía un abrigo de tipo chándal de color naranja con franjas negras a los costados de la cremallera y en los hombros; debajo de éste usaba dos camisetas de mangas largas, una de color gris y una de color negro, cuyo cuello se alcanzaba a vislumbrar por debajo de la chaqueta, así mismo usaba un pantalón a juego con la chaqueta, de color naranja brillante pero bastante desgastado y ligeramente roto a la altura de las rodillas; y al igual que Kiba, usaba unos viejos zapatos deportivos de color negro.

   — Espero que esté Hinata y no Neji… Siempre me advierte que me mantenga lejos de su querida prima. — Dijo jugueteando un poco el chico rubio.  Kiba rió sonoramente antes de responderle, con una risa que casi parecía una especie de ladrido.

   — A mi también. Pero hay que reconocer que tiene sus motivos para tratar de mantenernos apartados, ¿no crees? Además, hay que reconocer que Hinata ciertamente es muy hermosa. ¡Y tiene unos senos enormes!

   — ¡Kiba! — Pretendió reprenderle Naruto.  Ambos se rieron, pues ciertamente ambos estaban de acuerdo con todo lo dicho anteriormente. 

  — ¡Vamos, vamos! Que yo se que a Hinata le atrae en particular un chico rubio de ojos azules y mente simple.

   — N-no sé de que hablas…

   — Si, claro. No creas que no he visto cómo te mira — Le provocó el castaño mientras le hincaba el codo pícaramente en un costado. — Pero… — Agregó cambiando repentinamente su tono de voz a uno muy serio. — No te hagas muchas ilusiones. Los Hyuuga pueden tener dinero, pero estoy seguro que Hiashi no aceptaría que su hija se emparente con algo como nosotros… seria un total deshonor para la familia de Hinata y seguramente ella terminaría expulsada de su hogar.

   — No creas que no sé todo eso.  — Respondió el rubio. — Además, aunque Hinata realmente gustara de mi, jamás me atrevería a salir con ella porque, a fin de cuentas, ¿qué puedo ofrecerle yo?

    — Nada más que noches pasionales. — Respondió en broma el castaño a lo cual ambos rieron sonoramente. Siempre era así, pensó Kiba, reírse de su situación para no caer en la desesperación que ésta conllevaba. Después de todo, un par de “sin hogar” como ellos no tenían muchas esperanzas  de la vida. La vida promedio de los vagabundos en la ciudad era de unos treinta años a lo mucho, y ellos ya iban por la mitad. Kiba apretó los dientes ante ese pensamiento sin que su compañero se diera cuenta. Cierto… ellos no podían ofrecerle nada a nadie, porque ellos en realidad no poseían nada que ofrecer.  El resto del viaje prosiguió sin más charla entre ambos, y antes de darse cuenta ya estaban frente a la Fosa.

   “La Fosa” se hallaba en un terreno  relativamente grande, tenía el tamaño de medio campo de futbol soccer,  más de cuatro mil metros cuadrados  de tierra árida y hierbas crecidas que se encontraba  entre dos enormes construcciones de ladrillo tan derruidas que era demasiado peligroso entrar en ellas, en el pasado habían sido complejos habitacionales de esos con muchos departamentos pequeños, ideales para una pareja de recién casados o para estudiantes que no les importara vivir a mas de una hora del centro de la ciudad; no obstante, el terreno inestable y los materiales baratos con los que habían sido construidos garantizó que se agrietaran y derrumbaran parcialmente durante un temblor que había ocurrido apenas una década atrás. Después de eso nadie quiso volver a vivir allí, por lo tanto habían caído rápidamente en la decrepitud.  El terreno entre ambas construcciones, el más grande de toda la zona, le pertenecía a la familia Hyuuga, una de las tres familias más ricas de toda la ciudad. Pero lo más interesante de ese lugar, era que había un barco “encallado”  en el centro. Si, un barco, un barco de madera de esos que solían utilizarse en el siglo XV, y que se hallaba en un estado sólo un poco mejor que las construcciones que lo rodeaban, su vieja madera rechinaba al pisarlo y tenía bastantes agujeros  en el casco y la cubierta, el mástil estaba desmontado de la embarcación y yacía tirado en el piso de terracería, invadido por el musgo y carcomido hasta el centro por las termitas; y de hecho ese barco era la razón por la que todos apodaban a ese lugar “La Fosa”. ¿Por qué estaba allí? Nadie lo sabía, ni siquiera Hinata o Neji habían podido responder esa pregunta, y de hecho era una especie de hobby para todos el inventar teorías de porqué ese barco estaba atorado, lejos de su hogar el mar, y desamparado a la intemperie, esperando pacientemente para pudrirse sin que a nadie le importara.  Kiba siempre sonreía cuando pensaba que ése barco no era diferente a ellos. A fin de cuentas, ellos también estaban en el mundo únicamente para pudrirse sin que nadie se diera cuenta, sin que a nadie le importara. Ellos habían nacido sin un futuro, eran simples sombras que nadie recordaba y que desaparecerían sin que nadie lo notara, eran los olvidados de la sociedad.

  — ¡Hinata! — Gritó alegremente el rubio mientras corría hacia el barco, en cuya base en esos momentos había una pequeña carpa y debajo de ésta había un pequeño vagón de color negro con uno de sus costados abiertos y de cuyo interior salía un delicioso aroma. El chico castaño sólo sonrió y aceleró el paso para alcanzar a su amigo. Una vez que llegaron frente al furgón pudieron notar que lo que olfateaban, efectivamente, era comida; y   era nada más y nada menos que un par de hamburguesas, la comida favorita de Kiba.

   — Oh, pero si son Kiba y N-Naruto.

   — ¡Qué gusto verte, Hinata! — Saludó el rubio. — ¿Me extrañaste?

   Hinata Hyuuga, la primogénita de su renombrada familia era una chica rara en muchos sentidos. Primeramente el color de su  iris, de un gris tan claro que casi parecía fundirse con el blanco de sus ojos; era una chica de aproximadamente diecisiete años, de piel blanca como la nieve y unos finos labios de color rosa ligeramente pálido; su cabello era negro, pero debido a los cuidados que le proporcionaba, parecía brillar con un tono azulado, de un azul tan oscuro como el aura que rodea la luna durante las noches de luna llena; era una joven de increíble belleza y eso todos lo reconocían, además de un fino y angelical rostro también poseía un cuerpo escultural, de busto grande(a Naruto le gustaba bromear a veces diciendo que era talla G), cintura pequeña y caderas anchas, por lo que era codiciada por muchos; por fortuna para ella, su primo y hermano adoptivo, Neji, siempre estaba pendiente de protegerla, y siendo francos, nadie quería tener problemas con él.  Pero lo que la hacía rara no eran sus ojos, su cuerpo o su primo; todos decían que ella era rara debido a su actitud. Hinata tenía mucho dinero, su familia era poderosa y vivían en el mismo centro de la ciudad, no obstante a ella lo que más parecía gustarle era ayudar a los demás, en particular a personas como Kiba y Naruto: personas que carecían de un hogar fijo, de una manta para soportar el frio, de comida caliente (de cualquier tipo de comida en realidad) y de personas de confianza. Desde hacía casi tres años ella había decidido instalarse en aquel recóndito sitio que era propiedad de su familia para proveer de ayuda a los que más la necesitaban: Vendía comida extremadamente barata y muy buena, obsequiaba vasos de agua y mantas de franela, las cuales resultaban muy baratas y te ayudaban a tolerar el frio de la noche. También vendía café a buen precio, aunque muy raramente alguien lo pidiera; no vendía alcohol de ningún tipo pero si cigarrillos de marcas raras pero que seguían siendo “fumables” y de esos vendía montones. Hinata decía que no le importaba en realidad el dinero y si algún hombre se le acercaba muerto de hambre, ella no tenía el menor reparo en obsequiarle algo de comer. Gracias a ella la Fosa se había convertido en una especie de santuario en la cual podían encontrar tranquilidad y escapar de una muerte segura. No obstante, no estaba allí todo el tiempo, sólo podían encontrarla entre las cinco de la tarde y las nueve de la noche, pues todo eso lo hacía a escondidas de su familia, a quienes las personas miserables les importaban un comino; así que ese era el único horario en el que podía fugarse de casa junto a su primo para ayudarlos. Aún así, muchos la veían como una especie de Diosa guardiana, y si bien ella no estaba todo el tiempo, uno siempre podía meterse al barco para escapar de las heladas nocturnas. Incluso en esos momentos se notaba movimiento al interior de la embarcación.

   — ¡‘Nas, Hinata! — Saludó a su vez Kiba. Llamando la atención de la chica que se había sonrojado a mas no poder ante el saludo del rubio. —¿Crees que puedas venderme un par de cigarrillos? Mentolados de preferencia.  Ahh si, y también un poco de comida. —Agregó con jovialidad al llegar al lado de Naruto — Si es posible una hamburguesa para mi y para éste idiota, ¡Que sean dos mejor!

   — C-claro. — Respondió la chica, sacudiendo su cabeza para alejar el rubor de sus mejillas; inmediatamente se volvió y tomó de algún lugar oculto dentro del furgón otros dos trozos de carne los cuales lanzó de inmediato a la plancha para que se asaran bien. —En un momento salen la primeras dos. — Dijo con una angelical sonrisa— Por otro lado, Kiba, sabes que no apruebo que fumes a tu edad.

   El aludido rió nuevamente, como si ladrase, antes de responderle a la chica.

   — ¡Vamos Hinata! Te lo he dicho mil veces: A diario se mueren miles de no fumadores, así que es mejor no arriesgarse.  — Hinata chistó una vez, ligeramente molesta; no obstante, metió la mano en la bolsa frontal de su delantal floreado de color lavanda y extrajo una cajetilla de cigarrillos de color azul, la abrió y revisó su interior.

   — Sólo me quedan cinco. No tendré más hasta dentro de dos días.

   — Excelente, cinco me durarán para un par de días. Dámelos. — la chica le lanzó la cajetilla.

   — Te la obsequio. Pero aún así deberás pagar los cigarrillos.

   Y sin más volvió a sus labores de cocina. Naruto y Kiba se mantuvieron de pie allí, esperando en silencio mientras su comida estaba lista. Naruto miraba ligeramente molesto a Kiba. Siendo honestos, a él le desagradaba el cigarrillo, su aroma y su sabor… a pesar de eso él también fumaba y detestaba tener que pedirle un cigarrillo a Kiba. Y ahora que habían comprado la última reserva esa sería la única forma de obtener uno. Naruto fumaba desde los diez años; al menos un cigarrillo cada dos días; no por gusto pues aún a pesar de los años seguía pareciéndole desagradable, tampoco podía decirse que por costumbre, pues no siempre tenía el dinero para comprarlos y antes de conocer a Hinata eran una necesidad un tanto cara; ninguna de esas razones era la correcta… La verdadera razón de que ambos fumasen era que un cigarrillo era mucho mas barato que cualquier alimento, y el cigarro tenía la gloriosa habilidad de  ahuyentar el hambre por varias horas, a veces hasta un día completo. Además de que siempre podía encontrarse una colilla sin terminar  tirada en la calle. Y cuando sentías que no te puedes mover por el hambre, cuando te mordías las manos  inconscientemente para aplacar las ganas de tragar algo, cuando pensabas en cortarte un dedo o dos para comértelo, un par de inhalaciones profundas de un cigarrillo podían darte la energía suficiente para sobrevivir un par de horas mas mientras buscabas comida. Por eso fumaban, y personas como Hinata no podrían comprenderlo, así que no había significado en intentar explicárselo.   

   — Aquí están — Le dijo extendiéndoles a cada uno un plato de cartón con un trozo de carne atrapado entre dos panes y un trozo de lechuga aderezado con un poco de salsa kétchup y un poco de mostaza.  Los chicos las tomaron e inmediatamente las mordieron al mismo tiempo, dejando que el dulce sabor de la carne y los condimentos estallara en su boca. Hinata rió un poco al ver como un par de lágrimas de felicidad escapaban de sus ojos. — Si que estaban hambrientos. Saben que no es necesario que me paguen la comida, si realmente tienen la necesidad sólo vengan y yo se las daré con mucho gusto. No me gusta verlos comer tan desesperadamente.

   — No me gusta deberle cosas a la gente. — Respondió Naruto.

   — A mi tampoco. — Corroboró Kiba antes de darle otra buena mordida a su emparedado.

   — No deberían pensar así. Saben que yo lo hago sin esperar nada a cambio… como tal no me deberían mas que un agradecimiento. — Respondió la chica sonriendo.

   — “Gazas, peddo ndo”  — respondió Naruto con la boca aún llena. Y tras sólo unos segundos, las dos hamburguesas habían desaparecido.

   — ¿Aún no están las otras?

    — Paciencia, en unos momentos estarán. No quisiera que se enfermaran del estómago por una carne mal cocida.

   Los dos chicos sonrieron, con una sonrisa interna aún mas grande: Seguramente sólo los que nunca habían bebido agua de un charco podían preocuparse por enfermarse  del estómago. Pero ahora, con su hambre aplacada, los dos chicos se sentían más tranquilos.  Incluso su respiración parecía haberse relajado un poco. Naruto recargó su codo en la barra, cerró los ojos y bostezó sonoramente. Kiba le imitó, contagiándose  del bostezo de la persona a la que veía fijamente en esos momentos. Hinata sonrió ligeramente. Su tranquilidad fue destruida por el sonido de alguien que entraba apresuradamente en el vehículo. Todos volvieron la cabeza y vieron de pie, con actitud cansada y un rostro igual de agotado a Neji Hyuuga, el temido primo de Hinata.

   —Neji… ¿Cómo están?  — preguntó Hinata con tono de preocupación, algo que alarmó a Kiba.

   — Un poco más tranquilos. — respondió con voz cansina Neji. — Lavé y vendé el brazo de viejo, pero no estoy seguro de que mejore rápidamente; el otro no tenía mas que el susto, pero ambos se calmaron cuando les dí el café. Si me disculpas, debo ir a asearme.

   Y sin más Neji salió del furgón y se perdió de vista.

   — ¿Qué pasó, Hinata? — Preguntó Naruto. Hinata suspiró y les sirvió a cada uno su segunda ración de comida. Mientras los dos chicos comían, ésta vez mucho mas tranquilamente, ella respondió su pregunta.

   — Antes de ustedes llegaron dos personas. Un hombre viejo, de unos cuarenta años, delgado y muy demacrado venía en los brazos de un chico mas joven pero igualmente acabado por el hambre. El viejo tenía una quemadura severa en el brazo derecho así que Neji y yo lo llevamos dentro del  Hope,  y allí el chico mas joven nos contó lo que había pasado. No entiendo porque hay personas tan malvadas en este mundo. — Comentó al aire Hinata.

   — ¿Qué fue lo que paso? — Repitió Naruto, olvidando de momento su comida.

   — Él nos contó… que durante las primeras horas de la tarde, él, el señor y el hijo de éste estaban descansando debajo del Puente del Este. Aseguran que no molestaban a nadie, sólo se preparaban para pasar la noche.  — Hinata tragó saliva, Kiba se alarmó aún más… en su cabeza las piezas habían encajado rápidamente y ya podía vislumbrar lo que había pasado. — Cuentan que de la nada aparecieron entre cinco y seis sujetos, todos con mascaras negras.  Los rodearon… los sujetaron… uno de ellos llevaba una lata con combustible… d-dicen que… que se reían mientras  tomaban al menor y lo colocaban el en centro. D-dice que era solo un niño, de no mas de diez años.  — La respiración de Hinata comenzó a cortarse, se notaba que le incomodaba (u horrorizaba) en demasía lo que estaba por contar. — Lo golpearon en el abdomen para que no se moviera… luego…l-luego lo bañaron con el combustible… y… y… le prendieron fuego. Todo mientras seguían riendo.

   Naruto abrió los ojos horrorizado; Kiba sólo entornó un poco los suyos. Era exactamente lo que había esperado escuchar; pero no por eso se sentía mejor.  Personas así habían proliferado en la última década: Personas que disfrutaban de matar vagabundos como ellos… como su padre, como su madre; y como la madre de Naruto. Sólo porque podían hacerlo y porque seguramente nadie lo reportaría, ni nadie los echaría de menos.

   — ¡Son unos hijos de…!

   — ¡Naruto!  — Le interrumpió Kiba. — Deja que Hinata termine su historia.

  El rubio se tragó sus últimas palabras y asintió una vez. Su corazón latía como loco, con un ritmo de furia contenida que parecía resonar incluso en sus oídos.

   — Al ver a su hijo quemándose el señor logró zafarse del agarre de uno de los sujetos y trató desesperadamente de apagar el fuego que envolvía a su hijo.  Pero al parecer lo único que logró fue quemarse severamente su brazo, desde la palma de la mano hasta el hombro… pero no logró apagar las llamas. De algún modo, el otro muchacho logró zafarse también, tomó una gran roca del suelo y golpeó a uno de los asesinos, ambos aprovecharon la oportunidad para escapar… y llegaron aquí. 

   Hubo un silencio muy profundo entre ellos. Hinata sollozaba ligeramente y Naruto apretaba los puños con furia contenida. Kiba por su parte sólo podía pensar…que había sido la mejor elección para esos dos el salir huyendo. De lo contrario ahora sólo serían un pedazo de carbón más bajo el Puente del Este.

   — No entiendo… No entiendo por qué hacen esto. Es la tercera vez en un mes que escucho que matan a uno de los nuestros. — Gimió Naruto con impotencia y rabia contenida — Nosotros somos personas igual que ellos… somos iguales. Somos humanos, sentimos hambre y dolor… ¡¿Acaso no pueden entenderlo?! — Gritó furioso.

   — Naruto… basta, gritando no solucionaras nada. Será mejor que nos vayamos por hoy — Le reprendió Kiba.

   —¿Cómo puedes decir eso?  — Le respondió. — ¡¿Acaban de matar a un niño y vamos a hacer como si no supiéramos nada?!

   — ¡SI! — Le gritó el moreno. — Nosotros no sabemos nada de lo que acaba de pasar, y si sabes lo que te conviene, Hinata — añadió volteando a ver a la chica la cual se notaba asustada por su discusión. — Sería mejor que tú también actuaras como si no supieras nada. 

   >>Gracias por la comida y los cigarrillos — le dijo mientras ponía la tercera parte del dinero que Naruto había ganado en su pelea sobre la barra. — Esto debería cubrir lo que debemos. Nos veremos otro día Hinata. Cuídate mucho.

   Y con esa misteriosa frase, Kiba se  giró y comenzó a caminar. Naruto, totalmente sorprendido no pudo evitar seguirlo con la mirada, esperando que en cualquier momento volteara , le dijera que era tan sólo un abroma de mal gusto por su parte, y que le pidiera a Hinata el poder dormir dentro del Hope. No obstante, eso no sucedió… Kiba se veía cada vez más y más lejos. Naruto miró a Hinata y tras pedirle una disculpa salió disparado detrás de su amigo. Tuvo que correr a toda su capacidad durante casi veinte segundos para zanjar la distancia entre ambos, y cuando finalmente lo alcanzó, ya estaba sin aliento.

   — Kiba… ¿Qué pasa… qué pasa contigo? — preguntó el rubio mientras apoyaba sus codos sobre sus rodillas, tratando de recuperar su aliento y de aplacar el punzante dolor que sentía en su costado.  — ¿No íbamos a quedarnos en la Fosa esta noche?

   — No me pasa nada, es sólo que… — dijo, deteniéndose repentinamente; por su mente pasaban muchas cosas, cosas que no quería que Naruto supiera. — Es sólo que creo que podría ser peligroso quedarnos aquí hoy.  Incluso mas peligroso que caminar por las calles de noche. Y no quiero poner en peligro a  la persona más importante para mí. — Esto último lo pensó, con un dejo de culpa en su conciencia. — Así que por hoy volvamos a dormir en la casa de la calle Elm, ¿quieres?  Y siguieron caminando, mas lentamente ahora que se habían tranquilizado un poco.

   — Eres más cobarde de lo que pareces. — Dijo burlonamente Naruto, y aunque lo había dicho en broma, parecía algo mas como una acusación. — Recuerdo que cuando te conocí eras mas imprudente.

  Kiba sonrió en respuesta y pensó que Naruto no comprendía en realidad sus intenciones; en realidad Kiba no estaba asustado de que algo malo pudiera pasarle… le preocupaba que de alguna manera Naruto saliera lastimado. Le preocupaba jamás poder volver a ver su brillante sonrisa. Y en esos momentos tenía un terrible presentimiento… como si algo se cerniera, invisible y lejano, sobre ellos; como si un animal los estuviera acechando, agazapado en la maleza de un futuro no muy lejano. Y él, definitivamente protegería a su amigo, sin importar lo que sucediera. Protegería esa sonrisa a como diera lugar.

    Ambos chicos caminaron sin hablar ni una palabra, porque en realidad no había nada que hablar.  Ya habían llegado a las calles más céntricas de la ciudad y el sol había desaparecido en el horizonte hacía ya un buen rato, por lo que se podían apreciar las brillantes y coloridas luces que caracterizaban a cualquier ciudad. A Naruto siempre le habían fascinado las luces de la ciudad, le parecía una vista muy hermosa a pesar de que  Kiba dijera que no podía haber nada “hermoso” dentro de una ciudad tan grande como aquella. Bueno… en realidad había dicho algo así como que aquella ciudad únicamente tenía UNA cosa hermosa, pero jamás le había dicho lo que era. Por accidente Naruto chocó contra una joven pareja, estaba distraído  mirando a su alrededor, así que fue algo casi inevitable que su hombro chocara contra el de una joven dama, de unos veinte años, que iba en compañía de su novio; ambos se miraron por un segundo; uno avergonzado, otra asqueada;  una fija en unos ojos que se movían de arriba abajo, como si buscaran algo que no alcanzaban a ver.

  — Lo lamen… — Empezó el rubio, pero ya no había nadie a quien dirigirle la disculpa. La mujer había vuelto rápidamente la cara, como si no hubiera pasado nada, como si no hubiera un delgado joven de dieciséis años tratando de disculparse con ella por haberla chocado; como si no hubiera nadie parado allí. Simplemente volteó y siguió conversando animadamente con su novio. Después de todo, realmente había chocado con nada…  con un nada llamado Naruto.

   — No te preocupes. — Le dijo Kiba, que había visto toda la escena en silencio. — Sabes bien que así son las cosas. Ellos sólo fingen no verte; pero te garantizo que eres más humano que ellos. Así que no sufras por personas idiotas como esa tipa.

  Naruto asintió. Kiba parecía poder leer sus pensamientos, y siempre sabía la manera más adecuada de calmarlo, y le agradecía profundamente que así fuera, de lo contrario, realmente habría seguido los pasos de muchos otros y  se habría dejado morir de hambre o de frio hacía ya varios años.

   Ambos chicos siguieron su camino, esta vez Naruto ya no iba mirando las brillantes luces de la ciudad, sino que iba cabizbajo, pensando en muchas cosas que nadie más que él podría entender y que desde luego  no estaba dispuesto a exteriorizar.  Recordaba a su madre y la noche en la que esta ya no había regresado, la noche en que se quedó totalmente sólo, el día que lo habían corrido a palos de su pequeño y extremadamente humilde hogar; el día que lo habían dejado medio muerto en el piso de un callejón… todo eso sin que nadie volteara a verlo, sin que nadie le ayudara siquiera tirándole un trozo de pan duro.  No, él era únicamente una mancha mas en el piso, ni siquiera era basura… el único momento en el cual un sin hogar  se volvía basura era cuando su cadáver aparecía en medio de la calle, y era urgente levantarlo porque le provocaba asco y compasión a los transeúntes.  Malditos hipócritas, pensó Naruto con coraje. Y por accidente, mientras iba ensimismado en sus pensamientos, volvió a chocar contra una persona. Él siguió su camino, sin molestarse en disculparse para evitar más sentimientos dolorosos, para evitar que volvieran a recordar que él no era nada. Pero…

   — Deberías disculparte cuando  chocas con alguien. — Una voz arrogante, masculina lo llamaba desde atrás; sin poder evitarlo Naruto giró sobre sus talones y miró al dueño de esa voz. Por primera vez en toda su existencia notó algo extraño, una extraña presión sobre su pecho. Era un joven de aproximadamente su misma edad, de cabello negro azabache  acomodado  ridículamente para mantenerse de punta en la parte de atrás de su cabeza, con dos mechones que le caían a cada lado del rostro. Tenía facciones afiladas, ojos oscuros como el aceite, una piel tan blanca como la de Hinata y ostentaba una casi imperceptible sonrisa en su rostro, una sonrisa de superioridad, vestía una camisa azul de cuello alto y un pantalón negro hasta los tobillos junto con un par de zapatos que parecían una hibridación entre zapatos deportivos y de vestir.  El tiempo se detuvo para  Naruto… sólo se le quedó mirando al joven

   — Es descortés mirar a alguien fijamente, ¿sabes? Bueno, no me esperaba nada de alguien que seguramente no sabe siquiera el significado de la palabra “modales”.

   El joven se dio media vuelta y siguió caminando. Naruto se quedó mirando su espalda mientras un sentimiento de felicidad indescriptible se apoderaba de él… alguien lo había notado, lo había mirado(y lo había hecho menos también, pero eso era algo secundario). Pero por otro lado, ¿qué había sido esa sensación en su pecho, y porque se había sentido tan increíblemente feliz? No importaba… sólo sabía que le había gustado esa sensación.

   — ¡Oye Naruto, date prisa! — Le gritó su amigo; el rubio obedeció y sonriente, volvió a caminar al lado de su amigo.

    Y a pesar de lo espontáneo de aquel encuentro, de lo insignificante que podría parecer para cualquier otra persona, el destino había atado la vida de aquellos tres muchachos, y juntos iniciarían un viaje que jamás hubieran podido imaginar, y que, definitivamente, ninguno de ellos querría vivir. Pero la vida de las personas no es tan sencilla, tal como estaban por descubrir.

 

>>>Continuara…

 

  

    

Notas finales:

   Y bien? Que les parece? Se que no es mucho, y que debió parecer un poco aburrido, pero es unicamente el inicio. Prometo que habrá mucho lemmon mas adelante. Pretendo hacer una buena historia... por tanto, me gustaria que dejaran reviews con sus recomendaciones o sus criticas, todas serán tomadas en cuenta ^^.  Muchas gracias por leer este primer capitulo, espero que les haya gustado. Nos vemos el próximo miercoles.


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