Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

LIKE A STRAY DOG por sariali

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

   Hola! Muy buenas (lo que sea en este momento) a todos. Sé que prometí actualizar el miercoles, pero mi trabajo me absorbió tanto que ni cuenta me di de que ya era viernes y no había escrito mas que cuatro párrafos (¡Horror!) Espero que disculpen mi tardanza y espero honestamente poder actualizar el próximo miercoles.

 

   En fin en éste capitulo decidí explotar un poco la tensión sexual entre dos de nuestros protagonistas; la historia va un poco lenta, pero les prometo que en breve arrancará con lo emocionante.

   Como último punto, en ésta ocasión me costó un poco más el hilar algunas ideas así que si notan algún hueco que yo no noté, por favor disculpenme y háganmelo saber para que lo corrija de inmediato (abusando de su amabilidad y tiempo) 

  Sin más espero que disfruten de éste capitulo.

Capitulo 2: “De Abrazos y Encontronazos”

 

            La noche había caído más rápidamente de lo esperado, y con ella habían llegado el miedo y la incertidumbre de siempre. En los relojes de la ciudad podía leerse que eran ya las once de la noche y las calles comenzaban ya a vaciarse para darle paso a los habitantes nocturnos de las mismas. Todos, desde las personas adineradas que habitaban los grandes edificios de aquel lugar hasta los miserables que habitaban las calles sabían que no era muy recomendable salir por las noches… aunque fuera por razones diferentes. Los ricos se arriesgaban a que algún miembro de Akatsuki o Hebi los asaltara y les quitara todo lo que llevasen encima (e incluso alguna parte de su cuerpo); por otra parte, los que no tenían nada de valor sabían que estar fuera de noche era peligroso porque allí afuera, en la oscuridad de la noche, podían desaparecer para siempre sin dejar el más mínimo rastro. Ya había pasado antes, muchos vagabundos habían desaparecido de la faz de la tierra sin que nadie lo notara y sin que nadie informara al mundo sobre ello porque, en realidad, a nadie le importaba. Había otros problemas sobre estar fuera en la noche, y mas en aquellas heladas sombras de Enero; el principal era que uno podía morirse de frio sin siquiera darse cuenta, el helado viento que soplaba por las noches junto con la desaparición del sol y el descenso en la temperatura que esto ocasionaba facilitaba la perdida de calor; incluso había noches en las que una pequeña capa de nieve se dejaba caer sobre la ciudad, pintando todo de blanco para proporcionar una vista hermosa que, no obstante, no duraba mas que un par de horas hasta que el sol, en su cenit, lograba derretirla. Sin duda sería algo hermoso de ver para todas aquellas personas que podían pagar sus gruesos abrigos y sus cálidas y mullidas bufandas; pero para los marginados como ellos, esas noches de nieve siempre significaban la muerte. Muchas veces, cuando el sol lograba derretir los últimos copos de nieve, aparecía un cuerpo sucio y demacrado, con las destrozadas ropas y el cabello mojados; y  con las mejillas rojas, los dedos rígidos, totalmente ennegrecidos. Muchos morían de frio sin darse cuenta, sólo se quedaban dormidos, con el cuerpo entumecido y nunca volvían a despertar. Kiba pensaba que ellos (los que morían de frio) eran de los mas afortunados, pues morían sin sentir que su estómago explotaba de dolor, sin sentir que con gusto arrancarían sus ojos por una gota de agua, y desde luego, sin sentir que sólo habían nacido para que otros disfrutaran matándolos.  Una conocido voz lo sacó de sus pensamientos.

   — Tengo frio, Kiba… ¿no tenemos más papel periódico?

  Los dos chicos se encontraban sentados, uno frente al otro; estaban en lo más parecido a un hogar que tenían: Un viejo edificio abandonado a medio construir que estaba en el centro de la ciudad; habían abandonado su construcción debido a que había sido erigido en un terreno que parecía hundirse ligeramente hacia el centro. Como consecuencia, durante las lluvias de febrero, marzo y abril toda la primer planta y el sótano quedaban sumergidos bajo el agua hedionda y nada salubre del alcantarillado. Como prevención ambos dormían en el segundo piso de aquel gran edificio, y no eran los únicos. Aquella construcción tenía seis niveles, de los cuales sólo los primeros tres tenían techo. Kiba había tenido que matar a un hombre para quedarse con el piso y evitar morir de frio cuando tenía apenas trece años y desde entonces lo defendía con uñas y dientes… y desde que había decidido compartirlo con Naruto, lo defendía aún con más saña, junto con el rubio; y la verdad, defender algo entre dos personas era algo mucho mas sencillo que hacerlo solo.  En esos momentos ambos descansaban, resguardándose del frio debajo de una improvisada carpa armada con trozos de madera y plásticos que habían quedado allí arrumbados tras la clausura de la construcción. No era mucho, pero bastaba para aislar un poco las corrientes de aire helado que se colaban por los innumerables resquicios en las paredes, y por los huecos entre las tablas con las que habían bloqueado las ventanas y la puerta.

    — Toma un poco del mío. — Le respondió el moreno, extrayendo un par de arrugados trozos de papel grisáceo de dentro de su camisa, y extendiéndoselo al rubio, el cual lo tomó agradecido; estaba tibio, conservaba la tibieza del cuerpo de su compañero.

   — Gracias. — Y sonriendo introdujo el papel dentro de su camisa. — Pero  ahora serás tú el que tenga frio.

   — Descuida, yo soy casi inmune al frio — Respondió el joven castaño con una gran sonrisa. No obstante, su piel ya comenzaba a echar de menos aquellos trozos de papel periódico que para ellos eran como una cálida pijama. Todo fuera por su amigo… ése pensamiento le provocó una pequeña punzada de dolor en el pecho.

   — Si nos hubiéramos quedado con Hinata dentro del Hope, tendríamos una manta caliente y un poco de paz. — se quejó el rubio. Porque ciertamente era difícil dormir con la preocupación de que alguien llegara durante la noche, los acuchillara y los dejara desangrarse lentamente… en el mejor de los casos.  Era por eso que al rubio no le gustaba para nada el dormir en aquel  lugar; no obstante era mejor que dormir en la calle.

   — Si nos hubiéramos quedado corríamos el riesgo de que algo malo nos pasara. Y yo no pienso arriesgar,,,me. — Dijo el moreno, sonrojándose suavemente, pues había estado a punto de terminar su frase con la sílaba “te”.  

   — Como digas, pero aquí también nos estamos arriesgando y lo sabes. — Le respondió el rubio mientras se encogía un poco mas para evitar que su calor corporal se esfumara al contacto con el aire frio o las paredes y el piso. — Al menos el aire frio aliviara un poco el dolor de mi cara. Olvidamos pedirle hielo a Hinata. Pero esta bien, los chicos como yo somos atractivos aún con la cara amoratada. — Dijo Naruto con una amplia sonrisa en el rostro.

   — Si que eres atractivo. — Comentó el castaño con un susurro, haciendo que un suave color carmín tiñera sus mejillas. Imitó  a Naruto y se encogió un poco mas, llevando sus rodillas hasta su mentón y abrazándolas para que no se notara el repentino enrojecimiento de su rostro, que nada tenía que ver con el frío que cada vez se sentía más.

  — ¿Dijiste algo? — Preguntó su compañero, sobresaltando a Kiba, que no esperaba que sus palabras fueran escuchadas.

  — Dije que eres muy positivo. — Mintió velozmente el moreno, preguntándose en su interior que pasaría si le hubiera repetido sus palabras al muchacho frente a él, de frente y mirándose a los ojos. Sonrió, dejando que su sonrisa fuera ocultada por sus rodillas, porque seguramente, si eso pasara, todo se iría al caño.

  — ¡Claro que lo soy! — Respondió alegremente el chico. Kiba suspiró: Naruto no sospechaba de nada. — ¡Como siempre digo: Si no puedes sonreír en los malos momentos, no tienes derecho de sonreír en los buenos!

   Kiba sonrió con más ganas, levantó un poco la cabeza para mostrarle su sonrisa a su amigo. Naruto tenía razón en eso: Personas como ellos sólo podían actuar estoicamente ante la adversidad que cada vez golpeaba más duro; y si no podías mirar a la adversidad a la cara y sonreírle, seguramente terminarías suicidándote.  Y esa era una de las cualidades que más le gustaban de su amigo: Su capacidad para ver lo bueno en lo malo… su capacidad para siempre mostrarle una gran sonrisa a él  y a todo el mundo.

   — Esa es la actitud, Naruto.

  Ambos se quedaron mirándose un par de segundos. En algún momento Naruto notó como Kiba se estremecía ligeramente por una corriente de aire frio que se había colado por algún resquicio de su improvisado hogar. Si había algo que realmente odiaba de su compañero era que se pusiera tan paranoico como en ese día…aún a pesar de que en algunas ocasiones esa paranoia los había salvado a ambos. De no ser por eso, ambos estarían dentro del Hope, con una manta caliente (roída y con aroma a humedad, pero caliente a fin de cuentas), y tal vez hasta con un pequeño fuego para calentarse… Cosa que allí era imposible debido a la madera húmeda  y al riesgo de intoxicación por humo que representaba ya que, si realmente querían calentarse un poco, el fuego debía ser encendido dentro de la carpa que los resguardaba, lo cual (según Kiba), aumentaba gravemente el riesgo de un incendio o de muerte por intoxicación. En el Hope no obstante, podían encender un gran fuego dentro de enormes contenedores metálicos y colocarlo en el interior, donde todos dormían, pues el gran agujero de la cubierta permitía que el humo escapara sin mayor problema y reducía mucho el riesgo de la intoxicación y subsecuente muerte. Pero… ese era uno de los puntos fuertes de Kiba: Siempre escuchar primeramente sus corazonadas y actuar en consecuencia a ellas; además, de no ser por esas actitudes, nunca se hubieran conocido, y él probablemente hubiera muerto hacía ya mucho tiempo.

   — Kiba… ven aquí.  — Le dijo Naruto a su compañero, el cual no dejaba de temblar casi imperceptiblemente. — Si tienes tanto frio entonces hagamos lo que hacíamos cuando éramos más pequeños. — Añadió con una sonrisa de oreja a oreja.

   — ¡No me j-jodas! — Le respondió bruscamente; no obstante el castañeo de sus dientes lo había traicionado… ¡Maldición!, ¿qué tanto había bajado la temperatura? ¿Sería esa una noche de nieve? — Ya no t-tenemos la edad para esas cosas…

   — ¡Vamos! Siempre se está en edad de compartir el calor corporal con un amigo cercano, ¿no crees? ¡Y  más si ese amigo cercano parece un perro rasurado que sólo sabe temblar!

   — ¡No te burles! — Respondió Kiba a la defensiva, mientras un notorio sonrojo reaparecía en sus mejillas. — ¡No parezco un perro! Y definitivamente no est-t-toy tembland-do — “¡Malditos dientes, dejen de castañear”! Pensó con rabia y vergüenza para sus adentros.

   — Claro… lo que tu digas. — Condescendió Naruto, sonriendo de una manera un poco mas pacífica. — Ahora ven, no quiero que te conviertas en paleta frente a mis ojos porque, si eso pasa,  ¿con quién pelearé a diario por cosas insignificantes? — Y abrió los brazos, indicándole al moreno que se acercara para recibir su abrazo.

   Kiba se sonrojó a más no poder; tanto que tuvo que girar su rostro para que Naruto no se diera cuenta. Ciertamente ellos habían hecho esas cosas de más jóvenes: Cuando dormían en las puertas de las casas, sin nada con que cubrirse del frio, dormían abrazados fuertemente el uno al otro, sujetándose mutuamente con tanta firmeza, con tanta desesperación que al despertar les dolían los brazos. Antes de la pubertad, y de que su aroma corporal comenzara a volverse gradualmente más fuerte, aquello no representaba un problema, de hecho, incluso era un poco placentero; pero al entrar a la adolescencia habían dejado de hacerlo, principalmente por tres razones: La primera era que, como Naruto le había hecho saber en su momento, ambos comenzaban a oler muy mal y ciertamente se volvía un poco incómodo el dormir tan cerca uno del otro (si bien eso por si sólo no bastaba si lo comparaban al riesgo de morir congelados); la segunda había sido una razón no más pesada, pero si más incómoda para ambos: Los dos eran hombres, ambos tenían pene y testículos entre las piernas, y el ser un par de chicos callejeros no los eximia de que la naturaleza hiciera su trabajo sobre ellos, transformando sus infantiles miembros en un par de bien preparados órganos reproductivos, y como parte de esa transformación ambos comenzaron a tener erecciones cada vez mas notorias que se frotaban vergonzosamente contra el cuerpo del otro… y obviamente también habían tenido noches húmedas en las cuales ambos despertaban mojados con los fluidos del otro. Si, sin duda una razón mucho más incómoda para dejar de dormir trenzados entre sí. Y la tercera… había sido una razón más personal… para Kiba al menos. Y es que con la llegada de la adolescencia y su desarrollo como joven adulto, había llegado también la fiesta de hormonas, una fiesta que había culminado con la realización de que, al parecer, le gustaban los hombres; y no sólo eso, sino que le GUSTABA su mejor amigo, aquel que era casi como su hermano, Naruto. Y más temprano que tarde, Kiba se había dado cuenta de que, más que GUSTAR, el realmente AMABA a Naruto, lo amaba en todo el sentido de la palabra. Se dio cuenta de eso cuando, al exponer el rubio sus razones para dejar de dormir juntos, el olor y las erecciones/orgasmos nocturnos, descubrió que a él eso no le molestaba en lo absoluto. A él le gustaba el aroma de Naruto aún a pesar de que estuviera cubierto de polvo y sudor, también le gustaba sentir cómo el miembro del rubio despertaba durante las noches y se frotaba contra su cuerpo, incluso en alguna ocasión, si no mal recordaba, lo había besado mientras dormía (sensación que le fascinó en el momento)… Pero a su amigo esas cosas lo incomodaban y no le gustaban.  Eso lo volvía a él el único raro de los dos… y le indicaba, que ciertamente el rubio no se sentía de la misma manera que él. Fue entonces que decidió que, lo mejor para ambos, era mantener la distancia… y guardarse sus sentimientos y emociones para sí mismo.

   — No quiero… estoy un poco sucio. — respondió finalmente el joven castaño — Y no quiero que mi olor te moleste.

  — Descuida… he olfateado cosas peores. Además, ya estoy acostumbrado a tu olor. Y no lo encuentro tan desagradable. — Respondió a su vez el rubio, sin dejar de sonreír en ningún momento; totalmente ajeno a los pensamientos de culpa de su amigo.

   Kiba dudó un momento más antes de finalmente ceder ante la sensación de fríos cuchillos clavándose sobre su pecho, rostro y dedos. Se arrastró con las rodillas y las manos, zanjando en unos segundos el espacio que lo separaba de su amigo. Naruto lo miró acercarse, pensando que ciertamente parecía un perro con frio, y más caminando en esa postura.   Cuando el castaño llegó hasta él, sin dudarlo ni por un segundo, lo abrazó con fuerza, atrayéndolo hacia su pecho y percibiendo el fuerte aroma de su cabello. Pero no le molestaba, además de que Kiba debería estar en una situación similar en esos momentos y ambos tenían que soportarlo (lo cual, honestamente, seria muy fácil). La nariz de Kiba se hundió en el hueco entre el hombro y el cuello de Naruto y aspiró por primera vez en mucho tiempo el aroma de su piel.

   Olía tan dulce como recordaba. Se estremeció una última ocasión, pero ésta vez no tenía nada que ver con el frio. Y se odio a sí mismo por enésima vez, por sentir eso hacia su amigo, por sentir cosas que no debía sentir; se odio por estar enamorado, y se odio por ser un cobarde, un cobarde que jamás podría expresar en voz alta su amor. Contuvo el implacable deseo que tenía de lamer la piel del rubio… se contuvo de sacar un par de milímetros su lengua para saborear a su amigo y sólo abrió la boca para decir:

   — Gracias.

   Naruto sonrió, acomodó su cuerpo de forma que sus piernas se sujetaran a los lados de la cintura de su amigo y ajustó la fuerza con la que lo sujetaba para que no terminara asfixiándose entre sus brazos. No obstante, notaba con claridad que su compañero se sentía incómodo, Kiba  se removió un poco para tratar de ponerse un poco mas cómodo y notó como su antebrazo izquierdo rozaba la entrepierna del rubio por accidente. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que habían tenido ésa clase de contacto? ¿Dos… tal vez tres años? En cualquier caso Kiba se dio cuenta de cuánto había crecido el rubio en ese lapso, en más de un sentido.  Finalmente, controlándose al extremo para evitar “accidentes”, el moreno se logró acomodar entre los brazos del rubio de tal forma que ambos estuvieran cómodos, manteniendo siempre separada la parte baja de sus cuerpos.  El resultado había sido el esperado y ambos comenzaron a sentir cómo el calor del otro se esparcía entre ellos.

   — ¿Sabes, Kiba? — Dijo Naruto con una voz tranquila, casi romántica — La verdad es que extrañaba dormir así… siempre me hacía sentir seguro. Y de hecho, — agregó, apretándolo más contra su pecho — aún  ahora, me hace sentir más seguro que antes, y eso me gusta. —La inesperada confesión hizo saltar su corazón con mucha fuerza. No obstante, consiguió tranquilizarse antes de que las cosas se salieran de control. —  Y así ninguno de los dos tendrá frío. ¿No te trae recuerdos? Porque a mi si… recuerdo que todas las mañanas me dolían los brazos por abrazarte tan fuerte.

   — ¿Cómo puedes decir cosas tan vergonzosas como si nada? — Le respondió el moreno con una sonrisa. 

   — Puedo hacerlo porque te tengo la confianza para hacerlo.

   — ¿Sabes? Yo también extrañaba dormir así contigo.

   Y los dos guardaron silencio en ese momento, simplemente porque ya no había más que decir; el silencio ahora era todo lo que les quedaba. Kiba apoyó totalmente su cabeza sobre el pecho de Naruto, sintiendo como los brazos de éste lo apretaban por la espalda y él también presionaba con sus manos la espalda de su compañero; escuchaba como el corazón de Naruto palpitaba dentro de su pecho, con un ritmo tranquilizante, relajante, hipnotizante. Ambos cerraron los ojos y aferrándose el uno del otro con la misma firmeza, con la misma desesperación de antaño, se quedaron dormidos. Ninguno de los dos pasó frío aquella noche. Afuera, en algún lugar de la ciudad, una joven en la misma condición que ellos, también cerró los ojos, su cuerpo entumecido, recargado sobre el muro de una panadería, no logró percibir los copos de nieve que, poco a poco la sepultaron en una helada tumba.

 

 

<><><> 

 

 

   Amaneció pronto, o al menos eso le pareció a la pareja de amigos. Habían pasado una buena noche, no excelente, pues eso era imposible en su condición, pero había podido dormir sin despertar cada veinte minutos por los temblores que el frio les provocaba. ¿Cómo habían podido dejar de dormir de esa manera? Ciertamente era un poco vergonzoso, pero era preferible pasar unos minutos de vergüenza sin con eso podían dormir sin frio. Naruto fue el primero de los dos en despertar; fuera de los plásticos que los cubrían se podían apreciar los primero rayos del sol, con un conocido y cálido tono anaranjado que parecía infundirle nuevos ánimos, era como si el sol le dijera: “Despierta. ¡Felicidades, sobreviviste para volverme a ver, así que sonríe y levántate!”  Entre sus brazos Kiba seguía dormido, su respiración profunda y pacífica le indicaba que así era, pero seguramente no tardaría mucho en despertar; notó también una conocida sensación de dolor en los brazos, los hombros y el pecho, producto de haber abrazado a su compañero con tanta fuerza durante tanto tiempo. La idea le provocó una sonrisa que se ensanchó al pensar que, a pesar de que Kiba parecía el mayor de los dos, en esos momentos lucía como un pequeño animal desamparado en brazos de su nuevo dueño: tranquilo, despreocupado y feliz. Quizás demasiado feliz… Naruto también sentía algo duro contra su pierna izquierda y se sonrojó cual tomate al comprender que estaba sintiendo la erección de su compañero.

   “Es…grande” Pensó el rubio con una pizca de envidia. Trató de mover su pierna, pero estaba atrapada bajo el peso del otro chico, que se removió un poco al sentir los tirones que daba Naruto. Éste se resignó rápidamente… es decir, no era algo tan terrible, era natural, incluso a él le pasaba algunas mañanas, era cuestión de tiempo para que volviera  a la normalidad. Y efectivamente, luego de un par de minutos, la erección matutina del castaño comenzó a desaparecer y el rubio suspiró aliviado, un rato después Kiba abrió los ojos y levantó la cabeza para mirarlo. Un poco de saliva escurría por la comisura derecha de su boca y tenía la mirada típica de aquellos que desean seguir durmiendo, Naruto le sonrió y le limpió la saliva con su pulgar izquierdo.

   — Buenos días bello durmiente. — Le saludó traviesamente el rubio — Si que estabas cansado… llevo despierto dos horas escuchándote roncar. — mintió.

   —¿Qué? ¡Qué! — Gritó levantándose en el acto, soltándose del abrazo mutuo. — ¡¿En qué estas pensando?! ¿Por qué no me despertaste? ¡Sabes que cada segundo del día cuenta si queremos…!

   — Calma, calma… — Le respondió sonriente desde el piso su compañero — Era un broma inocente — Y le guiñó un ojo. — Yo también acabo de despertar y no parece que el sol haya salido hace mucho, mira. — Dijo señalando los brillantes rayos de luz anaranjada que aún se podían apreciar sobre el piso de la construcción. — Tienes que aprender a relajarte.

   — Yo… tú… eres… — tartamudeó Kiba con un poco de ira mezclada con alivio y bañada con diversión. Finalmente suspiró y dijo: — Bien, ya que estamos despiertos deberíamos ponernos en marcha. Aún tenemos algo de dinero de anoche, pero preferiría no gastarlo aún… pero llevarlo con nosotros es peligroso.

   — Oh… pero quiero seguir abrazándote un poco mas. — Alegó Naruto mientras fingía un pequeño puchero. Sus palabras, obviamente dichas en broma, volvieron a iluminar las mejillas del moreno. No obstante, en ésta ocasión, el rubor desapareció casi instantáneamente: No estaba mal dejarse llevar por fantasías nocturnas, pensar que tenía la más mínima oportunidad con el rubio era un lujo que sólo podía darse en la noche, cuando ni siquiera sabía si podría ver un nuevo amanecer; pero ahora estaban despiertos, estaban vivos un día más y había que aprovecharlo si querían que ese milagro volviera a ocurrir.

  — No, debemos movernos rápido. Ocultaré una parte del dinero sobrante aquí y el resto lo dividiremos entre ambos, ese dinero será sólo para emergencias y no será mucho, así que mejor pensamos bien antes de usarlo. Por cierto — añadió recogiendo la cajetilla de cigarros que le había comprado a Hinata la noche anterior y que había colocado aparte para evitar aplastar los cigarrillos. — Toma uno, ayudara con el hambre de hoy.

   Tomó uno de los pequeños cilindros blancos y se lo lanzó a Naruto, el cual lo atrapó grácilmente y lo guardó en el bolsillo derecho de su pantalón mientras Kiba buscaba un lugar apropiado para ocultar el dinero que había ganado con la apuesta del día anterior; al recordarlo se llevó la mano a la cara y no se sorprendió al notarla ligeramente hinchada... pero no era demasiado; honestamente podía haber sido mucho peor.

   Finalmente Kiba optó por ocultar el efectivo dentro de un hueco que dejaba una tabla suelta en el piso, cerca de la esquina más lejana a la puerta entablada. Una vez perfectamente enrollado y oculto debajo de la tabla, le colocó un pesado ladrillo encima, y colocó muchos otros alrededor para que no se notara con obviedad que había algo allí. Retrocedió para observar su obra… Ciertamente nadie pensaría que había algo fuera de lugar en ese punto; y contaba con ello. Para terminar  pateó la pared del lado derecho para que un poco de polvo y escombros cayeran sobre los ladrillos, dándole un buen detalle de abandono y descuido. Se volvió hacia Naruto y le entregó dos billetes, el se guardó dos también en el bolsillo trasero de su pantalón caqui y se alejó de allí.

   — Vamos, tenemos cosas que hacer. — Le dijo Kiba a Naruto mientras ambos se sacaban el papel periódico de entre los pliegues de su ropa y luego comenzaban a desentablar la puerta para poder salir del edificio. Quitaron una, dos, tres tablas de la parte inferior de la puerta para poder salir a rastras de la habitación, una vez fuera las colocaron de nuevo, solo para aparentar que aún estaban clavadas.  Bajaron por las escaleras y salieron a un nuevo y helado día en las calles.

   La vista era algo hermoso, toda la calle estaba salpicada de blanco, cubierta por una delgada capa de nieve. “Así que realmente fue una noche de nieve”, pensó Kiba con un poco de sorpresa.

   — Bueno, eso explica porque hacía tanto frio anoche. — Comentó Naruto con un poco tristeza en su voz porque sabía que, en algún lugar de la ciudad, había un nuevo cadáver que debería ser dispuesto con prontitud. Lo único que le quedaba era resignarse y sentirse feliz de que no fuera él, precisamente, quien hubiera muerto.

   — Así es. No parece mucha nieve, no deben ser más de cinco centímetros, el sol la derretirá en un rato. Vamos, Naruto,  veamos qué podemos hacer hoy.

   — ¿Nos separaremos de nuevo? — preguntó Naruto con un poco de temor en su voz, temor que su compañero compartía, ya que cuando se separaban, siempre existía el riesgo de no que uno de los dos no regresara. Pero no había otra opción… separados podían cubrir mas terreno y obtener más dinero.

   — Temo que si. — Se volvió para mirar a su compañero, recordando cómo habían compartido calor durante la noche; Naruto lo miraba con un poco de temor en sus ojos; y a él no le gustaba esa mirada — No me mires así… sabes que es lo mejor que podemos hacer. Sólo recuerda las reglas y todo saldrá bien. Nos volveremos a ver mas tarde, tenlo por seguro. Yo iré hacia el norte, ¿y tú?

   — Planeaba pasear por el centro… siempre hay chicos muy descuidados allí, así que creo que es un buen lugar. — Respondió el rubio con resignación.

   — Bien, entonces veámonos en el Monumento al Fuego que está en el centro a eso de las seis de la tarde, ¿te parece?

   — De acuerdo. — Ambos se perfilaron, listos para partir; pero antes de irse, Naruto se volvió rápidamente — Cuídate,  Kiba, aunque anoche lo dije en broma… si tu desapareces, no se qué podría hacer yo solo.  

   — Si que eres tonto… el que debería decir eso soy yo, tu eres mucho más impulsivo de lo que yo soy, ¿cierto? Preocúpate mas por ti. — Le respondió Kiba. — Nos vemos mas tarde.

   Y así, ambos enfilaron por la calle, en direcciones opuestas, encarando un nuevo día en su vida, preparándose para luchar contra las inclemencias de la naturaleza, y contra la maldad e indiferencia de su especie.

 

<><><> 

 

    A Naruto le gustaba escuchar las conversaciones de las personas sin que se dieran cuenta. Cuando notaba un pequeño grupo de jóvenes que se encontraban tranquilamente platicando en alguna banca o de pie en algún lugar, él gustaba de acercarse sigilosamente hasta un  punto donde no lo notaran(cosa extremadamente sencilla dada su posición social) y escuchar su plática. Tenía tanto tiempo haciéndolo que ya ni recordaba cuándo había comenzado, ni la razón de porqué había empezado. Incluso tenía sus tópicos favoritos: Exámenes, problemas con las relaciones amorosas, sexo,  y por sobre todas las cosas le encantaba escuchar cómo se sentaban a filosofar sobre lo difícil que estaba la situación económica. Ése último tópico siempre le provocaba una sonrisa… y es que si tenían tiempo para filosofar sobre lo dura que era la vida, era porque no tenían ni la más mínima idea de qué tan dura era realmente.

   En esos momentos se encontraba oculto por unos arbustos, recostado tranquilamente mientras escuchaba a un par de jóvenes discutir sobre dinero; uno de ellos, de barba incipiente había comenzado la discusión diciendo que él conocía lo difícil que era el día a día para las personas, y que por eso no le robaría a nadie, pues pensaba que aquellas personas a las que les quitaban el dinero sufrirían también. Naruto trató de ahogar una carcajada… Si ese joven pensaba así, era porque definitivamente nunca había pasado hambre durante dos semanas. Por como avanzaba la conversación, Naruto se dio cuenta de que debían ser de clase media alta; sus expresiones, sus ideas, todo le revelaba que, si bien tenían pocos lujos, en realidad nunca había sufrido realmente. Suspiró y se levantó. La conversación se había tornado aburrida y él ya había descansado lo suficiente. Había juntado poco  dinero, y a juzgar por la posición del sol debían ser ya las tres de la tarde; ya no había nieve en el piso, sólo algunos charcos que se habían formado al derretirse esta; quizás aún podría echarle mano a unos billetes más antes de verse con Kiba. Fue entonces, mientras caminaba que los vio a lo lejos, seis figuras oscuras en el horizonte. Al parecer ellos también lo habían visto porque lo señalaron y comenzaron a correr en su dirección. A juzgar por su ropa negra y de manga larga, eran miembros de Hebi.

   — ¡Maldita sea! — Dijo el rubio antes de echar a correr en dirección contraria a sus perseguidores.

   Atravesó el parque como una ráfaga, siempre mirando hacia atrás para asegurarse de estar a una buena distancia de las serpientes. Y a pesar de que ahora había sólo cuatro de los seis iniciales, estos le seguían el paso a la perfección. Se sentía cansado, sediento mientras corría para salvar su vida, ya que si Hebi lo atrapaba seguramente le cobrarían con intereses todo lo que les había robado anteriormente y como no les podría pagar, lo matarían (Corría el rumor de que uno de los muchos negocios ilegales de Hebi era la venta de órganos en el mercado negro). Atravesó una jardinera llena de rosas y salió del otro lado con la cara y las manos cubiertas de arañazos y la ropa rasgada por las espinas del rosal; pero sabía que eso le daría más tiempo, porque los  vanidosos miembros de la pandilla no se arriesgarían a llenarse de cortes sí podían alcanzarlo rodeando la jardinera… En realidad no era mucho tiempo el que había ganado, pero hasta dos o tres segundos bastarían para despistarlos. Miró sobre su hombro de nuevo y vio que su truco había funcionado, ¡los había dejado atrás!

   Lo que pasó en ese momento no estaba muy claro. Un momento estaba mirando sobre su hombro y al otro estaba tirado en el piso, totalmente aturdido y desorientado. Y no era el único: A su lado yacía también otra persona. Naruto sacudió su cabeza para aclarar sus ideas. Había… ¿chocado?

   — ¿Qué pasa contigo, maldito imbécil? — Le recriminó una extrañamente conocida voz. Naruto miró al dueño de la misma y una expresión de sorpresa apareció en su rostro. El rostro frente a él le pertenecía al mismo chico con el que había chocado el dia anterior. ¿Coincidencia? ¡Demasiada! Y al parecer  el otro joven también lo había reconocido.

   — Vaya, pero si es el mismo harapiento de ayer. — Dijo con fastidio mientras se ponía de pie. Naruto esperaba que el chico se diera la media vuelta y se alejara, dejándolo allí tirado a su suerte, o cuando menos que lo mirara con  desprecio como todos los demás; incluso se esperó que le escupiera (ya había pasado antes), pero lo que nunca se esperó fue que aquel joven de cabello negro y tez blanca le extendiera la mano, una mano de apariencia suave, con las uñas limpias y  recortadas a la perfección. Y se la estaba extendiendo a él, a un miserable, a un nada. — ¿Qué esperas, una invitación por escrito algo así? — Le espetó bruscamente el joven de cabellos negros. Naruto, aún incrédulo extendió su brazo y tomó su mano. El joven rubio se estremeció casi imperceptiblemente por una razón que ni siquiera él alcanzaba a conocer, había algo en ese contacto que le parecía extraño, mucho mas incluso que dormir abrazado con su mejor amigo. Notaba el calor de aquella mano de aspecto gélido, por un segundo incluso le pareció sentir el pulso del otro joven en su palma; también le pareció curioso el enorme contraste entre las dos extremidades: Una de ellas de piel blanca y suave, con uñas tan perfectamente recortadas que parecía que las hubiera trazado un arquitecto; en contraste con una de piel atrigada y llena de marcas de arañazos, rasposa y cubierta de tierra y polvo, con las uñas sucias e irregulares, plagadas de muescas por morderlas a diario. Parecía algo totalmente surreal. El chico de piel pálida tiró de él y lo ayudó a ponerse de pie. Se miraron a los ojos por un par de segundos.

   — El que tiene la cara sucia eres tú así que, ¿por qué me miras tan fijamente? Es raro.

  — Tú… ¿me estás viendo?

   — ¿Eres idiota? ¿Te crees un fantasma o una especie de Dios Errante?  Obviamente te veo, y no es una vista muy agradable, por cierto. Adios…

   —¡Espera! — Le llamó, tomando su muñeca y evitando que se fuera; confundido como estaba, lo único que alcanzó a decir fue: — ¿Por qué?

   No pudo decir más, tampoco era que tuviera tiempo ya que, detrás suyo, una voz muy irritada gritaba:

   — ¡Allí están los dos!  — Y los señalaban. Naruto tuvo que tomar una decisión, una decisión que tendría una enorme repercusión en su futuro, si cualquiera de los dos se quedaba allí, algo malo les pasaría; al parecer habían confundido al chico que estaba con él con Kiba… No hizo falta pensarlo mucho. Sin soltar la mano del chico, Naruto empezó a correr como si su vida dependiera de ello; y de hecho  así era, su vida y la de aquel extraño ahora estaba en sus sucias manos.

   — ¡¿Qué demonios crees que haces, idiota?! — Le gritó el pelinegro mientras era tirado por el chico. Tenía una fuerza considerable, debía admitir. Y muy profundamente en su interior, sintió miedo… cualquiera lo tendría si estuviera siendo secuestrado, ¿o no?

   — ¡Cállate y ven conmigo si quieres vivir!

   — ¿De qué…?

   — Si esos tipos nos alcanzan nos harán cosas muy malas… — Comenzaba a faltarle el aliento y eso lo aterró; si dejaba de correr, los alcanzarían. Pero estaban cerca, Naruto conocía esos rumbos, y sabía que no muy lejos de allí había un excelente lugar para esconderse, podrían perderlos de vista y salvar su pellejo. — Sé donde esconder… escondernos.

   — ¿Y por qué yo?

   — Te confundieron con un amigo mío. ¡Y ahora cállate y corre!

   — ¡¿Y a mí qué?! ¡Le diré que no tengo nada que ver contigo!

   — ¡Ya es tarde, ellos no escucharán! ¡TE repito que te calles y corras!

   El joven de cabello negro obedeció y siguió corriendo detrás de aquel chico rubio sin saber realmente por qué lo hacía. Había algo extraño en él… algo que le hacía recordar a alguien. Era una sensación curiosa.

   Finalmente Naruto tiró de él hacia una esquina y ambos entraron a un callejón, el rubio derrapó hasta que su cuerpo quedó paralelo al piso y rodo hacia la pared, cayendo dentro de un agujero rectangular apenas lo suficientemente grande para caber por el.

   — ¡Deprisa! — Le instó con un tono de voz alarmado. — Que no vean donde nos metimos, ¡entra!

   El joven extraño hizo caso a las palabras del rubio y tras recostarse en el piso, logró deslizarse dentro de aquel espacio. Y cayó sonoramente, golpeándose contra el piso de aquel improvisado escondite. Cuando pudo ver mejor se dio cuenta de que estaban en una especie de sótano abandonado; había telarañas allá donde mirara y  un claro olor a humedad y a salitre llenaba el ambiente. Ambos se alejaron de la ventana y se agacharon instintivamente para evitar ser vistos por accidente. Ambos jóvenes luchaban por recuperar su respiración, había sido una carrera larga e improvisada, así que sus músculos estaban bastante resentidos al igual que sus pulmones. Tras unos momentos, ambos consiguieron volver a respirar normalmente tras lo cual guardaron silencio unos minutos mientras aguzaban el oído para asegurarse de que sus persecutores no se acercaran demasiado. El tiempo pasó y tras quince largos minutos, ambos consideraron estar fuera de peligro.

  — Bien, parece que los perdimos — Suspiró el rubio aliviado.

   — Claro.

   — Lamento haberte acarreado a esto. No era mi intención, pero si los Hebi te hubieran agarrado luego de haberte visto conmigo, habrías terminado muy herido, o incluso muerto.

   — ¿Ellos eran miembros de la famosa pandilla  Hebi?

   — Si... y temo que no nado en buenos términos con ellos — Dijo el chico mientras se rascaba la nuca en señal de incomodidad. — Les he robado un par de veces así que supongo que están en su derecho de odiarme.

   — Si, cualquiera lo estaría.

   — ¡Oye! Yo les robo a ellos el dinero que ganan ilegalmente, eso no es algo malo, ¿no crees? — Preguntó el rubio a la defensiva.

   — Robar es robar, aunque te creas Robin Hood, no cambia el hecho de que eres un ladrón. — El tono de voz del joven era extrañamente neutro para las palabras que le estaba diciendo; no parecía una reprimenda, parecía más bien que estuviera leyendo algo escrito previamente.

   — ¿Quién es Robin Hood? — Preguntó honestamente el chico rubio. A lo que su acompañante sólo movió los ojos. ¿Qué podía esperar de un chico con su aspecto? — Ah… es cierto, no nos hemos presentado formalmente. Yo me llamo…

   — No es necesario que… — trató de interrumpir el extraño. El no creía necesario presentarse con alguien a quien esperaba jamás volver a ver; pero al parecer el rubio no pensaba lo mismo.

   — … Naruto. Sólo Naruto a secas. ¿Y qué hay de ti? — ante el prolongado silencio que siguió a su pregunta, el chico añadió en son de burla: — ¿No dijiste algo sobre los modales cuando nos conocimos?  Veo que en realidad el que no tiene modales eres tú.

   — ¡Cállate! — le respondió el chico con el orgullo herido. — Me llamo Sasuke, Uchiha Sasuke. Es un placer conocerte, Naruto.

   El rubio sonrió ante la presentación del joven. Más que nada por hacerlo rabiar un poco y se dio cuenta de que había algo raro alrededor de aquel joven, algo que parecía hacer que se fijara irremediablemente en él.  No reparó realmente en el significado del apellido del joven, el cual seguramente en un futuro cercano les acarrearía muchos y muy variados problemas… porque desde ese momento, y sin que lo supieran, sus vidas se habían entrelazado para siempre.

   — Oye… ¿cómo se supone que salgamos de aquí? — Preguntó Sasuke con un poco de hastío en la voz. Se sentía irritado por todo lo que acababa de pasar. Pero se sintió mil veces más irritado cuando Naruto le respondió, con la sinceridad y sonrisa típicas de un idiota:

   — No tengo la más mínima idea.

 

>>> Continuara.

   

Notas finales:

   ¿Y bien? ¿Qué les pareció? En lo personal creo que  no me quedó tan bien, pero lo solucionare en los capitulos subsecuentes. Prometo unas escenas picantes para el próximo capitulo... espero que ésto no les haya parecido demasiado aburrido.

   Sin más muchas gracias a las personas que se tomaron la molestia de dejar review, me animan a seguir con esta labor.

 

    Nos vemos la próxima semana! Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).