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Caramelo por Penny Lane

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Notas del fanfic:

No es explicito, los qe lean por el lemon, no se esperen descripcion grafica,

“..All you've gotta do is baby kick off your shoes and lay down.
Climb up here with me and let's forget about sleep, and lay down.

Why hide your face from me?
Why turn away?..”

 

The Bluetones – Sleazy Bed Track

 

 

La lluvia desgarraba el cielo cortando el negro platino, dejando paso a un mar escondido entre mallas grises.. Goteando de forma rítmica en la tierra. Olía a vidrio y tierra mojada, a suspiros mudos, a ese perfume con olor a caramelo que a veces usaba por que se parecía a ti. 

Era de noche, era una hora decadente y en la oscuridad del cuarto la luz tenue de la lámpara y ese perfume disimulaba el olor a cigarrillo y la nube tenue que se filtraba de mis labios. No habíamos hablado desde hacía un tiempo, tal vez dos semanas, los exámenes de la universidad me tenían congestionada, acida y fuera de serie. El cocktail estaba derramado y mi especial conglomerado estaba por suicidarse en masa. Era la segunda caja de esa noche y todo estaba por empezar.

Eran cerca de las 2am, una memoria sin recuerdos se cambiaba el corazón en la pantalla deshuesada cuando decidí por culpa de la imagen azul entre otros, salir bajo la lluvia a pensar un rato. Sentí mi cabello negro humedecer, la lluvia quebraba el suelo rápidamente partiendo las nubes, las calles, desgarrando las aceras. Tiré el cigarro y empecé a mascar unos caramelos de menta suaves, sin ver números en las hojas ya no quería fumar. Empecé a jugar con las puntas empapadas de mi cabello, bajo la noche estaba más negro, mas aun qué mis ojos. La luna estaba llena y tapada por las nubes, dejando escapar rayos indecisos, como un árbol bajo el sol, con esos astros de luces perdidos como piscinas plateadas que se desfiguraban al llegar a la tierra, como una mancha o una enfermedad. Habían escrito tu nombre en el suelo de forma abstracta, tal vez llamando un espejismo, tú apareciste como una sombra nueva en el cuadro, hecha en plumilla, casi efímera.

No estaba allí viendo, era espectadora de cómo mi cuerpo mojado se movía hacia dónde estabas, como te apretaba a mi humedeciendo tu abrigo, estabas tibia y yo congelada. Parecías una brasa encendida. Me quemabas, me ardías en la piel y en los huesos húmedos.. En los pulmones, la sangre, en el alma, todo se llenaba de olor a caramelo, de la poca piel que se pasaba de mi cara a mis ojos, a mis mejillas, a mis manos. Tus manos. Tú estabas allí, eras real y había dejado de ser una tercera en el cuadro, podía sentirte sin necesidad de soñar. Ya no estabas dibujada en plumilla, ya no tenía que tejer las palabras para buscar las oraciones innecesarias. Me acompañaste a casa mientras me cubrías ligeramente con el paraguas, quería mojarme y me había adelantado.

La puerta seguía abierta desde que había salido, te acompañe a dejar tus cosas mientras iba a preparar algo caliente, no hablamos demasiado, no estaba demasiado parlante, las palabras sobraban, todo sonido podría haber destrozado la magia del momento, la lluvia, la sorpresa y el olor a caramelo. Había hecho chocolate para ti, me gustaba el frio, sentirme fría, sentía que me quemabas mas.

Subí lentamente al cuarto fijando mi vista en la luz tenue que se escapaba de la ranura de la puerta, los posos de luz entre las sombras animales de la casa hacían ruidos de voces en mis pasos. Estaba nerviosa. Entre con los ojos cerrados, tomaste el chocolate apenas, sentí tu reserva en el tacto y algo húmedo en el aire, abrí los ojos soltando un poco mi propia tensión, te estabas cambiando, el frío y la humedad habían podido contigo. Estabas roja, solo me tendí en la cama para darte tu tiempo, aun estaba mojada y fría.

Sentí tu peso sobre el mío justo después de cerrar los ojos.

Me sacaste la playera húmeda, soltabas el pantalón que ya estaba pegado al cuerpo, me desordenabas el cabello entre las almohadas, me parece que tenías puesto encaje, no lo sé, mis manos se treparon en tu espalda tibia, enfriándote, te arqueabas mientras me fijaba en tu anatomía, temblabas a ratos, yo estaba fría. Estaba tan cerca de ti que no podía verte, nos buscábamos en un ritmo urgente, yo buscaba tus pozos, pasaba mis dedos como hielos por tu cintura, tu vientre, tu espalda, impaciente. Tú te deslizabas a mi ritmo, me trepabas, me envolvías con tus piernas, me decías te amo con tus labios sobre los míos. Me perdía en un quemante abismo sola, solo para volver a resucitar contigo incendiando la nieve que se escurría en mi piel, solo para verte de nuevo entre el desorden de las sábanas abrazada a mí. Te apartaba el cabello desordenado del rostro. A veces me penetrabas con tus ojos, un espacio profundo en dos pozos sin color.. La manta te bajaba delicadamente por el hombro mientras la noche apenas empezaba.

Tal vez pensaba como una tercera en ese cuadro, ese oleó donde yo estaba dibujada y al mismo tiempo era observadora, parecía un comienzo de una existencia, un nacimiento, todo lo vivido y por vivir, todos los tiempos juntos, sin principio ni fin. Desde cierta distancia miraba aquel cuadro, oculta en la penumbra. Sé que estoy contigo, pero también observo desde afuera. Conozco en esa habitación las paredes blancas llenas de susurros y voces muertas, conozco el techo viejo de madera, conozco esa tela donde apenas la escena empieza como un cuadro serpia. Yo estoy allí y también fuera, en otro tiempo de mi conciencia. Apenas en la imagen la pareja brilla húmeda, Con una sonrisa placida en sus bocas, con esa luz tenue que se perdía en sus senos y sus piernas en el mismo ángulo espectral. Así te veo. Así nos veo, en un lienzo invulnerable al deterioro del mal tiempo.

Sin darme cuenta, el olor a caramelo ya no estaba.

Las piscinas de luz tenue se habían apagado con la luz del sol. Tú ya no estabas a mi lado, pero aun estaba tu peso en el aire, tu presencia, y un poco de ese olor a caramelo que se parecía tanto a ti. Baje las escaleras sin hacer ruido, buscándote, buscando una señal de tu presencia real, deseando no haber soñado.

Allí estabas en la puerta.

Me acerque sin hacer ruido, mientras observaba algunas lágrimas gotear al suelo como velas rota caídas al mar, así como estatuas imperturbables, como sueños que se rompen lejos en los corales. El cuadro serpia se había quedado guardado en un rincón con una lona, aun era la plumilla de la historia la misma que dibujaba tus lagrimas. Te ibas, habías dicho, yo apenas escuchando, sin entender los motivos, tal vez por ira y entrega o solo por partida, aun no entendía el idioma que hablabas, ni el desconcierto. Aparecías como un espectro bajo la luz del sol, borrosa a mis ojos que te buscaban sin poder ver bien siguiendo tu paso, buscando en los rincones de su memoria alguna silaba de ese idioma olvidado que usabas para irte. Mi boca sabia a caramelos y mi piel tenia toques sutiles de ese perfume.

Ese perfume que parece caramelo. Es el que se parece a ti.

Notas finales:

gracias por leer.


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