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¿Oportunidad? por Nishimura

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Notas del fanfic:

Fan Fic de the GazettE, espero que les guste

Notas del capitulo:

Capítulo único

 

Uno, dos, tres… fueron los golpecitos entre la baqueta y el platillo de la batería. A menos de un metro me encontraba yo, con un cigarrillo recién encendido comenzando a llenar mi cuerpo con nicotina, a modo de empezar el día. Me preguntaba ¿Desde cuándo se me había hecho rutina comenzar así cada mañana? ¿Una semana?, ¿dos?, ¿un mes? Ya había perdido la cuenta de mis actos.

La melodía que producían los instrumentos en su conjunto me avisó que ya era hora de que la voz saliera de mi garganta y comenzara a entonar las primeras notas:

Puerco empapado en la sopa del crimen.

Es el dolor del niño al que asesinaste.

Ódiate.

 

Me admiraba la inercia en la que ya me encontraba sumergido, las palabras salían solas desde mi garganta, saltándose el paso previo del recuerdo para ser entonada.

En el laberinto infinito…

¿Por qué sigues respirando?

 

¿Por qué sigo respirando?, esa era una buena pregunta, ¿Hace cuánto que no ofrecía una plegaria de agradecimiento al despertar cada mañana? Quizás era un tiempo similar desde que volví a fumar, mis recuerdos eran escasos, cada vez menores como si comenzara a sufrir de Alzheimer, pero yo sabía que no era así, aun recordaba muchas cosas como para padecer de aquello.

 

No sé ni cuándo, ni desde cuándo miraba el techo, ni por qué sentí un fuerte azote de mi cabeza contra algo muy duro, mi mano izquierda palpaba una superficie plana, mientras la otra aun sostenía aquel cigarrillo consumido hasta la mitad. Vi algunos pares de ojos mirándome con un deje de preocupación, pero ¿por qué están tan lejanos?, veía sus labios moverse, pero no podía escuchar nada, mis ojos se volvían pesados, cerrándose lentamente, mientras una bocanada de humo cargado a tabaco salía silenciosamente de mi boca…

 

 

 

 

 

Mis ojos se abrían pesadamente, un techo blanco fue lo primero que vi, miré hacia un costado de forma en que el tubo incandescente no me encandilara de forma molesta, vi a un joven en una camilla, en su mano derecha tenía un cubo de esos que tienen distintos colores y tienes que formar caras de un solo color. El chico al percatarse de que había movimiento en la cama de al lado, me miró y con una sonrisa en sus labios comenzó a buscar el botón que llamaba a una enfermera, lo apretó a tientas y unos minutos más tarde llego una enfermera bajita, de largos cabellos castaños y de finas facciones. Revisó mi pulso, mi lengua y preguntó si me dolía algo, ahora que me preguntaba pude notar un ligero dolor en mi cabeza, trate de incorporarme un poco, pero mi cabeza al notar movimiento acentúo el dolor, haciéndome desertar de la idea en pocos segundos.

 

Cuando el doctor llegó me hizo unas preguntas rutinarias y unas no tanto, dando como diagnóstico final un stress severo, me recetó unas buenas vacaciones y unas pastillitas de nombre extraño que por su puesto no pude memorizar y que en unos días ya podría marcharme de ahí, cuando ya la herida que me había hecho al golpearme la cabeza cuando me desvanecí, estuviera ya con un buen avance de cicatrización y ya no hubiera riesgo de infección.

 

Los días pasaron, creo que fueron 3, me sentía un tanto más relajado, pero sin ganas de volver a mi rutina habitual. Comencé a recordar cosas, pues mi tiempo libre era extenso, agregando el hecho de que no había recibido ninguna visita, en conclusión no tenía mayor cosa por hacer. Recordé algunos sucesos, como el hecho de que me había vuelto muy solitario, es por eso que no era de extrañar que me encontrara sin un ser que se preocupara de mi. También recordé que mi perro, mi querido Koron-chan llevaba ya varios días sin comer, pobre de él, tan solo espero que pueda aguantar todo este tiempo en mi ausencia y por último un recuerdo fugaz se cruzó ante mis ojos, aquellos días de Instituto en que Akira, Takashima y yo pasábamos tan buenos momentos juntos. Una lágrima quiso resbalarse de mi ojo derecho, pero antes de que ocurriera ya me estaba incorporando de la cama, hoy era mi día de alta.

 

No había decidido completamente que haría de hoy en adelante, la idea de comenzar una nueva vida lejos de aquí, en un lugar que nadie supiera quién soy era muy tentador, pero a la vez solitario y ya no deseaba mas soledad, esta maldita agonía que estaba sintiendo en estos momentos era su culpa y si no hacía algo contra ella me terminaría consumiendo.

 

Me sacó de mis pensamientos un pequeño pero agudo gritito de una chica con la que compartía la sala común, una nueva persona había llegado y estaba causando un poco de alboroto entre los pacientes. No le tomé atención hasta que sentí una presencia a mi lado y vi unos zapatos negros.

 

-          ¿Cómo te sientes Matsumoto-san? –esa voz la reconocí al instante-

 

-          Shiroyama-san no le esperaba –respondí con el mismo respeto con el que él me trataba, me acaba de dar cuenta que a pesar de los años en que habíamos sido compañeros de banda aun había una larga línea que nos separaba, dejándonos como unos desconocidos- ya me encuentro mejor.

 

-          Pensé que quizás necesitarías ayuda para volver a casa, espero no molestarte.

 

-          Claro que no –subí mi vista y le miré a la cara, él sonreía-

 

-          Toma –me estiró un bolsito que traía entre sus manos- es un poco de ropa, espero haber acertado con la talla.

 

-          Gracias –dije tímidamente, mientras lo tomaba entre mis manos y me dirigía al baño para poder cambiarme, realmente esta ropa de hospital me hacía sentir enfermo.

 

Me vestí pausadamente, sin apuros, lavé mi cara y peiné un poco mi desordenado cabello con un cepillo para el cabello que Aoi había puesto para mí, seguí hurgando entre el bolso por si había algo que no había visto, revisé cada uno de los compartimientos encontrando distintos accesorios que uno tiende a pasar desapercibidos, pero no pueden dejar de ser vitales. Terminé encontrando en el último bolsillo que revisé una fragancia francesa de exquisito aroma, no sabía bien el motivo de por qué había dejado ese compartimiento hasta el último siendo que estaba muy encima, pero no me arrepentía, había obtenido un muy buen premio por la espera. Rocié un poco de aquella fragancia en mi cuello y parte de mi torso, para luego guardarla y salir del baño.

Cuando salí vi como Aoi tenía mis pocas pertenencias ordenadas en una cama ya sin sábanas y con tan solo el cubrecama doblado a los pies y la almohada en la cabecera, guardamos todo y salimos del hospital.

 

Me llevó a casa en su auto, me preparó algo de comer mientras yo atendía a mi hambriento Koron que me saltaba con mucho entusiasmo. Almorzamos mientras me ponía un poco al corriente de lo que había pasado, mi ausencia había paralizado todas las actividades de la banda y todos andaban corriendo de allá para acá en busca de una solución, buscando la causa de por qué ocurría esto, entre muchas otras interrogantes, querían trasladarme a un mejor lugar, pero el médico les había dicho que tan solo era un cuadro de stress y que con un descanso estaría como nuevo.

 

Así transcurrió la tarde y era hora de que Aoi se marchara, lo fui a dejar a la puerta, pero antes de que se fuera debía agradecerle todo lo que había hecho por mí, así que en un acto no predeterminado tomé su mano entre las mías y apenado le dije:

 

-          Gracias Yuu, gracias por estar ahí cuando lo necesité.

 

Vi en su rostro la sorpresa, claramente no se lo esperaba, pero su respuesta tampoco me la esperaba yo, sus brazos rodeándome como si de dos amantes nos tratáramos  y me respondió:

 

-          Cuando te sientas mal no dudes en llamarme.

 

Y dicho esto se puso en marcha rumbo a su hogar, mientras a mi me dejaba con un agradable sentimiento, quizás, tan solo quizás la vida me esté dando una nueva oportunidad.

 

FIN.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Se aceptan comentarios y críticas constructivas.


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