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Confused Destiny por Sweet Happiness

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 Todo comenzó aquel oscuro día de mi vida.


 Mis ánimos estaban por los suelos, ese día me levanté y simplemente sentí que no sería el mejor. El departamento estaba hecho un desastre. Ropa sucia, basura por todos lados, la cama sin hacer y los platos sin lavar. Todo porque me sentía mal.


 Eran cerca de las 23:00 hrs. cuando Tora llegó. Vio el desorden y se encolerizó. Dejó sus cosas en el suelo y de inmediato comenzó a ordenar todo mientras me regañaba.


- Es fantástico, realmente fantástico. Me paso todo el día de pie vigilando que nadie robe, saludando cortésmente a los clientes sin recibir una respuesta decente, matándome por un sueldo miserable. Lo único que deseo al final del día es llegar a  mi hogar a descansar. Pero no. Debo llegar a ordenar todo el desastre que tienes aquí. ¿Qué tan complicado puede ser lavar un par de platos y poner todo en su lugar? Al parecer tus responsabilidades son más tediosas que mi trabajo.


 No tenía ganas de escuchar sus tonterías, obviamente lo que decía era verdad, pero no se preocupaba de mí aun con lo notorio de la tristeza que me embargaba.


- ¡Nao! - lo miré fastidiado, lo único que deseaba era que se callara de una buena vez - Creo que no te das cuenta de la complicada situación en la que nos encontramos. El dinero ya no alcanza y me estoy esforzando para que ambos tengamos algo que comer - sus palabras no denotaban preocupación sino ira

- Lo sé - respondí seco

- Pues entonces te pido que no te la pases des...


 El sonido del teléfono interrumpió sus palabras y algo molesto se dirigió a contestar.


- ¿Aló? ¡Taka! ¡Que gusto hablar contigo!


 ¿Por qué mierda tenía que ponerse tan contento cuando otros le llamaban? Yo, que era su novio, no recibía ni el más mínimo afecto de su parte. Conmigo sólo descargaba su ira y frustraciones, ya ni podía recordar la última vez que habíamos hecho el amor.


- Ok, espero que podamos hablar nuevamente ¡Cuídate, que estés bien!


 Colocó el auricular en su lugar y su mirada llena de enojo volvió a posarse en mí.


- No creas que olvidé de lo que estábamos hablando


¿Hablando? ¿Estábamos hablando? Aquello me sacó de mis casillas. Ya no me quedaría en silencio como un niño que es regañado por su madre.


- Dime, ¿Qué diablos es lo que tú entiendes por "hablar"? Desde que llegaste no ha sido más que un monólogo por parte tuya, no he hecho más que recibir tus duras palabras

- ¿Y qué más quieres? Yo soy quien trabaja aquí, sólo yo hago un esfuerzo por mantener este lugar

- ¿No fuiste tú quien lo dijo? "Nos encontramos en una complicada situación" Si no fuese tan complicada yo ya estaría trabajando, pero ¿sabes qué? Aún cuando he buscado no he podido conseguir un empleo

- Eso es porque no has buscado bien. Me vi obligado a aceptar el primer empleo que me ofrecieron ya que estaba desesperado, por poco nos quitan el departamento. A ti te da lo mismo que yo me mate trabajando como guardia

- Ya no quiero escuchar más de tu mierda - me levanté del sofá y tomando mis zapatillas, pasé por su lado sin mirarlo.


 Bajé al primer piso y al salir a la calle detuve al primer autobús que vi pasar. Pagué con unas cuantas monedas sueltas que tenía en mis bolsillos y tomé asiento junto a una ventana.


 Miré melancólicamente por ella, recordando tiempos mejores en los que todo lucía bien para ambos.


 No me di cuenta de cómo pasó el tiempo, en el autobús quedaban dos personas que tenían la intención de bajarse en la próxima parada.


 Siempre he tenido miedo de quedarme solo en un autobús junto al chofer, uno nunca sabe con quien está tratando y nada sorprendente sería terminar en manos de un maniático. Por ello decidí bajar junto a esa pareja y acabé en un sitio bastante agradable.


 Las casas eran grandes y parecían nuevas, el césped estaba verde y parejo. Un área residencial lujosa y muy bonita.


 Comencé a caminar sin prestarle mucha atención a mi entorno. Mi relación con Tora definitivamente no estaba bien. Lo que antes nos unía parecía haberse extinguido como por arte de magia.


 Ya ni sabía que hacer, y me percaté de que a medida que tenía esos pensamientos vagos había terminado caminando más de la cuenta. En aquel momento me encontraba en un parque desconocido. Palmeé mis bolsillos sin escuchar sonido alguno. Los revisé y no había nada de dinero en ellos.


 Suspiré y tomé asiento en una de las bancas. No podía al menos hacer una llamada ya que me había dejado el móvil en el departamento. Hacía frío, comencé a tiritar.


- ¡Hey cariño! ¿cuánto cobras?


 Levanté la mirada y vi a un hombre que me observaba lujuriosamente desde un suntuoso auto negro.


 Advertí que el conjunto que traía puesto no era el más apropiado para andar en la calle. Llevaba puestos unos shorts muy cortos y apretados y una polera. Claro, había sido la ropa que había escogido para pasar el día completo en mi hogar, jamás pensé en salir tan precipitadamente del departamento.


- Te equivocas conmigo si crees que soy de esos - respondí ofendido

- Vamos, te pagaré bien - me dijo con una sonrisa altanera mientras me mostraba un fajo de billetes


 Creo que nunca había visto tal cantidad de dinero en manos de alguien. Dinero, eso era lo que nos impedía a mí y a Tora proseguir como pareja. Vi en aquella oferta la solución a todos mis problemas, y no pensé siquiera en el remordimiento que luego sentiría debido a que estaba enfadado. Además, aquel chico no estaba nada mal. Era atractivo, joven y adinerado.


- ¿Hablas en serio? - pregunté interesado

- Por supuesto. Ven, sube - dijo y abrió la puerta del copiloto.


 Vacilé unos instantes pero acabé aceptando su propuesta.


 Durante el viaje su mano se mantuvo en mi muslo, acariciándolo libidinosamente. En respuesta, yo le sonreía nervioso, nunca antes me había encontrado en una situación parecida.


 Estacionó en una casa muy bonita, deseé tener un lugar así para vivir junto a mi novio.


 Me tomó de la mano y me arrastró a su habitación. Se recostó sobre la cama y me miró.


- ¿Te quedarás ahí parado toda la noche?

- Es que yo...

- De seguro que es la primera vez que haces algo como esto, se nota por lo inquieto que estabas en el auto. No te preocupes, no seré malo contigo, sin embargo estoy pagando por tus servicios, tú debes ser quien me proporcione placer

- Está bien - contesté resignado


 Me subí a la cama y me posicioné entre sus piernas. Mi corazón latía rápidamente, tenía un poco de miedo. Para tranquilizarme comencé a pensar en que ya había tenido sexo en ocasiones anteriores, que ya me era común hacerlo con un hombre. Y eso era cierto.


 Con un poco más de confianza observé sus labios, eran rojos y carnosos. Hice que dejara esa altanera sonrisa de lado, atrapé sus labios con los míos y lo besé desesperadamente. Introduje mi lengua en su boca y jugué con ella. Sus manos se colaron bajo mi ropa y comenzó a acariciar mi piel.


 Cuando ya se hubo terminado el aire me separé bruscamente de él. Lo miré y sonreí, lucía agotado y eso que recién habíamos empezado. Me sentí acalorado, así que sin nada de delicadeza me quité la playera. Lamí el lóbulo de su oreja y suspiré junto a su oído.


- ¿Te cuento algo? Me encanta que giman mi nombre - susurró

- ¿Podría tener el placer de conocer tu nombre? - pregunté

- Ruki. ¿Y el tuyo?

- Mi nombre no tiene importancia - respondí


 Desabroché los botones de su camisa y su nívea piel quedó al descubierto. Sus ojos brillaban por el deseo, lucía tan apetitoso.


 Mordisqueé una de sus tetillas, ante ello profirió un gemido que no hizo más que calentarme. Sentí que estaba disfrutando demasiado aquella situación, mas me era inevitable.


 Me quité los shorts y la ropa interior, fue fascinante el ver como se relamía los labios ante mi desnudez.


- Eres tan sexy


 No pude hacer nada más que sonreír.


 Caí en cuenta de que las cosas iban demasiado lento. Con un poco de brusquedad lo despojé de sus ropas, dejándolo en las mismas condiciones que yo. Su miembro semierecto reclamaba atención y yo estaba dispuesto a dársela.


 Lamí los dedos de una de mis manos y la puse entorno al miembro de Ruki. Comencé a subirla y a bajarla, repitiendo aquel accionar incontables veces. Ruki se deshacía en gemidos nadas discretos y su mirada suplicante se encontró con la mía.


- No me lo voy a meter a la boca - le advertí

- ¡Amm! Lo sé

- Tienes preservativos, ¿cierto?

- S-sí

- ¿Dónde?

- En ¡ahh! el armario que ¡mm!


 Dejé de masturbarlo ya que debido al placer casi ni podía articular correctamente las palabras. Sabía bien que mientras no le colocara el preservativo no podríamos continuar.


- ¿Cómo decías?

- En aquel armario, en un pequeño cofre de madera


 Seguí sus indicaciones y encontré un paquete nuevo de preservativos. Saqué uno de ellos y la cajita la deposité sobre el tocador.


- Dejaré aquí el resto - le dije - Dime, ¿en realidad esta es tu habitación?

- No, la verdad es que esta es la casa de mis padres. Se fueron de viaje y me pidieron que por favor cuidase de esta casa

- Entonces, ¿lo haremos en la cama de tus padres con los preservativos que ellos han comprado? - hice una mueca extraña

- Sí - sonrió

- Eses un sinvergüenza - reí llevándome una mano a la cabeza, todo aquello era insólito


 Me dejé de tonterías y de una vez por todas le coloqué el preservativo. Me posicioné a horcajadas sobre él y poniendo la punta de su miembro en mi entrada bajé lentamente mis caderas. Me mordí el labio evitando así el jadear por el dolor. Desearía haberme preparado previamente, sin embargo era obvio que Ruki no lo quería así.


 Con delicadeza moví mis caderas sintiendo la primera estocada. Apreté con fuerzas las sábanas, el miembro de Ruki era tan grande cómo el de Tora y dolía un montón. Moví nuevamente las caderas, soportando mejor el dolor al sentir como Ruki me masturbaba. Lo miré agradecido y me sonrió. Seguí moviéndome sobre él, el dolor fue acompañado por el placer y me puse a gemir cada vez más alto.


- ¡Ahh Ruki! La tienes tan grande ¡Mmm! Dame, dame más fuerte ¡Ngh!

- ¡Ahhh! Tu cuerpo es fantástico - sonrió


 Dejó mi miembro de lado y con sus cálidas manos acarició mi torso. Acerqué mis labios a los suyos y lo bese, para luego mordisquear con cuidado su labio inferior. Las embestidas se volvieron frenéticas, y casi al mismo tiempo nos corrimos. Caí exhausto sobre su pecho mientras intentaba normalizar mi respiración.


- Gracias - me susurró al oído

- No es nada - le respondí sacando su miembro de mi interior - Debo volver

- Quédate hasta mañana

- ¿Qué dices? - me incorporé para poder mirar su rostro

- Hay una habitación de huéspedes disponibles. No es seguro que te vayas a estas horas, y menos con semejante cantidad de dinero en tus bolsillos

- Tienes razón pero, ¿es lo correcto?

- ¿Qué importa? Mira, date una ducha, te acuestas y por la mañana te vas, ¿sí?

-  Está bien - acepté


 Él me ayudó a preparar el baño y esperó pacientemente afuera. Después del sexo Ruki se comportó muy bien conmigo. Fue amable, tal como si fuese mi amigo y no un hombre que pagó por sexo. Me llevó a una linda habitación. La cama era cómoda y me dormí casi al instante.


 Por la mañana, los rayos del Sol que me llegaban directo a la cara provocaron que me despertara. Sobre el velador advertí una notita junto a una billetera.


No sé tu nombre, así que no estoy seguro de cómo debo llamarte.
En la billetera te he dejado el dinero que acordamos te pagaría.
Tuve que irme al trabajo y al verte dormir tan plácidamente no tuve el valor de despertarte.
Siéntete con el derecho de pedirle a Himeko, la empleada, cualquier cosa que desees por desayuno. Si tiene una virtud es que es discreta, no te dirá nada.
Muchas Gracias por tus servicios, eres fantástico. Te dejo mi número en caso de que quieras volver a repetirlo, no me molestará tener que pagarte nuevamente. Que estés bien...

 Ruki


Sonreí pensando que me encantaría tener un novio así, claro, con excepción del hecho de que le pague a personas por sexo. En aquel momento se me vino a la mente el  recuerdo de Tora. Sentí un leve remordimiento, pero al revisar la billetera se esfumó casi por completo.


 Fui a la cocina y me encontré con Himeko. Me preparó un delicioso desayuno, y tal como lo dijo Ruki, no preguntó o comentó nada. Luego, le pedí indicaciones para llegar a mi casa. Me respondió amablemente y llamó a un taxi. Le di las gracias y me despedí, no sabía si volvería a verla, tenía que pensar si había alguna posibilidad de vender nuevamente mi cuerpo.


 Mientras iba en el taxi medité. Tenía razones más que suficientes para prostituirme. Por un lado, el dinero ya no sería problema y aquello inevitablemente causaría que mi relación con Tora mejorara. Sí, parecía ser un buen trabajo. Tan sólo debía fijar ciertas condiciones y ya estaba, conseguiría un empleo perfecto. Ocuparía las noches para ganar dinero y le mentiría a Tora. Después de todo, aún era mi novio y lo seguía amando.


 Al llegar a mi departamento iba a golpear, pero recordé que Tora a esa hora trabajaba. Revisé bajo el tapete y saqué la copia de la llave que dejábamos ahí. Abrí y me sorprendí al ver a Tora recostado en el sillón.


- Regresaste - me dijo

- Sí - oculté la billetera tras de mí y fui al baño. La escondí detrás del lavabo y volví a la sala. Tora estaba de pie. Se me acercó y me estrechó entre sus brazos

- Pensé que te había pasado algo, estaba preocupado


 Mi pecho se oprimió y prácticamente tuve que contener las lágrimas.


- Estoy bien


 Me tomó del rostro y me besó suavemente. Me aferré a su polera, tenía miedo de ponerme a llorar, sentí la culpa inundarme por completo. No debía contarle nada de lo sucedido. Debía ser fuerte, si cedía ante el remordimiento terminaríamos y mi situación económica llegaría a ser peor.


- Conseguí un trabajo

- ¿De verdad?


 Asentí moviendo mi cabeza.


- ¡Eso es genial! - sonrió - Te felicito, estoy orgulloso de ti. Y, ¿en qué trabajarás?

- En una tienda abierta las 24 horas. Tendré el turno de noche, comenzaré mañana

- Fantástico. ¿Dónde queda?

- Es un poco alejado. Sé como llegar, pero desconozco la dirección - mentí

- Eres un tonto - besó mi mejilla

- ¿Y por qué estás aquí? ¿No deberías estar trabajando? - intenté cambiar el rumbo de la conversación

- Ayer me asignaron el turno de noche. También comienzo mañana

- Es curioso, ¿no? Tendremos todo el día para estar juntos, sin embargo por las noches tendremos que trabajar

- Se me hace un poco triste - acarició mi rostro - Nao

- ¿Sí?

- Te amo

- Yo también te amo

 
 El tiempo fue pasando. Cuando llegaba la noche cada uno partía a su trabajo. Se me ocurrió la brillante idea de ir a clubes nocturnos a los que concurría gente rica. No me era difícil conseguir un cliente por noche. Conocí una variedad de hombres, algunos tenían unas costumbres algo extrañas pero siempre cumplían mis reglas. Sólo lo hice dos veces más con Ruki. Nos alejamos ya que los dos pensábamos que si nos seguíamos acostando, aún cuando me pagara, no se trataría más de un negocio sino de una relación.


 Cuando llegaba el día de la paga de Tora, tal como era costumbre, dejaba el sobre sellado sobre la mesita de centro. Yo, sin que se diera cuenta, lo tomaba y ponía un poco más de dinero en él. Se sentía feliz cada vez que contaba el dinero y veía que había ganado más que antes. Siempre me decía que de seguro sus superiores se habían dado cuenta de el buen trabajo que hacía, y que por ello lo estaban recompensando. Yo le sonreía y le daba la razón. Gracias al dinero pudimos mudarnos del departamento a otro en una mejor área.


 Durante el transcurso del tiempo Tora se volvió desconfiado sin explicación alguna. Muchas veces intentó convencerme de que le dejara pasar a buscarme al trabajo, pero yo no se lo permití. Por supuesto, la famosa tienda de 24 horas en la que trabajaba no existía, y no podía confesarle que me prostituía. A diferencia de cómo lo pensé en un principio, yo y Tora nos distanciamos cada vez más. Nuestros encuentros sexuales eran escasos, y aquellos momentos carecían de todo sentimiento. Comencé a temer cuando dijo que mi cuerpo ya no se sentía igual.


 Fueron seis meses después de mi primer encuentro con Ruki cuando Tora me confrontó.


- Eres un mentiroso - me dijo dolido

- ¿De qué mierda hablas? - no estaba para sus estupideces

- ¿Crees que soy tonto? ¿En qué trabajas?

- Ya te lo dije, no tengo idea de lo que hablas - me hice el desinteresado y seguí leyendo el periódico

- Le comenté a un compañero de trabajo que me habían aumentado el sueldo. Ambos trabajamos por igual, y no entendimos cuando nos dimos cuenta de que a él le pagaban mucho menos. Fuimos a preguntarle a nuestro jefe y nos respondió el sueldo de ambos era el mismo y que jamás habían acordado pagarme más


 Guardé silencio intentando mantener la compostura.


- Tú lo haces, ¿verdad? Tú pones dinero en el sobre

- No es así

- Te pagan más de lo que me has dicho, ¿no? Tomas el dinero que te dan y lo pones en el sobre, engañándome para que piense que mi esfuerzo ha sido recompensado. Me tratas como si fuera un idiota

- Vamos Tora, si no quieres que te trate como a un idiota no te comportes como uno. No me pagan tanto como para hacer eso, tus suposiciones son erróneas

- Dime donde queda la tienda - me ordenó, se estaba exasperando

- No quiero decírtelo

- ¿Por qué?

- ¡Cállate! - me levanté y me puse a temblar, no podía responderle  - Mientras traiga dinero todo bien, ¿sí?

- No es suficiente. Yo no estoy junto a ti por el dinero, estoy junto a ti por la persona que eres y tengo la necesidad de saber todo sobre ti

- Si supieras toda la verdad me odiarías - le dije,  sentí que confesaría todo si continuaba siendo presionado

- Necesito que seas sincero conmigo

- No puedo darte respuestas - me puse a llorar, mi engaño había sido descubierto de la manera más tonta. No quería más problemas, así que tomé una desición.


  Me dirigí al dormitorio y guardé rápidamente todo lo que cabía en un bolso. Tomé algo de dinero y sin decir nada me largué.


 Tora no me siguió, seguramente ya no le importaba y todo había terminado para nosotros. Supuse que así estaría bien, ya le había causado demasiado sufrimiento durante todos los años en los que estuvimos juntos.


 Vagando por las calles, sintiendo una opresión en mi pecho y deseos de vomitar. Nunca lo hice, era la típica sensación que sentía cada vez que algo iba mal. Era como si con la acción de vomitar desecharía todo lo malo, sin embargo esperar a algo que nunca pasaría era un tanto estúpido.


 Pasé la noche en un hotel, tenía dinero más que suficiente. A la mañana siguiente salí a buscar un departamento. Encontré uno muy bonito, lo suficientemente alejado del que antes compartía con Tora. No quería volver a verlo, aun cuando lo seguía amando.


 ¿De qué viviría? De lo mismo que había estado haciendo desde hacía meses, la prostitución. Continuaría con mi plan, ir a barrios lujosos, acostarme con hombres jóvenes y atractivos, sexo con una persona a la vez, siempre protegido y nunca practicaría sexo oral. Meterme a la boca la de un extraño me parecía repugnante, sólo podía hacer eso con Tora y ya no sucedería, eso estaba más que claro. 


 Mi vida se había vuelto monótona, la noche era mi día y viceversa. Mi modo de vestir cambió, ya que vivía solo contaba con más dinero para comprar lo que se me diera la gana. De un estilo vulgar cambié a uno más sofisticado, pero que mostraba mucha piel. Para los hombres era fácil reconocerme en las noches. Cada cierto tiempo iba cambiando de barrios, así nunca lo hacía más de dos veces con una misma persona. Era todo un sistema perfectamente ideado por mí.


 Nunca tuve un amigo, mi familia se había olvidado de mí cuando estaba en secundaria y Tora era el único que me amaba. Sin embargo por mi estupidez todo había cambiado, nada volvería a ser lo mismo. Lo más cercano a un amigo que tuve durante ese oscuro periodo de mi vida fue un pobre chico llamado Hiroto.


 Me contrató justo fuera de un club. Se notaba que estaba nervioso y que no quería hacerlo conmigo. Cuando ya estábamos desnudos en su habitación, me decidí a preguntarle qué sucedía.


- ¿Vamos a hacerlo? - estaba sobre él a punto de ponerle el preservativo

- S-sí

- Si no quieres no te preocupes, te puedo devolver el dinero - aquel chico me inspiraba compasión

- ¡No!

- Quizás... ¿quieres que yo lo haga?

- ¿Podrías?

- ¡Por supuesto! Pero, ¿por qué?

- M-mi novio - contestó muy bajito

- ¿Qué cosa?

- Lo hago por mi novio

- ¿Eh? ¿Puedes explicarme? - me aparté de él y me senté a un lado. Se incorporó y me miró con una expresión triste.

- Sí... No puedo satisfacer a mi novio, dice que soy malo haciéndolo

- ¿¡Te ha dicho eso!? - vaya bestia que era su novio. Asintió moviendo levemente su cabeza - ¿Te ha dicho algo más?

- Según él soy más lindo que sexy, y eso no le gusta. Por ello te contraté, cuando estoy con él me pongo nervioso ya que lo amo mucho e intento ser perfecto ante sus ojos, pero ante ti puedo actuar de cualquier manera y no podrás juzgarme - me confesó con la cabeza gacha

- Eso es cierto. Te diré algo, la ternura y la sensualidad pueden ir ligadas

- ¿De veras? - en sus ojos surgió una chispa de esperanza

- Sí. Tú realmente no quieres hacerlo conmigo, ¿cierto?

- Humm... cierto - lucía apenado

- Entonces no lo haremos

- ¿¡Qué!? ¡Por favor, debo hacerlo! ¡Quiero agradarle a Shima! - oh, así se llamaba el idiota

- Vamos, vístete. Se me ocurre algo

- ¿Qué cosa?

- Podríamos aparentar que estamos teniendo sexo, yo te diré que debes hacer. La única diferencia estará en que tendremos ropa puesta

- ¿Funcionará?

- Oh, claro que funcionará - sonreí y vi como se relajaba


 Nos vestimos rápidamente y me recosté sobre la cama.


- Empezaremos desde el momento de la penetración. Deja que antes él sea quien juegue con tu cuerpo, eres muy susceptible ante las caricias y estoy seguro de que aunque no te lo haya dicho, eso le fascina. Bien, primero besa mi cuello

- S-sí


 Comenzó a besarlo tiernamente, me daban cosquillas y tenía ganas de reír. Hiroto era adorable.


- Intenta que tus besos sean más apasionados, si usas tu lengua le gustará más


 Hizo caso a mis sugerencias y una exquisita sensación se hizo presente.


- Bien... muy bien. Ahora ponte sobre mí

- Ok


 Se puso a horcajadas y me observó esperando la siguiente instrucción.


- Bueno, tengo unas cuantas preguntas. ¿Se protegen?

- No, no le gusta que usemos preservativos

- Ok. Segundo, ¿te prepara antes de hacerlo?

- No

- Humm... ¿Le has practicado sexo oral?

- Algunas veces, el problema es que luego no me deja besarlo - ¿qué le pasaba al famoso Shima? O Hiroto estaba muy enamorado o su novio la tenía muy grande.

- Tengo un plan. Supongo que ya que no te prepara te duele

- Sí

- A pesar de tus instintos practícale sexo oral. Aprovecha esa instancia para que no moleste tanto cuando te penetre

- B-bueno - no parecía muy convencido de mis consejos

- ¿Sabes Hiroto? Tienes unos labios preciosos

- ¿Eh? - se sonrojó, ¡qué lindo!

- Es cierto, estoy más que seguro de que él lo sabe. Cuando estén haciéndolo, relame tus labios, muérdetelos, déjatelos rojos e hinchados. Ya verás que no aguantará esa clase de juegos y él te buscará para que lo beses

- ¿¡De verdad!? ¡Muchísimas gracias! - me abrazó feliz y palmeé su espalda amistosamente

- Creo que ya es hora de irme - tomé mi bolso y saqué el dinero - Toma, no te he prestado mis servicios así que no puedo quedármelo

- Pero... me has dado consejos y eso ha sido mucho más útil - no quiso recibir el dinero, sin embargo yo no iba a rendirme tan fácilmente

- Escucha, será mejor que gastes este dinero en preparar una cena deliciosa para tu novio. Si quieres puedes comprar algún tipo de ropa que le parezca sexy. Lo más importante para ti ahora mismo debería ser tu propia felicidad, y ya veo que mientras no complazcas a Shima no lo serás, ¿me equivoco?

- No

- Entonces toma - finalmente recibió el dinero y sonreí.


 Llamó y pagó un taxi. Mientras lo esperábamos me dio un café y un pedazo de pastel. Se lo agradecí mucho, y dándole mi número de teléfono le hice jurar que me contaría como había salido todo.


 Al poco tiempo tuve noticias de él. Nuestro plan había resultado ser todo un éxito. Me rogó que le diera mi dirección, y finalmente acepté. Se volvió muy cercano a mí. Muchas veces intentó sacarme del mundo de la prostitución, pero bien sabía que yo no conocía más trabajo que aquel. Se convirtió en mi confidente y en mi apoyo moral. A su novio lo conocí una vez, claro que él no sabía en que circunstancias había conocido a Hiroto y en que trabajaba. Al parecer había cambiado con mi amigo, volviéndose más cariñoso con él. Me alegré muchísimo, Hiroto merecía ser feliz.


Una noche sucedió algo que volvió a cambiar el rumbo de mi vida... ¿Habrá sido un regalo divino? Hasta el día de hoy me lo pregunto, pero de lo único que puedo estar seguro es de que aquel día fue el de mi salvación.


- Ven primor, sube - me llamó un hombre desde su auto. Aquella situación se parecía mucho a mi primer encuentro con Ruki

- ¿No te interesa saber cuánto cobro?

- El dinero no es problema para mí - sonrió con superioridad y me entregó un fajo de billetes.


 Los guardé en mi bolso y me senté en el asiento del copiloto dispuesto a cerrar la puerta cuando alguien me tomó del brazo y me jaló hacia el exterior


- ¿¡Qué mierda te pasa!? - exclamé enojado, y quedé pasmado al ver de quien se trataba

- Tú no irás a ningún lado

- ¡Hey! ¡No puedes llevártelo así como así! ¡Ya le pagué al puto!

- Me importa un carajo - sacó su billetera y le tiró un montón de billetes - No creo que le hayas pagado más que eso, ¿verdad? Ahora lárgate si no quieres que te parta la cara aquí mismo - dijo con tono amenazante


 El tipo del auto puso una mueca de disgusto y se largó.


- Tú vendrás conmigo

- ¡Déjame! - la gente se dio vuelta ante el escándalo, me sentí un poco avergonzado

- No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando

- ¿Qué? ¿Acaso me pagarás por sexo? - pregunté burlesco


 Tora me observó dolido, sin embargo mis palabras no lo detuvieron y me arrastró hasta un lujoso jeep blanco. Me obligó a sentarme en el asiento del copiloto y encendió el motor.

 No tenía ni la más mínima idea de a donde me llevaba, durante el trayecto me limité a mirar por la ventana sin decir una palabra, muchos recuerdos se agolparon en mi mente. ¿Qué pasaría luego? Tenía miedo.


 Nos detuvimos en una casa  grande y linda. Me ordenó que lo siguiera y así lo hice. Al ingresar pude ver que la casa era mucho más lujosa por dentro. Él se sacó su abrigo y lo dejó en el sillón. Yo me dediqué a observar el entorno. Sobre un estante habían varías fotografías de Tora junto a una chica muy linda. Tomé una de ellas y la observé. Ambos sonreían y tras ellos se podía ver una cascada, parecía un lugar hermoso.


- ¿Es tu novia? - pregunté con cierto recelo

- Humm - musitó sin responder mi pregunta, al tiempo que se sobaba la nuca.

- Supongo que eso es un sí - dije intentando disimular la decepción que sentía - ¿Para qué me trajiste hasta aquí?

- Es mi casa

- No te pregunté eso. Como siempre, no escuchas

- Te amo


 Lo miré sorprendido, ¿había escuchado mal? No, él había dicho "te amo". ¿Aquello era posible, incluso después de todo lo que había hecho?


- ¿No me dirás nada?

- ¿Algo como qué?

- ¿Podrías explicarme lo que sucedió fuera de ese club?

- Pues bien, trabajo como puto por las noches. Fin de la historia

 Estaba actuando hostil, sin embargo mi corazón se estaba destrozando.

- Siéntate - me ordenó intimidante, por lo que no pude negarme

- ¿Ahora qué? 

- Necesitamos resolver esto - dijo y se sentó frente a mí

- ¿Qué cosa?

- Por favor, no te hagas el desentendido - lo estaba haciendo enojar, se notaba en su mirada y en su tono de voz - Hace seis años te alejaste de mí sin decir una palabra y ahora te encuentro subiéndote al auto de un extraño para que te paguen por sexo. ¿Qué sucedió?


 Debía actuar como un hombre por primera vez en mi vida, había madurado durante esos años y era hora de aclarar todo. Dejé mi altanería de lado y comencé a hablar


- Te lo diré todo, pero te ruego que no me interrumpas, ¿de acuerdo?

- De acuerdo

- ¿Recuerdas esa noche en la que peleamos y me fui del departamento?

- Como olvidarla, estaba muy preocupado por ti

- Lo sé - suspiré - Tomé un autobús sin fijarme siquiera en su destino y llegué a una zona residencial lujosa. Esa noche no traía puesta ropa muy apropiada, unos shorts apretados y una playera. Un hombre me ofreció mucho dinero por sexo - su cuerpo se tensó y mi corazón latió más rápido -  es-estaba enojado y... - me encontraba al borde de las lágrimas, recordar el cómo había llegado a prostituirme dolía demasiado -  t-tú dijiste q-que faltaba dinero entonces... - tomé aire y lo solté todo - acepté la oferta


 Me miró con los ojos muy abiertos, incrédulo. Exhale un poco más relajado, le había contado a Tora sobre aquel acontecimiento que me había agobiado durante años.


- Recibí una gran cantidad de dinero, pensé que si seguía acostándome con hombres se solucionarían los problemas... pero me equivoqué. - ya no podría mirarlo a los ojos - Cuando me confrontaste no tenía alguna explicación razonable, por ello huí como un cobarde. Perdóname - no tenía derecho a pedirle aquello, sin embargo deseaba mostrarle cuan arrepentido estaba

- No puedo hacerlo


 Cerré mis ojos y un par de lágrimas rodaron por mis mejillas. Sonreí amargamente, todo había terminado. La puerta que dejé abierta años atrás por fin había podido ser cerrada. Era tiempo de seguir con mi vida, acostarme con más hombres para conseguir dinero y luego morir.


- Fui yo el causante de todo este mal, no hay manera de que pueda perdonarte

- ¿Qué? - increíble, ¿se estaba atribuyendo la culpa a sí mismo?

- Aquella época no fue buena para mí, estaba decepcionado ya que cuando íbamos en el instituto el futuro lucía perfecto, sin embargo sucedió que nos descubrieron.


 Las imágenes de aquel momento volvieron a mi mente durante unos segundos; el rostro juvenil de Tora, su uniforme de estudiante, su mirada enamorada, su cálido aliento, sus labios acercándose peligrosamente a los míos... y el grito horrorizado del director.


- ¿Sabes? Nunca me arrepentí de haberte besado en aquel pasillo, nunca deseé volver al pasado y borrar aquel acontecimiento de mi vida. De lo que sí me arrepentí fue de haberte arrebatado tu futuro. Era evidente el que todos nos rechazarían, fue muy duro para mí el ser expulsado del instituto, faltando apenas un semestre para graduarme. Fue aún más duro el recibir el rechazo de mis padres. Sin embargo, lo que más me dolió fue verte sufrir lo mismo que yo. Tu carita de tristeza, tus ojos abatidos. En aquel momento, en el que todo nos fue arrebatado, decidí que te protegería durante el resto de mi vida.


 No pude contener más las lágrimas, los tristes sentimientos volvieron a mi corazón. Se arrodilló frente a mí y tomó mis manos.


- Quiero hacerte feliz - me miró a los ojos - quiero darte todo lo que antes no tuvimos. Luego de que te fuiste comencé a esforzarme cada vez más, le agradé al gerente por ello y así me fueron ascendiendo, poco a poco. No era un inconveniente para mi jefe el que yo no me hubiese graduado de la secundaria. El mismo me pagó las clases para obtener mi diploma, luego me ordenó que tomara un curso y me convertí en gerente de finanzas. Llegué a reemplazar a quien antes había sido mi superior. Le estoy muy agradecido, gracias a él he podido llegar a ser lo que siempre quise.

- Soy muy feliz sabiendo que tú lo eres, pero ¿que harás con tú novia? - aquello me molestaba

- Es la hija de mi jefe

- ¿Ves? No hay manera de que podamos estar juntos - dije tristemente

- Ella es lesbiana - lo miré sorprendido - Es una gran amiga, su padre deseaba que estuviésemos juntos y ella, para darle el gusto, me pidió que fingiera ser su novio. Creo que ya es hora de que resuelva por sí misma sus problemas - sus ojos brillaban y demostraban pasión - ahora tan sólo quiero ser honesto con mis sentimientos

- Yo también - sonreí sinceramente y él se acercó hasta atrapar mis labios.

- Quiero que seas mío... sólo mío - susurró a mi oído y mi cuerpo se estremeció


 Entre besos y caricias llegamos a su habitación. Nos fuimos despojando de nuestras ropas lentamente, su tacto incineraba mi piel, su aroma me estaba enloqueciendo. Ya desnudos y sin preparación alguna, volvimos a ser uno.


 Entrando y saliendo, una y otra vez, otorgándome exquisitas oleadas de placer, haciéndome gemir como tan sólo él podía hacerlo. Tal como si fuese nuestra primera vez, de la misma manera cálida, gentil y amable, siendo cuidadoso en todo momento. Sentí como aquellas sensaciones me transportaban a aquel mágico momento en el que, en la bodega del gimnasio, nos desnudamos y nos entregamos el uno al otro sobre unas colchonetas. Riendo, gimiendo, gritando el nombre del otro al llegar al orgasmo. ¿Podríamos tener nuevamente tanta libertad? ¿Podríamos amarnos tan fogosamente como en la secundaria?


- ¡Ahhhhh Nao! - su ronco gemido me sacó de mi ensoñación, en aquel momento no me encontraba en la secundaria, en aquel momento estaba siendo llenado por la esencia de Tora al tiempo que yo también llegaba al orgasmo.


 Arañé sus hombros y besé su cuello mientras cálidas lágrimas surcaban mis mejillas. Ambos sonreíamos al tiempo que las lágrimas no dejaban de caer, la vida había sido dura con nosotros. ¿Ya era tiempo de ser felices? Sólo el destino lo diría, y junto a Tora, ya nada importaba.

Notas finales:

 

Hiii!!! ^^

 

 Ha sido un laaaaaaaaargo tiempo desde que subí algo ^^'. Humm... creo que me han pasado demasiadas cosas y por lo mismo no escribí fics... o no los hice públicos, porque la verdad es que sí he escrito xdd

 

 Acerca del fic... no tengo mucho que decir, es como es y ya está. Dependiendo de mi estado anímico creo que es bueno o malo xdd así que juzguen ustedes :) Lo único que puedo decir es que me gustó el final, me faltaba un montón del fic y en un momento de inspiración escribí el desenlace y se me hizo genialoso *o* Y eso >w<

 

Próximamente! No lo sé .__. xdd Como dije antes, he escrito [[y varias cosas]] pero no los he terminado T^T Ahora mismo estoy yendo al colegio ¬¬' [[maldito horario de 8:00 a 16:15 u.u]] así que no me queda mucho tiempo libre... sumado a clases de guitarra, flamenco, un par de actividades más en mi colegio y eso .__.

 

 Muchas gracias a las personas que leyeron el fic ^^ Si dejan reviews yo feliz, ya que los extraño xdd y además porque realmente me interesa saber si les gustó o no o_ó [[porque ni yo sé si me gustó xdd]]

 

 Me voy :3 Cuídense, que estén súper

 

Adiós! n.n ~

 

 

 


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