En un gran y hermoso club de gente rica, dotado de grandes cosas como canchas para todo tipo de deportes, varias piscinas y un pequeño parque donde jugaban felizmente los niños. En la entrada llega un hombre que mostraba en su rostro un bigote y unas cuantas arrugas; lucía de unos 40 años, llevaba una gabardina café bastante elegante, unos pantalones rectos del mismo color y un sombrero que lo combinaba perfectamente; junto a él se encontraba un niño, el pequeño parecía tener unos 7 años, la piel de su rostro asemejaba la blancura del marfil, tenia unos grandes ojos negros rodeados por unas profundas ojeras, su cabellera alborotada y tan negra como la noche; llevaba puesta una camisa blanca, de manga larga, algo arrugada pero lucía fresca y lo acompañaban unos jeans azules, tenia puestos unos tenis blancos que lucían bastante cómodos. Se dispusieron a hablar por un breve momento.
-me quedare en una de las bancas, por si necesita algo joven Ryuzaki
-gracias señor Watari
Mientras Watari se dirigía con un periódico a una de las bancas que se encontraba cerca de donde habían estado hablando; el pequeño se dirigió a la caja de arena donde sería recibido por malos comentarios por parte de los otros niños.
-¡ah, un zombi!
-¡no te queremos niño zombi!
-¡largo de aquí monstruo!
El pequeño se sintió mal ante estos comentarios.
“Por que me odian tanto, no tengo la culpa de tener ojeras permanentes”.
En ese instante un niño de 7 años se acerco; tenia cabello y ojos cobrizos, su piel era blanca y hermosa, vestía una camisa blanca tipo polo y unos shorts blancos, llevaba unos tenis cómodos pero dinámicos y lucían los bordes de los calcetines con rayas rojas. El niño le dio a todos los demás unos golpes en la cabeza por lo que habían dicho, los niños malcriados huyeron como cobardes a buscar a sus mamis. El héroe se dirige a hablarle a Ryuzaki.
-que malditos son, ¿verdad?, ¿Estas bien?, ¿No te hirieron?, ¡Porque si es así los busco y ahora si les parto la cara!
-estoy bien, no te preocupes, siempre pasa lo mismo, todos me excluyen por mi apariencia.
-¿por qué? No veo nada raro en ti.
-¡veme bien! ¡Observa mis ojeras!
-...¿que tienen?, A mí me gustan, parece que te diviertes toda la noche y por eso no duermes lo suficiente, jajajajaja.
-... ¡tienes razón! Jajajaja. Por cierto, ¿cómo te llamas?
-me llamo Light pero todos me dicen Raito. ¿Y tu?
-mucho gusto, me llamo Ryuzaki
-hola Ryuzaki, te invito a jugar tennis, ¿te gusta?
-me encanta, vamos
Así el par de niños fueron a pedir prestadas unas raquetas de tennis y un par de pelotas para luego dirigirse a la cancha de juego. Los pequeños se divertían tanto y las demás personas que estaban cerca de ellos quedaron maravillados al ver el increíble talento del par, parecía que los jugadores eran unos profesionales.
Al haber jugado por mas de dos horas, regresaron las cosas prestadas, salieron de las canchas para luego dirigirse a los columpios y se dispusieron a platicar.
-me he divertido mucho contigo Ryuzaki.
-lo mismo digo Raito.
-¿y cuando volvemos a jugar?
-no lo sé, hoy me tengo que ir a Nueva York y no sé cuando regresaremos.
-que tristeza, me gusta jugar contigo.
-también a mí, eres mi primer amigo.
-¿algún día nos volveremos a ver? ¿Y que pasa si no nos reconocemos?
-estoy seguro de que nos encontraremos, entonces cuando te reconozca te diré: “yo soy L”- en eso escribe en la tierra la letra L.
-esta bien, pero ¿qué significa la L?
-mi familia se apellida Lawliet, pero a mis hermanos y a mí nos gusta solo escribir la letra inicial, es como una especie de clave que inventamos.
-ahora lo comprendo bien, estaré esperando a la persona que me diga que él es L.
-Sí jejeje.- con una gran sonrisa en el rostro (aaah ¡¡¡¡tan kawaii!!!)Quiero que volvamos a vernos de nuevo, y que otra vez juguemos juntos
-¡te lo prometo!
En ese instante llega Watari para llevarse a Ryuzaki.
-joven Ryuzaki, tenemos que irnos o el vuelo se perderá.
-esta bien señor Watari, ha te presento a mi nuevo amigo, se llama Light.
-mucho gusto joven Light, me alegro que sea amigo de mi joven amo.
-el placer es mío, señor Watari
-adiós Raito
-adiós Ryuzaki, nos volveremos a ver
Entonces el adulto y el niño se dirigieron hacia la limosina, se subieron y el automóvil empezó a avanzar. El pequeño veía por la ventana con tristeza el club donde conoció a su amigo, pero en ese instante Watari interrumpió su pensamiento.
-tranquilo joven Ryuzaki, de seguro se encontraran de nuevo.
-tiene razón señor Watari y por favor solo dígame Ryuzaki.
-esta bien, usted me puede decir Watari.
-si Watari, algún día, volveremos a jugar Raito y yo juntos.
10 años después...
SÁBADO 8 DE JULIO DEL 2006/ 7:40 AM.
Una limosina negra y muy lujosa transita por una de las calles de Tokio.
-apresúrese chofer o vamos a llegar tarde.- decía un joven de 17 años, mostraba una piel blanca que simulaba al marfil, sus ojos estaban tapados a causa de los flequillos de su cabellera que era alborotada y tan negra como la noche; llevaba puesta una camisa blanca, de manga larga, algo arrugada pero lucía fresca y lo acompañaban unos jeans azules, tenia puestos unos tenis blancos que lucían bastante cómodos.
-no hay que preocuparse tanto, llegaremos incluso 10 minutos antes de que empiecen los exámenes.- decía un hombre de unos 50 años.
-si pero es que por fin después de tantos años hemos regresado a Tokio, estoy tan contento que quiero llegar a la Universidad lo más pronto posible, no cualquiera se arriesga a hacer inscripción a una escuela tan crítica, si hasta la mencionan como la Universidad no.1 de todo Japón. Además supongo que talvez me volvería a encontrar a...
-Sé a quien quiere volver a ver, ha estado esperando 10 años por volver a verlo, no se preocupe que lo encontrara.
-gracias.
“Quiero que volvamos a vernos de nuevo, y que otra vez juguemos juntos”
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SÁBADO 8 DE JULIO DEL 2006 / 7:00 AM.
El sonido de un reloj, de esos de péndulo bastante caros, que se encontraba en un lugar fuera de la habitación, recorría el enorme cuarto de un joven; todo señalaba que el dueño del espacio era un hombre; estaba lleno de estantes con libros y enciclopedias a los lados del lugar, una televisión de plasma enfrente de la cama, un escritorio de madera con una sofisticada computadora encima que se veía al lado izquierdo de la habitación; unos 15 pares de zapatos, todos muy formales y elegantes, sin dejar a un lado unos 4 pares de tenis y unas sandalias azules que se veían bastante cómodas, éstas se encontraban a un lado de la puerta claro que sin estorbar el abrir de ésta; tenia una ventana larga y ancha cubierta por una fina y delgada cortina blanca, ésta se encontraba al lado derecho del cuarto ésta daba una excelente vista hacia el exterior; una gran cajonera de madera que lucia un acabado muy fino que se encontraba al lado izquierdo de la cama y por ultimo la dichosa cama; ésta era tamaño matrimonial aunque en ese instante sólo descansara sobre ella un joven dormido, que se encontraba envuelto en las suaves sabanas. El joven muchacho se despertó por el sonido del ruidoso despertador, con poco entusiasmo se sentó sobre la cama.
El muchacho parecía tener unos 17 años, su piel era blanca, su cabello era corto y de un color cobrizo al igual que sus ojos, era alto; gracias a que no llevaba camisa encima se podía ver claramente sus fuertes, pero sin exagerar, brazos y pecho; llevaba un pantalón de pijama azul. El joven se dirigió al escritorio para agarrar de uno de los cajones un reloj de muñeca, observo la hora, luego se lo coloco y reflexiono.
“Ya son las 7 de la mañana y se supone que los exámenes empiezan a las 8, no me importa si es la mejor Universidad de todo el país, del continente, o quizás del mundo; siempre puedo terminar fácilmente cualquier prueba aunque llegue tarde o quede poco tiempo.
Estoy fastidiado de este mundo tan monótono, habitado por seres despreciables y perversos, este planeta esta podrido... ”
Pero en ese instante recordó una promesa de la infancia.
“Quiero que volvamos a vernos de nuevo, y que otra vez juguemos juntos”
Y en ese momento reflexionó.
“No, aun hay personas inocentes, puras, incapaces de dañar a alguien, tan frágiles... como aquel pequeño niño, que he estado esperando a que regrese para volver a divertirme junto a él. Pero no creo que lo vuelva a ver, será mejor no hacerme esperanzas, después de todo, han pasado 10 años de no encontrarlo... ”