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Celos. por Miss Bood Pain

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Notas del fanfic:

¡Aja! ¡Aqui estoy! No, no estaba muerta si es que eso creyeron. Solo he estado en "hiatus" por una larga temporada. (La Uni es la culpable, no depende de mi, lo siento.)

Antes de continuar, os debo una disculpa por no actualizar "Deseo" aun, ¡lo siento mucho! No es mi intencion dejar mis historias sin un final, asi que os doy mi palabra; Lo terminare. No les prometerè un plazo, ni tampoco les aseguro que sea pronto -porque para mi desgracia tambien tengo otras responsabilidades que me consumen mucho tiempo.-  pero lo hare, de eso no tengan duda.

Pero bueno, a lo que venia. Hoy les traigo un loco experimento. Como siempre de tematica Twincest que de verdad espero que les guste.- si no es asi, sientanse libres de hacerme pedazos. Digo, de criticarme. No hay mejor forma de crecer  que recibiendo los comentarios de ustedes. Pero antes de irme, os advierto; es la primera vez que escribo con este tipo de narrativa, y en realidad no estoy muy segura de si me queda bien o no, aun asi espero que les guste.

Esta historia esta compuesta de dos partes, por ahora aqui les dejo la primera. ¡A leer!

Notas del capitulo:

Advertencia; narrativa que posiblemente algunos consideren extrañaa. Pov Tom.

El texto en comillas y guiones es dialogo de los personajes. Lo demas son solo pensamientos de la retorcida conciencia de Tom.

Pd; Historia completamente dedicada a mi beta ¡muchas gracias por tu ayuda Anna!. Por si os preguntais, ella es quien hace que mis locuras sean leibles sin que sangren los ojos xD.

 

Primera Parte.
~o~

 

Si esto fuese un cuento, probablemente comenzaría con una de esas típicas frases hechas y fantasiosas como lo son “Había una vez” o quizás con un “Hace mucho tiempo en un lugar muy lejano…” Pero no, esto no es un cuento, ni por asomo. Es la vida real y seamos honestos, no hay nada tan lejano a la fantasía patética, como la muy cabrona vida de mierda.

Y eso, que el no es una persona que pueda considerarse especialmente negativa, ni mucho menos de aquellas que despiertan cada día preguntándose si la tecnología habrá avanzado lo suficiente como para asegurarle un suicidio rápido e indoloro. No, para nada. Aunque ¿Quién sabe? Quizás desde hoy comience a hacerlo.

Porque de seguro, si alguien le hubiese advertido que hoy era uno de esos días fijados entre el espacio que existe desde la suerte hasta todo aquello que puede salir mal en tu vida. Uno de aquellos días en los que pareciera que Dios se ha cagado en tu cabeza y el diablo pasa de ti porque apestas. El no habría sacado su cabeza del nudo formado por las almohadas y las sabanas, o aun mejor, la habría metido dentro del WC voluntariamente y de una puta vez.

Y ahora, Tom esta allí debatiéndose entre dos cuestiones existenciales; Si maldecir al capullo que tuvo la mala idea y mucho tiempo de sobra para crear el calendario por no haber marcado días como estos con color rojo. No, esperen, no con rojo, sino con unas putas luces de neon. O si optar por la siempre aconsejable y bien aventurada opción de matar al principal responsable de aquella sensación que comienza a estrujarle algo más que el estomago. ¿Maldecir o matar? El prefiere la segunda y he ahí el dilema. No piensa perder su libertad y aunque ahora mismo no lo reconozca ni bajo tortura, tampoco quiere perder un hermano, o mejor dicho, a su único y gemelo hermano.

Probablemente, esa sea la razón por la cual en la última media hora ha encendido más cigarrillos que todos aquellos que se han fumado en su vida los enfermos terminales de cáncer pulmonar del hospital. Y la que le tiene paseándose por su habitación como si fuese una monja en espera del resultado de un test de embarazo. O quizás, no sea así y lo que en realidad intenta hacer Tom es autoconvencerse de que el no es un discípulo de Hannibal y por tanto, no puede estar teniendo verdaderos deseos de picar en pequeños pedacitos a su hermano y al capullo de mierda ese. O aun más importante, autoconvencerse de que es imposible que el, quien –dicho sea de paso- a sus cortos veintidós años ya ha redefinido el termino promiscuidad este insoportablemente celoso. Y aun peor, este celoso ¡del puto jardinero!

“No estoy celoso, yo no estoy celoso” son las palabras que un cincuenta por ciento de su mente lleva repitiendo una y otra vez desde que les ha visto desde la ventana. Mientras otro veinte por ciento disfruta tocándole las narices con “Ya estas amigo, bienvenido a la primera fase; negación” Y otro diez por ciento se distribuye en dos bizarros grupos de cinco y cinco que se encargan de repetirle “No deberías espiarle” y “Tom tío, estas hablando contigo mismo y por cuatro voces a la vez…deberías hacerte ver.”

Con todo, y aunque parezca increíble, Tom aun no ha perdido la cordura – o al menos eso espera.- Pero eso no evita que se sienta como un reverendo idiota. Porque siendo cruelmente honestos, nadie que pueda jactarse de un coeficiente intelectual promedio tendría su propia versión de una tercera guerra mundial en la cabeza ¿no? Y Tom lo sabe, tú y yo lo sabemos, y con eso podríamos establecer que todo el jodido mundo lo sabe ya.

Podríamos claro, si no fuese por el pequeño detalle de que Bill parece no darse por enterado de las condiciones en las que esta su hermano. Y Tom ruega una vez más a Dios o a lo que sea que exista allá arriba que parece estar comiendo palomitas mientras se descojona a su costa, que por el bien de su desmejorada dignidad Bill nunca lo sepa.

Pero como hemos dicho, hoy es uno de “aquellos” días y como Dios y el diablo pasan de Tom, basta que el haya pensado en esa pequeña e insignificante suplica para que su hermano levantará la vista hasta fijarla en su ventana.

Y entonces, en solo un segundo, sus voces mentales se reducen a una sola “¡Mierda!”

Un paso hacia atrás lo suficientemente rápido habría bastado para esquivar cualquier posibilidad de ser descubierto. Y de hecho, Tom lo ha dado, pero al parecer desde el espacio que existe entre todo lo malo que puede pasarte en la vida hasta los quince centímetros atrás en los que supuestamente debió quedar su pie, algo ha salido mal y su equilibrio ha fallado.

Como si fuese poco, el puto tiempo parece estar coludido en el plan de “toquémosle las pelotas a Tom” y aunque puede ver su caída casi en cámara lenta, no tiene nada cerca de lo cual sostenerse. Y para su desgracia termina cumpliendo con el deseo de cualquier sadomasoquista, azotando su culo dolorosamente contra el suelo.

Esta claro que esto no es un cuento. A menos que se haya inventado una nueva categoría llamada “ridiculismo del ayer y hoy” y el no se haya enterado.
Aun en el suelo, su mente decide que aun puede tocarle más las narices y se divide en tres bandos. Uno que comienza a organizar a todos sus pequeños “soldados” o mejor dicho, terminales nerviosos para levantar el trasero del suelo. Otro que dedica toda su capacidad a invocar todas las maldiciones que conoce, sin importar el puto idioma que sea. Y finalmente un cansado pero no por ello menos importante bando que le repite “Animo tío, ya nada puede ser peor”

Antes de que aquella absurda y –a estas alturas- improbable idea se afianzara con bandera y todo tipo de instrumentos de conquista en su mente. Tom la hecha fuera casi a balazos. “¿Qué nada puede ser peor? Joder, eso llevo diciéndome desde que desperté” El no es idiota –aunque en momentos lo parezca- Y si algo ha aprendido en las pocas y puñeteras horas que lleva despierto “de este día.” Es que cada vez que se atreve a pensar “más mierda ya no cae” pareciera que a los cinco minutos la han abierto una tubería del desagüe sobre la cabeza.

Y digámoslo, Tom no es precisamente una persona con problemas de autoestima. De hecho, si pudiéramos transformar el tamaño de su ego en cantidades de comida, de seguro bastaría para alimentar a todos los niños desnutridos de la India. Por eso, los momentos como este, en los que se siente con la mierda hasta el cuello –y casi literalmente- no le hacen ni puta gracia.

“Podría ser peor” es el consuelo que pasa por su mente al levantarse del suelo. Y de verdad espera, que por el bien de su integridad mental y física, esas palabras queden solo en ello. Por un segundo, Tom se plantea la posibilidad de volver a su misión secreta de espionaje tras la ventana, pero finalmente desiste de ella. Oh no, ya ha hecho bastante el ridículo por hoy, gracias.

Una vez más, maldice por lo bajo al capullo que ha tenido la idea de inventar días como este. Aunque quizás debería comenzar por maldecirse a si mismo y a la madre que le parió por no haberle hecho un poco más inteligente y haberse quedado en la cama. Aun así, ya no hay mucho que el pueda hacer. Al menos no sin una jodida maquina de tiempo.

“Ya te vale Tom, estas jodido y lamentablemente no en el sentido que te gustaría” es el pensamiento que cruza su mente a una velocidad tan sorprendente, que ni siquiera le da tiempo de cuestionarse porque su propio cerebro le ha planteado una situación tan bizarra como lo es aquella imagen de el mismo siendo el pasivo.

Miserablemente frustrado y cabreado. Esa seria la respuesta con la que Tom resumiría como se siente en este momento si alguien se lo preguntará. Por supuesto nadie se atrevería a hacer algo tan idiota como eso, porque todo el mundo sabe – menos Bill, claro.- que Tom no es alguien que se caracterice por ser paciente, ni que su especialidad sea sobrellevar la frustración. Por lo que podríamos estar casi seguros que si algún ingenuo con poco aprecio a su vida se lo preguntase, Tom acabaría pagándolas con el.

Quizás, ese sea en parte el motivo que le tiene allí encerrado, en vez de estar en cualquier otro lugar, haciendo cualquier otra cosa que de seguro le distraería de su infierno personal. Tom no quiere ser un cabron con el primero que se le cruce, ya si, claro. O talvez, lo que en realidad está haciendo, es mentirse a si mismo como un puto descarado. Y la razón por la que esta allí encerrado y con un cabreo histórico sea la que tu y yo sabemos, o sea, Bill.

Bueno, talvez seria oportuno precisar que no se trata precisamente de Bill, sino más bien “de lo que Bill le ha dicho esta mañana.” Pero a fin de cuentas ¿No se dice que el orden de los factores no altera el producto? Lo que en lenguaje terrícola se traduce en “es la misma mierda.”

- “¿Qué día es hoy Tom?” -
- “Jueves.” -
- “Oh…” -

Todo el mundo tiene - o al menos la gran mayoría.- ciertas palabras que anuncian con bombos y platillos el quiebre de “todo aquello como lo conocemos” o lo que es lo mismo; palabras y gestos que son más bien verdaderos estigmas que vienen a cargarse nuestra tranquilidad y diversión. Cuando niños esas palabras suelen ser “Hora de dormir” o “Hora del baño.” Mientras que en la adolescencia pasan a ser “Estudia, tienes examen” o el siempre temido “¿Qué haces tanto rato frente al computador?” Y ahora, en la adultez esas palabras o gestos pueden ser muy diversos, como el “He estado pensando” o quizás el “¿Cuándo vas a casarte?” Como sea, todos tienen señales cuyo propósito es advertirnos que se acerca el Apocalipsis. Y para Tom, el que su hermano –quien dicho sea de paso, podría aburrir a una convención de ancianas tejedoras con su habladuría.- solo diga “Oh…” es una de ellas.

Y no, Tom no es precisamente una persona exagerada. Aunque existan ciertas ocasiones en las que su lado “Drama Queen” explote y lo parezca. No, para nada. Tom en su tío duro, de aquellos que pueden estar debajo de un automóvil con una pierna menos y un pulmón perforado pero no lloran. Tío duro o un jodido idiota, como prefieran, a fin de cuentas son lo mismo.

Tampoco es una de sus cualidades ser una persona curiosa, para eso ya estaba Bill. Pero ante una señal tan clara y rotunda como esa, no le quedo otra alternativa que arriesgarse. Por mucho que presintiese que luego iba a arrepentirse.

-“¿Qué tiene de interesante este día?” -

Lo dicho, Tom sabia que iba a arrepentirse y al ver a su hermano sonreír como un niño en la puerta de una heladería, mientras sus mejillas parecían sonrojarse lo suficiente como para hacerle parecer avergonzado, se lo confirmaba.

-“Nada…solo pensaba que hoy seria un buen día para estar afuera, ya sabes, tomar un poco de sol…”-

¿Sol? Ok, confirmemos ciertos puntos. Hay cosas que las personas odian, Tom personalmente tiene una lista bastante precisa; por ello, trata de vivir alejado de las iglesias y cualquier cosa que se le parezca. No le agradan los paparazzi. No le simpatizan los lameculos y por sobre todo, ha asumido con sus últimas experiencias que su nuevo mejor enemigo son los afrodisíacos y todo aquello que le recuerde el momento que Bill y el han resumido como “Porque llegaste, nos levantaste y luego nos dejaste, nunca te olvidaremos” que recientemente le ha azotado con aquella dichosa pastilla. Por eso y porque se trata de su hermano gemelo por dios, Tom sabe que si hay algo que Bill odia – o al menos trata de evitar tanto cuento puede.- es el Sol.

Tan bien como sabe que el sol no es precisamente el mejor amigo de Bill. Tom tenia claro que algo muy pero muy raro debía traerse en mente su gemelo para someterse a si mismo a un castigo así. Lo que no tenia claro, es si de verdad quería enterarse de ello.

-“¿Te estas escuchando enano? Has dicho Sol.”-

Obviamente, ni aunque Tom este total y completamente intrigado por averiguar de que se trata “aquello tan raro” que tiene Bill en mente, el no va a someterse a bajar de su altar y demostrarlo. Oh claro que no, recordemos, el es un tío duro.

-“Si ya Tom, se perfectamente lo que he dicho…”-

Claro, lo sabe. Y Tom se pregunta si acaso sabrá que no puede mentirle a el. Mucho menos con esa sonrisa idiota y bobalicona que ha puesto en su rostro al notarse descubierto.

“No debo preocuparme, no quiero preocuparme” se repitió mentalmente, para recordarse a si mismo que ha sido el, quien ha escogido basar su relación con Bill en la mutua y completa confianza. Por mucho que en momentos como ese, sienta la ridícula necesidad de hacerlo.

Y de hecho, no lo hizo. No se preocupo en averiguar la explicación de aquella inquietante – y un tanto absurda.- sensación que le abordo desde esa conversación. “¿Para que? Estas imaginando cosas Tom.”

Claramente, todos sabemos que Tom es una persona de aquellas que puede denominarse “creativas” y el también lo sabe. Pero de lo que no tenia ni puta idea, era que su imaginación fuese tan activa y por sobre todo, que fuese tan jodidamente certera. Eso solo le exploto encima un poco más tarde, cuando los “descubrió” desde su ventana.

Talvez, este seria uno de aquellos momentos en los que efectivamente podríamos catalogar a Tom como una persona un poquitín exagerada. O mejor dicho, una persona muy exagerada. Porque tu y yo sabemos que el no “los descubrió” sino que concretamente “los espío” desde su ventana.

También sabemos que cualquier otra persona en su situación que tenga “esa gran imaginación y un coeficiente intelectual por sobre la media” ya habría bajado fingiendo cualquier excusa tonta para descubrir porque su hermano – y dicho sea de paso, su no-novio Bill.- coquetea descaradamente y prácticamente en sus narices con “otro.”

Y eso no es todo. Oh claro que no. Porque no solo coquetea con “otro” sino que además, lo esta haciendo en su puta casa, a metros de el y con el allí mismo preguntándose “¿Dónde diablos están las palomitas que debería estar comiendo para ver el estreno que le están dando esos dos?”

Pero claro, no olvidemos que estamos hablando de Tom. Y el es un tío duro, seguro de si mismo que no es para nada exagerado y por sobretodo; ¡No es celoso!

“¿Por qué estarlo? Ese capullo no es nada contra ti” le repite nuevamente un veinte por ciento de su cerebro. Mientras otro treinta disfruta tocándole las pelotas con “¿Qué es medir más de un metro noventa y destilar sensualidad por cada poro de la piel Tom? Eso amigo, como tu dices, es nada.” Y otro cuarenta y cinco le remata con “Castaño, alto, cuerpo de infarto y de seguro folla como los dioses. Si eso es nada, tu eres virgen tío” Por ultimo, un tímido pero no por ello menos importante cinco por ciento que le susurra “¿De verdad te has imaginado al jardinero follando? Joder tío…miedo me das.”

Miedo es lo que debería darle a Bill. Porque ese cabreo que Tom trae encima piensa quitárselo a base de su deporte relajante favorito y no se refiere precisamente al Yoga.

“Eso, siempre que Bill no cambie de jugador principal”
Tan frustrado como se sentiría un anciano de noventa años sin un viagra, se siente Tom mientras se plantea una vez más si su cordura aun estará encendida en algún retorcido rincón de su mente. La misma que parece haberle dejado en bandeja de plata a sus personalidades masoquistas y cabronas.

Como sea, Tom no piensa seguir haciendo el ridículo. Porque siendo cruelmente honestos, eso es lo que lleva haciendo todo este tiempo. Y ese es el motivo por el que decide que lo mejor en un “día como este” - a los cuales dicho sea de paso, aun debe darles un nombre porque de verdad se lo han currado en tocarle la moral y se lo merecen.- es no hacer absolutamente nada y dejar que la mierda escurra por si sola de su cabeza. Porque ya ha comprobado que tratar de quitarla es aun peor y lo único que consigue es que se le resbale hacia la cara y a estas alturas comienza a hartarse un poquito de ello.

De hecho, el que ahora haya salido de su habitación y este comenzado a bajar muy lentamente para asegurarse que no caerá también por las jodidas escaleras, no significa que haya decidido bajar “a la zona del crimen” para continuar con su show de no-novio celoso. Oh no, como creen, “el jamás caería tan bajo.”

Quizás, esa habría sido una muy buena frase para cualquier otro día del año, pero no es una especialmente inteligente en uno de “estos” días en los que con solo pensar en “más mierda ya no cae” te conviertes prácticamente en el nuevo inodoro de Dios. Y como el diablo tampoco se perdería de la fiesta, se encarga de darle mucha agua para acelerar su digestión. O al menos, esa es la única explicación que encuentra su mente al ver al “principal responsable y al otro capullo ese” a pasos de la puerta trasera y a tan solo metros de la escalera, o lo que es lo mismo; a metros de el.

“¡Mierda!”

Y solo entonces, Tom se pregunta muy seriamente ¿Por qué habiendo tanto tipo ocioso en el mundo nadie ha inventado aun un manual que aconseje a los simples mortales a sobrellevar las situaciones de mierda? Si de el dependiese, probablemente lo titularía “Sobre como respirar cuando la mierda te ahogue” o quizás, “Diez pasos prácticos para suicidarte” De seguro seria un éxito rotundo. Y quien sabe, hasta puede que le hagan una película e incluso llegue a ser nominada al Oscar.

Quizás este sea un buen momento para recordar que Tom tiene demasiada imaginación. Y lamentablemente eso no es de mucha ayuda cuando se esta frente a su hermano – no-novio.- junto a ese jardinero del demonio. Lo que le lleva a estar allí, observándoles como si estuviesen saliendo de la habitación de un motel, o como si en sus rostros estuviese escrito en naranja fosforescente “hemos follado y ¿Qué?”

Y como si eso no fuese suficiente, Tom comprueba tener razón y efectivamente aquel capullo mide más de un metro noventa, lo que a estas alturas le hace sentirse jodidamente pequeño. Pero eso no es todo, porque desde cerca parece aun más castaño y sexy. Y sus ojos son tan intensamente verdes, que con solo verlos le provocan deseos de fumarse un porro.

“Tom amigo, si sigues viéndole así, pensare que eres tu quien quiere follarle y no Bill.” Le repite una vocecilla en su mente.

Tom puede no ser muchas cosas, pero si hay una característica de la que siempre se ha enorgullecido, es de ser una persona objetiva y realista. O al menos, toda lo objetiva y realista que puede ser con una imaginación como la suya. Esa es la razón por la que aun en momentos como ese, le sea imposible negar que si, que tendría que arrancarse los ojos con una cuchara para no ver lo “bueno” que tiene en frente. Y demonios, su maltratado ego ya tiene bastante por hoy, gracias.

-“Oh…Hola Tom”-

Si hay algo que le ha quedado completamente claro a Tom en un dia como este, es que el no es precisamente una de aquellas personas que podría descubrir el Átomo, o desarrollar otra teoría como la de la gravedad. No para nada. Pero con un saludo así tampoco duda que su hermano no lo sea.


Una ceja levantada, es todo lo que necesita Tom para darle a entender a su hermano – no- novio.- que esta cabrado. ¿Qué diablos? Esta jodidamente cabreado. De hecho, si las miradas tuviesen el poder de matar. Tom ya habría incluso descuartizado a su propio gemelo. Y de paso a ese capullo que tiene por jardinero.

Pero claro, hay ciertas cosas que jamás serán reales. Y lamentablemente, Tom no tiene el poder de matar con la mirada. Por esa razón, ahora esta allí, observándoles a ambos como si le estuviesen revelando el peor de los secretos. Lo que en realidad se traduce en una mirada mitad decepcionada y mitad odiosa. Porque así es como se siente, decepcionado y realmente muy pero muy enfadado.

 

~o~

 

Notas finales:

¿Y bien? ¿tomates? Espero que no, para mi ha sido toda una experiencia escribir esto, ni se imaginan como me rei cuando lo revisamos. Me sentiria muy alagada si es que les gusto un poquito, si no, tenganme paciencia el tiempo hace maravillas xD.

 

Gracias por leer. Besos.


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