El sexo con Hibari no podía ser catalogado como bueno...era excelente. Su cuerpo era precioso, flexible y delicado, eso sin dejar de lado su masculinidad. Su piel se erizaba solo con su toque, provocando que el sensual canto saliera y agrandara su erección. Tenia unas caderas ansiosas siempre dispuestas al juego y una iniciativa que solo había sido observada en él. Y un interior hambriento que lo engullía con gula ¡Reborn no podía pedir mas!
De todos sus amantes él era su preferido y sabía que para Hibari, él también era su preferido. No lloraba cuando le sentía entrar en su cuerpo de manera casi animal, se mordía los labios para callar, era lo suficientemente orgulloso como para jamás permitirse verse indefenso. No había palabras de amor durante el acto sexual, como con Tsuna, solo gemidos. No corría detrás de él todo el tiempo, como lambo o Bianchi, se limitaba a lo meramente profesional y apenas y hablaban fuera de su habitación. Nunca necesito llevarle flores o presentes para que accediera, él por si solo le buscaba. Pese a que algunas veces le vio cortejando, sino es que besando a otra persona, tan solo le miro por el rabillo del ojo, sin expresión en su rostro, y siguió su andar. Cuando llegaba la noche, en esas en las que el guardián de la nube ansiaba moverse al compas de los gemidos salvajemente y su rubio amante no se encontraba en el país, su timbre sonaba, como en ese momento.
-Querida-profeso Reborn dulcemente- ¿Crees que podamos aplazar esta cena?-la hermosa mujer pareció indignarse-El hombre que esta tocando el timbre es muy peligroso y las cosas podrían ponerse feas-tomo su mano entre las suyas y la beso con caballerosidad-Una mujer como tu, tan hermosa y delicada, no podría perdonarme si una mancha de sangre o rasguño dañara tu perfecto ser.- después de un suspiro enamoradizo, la doncella salió por la puerta trasera.
Había escuchado que Dino partiría hasta el día siguiente por eso salió a galantear por la tarde y encontró a una hermosa fémina, con curvas preciosas por todos lados. No creyó que esa noche llamaría a su puerta.
Pero para su sorpresa no era kyoya del otro lado de la puerta.
Era inusual verlo de esa manera: solo, con la ropa arrugada, ojeras bajo sus castaños ojos y apestando a cigarrillo o alcohol, tal vez una mezcla de los dos. En circunstancias normales lo habría golpeado por obligarlo a enviar a su casa a su amante de esa noche pero no lo hizo, mas a causa del desconcierto por encontrar a la pareja de su amante preferido en su lugar, que por que le preocupara el estado de su antiguo alumno.
La mirada castaña se clavo en la suya intimidatoriamente.
-¿Sabes por que estoy aquí, cierto?- Reborn no necesito mas palabras para saber cual o "quien" era la causa del estado del rubio.
-Lo sé...y no me interesa discutir contigo con quien me acuesto y con quien no, así que lárgate-hizo el ademan de cerrar la puerta pero el rubio le intercepto.
-¿Desde hace cuanto que estas traicionándome?
-¿Traicionarte?-rio-¿De que hablas?
Dino se mordió los labios-Lo he sospechado desde hace unos meses pero estoy seguro que han estado viéndose desde mucho antes.- apretó los puños-Kyoya no quiso decírmelo.
A Reborn le daba igual los problemas amorosos de esos dos. Si no iba a tener sexo con él, volvería con la chica que recién había rechazado.- Lo hicimos apenas nos conocimos-soltó fríamente y Dino se quedo con la cara congelada, sin articular palabra-Mucho antes de que ustedes dos se conocieran. Ahora que lo sabes, vete-viendo que el rubio no diría nada más cerro la puerta. Creyó que el timbre volvería a sonar pero no fue así.
Saco su celular y marco, esperando que le contestara.
-Diga
-Dino estuvo aquí
-...
-Ha venido a preguntarme desde cuando hemos estado acostándonos.
-...
-Se veía mal
-No me interesa. Si eso es...
-A mi tampoco pero creí que eras tu y envié a casa a la chica con la que estaba. Ven y sé su remplazo.
-No estoy para esto. Consigue otra.
-Ahora tengo ganas de ti.
-No me interesa. Adiós-colgó
-Maldito Hibari-chisto mientras marcaba un nuevo numero.
Dino amo a Hibari desde el primer momento en que lo conoció, todos se dieron cuenta e Hibari pareció corresponder. El decimo Cavallone era una buena persona por la que muchos pelearon en el sentido amoroso, incluso Tsuna y Squalo...
Pero él torpemente había elegido a Hibari.
-Siento mucho el inconveniente madame, -dijo en cuanto le contestaron del otro lado de la línea.- permítame remediarlo.
Sentado en la acera, Dino no podía evitar recordar las dolorosas palabras de Hibari:
"Te dije que lo único que me atraía de ti era tu fuerza. Ahora que soy mas fuerte que tu, no te necesito a mi lado"
Él inútilmente trato de aferrarse.
"Fuiste tu quien dijo que me amaba. Sal de mi vista, herbívoro"
"¿Hay alguien mas?"
"Siempre hubo alguien mas"
"¿Quién?"
"Tu nunca serás tan fuerte como el bebe"
"Kyoya"
-Jefe-susurro a la distancia Romario.