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Supongamos por natalia clow

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Notas del capitulo:

Bueno, quiero explicarles algo.

Los capitulos están divididos en 2 partes, el supongamos que... y la realidad es...

bueno también la publicación va a ser en lo posble un capitulo por día, además de no ser muy largo, pero, eso depende del supongamos que Matthew se plantee.

Bueno que más les digo... buena lectura y sigamos con mi nuevo proyecto!!

 

La realidad es… «Catherin no quería ser mi novia».

 Capítulo 2

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El día había pasado (Al contrario de lo que se creía) tranquilamente. Catherin poca atención había puesto en terminar su negativa. Eso hizo que las personas también lo dejaran estar. Decidieron simplemente cuchichear un poco y luego, hacer como si nada hubiese pasado. 

Matthew no sabía cómo sentirse. En alguna parte quería que alguien lo molestara y le dijera cosas que le achantaran, pero por otra parte, se sentía tranquilo que nadie creyera siquiera que fuese necesario tomarlo en serio. El día lo pasó avergonzado e intentaba no mostrar mucho su retraimiento. En los descansos, huyendo hasta de Joshua, se encerró en el salón de español.

          —         Matthew ¿Me escuchas?

          —         Sí. —Dijo con la cabeza metida en sus rodillas.

          —         ¿Qué te pasa?

          —         Profesor Roberth, tengo vergüenza, tanta que me quiero morir.

El profesor sonrió disimuladamente mientras colocaba su mano en la cabeza de Matthew.

          —         ¿Qué hiciste?

          —         Pues… —El recordarlo sólo hacía que sus mejillas se encendieran de nuevo. — Me le declaré a Catherin, por haber leído lo que me pasó.

          —         ¿Eh? ¿Lo de ley de atracción?

          —         Sí. Lo único que atraje fue el ridículo que hice.

          —         ¿Lo crees?

          —         ¿Qué?

          —         ¿Ahora no te sientes más libre?

          —         Yo…— Trató de calmarse y saber que era lo que realmente sentía. — No. Sólo me siento como un estúpido.

          —         Pero un estúpido sincero. Logras más siendo sincero que escondiendo las cosas.

          —         ¿Qué cosas logré con esto?

          —         Enfrentarte un poco a ti mismo. Siempre eres una persona muy racional y eres de pocos amigos, pero por primera vez, diste tú el paso para dejar que la gente sepa cómo te sientes.

          —         ¿Y eso me debe alegrar? A la gente poco le interesa alguien como yo.

          —         ¿Eso piensas?

Matthew se sorprendió ante esa contradicción que le había hecho.

          —         Yo pienso que la gente como no puede competir contigo, trata de ser como pavos reales. Siempre mostrando externamente lo que no tienen internamente.

Esas palabras lo calmaron, de hecho lo hicieron sentir algo contento. Creyó que era verdad, ya que siempre lo molestaban por ser un nerd come libros. Siempre que hacían preguntas, él las respondía haciendo quedar en ridículo cualquier cosa que los otros dijeran. Entonces él creía envidiarlos, pero en realidad, ¿Ellos lo envidiaban?

          —         ¿Tú crees?

          —         Claro, no tengo mis años en vano. Además conozco a mis estudiantes más que a mí mismo. Siempre te miran con ojos llenos de sentimientos encontrados. Pareciera que quisieran estar cerca de ti, pero saben que solo son una fachada de belleza pasajera que no te interesa.

Alzó el rostro que estaba entre sus piernas y miró algo más contento al profesor que seguía acariciándole la cabeza.

          —         ¿En verdad será así?

          —         Claro. Piensa también, que todos son tan inmaduros que ni siquiera saben cómo demostrar que están interesados en alguien.

Matthew sonrió y dejó resbalar sus piernas. Miró al profesor y comenzó a reírse. Este le acompañó. La tensión y la tristeza parecieron desvanecerse.

          —         ¿Ya estás mejor? —Preguntó con un tono amable.

          —         Sí, gracias.

El profesor se separó y se sentó en su escritorio a seguir leyendo. Matthew se percató de que estaba incomodándole.  Ausentándose del salón después de haber pedido prestado un libro, se dirigió hacia la entrada del colegio. Ese lugar siempre estaba solo, ya que era prohibido estar ahí. Pero a él poco le importaba, además los empleados a pesar de verle ahí nunca le decían nada.

Sacó su libro  y se sentó a leer. Sólo requería hundirse en el mundo de los libros, para que cualquier cosa que pasara en el mundo real dejara de ser importante. Sólo necesitaba, un camino de letras que le llevaran tan lejos como su imaginación no era capaz.

***

          —         Bien, entonces espérame mientras me cambio.

Joshua subió corriendo al segundo piso, mientras que Margareth, la madre de Joshua, amablemente le guiaba a la cocina para que comiera algo.            

          —         Hace mucho tiempo que no nos visitabas ¿Cómo has estado?

          —         Bien, señora Margareth. Nada de lo que me pueda quejar.

          —         Pues eso espero y ¿Hoy viniste a ayudar a Joshua con sus trabajos?

          —         ¿Cómo? No, no señora. Hoy vine porque él me invitó para que saliéramos a hacer algo.

          —         Qué bueno. Este Joshua es un vago, pero sabes que se preocupa mucho por ti. Eres como su hermano.

Sonriendo cordialmente, Matthew bajó la mirada.

          —         Sí señora. Él también es como mi hermano.

          —         Bueno. —cambió el tema. — Déjame darte el almuerzo hoy.

          —         No se preocupe, así está bien.

          —         No seas modesto y acéptame el ofrecimiento.

          —         E…Está bien. —Dijo  agradado, mientras jugaba con la servilleta que había sobre la mesa de la cocina.

Al poco rato, Joshua bajó y Margareth ya tenía lista toda la comida. Se sentaron a almorzar todos juntos. En la mesa, la conversación que tuvieron tomó el rumbo hacia la declaración que había hecho Matthew a Catherin. Margareth con ánimo de molestarlo, empezó a opinar sobre el tema.

Para el final de la cena, Matthew estaba demasiado avergonzado. Tal era su actitud, que ya no quería salir, pero Joshua le persuadió. Le quitó el uniforme y le prestó algo de su ropa. Dada a la diferencia de tallas, estas le quedaron grandes.

          —         ¿Está bien? ¿Quieres que te preste una más pequeña?

          —         No, está bien. Tú sabes que siempre uso prendas así de grandes.

          —         Sí y parecen vestidos ¿Por qué no te colocas algo de tu tamaño?

          —         Ya te lo dije, no me gusta mostrar que soy gordo. Si no tienes nada que mostrar, no lo luzcas.

          —         Sí, pero tampoco es la solución colocarte ropa de cuatro veces tu talla.

          —         Pues así soy feliz, como si fuera un rapero.

Queriendo acabar la discusión sobre su ropa, se adelantó en bajar las escaleras. En el trayecto iba metiéndose la camisa dentro de pantalón, para verse  más genial,  según él.

          —         Oh vamos. Mat,  no te pongas bravo.

          —         ¿Vamos a salir o no?

          —         Sí, sí ya vámonos.

Al salir de la casa, el rumbo que tomó su caminata, fue hacia el centro comercial. Este quedaba cerca de la casa de Joshua. En la travesía, la conversación comenzó a tornarse más amable.

          —         ¿Te enteraste?

          —         ¿Qué?—preguntó Joshua animado.

          —         Mira que John Grishman, quien escribió La Apelación, al parecer va a publicar otro libro en esta temporada.

          —         ¡¿En serio?!

          —         Sí. Estoy ahorrando para comprármelo.

          —         Joder, si no me lo hubieras dicho, me hubiera gastado mi dinero.

 Matthew sonrió y como siempre, se llenaba de dicha al tener a alguien que se alegraba igual que él con los libros. En tanto seguía caminando, no notó cuando pisó, al parecer, excremento de perro. Joshua comenzó a notar el desagradable olor y mirando la suela de sus zapatos, no encontró nada. Eso hizo que le dijera a  Matthew que hiciera lo mismo, notando así la gran mancha en su suela.

          —          ¿Cómo carajos fui a pisar eso?

Joshua intentando no burlarse, le guió a una parte del andén donde había pasto e hizo que se limpiara con ello. De repente, Matthew sintió que algo le atropellaba las piernas. Vio a un san bernardo que se abalanzaba contra él. Ante el tamaño del can, no hubo otra reacción que caer contra el asfalto.

          —         ¡Ah! Buen chico —Con terror se dirigía al perro. — ¡Quítate! ¡Joshua ayúdame!

Hoy no era el día de suerte de Matthew, eso era definitivo. Joshua trató de acercarse al san bernardo que estaba sobre las piernas de Matthew. Aquel perro parecía que en cualquier momento, ante el evento de ser molestado,  arrancaría en jirones a su pequeño amigo.

          —         ¡Max! ¡Detente! ¡Sentado! —Una voz gritó fuertemente.

En ese momento, el canino mostró más obediencia y se sentó sobre las piernas de Matthew. Este veía aterrado al gran perro sobre él.

          —         Lo siento muchísimo.

Un muchacho de unos veinte años,  llegó agitado al lado del perro. En su infinita vergüenza, tomó la correa del san bernardo y lo alejó de Matthew.

          —         Te lo suplico, perdóname.

          —         No te preocupes. Tu perro está mal entrenado ¿No?

          —         Disculpa. Generalmente Max es un buen chico, pero no sé por qué se abalanzó contra ti.

Matthew levantándose, se fue limpiado toda la suciedad y se arregló la ropa.

          —         Así que se llama Max ¿Si?

          —         Exacto. Lo siento en verdad.

          —         No te preocupes, está bien. Sólo que no lo sueltes la próxima vez.

          —         Sí. En verdad lo siento.

En tanto el joven y su mascota se alejaban, Joshua miraba a Matthew con un aire de burla.

          —         Mat ¿Qué se sintió se atacado por un perro?

Este le miró furibundo. Sin esperar, comenzó a caminar rápido. Tenía la intención de ponerse a correr, pero antes de hacerlo, Joshua le alcanzó.

          —         Vamos, no te pongas bravo.

          —         Tú te la pasas burlándote de mí.

          —         Eso no es verdad. —Le contrarió divertido. —No es mi culpa que te pasen cosas tan chistosas.

Incluso debía reconocer, que lo que le había pasado era una típica escena de las películas cómicas. Ante ese deseo que sintió de reírse de sí mismo, contrarío al estado de ira que se supone que debía tener, se escondió dentro de la camisa. Metió su cabeza por el cuello y se delineó en sus labios una mueca graciosa.

Joshua no pasó desapercibido ese gesto,  sabía que estaba a punto de reírse y por eso se escondía. Conociendo cual era el punto sensible de Matthew, puso sus manos sobre sus caderas. Ante eso, la risa de Matthew no se hizo esperar y Joshua divertido, degustaba a su amigo suplicando por compasión. Por las continuas cosquillas, Matthew comenzó a forcejear para que estas se detuvieran. Cosa que no sucedió.

El grado de regocijo era tal, que Matthew ya no podía mantenerse en pie. Teniendo que acurrucarse, seguía empeñado en evitar que Joshua le siguiese haciendo cosquillas. Cosa que se contraatacó fácilmente, siendo Joshua el que se pusiera a su nivel

          —         Detente o te voy a pegar. — Era su humilde intento de parecer serio, mientras aún aguantaba la risa.

          —         ¿Qué me vas a qué? — Joshua solo seguía siendo ofensivo.

En su último intento por parar la situación, su mirada se posó en Joshua con un aire sobrio y maliciosamente se delineó en sus labios una sonrisa. Creyó que era el momento de demostrar que sería capaz de pegarle,  por lo que pensó que en esa posición era apropiado un cabezazo. Mandó su cabeza hacia atrás. Joshua asumió que esa vez si iba en enserio y le empujó. Al tener Matthew la cabeza hacia atrás, se golpeó directamente en el cemento, por el impulso que había tomado.

          —         ¡Mat! Lo siento. —Joshua preocupado le asistió.

          —         ¡Ay! Me dolió idiota.

          —         Lo siento, perdóname.

          —         Tarado. Con disculpas no se me quita el dolor.

Joshua algo angustiado puso sobre la cabeza de Matthew su mano y comenzó a sobarle.

          —         Lo siento. En verdad pensé que me ibas a pegar.

          —         Qué idiota ¿Cómo yo iba a ser capaz de pegarte un cabezazo?

          —         Tienes razón, perdón.

No es que estuviera realmente enfadado, por lo que Matthew  agradablemente miró a Joshua. Agitó su mano intentando significar «No pasa nada» y se levantó.

          —         Lo siento.

Ante esa seña, Joshua más risueño, posó un beso en la frente de Matthew.

          —         Mamá Joshua, ese tipo de métodos para quitar el dolor, son efectivos sólo cuando los hace una mujer.

Le cayó en gracia lo dicho por Matthew.  Joshua más afectuoso, siguió molestando y burlándose sobre la situación. Luego de eso siguieron caminando.

Llegando al umbral del centro comercial,  la primera propuesta de Joshua fue invitarle a un helado a Matthew. Todo eso era en compensación por el golpe. Después de ubicar la tienda y comprar los helados, se dirigieron a los asientos de la plaza de comidas del centro comercial. Mientras Matthew le daba la primera probada al helado, Joshua empezó a hablar.

          —         ¿Entonces esperabas que Catherin fuera tu novia?

          —         Sí. Estúpidamente eso pensé.

          —         Pero es raro que actúes así —Rumió Joshua con el helado en la boca— ¿Qué fue lo que te hizo decidir declararte?

          —         Es que leí algo.

          —         ¿Cómo? —Joshua frunció el ceño confundido.

          —         Sí. Lo que pasó fue que esta mañana, el profesor de español estaba leyendo un artículo sobre Ley de atracción. Este decía que para conseguir lo que uno quiere, no debe solo quedarse soñando, sino que tenía que actuar para lograrlo.

          —         Entonces tú… — El silencio era para llenarse con palabras obvias que él no quería pronunciar.

          —         Sí, exacto.

          —         Pero, bueno. — Joshua le dio otra probada al helado. — Yo no creo que sea tan malo.

          —         ¿Perdón? ¿Hacer semejante ridículo no es lo suficientemente malo?

          —         La verdad yo no lo creo así. Siempre te escondes, a pesar de que eres una gran persona. Eres amable e inteligente, un gran amigo y estoy seguro que un gran novio también. Pero como siempre huyes de la gente, esta no saben lo buena persona que eres. Por lo menos con lo que hiciste, pudiste demostrar que eres alguien valiente y sincero.

          —         ¿Y? Eso no hizo que yo le comenzara a gustar.  Me rechazó sin siquiera pensarlo.

          —         ¿Sabes? A veces lo que uno quiere no es lo que se necesita.

          —         ¿Entones cuando voy a tener lo que necesito? ¿Cuándo alguna chica me va a corresponder?

          —         No lo sé, no soy Dios. Sólo tienes quince años, tienes mucho tiempo por delante para que llegue. No corras.

          —         Yo no corro. Yo simplemente no me voy a volver a enamorar.

          —         Bueno, como digas. —Rumió. —Pero antes de decir eso, primero olvida a Catherin.

Esa última frase mordaz de Joshua, fue acompañada por el último mordisco al helado. Se levantó a botar la servilleta. Matthew en su puesto, tenía una expresión de ira y su cara se había puesto de un ligero tono carmesí. Lo que más le molestaba era que no le tomaran en serio lo que decía.

          —         Ya verás. Nunca más me voy a volver a enamorar. Después de todo ¿Quién dijo que las personas tienen que vivir con relaciones románticas para ser felices? No me dejaré contagiar de la enfermedad llamada «amor» nunca más.

El juramento fue sellado con la última probada al helado. Se dirigió a botar la servilleta. Después de una expresión más pacifica por parte de Joshua, la tarde prosiguió su andar.

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado mi idea toda rara!! XD esto esta historia es totalemtne inusual en mí, pero, de igual manera espero que les guste...

*¬* comentarios mi gente y nos vemos mañana (L)


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