- No, ¡ni hablar!
Su voz resonó por todo el salón, pero fue inútil. Sus tios tenían su maleta preparada en la entrada y no iban a permitir que esta vez Harry se saliese con la suya.
- No tenemos porque escuchar tus quejas, igualmente vas a ir. Así que coge tu maleta y ve subiendo al coche mientras tu primo se canvia de ropa.
Harry miró con rabia a su despreciable tío Vernon. Su pelo cada vez estava más blanco y su bigote había acabado desapareciendo gracias a su tia Petunia. Su barriga había aumentado al largo de los años, dandole un aspecto de Papa Noel.
Su tia Petunia, en cambio, era extremadamente delgada y su rostro era arrugado y viejo. Era la que menos reñia a Harry por cualquier chorrada y en el fondo era bastante inteligente y buena.
Harry cogió la maleta y salió pegando un fuerte portazo. Malditos tios. Si sus padres no hubiesen muerto... De sus ojos verdes esmeralda empezarón a caer lágrimas. A pesar de que intentaba ocultarlas no podía. Les echaba tanto de menos.
Después de 10 largos minutos después la puerta de la entrada se abrió y salió tío Vernon, tía Petunia y detrás su gordo y rubio primo, Dudley.
Durante el camino en choche, Harry intentaba persuadirles de que le dejarán en casa. Que se portaría bien, que siempre limpiaria y cocinaría, que sacaría buenas notas. Pero todo fue en vano, ni siquiera le estaban escuchando.
Resignado y cabreado, se dispuso a observar la poca luz que habia en el cielo, ya que aún eran las 7 y media de la mañana.
Miró a su primo, que se había dormido y empezaba a roncar. Era increible que fueran primos, no se parecían en nada. Mientras que Harry era delgado y algo musculoso, moreno de pelo y con ojos verdes, su primo era rubio, con ojos marrones y bastante "grande".
Ni tampoco se parecían en la personalidad. Dudley era casi tan malvado como sus tios. Al menos en el internado no les veria y podría respirar tranquilo.
Media hora después, llegaron al internado y Harry no pudo contener un "Oh". Era realmente hermoso. Parecía un castillo medieval, adornado de miles de cosas de época, como le gustaba a Harry. Observó a los demás alumnos. Parecían tan asombrados como él. Sonrió. Tal vez no sería tan malo vivir ahí.
Bajo del coche y esperó a que bajasen sus tios, su primo se quedaría en el coche dormido.
- A ver, primero tenemos que ir al despacho del Director, creo que se llamaba Dumbledore. - dijo tio Vernon, poniendo una extraña cara al decir aquel nombre tan raro.
- Tengo entendido que tiene un hijo de tu edad, tal vez podraís ser amigos. - dijo tia Petunia intentando animar a Harry.
- ¿Él? ¿Amigos? No le ilusiones mujer, este está destinado a estar solo.
Harry miró con toda su furia a su tio y estuvo a muy poco de pegarle, pero se detuvo. Quería causar algo de "buena" impresión. Y vaya si la causo. De camino al despacho de la directora miles de chicas se giraron y se le quedaron mirando.
Intento no parecer presumido, pero por dentro se moría de felicidad (xD).
En nada llegaron al despacho. Tia Petunia llamó a la puerta y cuando los tres oyeron un "pase", tia Petunia abrió la puerta.
Era un despacho bastante grande, lleno de bellos cuadros de época. El color de las paredes era de un marrón claro que quedaba bastante elegante y le daba un toque muy ogareño. Pero se sorprendió más al ver al supuesto Director.
Tenía el pelo completamente blanco y bastante largo, como su barba. Tenía unos grandes ojos azules y unas gafas de media luna, que solo había visto en libros de brujas y magos.
El Director se levantó para saludar a sus tios y tuvo que aguantarse la risa. La ropa que llevaba no le pegaba nada con el pelo ni la barba, se veía bastante ridiculo.
- Buenos días, soy el Director Albus Dumbledore. Ustedes seben ser los Dursley, ¿me equivoco?
- No, no se equivoca. - respondió tío Vernon casi enfadado.
Dumbledore le sonrió y fijó su vista en Harry.
- Y supongo que tu eres Harry Potter, ¿verdad?
- Sí, director.
- Bien Harry, si te quieres ir ya a tu habitación aqui tienes las llaves y recuerda, tendrás un compañero así que procuren llevarse bien.
Harry cogió las llaves que el Director le tendió en la mano y se fue casi corriendo. Al fin, ya nunca les vería. Ni siquiera se habían despedido de él.
Un compañero. Tendría un compañero. ¿Quién sería? Daba igual, él únicamente quería un compañero que fuera amable y no irritante, como su primo.
Fue subiendo pisos y mirando pasillos buscando la habitación "206", pero no la encontraba. Decidió preguntar a algún compañero. En ese momento vió como un chico de su edad caminaba con bastante chulería hacia él. Decidió preguntarle a él, ya que era la única persona que había encontrado.
- Perdona, ¿sabes donde esta la habitación 206? Es que soy nuevo y no...
- Es mi habitación. ¿Para que demonios quieres saber donde esta? - contestó el chico interrumpiendole.
- Porque a partir de ahora esa también será mi habitación. - contesto Harry. Ese chico no le estava callendo anda bien. Pero tenía que reconocer que era bastante agradable a la vista.
- ¡No me jodas! Ese maldito viejo ya ha vuelto a hacer de las suyas... - suspiró- en fin, me derijia a la habitación, así que vayamos juntos.
- Ok, por cierto, me llamo...
- Me da igual tu nombre, ten por seguro que no seremos amigos y NO dormiremos en la misma habitación, porque ahora mismo cuando deje mis cosas me voy a hablar con mi padre.
- ¿Tú eres el hijo del director?
- Sí, el excelente y famoso, Draco Malfoy. - dijo con una voz extremadamente sexy que hizo que Harry se pusiera un poco rojo.
"¿Pero que demonios hago? Si solo es un imbecil, creo que es peor que Dudley y todo."
Caminaron en silencio hasta llegar a la habitación. Cuando llegaron, Draco sacó las llaves y abrió la puerta. Harry se quedó con la boca abierta al mirar la habitación.
Era igual de grande que el despacho, pero parecía bastante fría, ya que estava pintada de tonos verdes y plateados.
- No te quedes ahi parado y entra. - dijo Draco empujandolo del marco de la puerta.
- No hacía falta empujar. - contestó Harry con enfado.
- Bueno, voy a bajar a solucionar este malentendido. Por cierto, ¿donde están tus cosas?
- ¡Mierda! ¡La maleta esta en el coche!
harry se asomó por la ventana pero ya era demasiado tarde. Su coche acababa de arrancar. Malditos imbéciles. ¡Ahí estaba su ropa para cuando les dejasen salir al aire libre los fndes de semana! ¡Y su ropa de gimnasia! ¿Ahora que se ponía?
Suspiró irritado mientras Draco se reía de situación.
- ¿TE PARECE GRACIOSO, IMBÉCIL?
Draco se quedó con la boca abierta. No esperava esa reacción. Solo sonrió. Había canviado de opinión. Sería divertido tener a aquel chico con poca paciencia en su habitación.
- Sí, bastante, por cierto, ¿como te llamas?