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LUNE por Rikkathum

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3.- VILLANOS?


Eran las seis de la mañana y Haruhiko Usami ya se encontraba en su oficina, tenía que atender todos los negocios de su padre, aunque no era necesario estar tan temprano, la verdad es que cada día estaba más ansioso por terminar la semana normal de labores y que llegara el sábado.


Recordaba que su hermano saldría hoy para verse con su mejor amigo, el cual quería presentarle a su hermano menor, eso en parte lo tenía un poco incomodo, aunque la verdad no tenía razones para preocuparse.


Había visto desde hace mucho tiempo como su hermano se había enamorado e incluso cambiado su forma de ser al grado de aceptar que vivieran juntos desde el momento de que su amigo se cruzo en su camino.


Eso le provoco mucha curiosidad, quería saber qué clase de persona era ese tal Takahiro, así que un día sin más decidió ponerse a investigar sobre él, encontrándose con que tenía un hermano, fue hacerle una visita al amigo de su hermano, bueno en realidad fue a ver cómo era, lo observo de lejos y no se le hacía nada fuera de lo habitual, aunque viéndolo tratar a las personas podía apreciarse que era un buen tipo honesto, tal vez eso era lo que le había llamado mucho la atención a su hermano.


Después de eso reviso muy bien la información de ese Takahiro, no se había fijado que al finalizar el informe había fotos, las reviso encontrándose con una del hermano, se quedo asombrado por la belleza de pequeño el cual no pasaba los diez años, sus ojos esmeraldas llenas de brillo, su lindo cabello castaño y piel algo pálida y sobre todo la gran y hermosa sonrisa que tenía en sus labios y entonces se dijo a sí mismo, si su hermano tenia a ese tal Takahiro, el podría tener a Mizaki, si Mizaki era el nombre del menor.


Eso había sucedido no hace más de diez años, ahora el tenia lo que quería y porque no decirlo así, era indescriptiblemente feliz.


Pero surgió un problema repentino, nunca se imagino que el hermano de Mizaki le pediría vivir con el de nueva cuenta y hasta la fecha ya era una semana de eso causándole un pequeño problema el sábado pero al final de cuentas logro juntarse con el pequeño, solo un momento pero fue más que suficiente para él, aparte de que así no se metían en un problema mayor, aunque ese día recibió una muy buena noticia lo que significaría que pronto el chico dejaría de vivir con su hermano, lo único y porque no decirlo o más bien admitirlo, se sentía un poco preocupado por Akihiko, cuando se enterara que reacción tendría.


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Orochimaru salía de la habitación de un Motel con una cara de felicidad que no podía con ella, después de todo había obtenido lo que deseaba, aunque debía admitir que no era aun completamente suyo, pronto lo seria.


No hace más de tres meses su “pareja” o más bien dicho su juguete no era más que un peliplata de ojos bicolor, era sexy y con un cuerpo de infarto, lo había convencido para hacerlo suyo, después ya no necesito preguntar, había movido muy bien sus cartas con ese peliplata, pero una noche en un bar pudo visualizar a un moreno que tenía una característica cicatriz en su cara que cruzaba de mejilla a mejilla atravesando su nariz, su cabello era largo y sus ojos café claros y expresivos, su cuerpo que se podía ver bien definido era deliciosamente apetecible o violable, más bien dicho ambos.


Pudo notar que estaba preguntando por alguien y entonces vio como se acercaba a la barra donde estaba y mostraba la foto al que atendía, vio de reojo la foto y entonces se sorprendió, buscaba a alguien que se podía decir el conocía, sonrió para sus adentros, al parecer ese moreno seria suyo.


Lo siguió por un rato después de que salió del bar, pero no le gusto nada cuando unos tipos lo interceptaron, al parecer querían divertirse un rato con él, eso no lo iba a permitir, pero cual va siendo su sorpresa al ver como el moreno les ponía una paliza, utilizaba movimientos rápidos y regularmente  movimientos de pies, se quedo sorprendido y a la vez maravillado, su obsesión por ese moreno había crecido en tan solo unas cuantas horas, sonrió con malicia.


Pero claro no todo es tan fácil y bien que lo sabía, no podía acercarse mucho al muchacho porque siempre era rechazado, ni siquiera cuando le dijo que él conocía al que buscaba, cosa que lo estaba frustrando, ya ni siquiera buscaba tan seguido al peli plateado, solo los sábados y en sus noches era cuando descargaba todas esas ganas de poseer al Iruka, si había obtenido su nombre por lo menos, pero ya se estaba cansando de esperar, en cuanto tuvo la oportunidad tomo una foto a escondidas de la persona que necesitaba para tener a sus pies lo que más deseaba.


No necesito de ser adivino para suponer que el moreno se negaría a ver la fotografía y sobre todo que ya había agotado su paciencia como al grado de ya querer ponerle una paliza, pero antes de recibir el primer golpe le puso lo más rápido que pudo la foto en su cara, el moreno se quedo de piedra en ese momento, para él no podía ser posible que ese sujeto tuviera el acceso a sacarle una fotografía y lo sabía por el hecho de que si anteriormente tuviera la foto hace ya más de tres mese que la hubiera utilizado.


Ese mismo día logro que el moreno aceptara pasar una noche con él, claro la primera de muchas después de que el trato se cumpliera, trato que se trataba de que si él lo llevaba a donde pudiera ver al chico el pagaría con su cuerpo, el moreno aunque deseaba con todo su ser negarse sabía que era tal vez la única pista que pudiera tener del muchacho, no le quedaba más que aceptar, solo esperaba que no fuera una trampa de la cual no pudiera salir nunca.


Esa noche lo llevo a un Motel de mala muerte que conocía, le pidió que se quitara la ropa mientras él hacía lo mismo, lo aventó a la cama y sin mucho cuidado comenzó a devorar sus labios, estaba completamente excitado, después de ver el cuerpo del moreno no dudo en aventarlo a la cama, después de dejar los labios de Iruka completamente rojos y un poco irritados por lo brusco del beso decidió continuar lambiendo y mordiendo el cuello.


Iruka simplemente se dejaba hacer, le daba demasiado asco pero no tenia opción, este era como dijo Orochimaru un pago por adelantado, pero y si todo era una trampa.


La serpiente siguió con lo suyo, ahora atendía a los pezones de Iruka el cual no pudo retener un gemido pero no fue de placer si no de puro dolor, la mordida había sido fuerte y había lastimado la piel,  pero no podía quejarse por lo que tenía que aguantar.


Orochimaru no podía con la excitación y las ganas de penetrarlo, a pesar de que quería disfrutarlo poco a poco la paciencia de esos meses ya se le había borrado por lo que decidió penetrarlo de una sola vez, después de todo tenía toda la noche para saborear cada rincón de su piel, tomo las piernas de Iruka y las abrió de par en par, se coloco bien entre ellas y sin siquiera prepararlo entro en el, Iruka grito de dolor mientras la serpiente gemía de placer por estar dentro de esa cálida estreches.


Iruka creyó que por lo menos lo prepararía, pero al parecer ese tipo no era más que un sádico de primera, no pudo aguantar y comenzó a gemir de puro dolor, Orochimaru se sentía en la gloria, después de unas envestidas cada vez más fuerte se vino en su interior, Iruka pensó que ya todo había terminado, pero que ingenuo había sido, lo siguió haciendo hasta quedar satisfecho, mordía y arañaba su piel morena sin ningún resentimiento, lo hizo ponerse en barias posiciones y aunque Iruka no deseara lo hizo correrse en varias ocasiones ya que de repente se le había ocurrido también “atenderlo” como le había dicho la víbora.


Si, para Orochimaru había sido de la mejor noche y planeaba repetirlo, salió de sus pensamientos para por fin salir del motel, tomo sus llaves y fue hacia su automóvil. Le hecho un vistazo por última vez a la habitación donde había dejado al moreno y sonrió lascivamente, solo esperaba que el sábado llegara lo más rápido que pudiera.


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Un viejo con complexión bastante robusta lo que lo hacía ver más joven de lo que en realidad era por sus ya casi setenta años de edad, su cuerpo a pesar de ser viejo tenia músculos algo marcados, su cabellera era completamente blanca y sus ojos mostraban una frialdad a la cual nadie se le quería enfrentar.


Su nombre era Barragan Luisenbarn – y a qué hora piensan traerme la información que les pedí – dijo bastante molesto el viejo.


- señor ya en una media hora estará lista – dijo una de sus secretarias.


- mas te vale que así sea, ya me canse de ver y no participar en el show.


- a que se refiere señor?


- a nada que te importe, lárgate y tráeme esa información!! – le grito lo ultimo a su secretaria la cual solo hizo una reverencia y salió corriendo de la oficina.


Tomo uno de sus puros y lo prendió, volteo hacia la ciudad, últimamente estaba impaciente, deseaba por todos los medios volver a ganar aunque no fuera directamente participe, pero deseaba la victoria y tras la muerte de su último juguete no ha podido encontrar otro que le sustituya.


- maldita sea y aun con la lista no es seguro que alguno de ellos me satisfaga – sabia que encontrar a un buen peleador era casi imposible, aparte de encontrarle sus puntos débiles para convertirlo en su juguete hacia que estuviera seguro que ese sábado seria como los otros donde solo es un espectador mas.


Los peleadores ha tenido casi nunca perdían por lo que siempre salía satisfecho, aparte físicamente eran deliciosos por el ejercicio que realizaban, así que de más de una forma la satisfacción era completa, si ese sábado no le tocaba pelear a su juguete pues podía jugar con el de otra forma, pero cuando perdían esa era otra historia, después de casi matarlo mientras lo viola le daba un tiro en la cabeza y se desasía del cuerpo, aunque debía admitir que la ultima vez no pudo ni satisfacerse sexualmente ya que su juguete fue destrozado por las manos de un tal Kempache, un peleador sádico de uno de sus rivales, el chico no sobrevivió a la paliza.


- lo bueno dura poco – dijo el anciano con una sonrisa, pronto conseguiría algo bueno y que tal vez duraría poco, pero después conseguiría algo bueno aunque durara poco haciéndolo conseguir mas y mas, después de todo así no se aburriría.


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 Madara Uchiha se encontraba plácidamente tomando su desayuno después de haber tenido un buen “ejercicio” matutino con un rubio de cabellera larga llamado Deidara, aunque claro no había sido gratis, pero en realidad no le costó mucho, el rubio solo deseaba permiso para ir a ver a su amiguito que estaba encerrado en una pequeña bodega en la mansión Uchiha.


El como buen samaritano le dio el permiso siempre y cuando atendiera un pequeño problemita con el que había despertado, el pobre rubio sabía que si no lo hacía por las buenas lo terminaría haciendo por las malas, pero era la única forma de que lo dejara ver a Gaara, por lo que se incoó ya que Madara se encontraba sentado en la cama, bajo un poco la pijama para sacar el miembro despierto y lo metió a su boca, paso unos cuantos minutos en los cuales la boca del rubio ya no era suficiente para satisfacerse, lo tomo de los cabellos y lo arrojo a la cama desabrochando los pantalones del rubio y quitándoselos juntos con su ropa interior poniéndolo en cuatro lo penetro de una sola envestida, a pesar de que el cuerpo del rubio estaba acostumbrado a soportar lo que le hacia ese hombre el dolor seguía siendo el mismo por lo cual no pudo evitar gemir de dolor, unas cuantas envestidas mas y antes de terminar salió de él, tomándolo de los cabellos para girarlo y terminar en su rostro.


- uuuhmm delicioso! – dijo Madara al recordar el momento, no podía negarlo, tenia los juguetes mas deliciosos y aunque deseaba tener uno que otro de sus “compañeros de juego”  los suyos eran de lo mejor y muy buena calidad.


- Madara-sama  -le llamo una de sus sirvientas – sus sobrinos e hijo regresan hoy de Italia – le recordó.


- diablos es verdad – dijo el hombre – lárgate tengo que pensar en algo – la chica solo hizo una reverencia y salió – bueno ya tengo un departamento para los tres, así que no hay problema en que descubran lo bien que trato a mis juguetes, aunque pude y se les pegue el gusto jajajaja.


Se levanto de la silla y se acerco a una de las ventanas, pudo ver a Deidara salir de la bodega, se recambió los labios –imposible, no me veo compartiéndolos, mucho menos a mis dos rubios.


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Alois Trancy pisaba por primera vez el suelo japonés junto con sus dos mayordomos, solo estaba esperando a que le trajeran su “paquete” para poder ir a la nueva residencia que compro para poder vivir en Japón.


Claude Faustus se podría decir que era su más fiel sirviente, le había servido a su familia desde que el pequeño nació, aunque no lo dijera y a pesar de que se notara por su devoción y adoración, amaba y deseaba de todas las formas posibles a ese pequeño rubio y para qué negarlo ya había tenido la dicha de probarlo, pero también había sido probado, pero así eran las cosas y seria un mentiroso al no aceptar que le fascinaba.


Lo que no sabían ninguno de los dos es que ambos habían creado cierta obsesión por su nueva adquisición, un muchacho de ojos azules tan brillantes que eran demasiado deseables para quitarle tal resplandor, Alois se regocijaba de haberle quitado el brillo a uno de ellos, aunque la verdad le hubiera gustado quitárselo de otra manera, más humillante y placentera para él.


- mira Sebastian!! – Dijo el rubio – ya traen nuestro “paquete”, mételo al camión y vallamos a nuestro nuevo hogar – dijo con una sonrisa infantil.


- si – obedeció el nombrado pero antes de irse vio a un rubio acercarse a su “amo” giro los ojos en evidencia de su desagrado y fue a hacer lo que le mandaron.


- pero si es Alois Trancy – dijo el rubio que se acercaba a él.


- Thoma Seguchi – dijo Alois al reconocerle, ambos se sonrieron de una forma algo macabra.


Ellos se había conocido en Londres por su gusto por la violencia, ambos contemplaban como unos policías apaleaban a unas mujeres que protestaban por el abuso de una  de las maquilas en las cuales ellas trabajaban, la cara de diversión de Alois fue lo que le llamo mucho la atención a Seguchi, se acerco a él y comenzaron una plática muy amena para ellos aunque si estuviera otra persona más se asustaría de lo sádica que era de verdad, a pesar de las diferencias de edades, los dos se entendieron a la perfección.


- no me digas que te mudas a Japón? – pregunto el rubio mayor.


- sí, va a ser mi nuevo hogar, pero aun no salgo del asombro de verle.


- oh no me malinterpretes te aseguro que solo fue coincidencia – Alois el poco tiempo que conoció a Seguchi le fue suficiente para saber el tipo de poder que tenía ese sujeto.


- pues que agradable coincidencia he de decir, espero que nuestros gustos sigan siendo los mismos – dijo con una sonrisa de niño bueno.


Thoma lo miro por unos segundos, dudando algo, pero después se decidió.


- tenlo por seguro – dijo para luego sacar su cartera y de ella extraer dos tarjetas, eran de diferente color, una negra y la otra roja, eran como las tarjetas de crédito.


- y eso es una muestra de ello? – pregunto un muy intrigado Alois.


- SIP – respondió con su eterna sonrisa – pertenezco a un club que estoy seguro que te fascinara y estas son el pase a tal lugar.


- oohh!!! Enserio?? – pregunto muy emocionado.


- mira deja te explico unas cosas, esta – señalando la tarjeta roja – te servirá para entrar como invitado, es una invitación permanente, esta – señalando la negra – es para que entres como anfitrión, como invitado solo puedes observar, como anfitrión puedes dar lo que los invitados observaran.


- que interesante, pero apuesto que para ser anfitrión necesito tener algo que los invitados puedan observar, no?


- que listo!! Así es, necesitas a alguien que sepa pelear – dijo con una sonrisa un poco mas sádica – ver como se matan entre ellos es exquisito, aunque he de decir que también tienes muchas formas de divertirte con tus peleadores – dijo mientras recordaba a cierto pelirrosa.


- ya veo.


- sí pero una cosa si te digo, si entras como invitado no puedes ser anfitrión y viceversa, claro está la excepción de que si eres invitado pagues una fuerte suma de dinero y cambies como anfitrión.


- entonces me conviene entrar como anfitrión – se dijo a sí mismo, recordaba que su recién adquisición sabia pelear ya que su padre lo metió a algunas cosas relacionadas con defensa personal y Karate – pero si mi peleador muere? – no quería meterse en líos si el chico no pasaba la primer pelea.


- no pasa nada, sigues siendo anfitrión y vuelves a participar cuando tengas a otro peleador – entonces Trancy tomo la tarjeta negra sin pensársela mucho, al parecer Japón sería muy divertido.


- joven el auto y la “carga” están listos – anuncio Claude.


- te veo el sábado en la mañana para explicarte todo con más detalle, esta es mi dirección – dijo Seguchi dándole una tarjeta personal – es de mi empresa, que tengas una linda tarde – dijo para después despedirse.


- qué bien!! Mira Claude, parece que Japón nos está ofreciendo diversión jajajaja – vio la tarjeta negra y pudo notar el nombre gravado en ella – muy lindo jajajaja.


 


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