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La Ley de Murphy por Alchemyca

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Notas del fanfic:

Los personajes no son míos, todo pertenece a Masashi Kishimoto.

Es un one-shoot y la primera vez que me atrevo a escribir algo con personajes que no son míos asi que cualquier crítica, especialmente las referidas al OoC, son bienvenidas :)

 

La Ley de Murphy

 

(Antología de una resaca)

 

“Si algo puede salir mal, saldrá mal”

 

La lengua pastosa moviéndose como un gusano dentro de su boca. La sensación de mareo atroz a pesar de tener los ojos cerrados. El dolor corporal extenso. Reconocía los síntomas y odiaba hacerlo porque eso significaba admitir que quizá anoche debió de haber escuchado a alguno de sus amigos cuando le dijeron que parara. En fin, al menos significaba que ese vacío oscuro que ocupaba el lugar donde debían estar los recuerdos de la noche anterior tuvo que ser ligeramente divertido. Ayer fue una noche de borrachera y ahora le tocaba la mañana de espantosa resaca. C’est la vie.

 

De todas formas tampoco iba a ponerse dramático. No salía demasiado ya que solía tener mucho trabajo en la universidad, pero cuando lo hacía temblaban los dueños de todas las licorerías de la ciudad. A Sasuke Uchiha nadie le andaba con tonterías cuando decía de beber, aunque a la mañana siguiente fuera incapaz de dar dos pasos más allá de su cama. No aguantaba las discotecas, odiaba el ruido atroz de la música de mierda que ponían en todos lados y encima detestaba bailar, por lo que apoyarse en un rincón con un cubata en la mano era la mejor opción cada vez que sus compañeros decían de salir. Afortunadamente, cuando se emborrachaba lo único que hacía era quedarse más callado de lo normal y aguantar mejor las bromas de los pesados de sus amigos.


Aunque esa mañana había algo inusual. No sabía decir por qué, pero tenía la sensación de que se estaba olvidando de algo importante…


Sasuke Uchiha odiaba muchas cosas, quizá demasiadas para su propio bien, pero detestaba especialmente el despertar y darse cuenta de que recordaba la noche a trozos, como si alguien se hubiera entretenido en apagar y encender la luz dentro de su cabeza. Si había bebido mucho significaba que la sensación de ligero mareo despreocupado que le invadía a cada nueva copa de whisky había sido intensa. Luego se lo había pasado aceptablemente bien, al menos para estar metido en algún cuchitril oscuro apestando a sudor durante horas. Sin embargo, la sensación de haber podido perder el control y no saberlo le abrumaba.


Definitivamente se olvidaba de algo.


Estiró la mano y la llevó a su frente, en un gesto inconsciente que solía hacer cuando intentaba recordar las cosas. Mientras movía el brazo, toco una cosa calentita a su lado.
Quizás ese algo que se le olvidaba tuviera que ver con el bulto que estaba ahora tumbado en su cama, un bulto que emitía tanto calor que Sasuke Uchiha se vio obligado a dejar el mundo de los sueños etílicos para conectar con la realidad. Lentamente fue abriendo los ojos, dispuesto a encontrar junto a él a Sakura, a Ino e incluso a Hinata, a cualquiera de las chicas que fueron con él a la fiesta del día anterior en el pub Konoha. Además notaba que sólo llevaba puestos los calzoncillos lo que era una prueba inequívoca de que había pasado la noche ocupado.

 

Tenía éxito con las chicas. Era algo que a veces era bueno y te deparaba agradables sorpresas, por ejemplo, levantarse y comprobar que la noche no pudo estar tan mal. Otras era sencillamente un coñazo, como cuando tenía que soportar sus continuas atenciones o Sakura e Ino empezaban a pelearse por él a grito pelado ¿Pero qué se le iba a hacer? Él era un chico guapo después de todo y no, no era egocéntrico, sólo realista.


Con cierta curiosidad se asomó tras la espalda de su acompañante. Quería averiguar la identidad del misterioso bulto, saber de una vez por todas si tendría que lamentarse en silencio mucho tiempo por su error o simplemente encogerse de hombros y tomarlo como un pequeño desliz nocturno.


Mierda. Del bulto solo se veía un trozo de pelo rubio, el resto estaba oculto bajo el grueso edredón de Sasuke. De vez en cuando emitía algún “gnnnnn” como una gata, pero no daba ninguna pista más. Una gata graciosa y aún borracha que ronroneaba bajo las sábanas. A Sasuke le recorrió un leve escalofrío de excitación al pensar en eso, ya que al no recordar nada de la noche anterior, acostarse con esa chica le parecería una experiencia totalmente nueva. Enarcó una ceja y procuró no agitarse demasiado o hacerse muchas ilusiones. Quizá lo que anoche le pareció una buena idea ahora no le gustaba tanto. Se fiaba de su buen gusto, pero no era tan estúpido como para no tener en cuenta que doce whiskeys cola podían trastocar un poco su concepción de belleza. Se esforzó por recordar algo, lo más mínimo, a fin de estar preparado para lo que fuera, incluido el querer salir corriendo y frotarse el cuerpo con lejía. Cerró los ojos y volvió a presionarse el puente de la nariz. Nada de nada. Sólo una marea borrosa que le decía vagamente que el sexo le había encantado. Si su cabeza no le engañaba en eso quizá sí que merecía la pena repetir la experiencia.

 

Suspiró quedamente y volvió a fijar la vista en los revoltosos mechones rubios que asomaban bajo la manta. Aunque siempre podía levantar el edredón de golpe y resolver sus dudas de un plumazo, prefería no hacerlo. Total, lo hecho, hecho estaba y si de verdad fue tan bueno como su etílica memoria le decía lo que más le convenía no era ir despertando a la susodicha de golpe, sino convencerla subrepticiamente de que en su cama estaría mejor que en ningún otro sitio. Dejarla dormir también le daba ventaja en caso de tener que salir de allí huyendo por el bien de su integridad mental.

 

Tendría que remontarse entonces a las primeras seis copas, cuando todo aún no se movía solo. Los escasos flashes y sus dotes de investigación serían sus armas. Lo cierto es que en el local no había demasiadas rubias que el conociera, así que el espectro se reducía bastante, aunque claro, que fuera una desconocida tampoco se podía descartar. Las mujeres solían acercársele pese a que él no las fuera buscando. Volvió a mirar el bulto e intentó ponerle un rostro a la amante misteriosa.


¿Quizá Ino Yamanaka? No. Tenía el pelo demasiado largo y su color era más platino que dorado. Además que si fuera ella se habría enterado por fuerza, porque Sakura se hubiera tirado a su cuello para matarla. No, definitivamente no era ella, quedaba descartada por completo.

 

¿Y Sabaku no Temari? El color de pelo era mucho más parecido que el de Ino. Miró la cabellera con evidente preocupación, asustado de haber cometido una auténtica tontería. Sabía que Shikamaru y ella tenían un no sé qué que podía llegar a ser algo serio y ese gandul era de los pocos que le caían bien. Le gustaba su aire relajado y su desinterés por todo lo que no fuera Temari, las nubes y el problema de la unificación de la física cuántica con la relatividad general. Era un buen tío y él no quería convertirse en el capullo que le levantó a la novia. Su ceño se frunció del disgusto y estuvo tentado a levantar la manta de sopetón para intentar arreglar las cosas cuanto antes, pero entonces recordó con claridad que Temari y Shikamaru se fueron antes que los demás a casa con la excusa de que estaban cansados y tenían que dormir un poco.


Aunque saber que no era Temari la chica misteriosa le alivió muchísimo, no pudo evitar que se le escapara un pequeño suspiro de resignación. Ninguna chica conocida encajaba, por lo que tendría que desistir en su empeño de no llevarse una sorpresa. No le gustaba demasiado no poder controlar las cosas, máxime en algo así donde el resultado podía ser una auténtica catástrofe emocional para la chica al verse rechazada sin miramientos y una humillación a su orgullo de oscuro seductor…


¡OH, DIOS! ¿Y si fuera la camarera? ¿La tal Tsunade? Las náuseas de la resaca se dejaron sentir de golpe y casi tuvo que salir corriendo al baño. No, no podía ser. No estaba TAN borracho… ¿verdad? La angustia se bajó un poco cuando se tranquilizó y pensó que no, que era imposible. Aunque esa mujer tenía experiencia de sobra para hacer algo tan bueno como lo de creía recordar de esa noche no podía ser ella. Es decir, no estaba mal para tener cincuenta años, pero joder ¡Es que eran cincuenta años! ¡Su madre era más joven! No, que no lo fuera, por favor Dios, no permitas eso. Creía mantener su buen criterio con las mujeres incluso en el estado más lamentable. Respiró hondo y entonces cayó en la cuenta de que su pelo era más largo y mucho más liso que el de la desconocida. A ella solo se le veían mechones rubios disparados por todas partes. Había sido sólo un susto, se había puesto nervioso y se había dejado llevar. Volvió a inspirar profundamente hasta que el corazón volvió a su ritmo normal y entonces giró la cabeza para mirar al bulto de pelo rubio de nuevo


Si no era nadie que él reconociera a simple vista ¿Quién era?


¿Una del pub de enfrente? ¿Allí donde iba su amigo Gaara, el Suna? Incluso puede que se la ligara en aquel ratillo que pasaron por el antro del Sonido. El sello del garito aún brillaba en su mano como una mancha fluorescente. O quizás fue cuando pasó a ver a su hermano por Akatsuki


Al final el único recurso que restaba era arriesgarse a despertarla y ver su rostro. Después de eso recordaría toda la historia o al menos eso creía. Esperaba que fuera guapa, con una bonita sonrisa. Una persona capaz de transportarlo al séptimo cielo merecía ser mantenida a su lado, aunque sólo fuera por unas pocas y placenteras semanas.
Bueno, de todos modos era la hora de la verdad. Ahora o nunca. Se acercó despacio y levantó el edredón sigilosamente inclinándose levemente sobre el cuerpo que yacía a su lado.


Y de pronto todo sucedió muy rápido.

 

Sasuke recordaría la escena después como una sucesión de imágenes inconexas. Flashes de pequeños detalles sin importancia, a una cámara lenta propia de las imágenes de acción de las películas de Hollywood. El repentino cesar del ronroneo, la mano pálida quitando el edredón lentamente, un ojo azul, tan azul que hacía daño, abierto. Un salto asustado hacia delante y la visión del parquet encerado moviéndose mientras ambos rodaban por el suelo.


Menos de diez segundos de completo caos y la vida de Sasuke se había arruinado por completo.

Porque la gata no era gata, sino gato. Un gato de piel morena y ojos color azul tan intenso que cortaba la respiración, con un cuerpo musculado muy alejado de las suaves curvas femeninas que él creía admirar. El gato estaba encima de él, vestido sólo con unos calzoncillos de ranitas y una extraña mueca, mezcla de espanto y estupor, que deformaba por completo sus rasgos. Pasaron unos segundos en completo silencio, sin que ninguno hiciera ningún movimiento, mientras Sasuke contemplaba su rostro pasar del pálido al verde, del verde al amarillo, de ahí al rosa de la vergüenza cuando se percató de la desnudez de Sasuke y por último al rojo, carmesí, granate más puro.


¿Qué es peor que levantarse de una borrachera y ver que la chica con las que has pasado la noche tiene más barba que tú?


Quizás, darte cuenta de que no es un anónimo desconocido al que puedes darle puerta y enterrar el asunto rezando cada día para que nadie se entere.

 

Joder… con la fácil que hubiera sido negociar con un amable don nadie que no le conociera y no pudiera decirles a tus colegas del gimnasio que se apartaran cuando le vieran en las duchas…


Si algo puede salir mal, saldrá peor.


Y es que si te levantas con un tío al lado, lo más horrible es ver que es tu amigo y rival el maromo con el que has pasado la noche. Un tío que ves todos los días, que saludas, que te peleas con el día si y día también por ver quien de los dos es el mejor de la clase de ninjutsu en el gimnasio, del equipo de fútbol, el que más cervezas puede tomarse sin desplomarse.

 

Imposible ignorar eso.

 

Imposible ignorar a Naruto Uzumaki.


- Sasuke…dime que anoche bebimos un huevo y que me trajiste a tu casa a que se me pasara la cogorza. Dime que me vomité encima y que por eso me quitaste la ropa...- dijo Naruto lentamente, como si le costara entender qué estaba pasando, mientras le miraba intensamente, cada vez más suplicante, esperando hallar en sus ojos una explicación coherente y nada homosexual a esa situación.

 

Al ver su falta absoluta de respuesta empezó a ponerse frenético. No le extrañaba. Su cara también debía ser todo un poema dedicado al desconcierto. Ni siquiera era capaz de hablar. De todos modos, Naruto ya lo hacía por los dos, balbuceando incoherencias cada vez más rápido.

 

- ¡Joder Sasuke! ¡Dime que anoche no pasó lo que yo creo que pasó y que si me noto que me duele el culo es porque anoche iba ciego y me di alguna ostia! – chillaba Naruto mientras se ponía de pie de un salto y se pegaba totalmente a la pared. Sus ojos vagaban de aquí para allá a toda velocidad por la habitación, como si esperara que la lamparita de noche empezara a hablar y le ayudara a aclarar las cosas - ¡Esto es culpa tuya!- gritó al fin señalándole con el dedo.


- ¿¡Que?! ¿¡Que es culpa de quién?! ¡Si es de alguien será tuya! ¡Yo no recuerdo nada de anoche! ¡Nada!- rugió Sasuke, reaccionando por fin a los gritos y alejándose del rubio para buscar por la habitación sus pantalones ¡¿Cómo tenía ese imbécil la poca vergüenza de echarle a él las culpas?! ¡Dos no follan si uno no quiere, joder! Además Naruto era más mariquita que él un rato ¡Si sólo había que ver lo pegajoso que era!

 

La ropa estaba desperdigada por el cuarto, pero se concentraba especialmente sobre el pequeño sillón del dormitorio donde Sasuke solía leer. Curiosamente, aunque la ropa estuviera arrugada no estaba demasiado desordenada, como si en medio de su borrachera y revolcón hubiera conservado algo de su pulcritud habitual. Podía ser gay, pero no desordenado. Cojonudo, tenía un subconsciente cojonudo. A ver si Itachi iba a tener razón ahora en lo de que era un maniático…

 
 - ¡Yo tampoco recuerdo nada, bastardo! ¡Pero tú eres más bujarra que yo un rato!- insistía el rubio, incapaz de asimilar lo ocurrido - ¡Para empezar te peinas con gomina todos los días! –le soltó mientras le señalaba con una mano y con la otra se tapaba los calzoncillos.


- ¿Si? ¡Pues yo no soy el que anoche me la estaba comiendo entera!- el rostro de  Naruto volvió a palidecer y empezó a mover la cabeza muy rápido de un lado a otro- ¡Y esa escena si que la recuerdo así que no la niegues! ¿Además por qué iba a ser yo más gay que tú? – protestó cada vez más furioso. Naruto era el único ser del universo que lograba sacarlo de sus casillas por completo, pero reconocía que esa vez estaba batiendo su propio récord de velocidad- ¡Y me peino porque  soy limpio, joder! ¡No cómo tú que podrías criar avestruces entre tus nudos!


- ¡Oye, mi pelo es así! ¿Vale? ¡Además te digo que yo no te chupado nada, bastardo! Yo anoche estoy casi seguro de que no hice nada ¡No soy maricón! Tú en cambio con ese corte de pelo y ese flequillito de nena…


- ¡¡¿Qué le pasa a mi pelo, gilipollas?!! Además tú mismo lo has dicho: casi seguro –al ver la cara de estupefacción de Naruto, Sasuke decidió cortar por lo sano y empezó a hablar más lentamente, intentando calmarse- Yo ayer hubiera jurado que era heterosexual, pero estoy con tantos chupetones y arañazos en el cuerpo como tú y no me quejo tanto- gruñó al verse reflejado en el espejo del cuarto. Tenía que calmar a Naruto o la cosa iría a mayores – Cálmate, es algo de una noche y nadie lo sabrá si no dec…


- ¡¿Qué no te quejas tanto?!- Naruto le interrumpió de golpe, gritando incluso con más fuerza que antes- ¿VES? ¡Eres de la otra acera, lo sabía! ¡Y encima hablas como lo hubieras planeado! Espera… ¡¡¡¡Me has violado!!!!- gritó Naruto, rodeando la cama para guarecerse al otro lado mientras le señalaba con el dedo y cogía un almohadón para protegerse- ¡Eres un violador, me has engañado! ¡¡¡Socorro!!! ¡¡Auxilio!! – empezó a gritar, sacando medio cuerpo por la ventana e intentando llamar la atención de la gente que paseaba por la calle.


- ¿¡¿¡PERO TÚ ERES IMBÉCIL!?!? ¿¡Para que coño querría yo violarte, idiota?!- rugió Sasuke acercándose a Naruto e intentando pasar por encima de la cama para arrearle un par de merecidos puñetazos.


- ¡¡Pues para poseerme, bastardo!! ¡Mucha gente mataría por mis abdominales de acero! ¡No me toques!- chilló Naruto a su vez intentando defenderse de los golpes de Sasuke a puñetazos y golpes de almohada.


- ¡¡¡¡JÁ!!!! ¡Así que admites que fuiste el pasivo!- soltó Sasuke triunfante.


Ahí empezó la pelea. Naruto podía ser un chico muy “mono” con su pelo rubio, sus ojos azules y su sonrisa brillante. Pero a él no lo insultaba nadie, menos el cretino arrogante de Sasuke, y mala leche en ese momento tenía de sobra. Patadas, golpes, cabezazos… todo valía y Kakashi habría estado bastante orgulloso de sus alumnos de ninjutsu si la sed de ambos, consecuencia de las copas de más de anoche, y el dolor de cabeza no les hiciera estar insoportablemente lentos en sus reacciones. Pelearse después de una cogorza tan grande como la del día anterior era sin duda una mala idea. Aunque de todos modos siempre podrían arreglar cuentas en uno de sus célebres retos de gimnasio.


Naruto jadeada y daba golpes al aire mientras mordía los dientes a causa del dolor que le subía por la espalda procedente de sus glúteos. Aunque odiaba admitirlo la única explicación es que el hubiera sido el pasivo ¿Cómo puñetas había dejado a ese engreído tomar el control?


Sasuke por su parte, y a pesar de que sentía la espalda arder a causa de unos molestos arañazos que suponía hechos por Naruto en un arrebato la noche anterior, atacaba con igual energía. Sabía que su aspecto era un poco delicado, con su cuerpo esbelto y su piel pálida. Pero cualquier persona que lo conociera sabría que los fríos ojos oscuros podían volverse rojos de ira en cualquier momento y que no convenía tocarle las narices si uno quería llegar vivo al día siguiente. La paciencia nunca fue su fuerte y aquel día Naruto y la propia situación habían conseguido sacarlo completamente de quicio.

Y de pronto, todo volvió a suceder muy rápido.

 

 La piel de Naruto ligeramente húmeda a causa del ejercicio rozando constantemente con el cuerpo de Sasuke. Su olor a canela embriagándole cada vez que se acercaba a propinarle un nuevo golpe. Su pie enredado en el maldito edredón que Sasuke había desbaratado antes y la caída de ambos sobre la cama. Olor a canela y el pelo rubio mezclándose con una piel de bronce. Unas manos pálidas y frías intentando frenar la caída y unos ojos negros intensos tan oscuros que herían.


Menos de diez segundos y la vida de ambos volvió a cambiar las tornas.


Naruto cayó sobre el colchón de espaldas y Sasuke encima de él en un fuerte golpe seco que los dejó aún más magullados de lo que ya lo estaban. La fuerza del impacto había hecho que Sasuke mantuviera su cara peligrosamente cerca de la de Naruto y ligeramente aturdido, levantó su rostro, topándose con los labios de Naruto jadeantes bajo él. No pensó y ése era un buen ejemplo de por qué no le gustaba no pensar, porque luego acababa haciendo tonterías como la que estaba haciendo en ese momento.

 

Naruto besaba con el mismo ardor que le dedicaba a todo. El olor a canela y sol se colaba bajo la piel de Sasuke como una espesa vahara de humo que le impedía ver bien que estaba haciendo y que de paso le encendía aún más.

 

Esta vez la culpa fue de ambos, de Sasuke por besarle y de Naruto por no rechazarle.


Cuando se dieron cuenta de qué hacían se separaron de golpe, sin saber que decir y con el sabor del otro quemándoles en los labios. Ahora no había alcohol a quien culpar ni  otro a quien martirizar por la falta. No había nada salvo ellos dos y la intuición inconsciente de que quizás las cosas no eran tan sencillas como siempre las habían planteado y que en las acciones como aquella se escondía una buena gama de grises.


- Oye, bastardo…-dijo Naruto titubeante y jadeante, rojo hasta las orejas y con la respiración agitada- si ya ha pasado una vez… que más dará que pase dos… ¿no? Quiero decir… no es que me haya gustado ni nada de eso, pero la abstinencia es muy mala y…

 

- Cállate –dijo Sasuke mirándole de reojo y más colorado incluso que Naruto- No vayas a joder la primera cosa inteligente que te oigo decir, idiota- murmuró Sasuke mientras se giraba para morder el labio de Naruto hasta sacarle un quejido y luego introducirse en su boca con avidez. Gracias a la pelea o gracias a otra cosa, la lengua ya no estaba pastosa y se movía curiosa en su interior. Las manos de Naruto, impulsivas, siguieron su ejemplo y rozaron el pecho marmóreo con decisión. No sabía si una parte de su subconsciente había registrado las caricias que ponían a Naruto fuera de sí, pero tenía la mente en blanco y su cuerpo actuaba por puro instinto.

 

 “El cuerpo recuerda lo que la mente olvida” dijo una vez su hermano y aunque le fastidiara reconocerlo, tenía razón.

 

Porque besar, morder, acariciar el cuello de su amigo era algo impensable. Bajar suavemente por todo su torso provocándole mil marcas, reafirmando las ya existentes, una locura. Enredarse en el suave vello rizado, un poco más oscuro, que anunciaba un pedazo de cielo y volver a emborracharse con olor a canela era algo imposible. Y sin embargo lo estaba haciendo. De arriba a abajo y mordisqueando el tronco hinchado, mientras el muy idiota no paraba de retorcerse, murmurando no sé qué estupidez acerca de no volver a ser el pasivo y gimiendo su nombre cuando tocaba en algún punto especialmente sensible.

Chupaba y lamía como un caramelo algo que sabía mil veces mejor que cualquier dulce. Después de un rato, se deslizó con suavidad entre sus piernas y paró sólo un momento para escuchar los jadeos suaves, entrecortados del rubio. Lo miró con una media sonrisa traviesa que seguramente nadie jamás le habría visto esbozar  para volver a lamer uno de esos lugares mágicos que hacían que a Naruto se le acelerase la respiración y se le ruborizasen las mejillas. Sin embargo, no se dedicaba solamente a eso. Mientras el rubio lo miraba con los ojos enturbiados tocar, acariciar y deslizar su mano por todo su miembro, él comenzó a chupar uno de sus dedos para dirigirlo  a la entrepierna del muchacho, buscando esa pequeña entrada prohibida.

Al darse cuenta de lo que hacía, Naruto empezó a protestar, arguyendo que no sería el pasivo de nadie, pero dejó de hacerlo en cuanto sintió como Sasuke hacía la felación más profunda, más enloquecedora, deslizando un dedo suavemente hacia abajo, presionando y entrando al fin, tras un gruñido e intento de patada por parte de ese idiota revoltoso, sin aflojar jamás el ritmo de sus labios, moviéndolo suavemente en su interior hasta que consiguió el anhelo jadeo, el gemido de placer y anticipación, la inconfundible tensión en las caderas que indicaba la cercanía del orgasmo.

 Decidió entonces bajar el ritmo, más lento y suave, pero también más profundo a fin de retrasar un poco la llegada al clímax del rubio. Estaba descubriendo que además de ponerlo de los nervios, Naruto le ponía sin más, especialmente cuando se relajaba un poco y se dedicaba a gemir bajo sus manos. Sonrió entonces otra vez, complacido, y decidió introducir otro dedo en esa abertura estrecha que muy pronto sería suya. Cuando lo hizo, esta vez sin tantos problemas como antes, el rubio jadeó más fuerte llenando con su voz, con su olor, con su presencia esa vacía habitación. Abrió los dedos, forzando un poco más la piel broncínea y se levantó entonces para besarlo, morderle y susurrarle dulces palabras al oído. Jamás, a pesar de los años juntos, se habían entendido tan bien como en ese momento, quizá el idioma de la piel desnuda y expuesta fuera el único que ambos comprendían.

 

Regresó entonces Sasuke a la zona de su bajo vientre dispuesto a continuar un poco más antes de llegar al anhelado momento y Naruto, entre suspiros, se dedicó a contemplarle. Ver así postrado al engreído de su amigo, no tenía precio. La piel blanca relucía perlada en sudor y los ojos negros, socarrones, profundos, insondables y cálidos como nunca los había visto incitaban esos gemidos que no dejaba salir del todo de su boca por pura cabezonería. La melena caía a su alrededor y le hacia suaves cosquillas en las ingles, llevándole ese perfume caro de hombre que solía ponerse Sasuke para salir y que tanto le agradaba. Llevaba a su lado desde parvulitos y ahora no sabía por qué se arrepentía de no haberle dicho antes al bastardo algo tan tonto como que le gustaba su colonia.

Entonces, Sasuke paró y se tumbó encima de él, mirándole seriamente a los ojos en silencio mientras se frotaba con ansia contra él y le besaba los pómulos con delicadeza. El vaivén de las caderas, los miembros completamente rígidos frotándose, el insospechado calor de Sasuke y el deseo velándole los ojos, abriéndole los labios hasta que soltó un pequeño gemido que Uzumaki supo que le habría dolido en todo su enorme orgullo, pues le demostraba cuánto le provocaba él.

 

-Pídemelo-susurró entonces Naruto, poniéndose encima de él mientras seguía frotando sus caderas con fruición. Aquella sería su pequeña venganza por lo que aquel bastardo le iba obligar a hacer

 

-¿Qué?

 

-Que me lo pidas, Uchiha. O si no, nos quedamos aquí…-amenazó divertido mientras empezaba a masturbarle y a lamerle por todo el pecho.

 

-Imbécil.

 

-Cretino – contestó Naruto sin inmutarse mientras aumentaba la velocidad que imprimía a su muñeca. Sasuke volvió gemir, esta vez acompañado de un tenue jadeo, le clavó las uñas en su espalda y apretó la mandíbula con fuerza. Apretó entonces un poco la punta, ligeramente y giró su muñeca para hacer los vaivenes más serpenteantes. Sasuke jadeó, esta vez en voz alta, dejando escapar unas palabras entrecortadas mientras le perforaba con sus oscuros ojos.

 

-Tú ganas…-y tiró de él con fuerza para ponerlo de nuevo bajo su control. En sus ojos brillaba un aire deliciosamente desafiante - ¿Me vas a dejar que te posea… que te invada… - cada vez le susurraba más suave, con voz cada vez más ahogada y suplicante- …que te destroce y te haga mío hasta que no puedas decir basta, Naruto? Por favor…– el aludido se estremeció cuando dijo aquello, cuando pronunció su nombre en el oído con esa voz excitada y soberbia que le estaba poniendo a mil.

 

Abrió las piernas con cuidado. Sasuke se posicionó entre ellas y se inclinó para besarle mientras le penetraba lentamente. Gruñó de dolor al sentir su hombría invadiéndole, y cerró fuertemente los ojos. Enseguida empezó a  notar como la pálida mano de Sasuke le acariciaba los pómulos, resiguiendo sutilmente sus cicatrices con las yemas de sus dedos, mientras que con la otra lo masturbaba de tal manera que lo estaba llevando al paraíso. Poco a poco la molestia se fue disipando, sin duda el bastardo se había esforzado en que no le doliera, así como en hacerle el menor daño posible. Conduciéndose despacio, entrando y saliendo apenas imperceptiblemente pero lo suficiente como para arrancarle varios gemidos de placer. Además mientras lo hacía le masajeaba su miembro de manera que la sensación de placer-dolor se acoplaba, desconcertándole y haciéndole perder el escaso control que pudiera haber tenido. Empezó a gemir y jadear cada vez más alto, apretándole contra él, queriendo sentir contra su pecho ese torso pulido de alabastro.

 

- Naruto,… voy a terminar de entrar…no me… no me contengo, lo siento- dijo Sasuke susurrándole al oído de una forma tan ahogada y anhelante que Naruto sintió un escalofrío de placer. Uzumaki le estaba haciendo ir más allá de cualquier límite existente, más allá de cualquier sensación anterior. Con él perdía el control y por primera vez no era algo que le importara.


-No… hace falta… que te disculpes por eso…subnormal- murmuró Naruto a su vez observando embelesado el tierno sonrojo del bastardo.


Lentamente le fue embistiendo con más fuerza. Al principio suave y después más rápido, en esa danza prohibida recreada desde el principio de los tiempos. Sasuke gruñía y susurraba palabras incoherentes de deseo a su oído mientras se hundía mas profundamente en su interior, haciéndole vibrar. Naruto se aferraba a su espalda y le arañaba en su intento de clavarse aún más en él. Sus gemidos, sus palabras, hacían rato que se habían descontrolado y cargaban la atmósfera de la habitación.
Luego, en un punto impreciso, ambos alcanzaron a la misma vez el paraíso, entre una marea de calor y sudor, de contracciones más profundas que cualquier otra cosa, de sensación de plenitud más fuerte que cualquier otro abrazo, que los dejó totalmente exhaustos bajo el edredón.

 

El silencio se impuso mientras ambos trataban de recuperar el aliento y de dilucidar qué había pasado exactamente, sin querer separarse todavía del otro, tratando de prolongar aquel cálido sentimiento lo máximo posible.


- Ey, cretino…- dijo al fin Naruto rompiendo en cierto modo el encanto de la atmósfera- Tú sabes que la próxima semana estrenan la segunda entrega de esa película de ninjas tan famosa… y me preguntaba si… bueno si te gustaría venir a verla conmigo –el rubio le miró de reojo- Pero como dos hombres ¿eh? No pienses nada raro.

 

-Me pides que te folle…-Naruto se puso repentinamente rojo hasta la raíz de los cabellos, como si aquello no hubiese pasado hace menos de cinco minutos. Sasuke lo miró con una irritante sonrisilla de superioridad antes de continuar- … me pides una cita… ¿Luego el pervertido violador maquiavélico soy yo, no?

 

-Vete a la mierda un rato, Uchiha…

 

-Sí.

 

-Mira, fabuloso, será la primera vez me haces caso…

 

-No, idiota, que sí que me gustaría ir contigo a ver esa estúpida película.

 

A Naruto le costó entender la frase dicha entre dientes por el bastardo, pero cuando lo hizo asintió contento mientras le propinaba un pequeño puñetazo en el hombro… a su ¿follamigo? ¿ligue? No lo sabía y en el fondo le daba igual mientras pudieran repetir aquello más veces. Quizás solo fueran las hormonas post-sexo las que le hacían pensar así, pero de todos modos tenía tiempo para descubrirlo.

 Al verle sonreír Sasuke le miró condescendiente, divertido con lo fácil que se le podía contentar. Le gustaba la sonrisilla que ponía Naruto cuando se alegraba de algo casi tanto como los carrillos que hinchaba cuando estaba enfadado. Naruto se acurrucó bajo el edredón y empezó a dormitar en la misma posición de antes, mientras que Sasuke  meditaba acerca de lo que había pasado y de su posterior ofrecimiento a una “cita”. Bueno lo hecho, hecho estaba. Aquello desde luego le había gustado como pocas cosas solían gustarle, así que la perspectiva de seguir repitiéndolas en un futuro no le caía tan mal como había pensado. Más bien todo lo contrario. Ahora era extrañamente feliz, una sensación que no solía experimentar con frecuencia, aunque quizá cuando le tocase escuchar quinientos comentarios acerca de lo súper molongo que era el protagonista y su súper habilidad con las ranas, sí que se arrepintiera un poco…

 

 Y pensar que por un momento había deseado que fuera Tsunade la que dormía junto a él…

 

-¡Chicos! ¿Os habéis despertado ya?- dijo una voz femenina mientras se oía el chasquido que hacía la puerta de la calle.

 

Ambos chicos salieron de la cama de un salto y sin pensarlo empezaron a buscar las su respectiva ropa a la velocidad de la luz. Mierda, mierda, mierda. Naruto se puso los vaqueros sin gayumbos y Sasuke se vio obligado a hacer lo mismo cuando observó como la manivela de su cuarto empezaba a bajar en lo que a él le parecieron unos segundos eternos. Justo cuando había terminado de abrocharse la bragueta de los vaqueros, una sonriente Sakura entró por la puerta del dormitorio


- ¡Anda si os habéis levantado! ¡Es un milagro!- dijo con recochineo mientras les observaba los pectorales llenos de moretones con una vaga curiosidad- Me alegra veros tan despiertos. Con lo que bebisteis anoche me esperaba una especie de zombis, clamando por ibuprofeno en vena. Que sepáis que ayer me costó horrores traeros hasta aquí de lo borrachos que ibais, deberías beber menos o vuestro hígado estallará algún día. Especialmente tu, Sasuke, que te conozco –dijo mientras le señalaba amenazadoramente con el dedo.

 

-Un momento…-Naruto miraba a Sakura fijamente mientras intentaba asimilar la nueva información- ¿Tú nos trajiste hasta el piso de Sasuke? ¿No vinimos solos?

-Claro que no ¿No os acordáis? Bah, cómo os ibais a acordar si teníais más vodka que sangre en el cuerpo… - Sakura tomó aire y se dispuso a empezar su relato- estábamos de vuelta tomando chupitos en Konoha cuando tú, Naruto, perdiste el equilibrio y te caíste en el reservado que alquilamos junto a los otros. Fue poco después de que se marcharan Temari y Shikamaru ¿nada?

 

Los chicos se miraron un momento, evidentemente confusos, y negaron suavemente con la cabeza. Sakura se encogió de hombros y prosiguió – A ver… Kiba se puso a chicnharte y os levantasteis para “pelearos”, vamos vacilaros a empujones como siempre. Sin embargo, esta vez resultó que ibas un poco más ciego de lo normal y te caíste al suelo arrastrando contigo a Sasuke. Lo malo es que os desplomasteis sobre un rincón donde alguien a alguien se le debió de caer una copa o algo y claro, aquello fue un desastre. Lo que no entiendo es cómo no te acuerdas tú, Sasuke, que fuiste quien se quedó con la peor parte de los rasguños y con la espalda hecha un cristo.

“De ahí los arañazos y moretones, solo que yo pensé que eran mas bien de otra cosa…” relacionó rápidamente el Uchiha cada vez más pálido.


-Naruto… tú en cambio te golpeaste el…bueno, en todo el culo, no hay forma fina de decirlo- se disculpó ella riéndose- Después de eso nos largamos todos corriendo de allí, ya que aunque eran superficiales, los cortes de Sasuke sangraban un poco y tú además estabas muy magullado… así que viéndoos decidí traeros aquí en taxi. Sasuke era el que vive mas cerca y además está solo, que si te llega a ver en ese estado tu madre te mata Naruto…

 

- ¿Cómo acabamos los dos en mi cama y sin rastro de sangre? Si realmente me hice tanto daño como dices aquello tuvo que ser espectacular…-preguntó Sasuke deseoso de que todo aquello no fuera más que una tomadura de pelo de su amiga. No, por Dios, que lo estaba viendo venir…

 

- Bueno…-explicó Sakura ligeramente colorada- Al llegar os quite la ropa como pude para daros a ambos una ducha de agua fría y limpiaros la sangre seca ¡Pero no miré nada, ehh! Después vine al salón y os curé las heridas con un poco de agua oxigenada mientras vosotros os entreteníais mirando una película de porno gay que echaban en el canal seis. Que por cierto…estaba protagonizada por un tal Deidara que parece tu hermano perdido, Naruto -finalizó entre carcajadas mientras recordaba lo absurdo de la situación.


-Mierda…-dijo Sasuke

 

-Mierda…-dijo Naruto


- ¡¡¡¡MIERDA!!!!- exclamaron ambos mientras se miraban espantados.


Naruto se derrumbó en el sillón ante la atónita mirada de Sakura que se apresuró a ofrecerle agua y otros remedios para el “malestar” de la resaca mientras les acribillaba a preguntas sobre sus reacciones. Sasuke por su parte apenas podía moverse, sin embargo su mente viajaba por todos los hechos que ahora se revelaban en su mente.

El bar, los chupitos, la pelea, el dolor de la botella inoportuna. Aunque claro, unos arañazos tan profundos como esos tendrían que haberle hecho sospechar, pero la camisa negra que había llevado esa noche le había impedido ver las manchas de sangre…


¿Por qué porno gay esa noche? ¿Por qué con un actor que era la fotocopia de Naruto? ¿Por qué el sueño erótico con él en mitad de los vapores del alcohol? Ahora recordaba eso. Malditas neuronas que podían haberlo hecho media hora antes. Maldita manía de vestir con camisas negras y no blancas, que le podían haber ahorrado todo aquel jaleo. Maldita botella. Maldito porno. Maldito Kiba. Maldito Naruto por haberle empujado. Maldita Sakura por salir a ducharse y cambiarse justo cuando ellos se despertaban. Maldito el conductor de taxi que los había llevado a casa.


Malditas las putas casualidades y maldito el alcohol.

 

No volvería a beber. Nunca Mais.


Mientras él pensaba todo eso, absorto en algún punto de la pared, Sakura empezó a despedirse con recomendaciones de descansar intercaladas en mini sermones acerca de los peligros de beber demasiado. “¡Ahora los dices!” quería gritarle “¡Ahora que los he experimentado en carne propia!”. Cuando la puerta de la calle se cerró, Naruto y él se giraron y se miraron durante un momento, muertos de vergüenza.

 

Ya si que no había ningún pretexto posible.

 

Se habían acostado juntos.

 

Habían follado.

 

Y los dos habían estado de acuerdo en hacerlo. A ambos les gustaría repetir.

 

Eran gays o como mínimo, bisexuales.


¡Por Dios! ¿Qué diría su padre Fugaku de todo esto? ¿Y su hermano Itachi? Suponía que él no se molestaría, sino que se lo tomaría a cachondeo en plan “me voy de juerga al bar una noche y vas y sales del armario, enano” pero eso era igual de insufrible o más que enfrentarse a toda la ira paterna.

 

- ¡¡¡Sasuke!!! ¡Me has engañado para que me acueste contigo! ¡¡¡Eres un bastardo violador!!!- gritó Naruto de pronto tan escandaloso como siempre.


- ¡De eso nada! ¡Eres tú el que me has engañado para que me acueste contigo! Además… ¿¡Quién me ha quitado los boxers, eh!?- Sasuke estaba alucinando, el idiota le besaba, le metía en todo ese lío y ahora se quejaba de esa manera ¿Qué le pasaba a ese imbécil?

 

-¡¡¡Porque tú me estabas besando de una manera imposible de ignorar!!! ¡¿Cómo no voy a quitarte los boxers?! ¡Además el que empezó con lo del beso fuiste tú, gilipollas!

- protestó el rubio completamente sonrojado

 

- Ah…así que soy imposible de ignorar…- la sonrisilla de autosuficiencia con copyright Uchiha se extendía por toda su cara mientras que se acercaba de forma felina para besar a Naruto. Aunque odiara admitirlo el escandaloso ese estaba muy atractivo sonrojado…

- ¡Quítate bastardo! ¡Me voy a mi casa ahora mismo que mi madre me va a matar!

Para desgracia de Naruto, la sesión de frenesí sexual anterior, más el golpe de la noche pasada, decidieron en ese momento de mutuo acuerdo revindicar su derecho a reposo. Un desagradable latigazo le subió por toda la espalda. Imposible andar de una manera que no pareciese un cowboy y mucho menos llegar a su casa, situada en la otra punta de la ciudad.

 

- Me parece a mi que no vas a ninguna parte…- Sasuke le paso el teléfono a Naruto mientras se reía- Anda, llama a Kushina y dile que te quedas hoy aquí. Así descansas y quién sabe si podemos hacer otras cosas

 

Naruto agarró el teléfono entre quejidos y palabras tan agradables como “bastardo” “creído” “salido-pervertido-violador” y Sasuke, sentado en el reposabrazos del bonito sillón azul, tenía que hacer su mejor esfuerzo para no echarse a reír a carcajadas ante su berrinche. Aceptar que le iba más la carne que el pescado iba a suponer un pequeño trauma para el muy idiota. Umm. Quizás no estuviera tan mal ser la pareja fija de Naruto… algo en su interior le decía que acababa de dar de la manera más absurda con algo realmente importante y no sabía por qué se sentía tentado a hacerle caso.

 

Naruto se peleaba con Kushina por teléfono y ponía mil caras graciosas mientras intentaba convencer a su tozuda madre de que le dejara pasar el día en su casa. Su voz subía y bajaba, alegre y escandalosa, todo un opuesto a él, amante del silencio.


Probablemente, si lo intentaba, fuera una relación difícil.

 

Sin embargo, nunca se había sentido tan feliz.

 

 

Fin

 


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