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Caníbal por Layla Keehl

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Notas del fanfic:

Death Note ni Another Note me pertenecen, mucho menos sus personajes, hago esto sin fines de lucro y en ratos de ocio.

Notas del capitulo:

Dedicado a Kazu, porque cuando terminé de escribir pensé 'esto le va a gustar'

A BB siempre le había gustado mucho L. Muy a pesar de que fueran casi idénticos y que BB se odiara a sí mismo.

Le gustaba mucho su cabello negro como la noche, su piel blanca como la leche, su cuerpecillo insípido y flacucho, pero lo que más le gustaba de él eran sus ojos. Sus ojos negros y vacíos, le encantaba como lo miraban, como parecían tener un atisbo de vida al posarse sobre él. Tal vez sería ¿Envidia? ¿Alivio? ¿Celos? ¿Desesperación? Al fin, después de la muerte de A, BB era el siguiente en sucesión al puesto de detective y L siempre había tenido preferencia por los más pequeños. El mejor detective del mundo.

 

BB no entendía mucho de los mayores, Wattari y Roger solían hablar y hablar del puesto de L como si fuera la cosa más maravillosa del mundo. Él pensaba que lo más maravilloso que tenía eran todas esas fotos con tanta y tanta sangre.

 

Sangre. Sangre roja. Sangre roja y espesa. Como sus ojos. Tan rojos, tan vivos, tan inquietantes. Los odiaba, ¿por qué no podían ser negros como los de L? ¿Por qué no podían estar vacíos como los de L? En cambio estaban llenos de deseos, llenos de sed de sangre, de carne, de huesos, de gritos y jadeos… llenos de muerte.

 

A BB no le gustaba mucho leer. Tenía muy buena memoria, podía recordar todo lo que le dijeran, pero no le gustaba leer. En cambio le gustaba usar esos ojos escarlata suyos para ver fotografías, fotografías de cadáveres, de cuerpos desmembrados, de sangre salpicada. Sangre, sangre, sangre.

 

BB una vez se quedó solo con L, sólo una vez y Wattari y Roger lo lamentan mucho, mucho.

 

BB adoraba a L, adoraba el suelo que pisaba, el aire que respiraba, las paredes que veía. Así que cuando se quedó solo con él no pudo más que tomarlo por la cintura, inmovilizando sus brazos, y besarlo, besarlo a la fuerza y muy fuerte. Besarlo con pasión y con furia, desmedida, espontanea, reprimida, primitiva. Y morderle los labios, mordérselos tan fuerte hasta sentir sus dientes romper piel, y su lengua probar sangre. Y seguir mordiendo más fuerte, hasta arrancarlos de su cara y ver toda esa sangre en la cara de L, y oír sus aullidos de dolor, gritos agónicos que pedían ayuda, pero que en la cabeza de BB, que sólo veía rojo y sangre, siempre sangre, pedían por más.

 

Y después morder su mejilla igual de fuerte hasta arrancarla de su cara, hasta sentir el sabor metálico de la sangre en su lengua de nuevo, y tragar esa carne cruda, esa carne humana que era parte de L. Y después de comérselo casi entero y oír tanto grito y ver tanta sangre roja, y tantas partes humanas arrancadas, paró.

 

Paró porque ya no escuchaba suplicas, ni gritos ni aullidos, ni jadeos. Paró por que la sangre dejó de fluir y se convirtió en una fea y grande mancha oscura en la alfombra de Roger. Paró porque todo se había vuelto rojo, como sus ojos. Rojo y horrible, lleno de color, lleno de vida, de deseos, de sueños, de carne, de tripas, de venas y arterias. Lleno de muerte.

 

A BB siempre le había gustado mucho L, siempre le gustaron sus ojos negros, vacíos.

Notas finales:

A penas pasa de las quinientas palabras, es una historia sin sentido, que me apeteció escribir mientras veía Criminal Minds.


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