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Celos por J_Wings

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Notas del capitulo:

Bueno aqui les traigo un muy corto one-shot, va dedicado a mi queridisima Bitterness y a mi amiga kitty_blutter_ciel, muchas gracias a ambas, las quiero

 

Celos

 

 

Celos, los celos son peligrosos, una arma de doble filo, y  eran los que ahora me recorrían las venas, la furia me consumía, mis manos se habían convertido  en dos puños y mis ojos seguían clavados en aquellas figuras que estaban demasiado cerca para mi gusto.

Los celos me carcomían al ver a aquel tipejo mirar a “MI” Alex con aquellos lascivos ojos, insinuándose con aquel descaro a pesar de saber que él era mío. Alex tan ingenuo como siempre no se daba cuenta de nada, sin percatarse de que aquellas “inocentes” sonrisas no tenían nada de inocentes. Unas ansias asesinas me embargaron al ver al “tipejo” (así lo había bautizado) tocar de manera “accidental” a mi novio. Sin poder contenerme más me acerque lentamente a ellos, como un león que se acerca a un  ciervo, o como un águila, sin perder de vista a aquel pez que desafortunado caería en sus garras.

-Alex.- Le llame haciéndome notar, logrando ganarme su atención.

-¡Audric!- Mi novio se abrazó a mí y el otro me miro con fastidio, como si fuera un insecto del cual se quisiera deshacer.- ¿Qué haces aquí?-

-Nada, tenía hambre y me apeteció venir ¿y tú que haces aquí?- pregunte mirando al chico castaño con el mismo desprecio con el que él me miraba.

-Neil me invito a pasar el rato y acepte.- Me sonrió cálidamente y sin poder evitarlo le devolví la sonrisa, era algo automático, su sonrisa invitaba a corresponderla sin importar que no lo desees.- Quédate con nosotros ¿sí?- Asentí y al instante se giró hacia su amigo.- No te molesta ¿verdad?-

-No, no te preocupes.- Me sonrió hipócritamente sin que esa sonrisa combinara con sus ojos, que me miraban coléricos. Nos sentamos en una de las pulcras mesas de madera pulida  de aquella cafetería que recientemente habían abierto, sus paredes estaban pintadas de un color marfil, gruesas columnas de madera dividían los grupos de mesas, el mostrador se encontraba llena con apetitosos alimentos y a los lados se encontraban unos dispensadores de jugo y refrescos, el local se encontraba lleno a pesar de ser temprano pero uno de las amables camareras vestida con su uniforme, una camiseta blanca manga larga con un chaleco ceñido al cuerpo y unos pantalones oscuros que se amoldaban perfectamente a su figura, nos condujo a la mesa que ahora ocupábamos dejándonos tres cartas con las especialidades del día y la comida regular.

Alex pidió una hamburguesa extra-grande, Neil una de las especialidades, pollo frito, y yo como se me había ido el apetito sólo pedí un batido de piña.

-Ya quiero que venga el fin de semana- comento Neil apoyando la cabeza en su mano

-¿Si? ¿Y eso por qué?- Pregunto Alex mirándolo curioso

-¿Es que ya te olvidaste? El sábado Luis va a hacer una fiesta

Mire a Alex esperando su respuesta ¿Sera que también se había olvidado de que…?

-No voy a ir, es día veinte, y Audric y yo cumplimos dos años- expulse el aire que no sabía que retenía con alivio ¡no lo había olvidado!

-¿en serio?- me miro de mala manera y sonrió forzadamente-  pues que suerte que tienes Audric, si Alex fuera mi novio no lo dejaría ir

-No te preocupes no lo hare, y sí, soy muy  afortunado- lo mire con suficiencia mientras tomaba la mano de MI novio a pesar de las miradas que nos podríamos ganar. La camarera apareció con nuestros pedidos y ni corto ni perezoso el pelo negro comenzó a zamparse su hamburguesa como si no hubiera comido en años. Sonreí divertido tomando con parsimonia el batido, que estaba delicioso, al verlo mirar el plato con desilusión.

-¿Estaba buena?- pregunte riendo al ver su cara

-Muy buena, lástima que se acabó- hizo un pequeño puchero y sin poder ni querer resistirlo bese sus labios bajo la mirada cargada de envidia del castaño

-No se te acabaría tan rápido si no comieras como si jamás lo fueras a volver a hacer- conteste divertido y él simplemente se encogió de hombros como única respuesta.

El almuerzo transcurrió de manera similar, trataba de ignorar con todas mis fuerzas al castaño que aunque yo estuviera ahí seguía insinuándosele a mi despistado Alex, que no se daba cuenta de nada, pero me aguante y resistí la necesidad de borrarle esa sonrisa coqueta con un golpe. Pero al momento de despedirnos, sucedió algo que me helo la sangre en las venas y me hizo ver rojo, lo había besado accidentalmente en la comisura de los labios. Las uñas se me clavaron en las palmas de las manos, lastimándome, pero no me importo, ansias asesinas bullían en mi interior, así que antes de cometer una locura deje el dinero de mi bebida y me levante furico, dejando a un muy confundido Alex.

La brillante luz del sol iluminaba las calles, calentando a los transeúntes y a mí entre ellos. El enojo y la indignación me inundaban, siempre había sido una persona muy celosa y posesiva, jamás lo había visto como algo malo, pero ahora esos celos me cegaban y me impedían pensar con coherencia y como no ¡prácticamente había besado a Alex! Eso es más de lo que podía soportar, mucho más. Unos brazos me apretaron y un tibio aliento acaricio mi nuca

-¿Qué sucede? ¿Por qué te fuiste así?- me acaricio el pecho sin importarle que estábamos en medio de la calle recibiendo todo tipo de miradas, desde ilusionadas mujeres amantes del yaoi hasta miradas llenas de asco mandadas por hombres y mujeres intolerantes, que nos creían una aberración.

-Por nada, sólo recordé que tengo algo que hacer- mentí, no quería tener esa charla, otra vez.

-No me mientas, sé que algo te molesta, tus gestos me lo dicen

-No es nada- intente zafarme de esos cómodos brazos  pero me apretó más fuerte impidiéndome huir

 

-No

-Dime- repitió girándome y para luego mirarme a los ojos, sus oscuros ojos brillaban con la luz del sol, y sus largas pestañas creaban sombras en sus mejillas

-Que no- me solté y seguí caminando en dirección a nuestro apartamento, hace un año que vivimos juntos

-Yo sé lo que te pasa- dejo caer el anzuelo mirándome con una sonrisita en su rostro

-Bien por ti- no caería en su juego

-¿No quieres saber?- pregunto haciendo ojitos

-Malo- volvió a hacer ese puchero tan adorable pero no le hice caso

-Sí, y mucho- giró su rostro molesto porque le arruinara su juego, a veces era tan infantil, enojándose por esas nimiedades y hasta en ocasiones me hacia la ley del hielo, pero eso no me molestaba, lo hacían ver incluso más lindo, era una locura, para mí él era perfecto a pesar de que eso no era posible, sus mañas me parecían tiernas, no me molestaba que dejara la ropa tirada en el suelo, incluso se las recogía con gusto, que me consintiera a pesar de saber que estaba molesto con él me enamoraba, era enfermo, me irritaba que me conociera tan bien a la vez que me complacía, era frustrante cuando sabia como me sentía, era molesto y a la vez era la gloria.

Me siento tan…insignificante a su lado, tan sucio comparado con el ángel que era él, y por eso era tan celoso, me daba pánico perderlo y perderme a mí mismo de nuevo.

El silencio se extendió sobre nosotros,  yo demasiado ensimismado en mis pensamientos y él, demasiado ocupado tratando de aparentar enojo, aunque me observaba por el rabillo del ojo, preocupado.

La fresca brisa jugaba con nuestros cabellos, ocioso, refrescándonos, las hojas de los árboles caían dejándose llevar por el viento, creando intrincadas danzas antes de caer al suelo, para morir. El mundo es tan contradictorio, nacemos para morir, sufrimos para ser feliz y luchamos para lograr la paz, todo tenía un equilibro, no puede existir el bien sin el mal, la luz sin la oscuridad un yo sin él, porque sin él no sería nada.

Lo mire, sus cobrizos cabellos brillaban tenuemente con la luz del sol, dándole tonos rojizos a sus cabellos. Sus ojos color chocolate se perdían en el camino, indescifrables. Ojalá supiera cuanto lo amo, pero no lo sabe, soy tan seco y el tan dulce, somos tan…diferentes.

Demasiado pronto llegamos a nuestro piso, no quería quedarme a solas con él. Entramos al ascensor que subía lentamente con esa molesta música de fondo, sentía sus ojos clavados en mi espalda, mientras que los míos descansaban en la puerta de metal que devolvía mi reflejo. La música paro y las puertas se abrieron dejando ver el desierto pasillo adornado con plantas repartidas por aquí y por allá, sin ningún tipo de orden.

Salimos en silencio, en aquel que se había instalado cómodamente entre nosotros, vi como metía la mano en el bolsillo trasero lentamente para luego sacar la llave para luego introducirla en la cerradura, que se descorrió rápidamente, entramos en aquel piso en el que hemos convivido un año, no era muy grande ni ostentoso, sólo contiendo lo necesario para vivir cómodamente, tras apenas cerrar la puerta tus brazos me envolvieron estrechándome contra ti. ¿Por qué?

¿Por qué me amas si yo estoy sucio? Sus dedos largos y finos se enredaron en mi cabello, dándome lentas caricias que me adormecían

-Yo sé lo que te pasa- claro que lo sabes, me conoces tan bien- ¿quieres saberlo?

-No- no quería que lo dijeras, que pusieras en manifiesto otro de mis defectos

-Estas celoso-susurro cerca de mi oído, haciendo que su aliento chocara contra mi mejilla. Cerré los ojos, no queriendo ver su rostro, sus ojos que me miraban con cariño y diversión. Poco a poco me conduces a nuestra habitación manteniéndome apretado entre tus cálidos brazos que dé a poco van calentando mi camisa y mi cuerpo, choque contra el borde de la cama y caí sobre ella y tú sobre mí, tus labios tomaron posesión de los míos, recorriendo cada parte de mi boca, sus manos trazaron un mapa en mi cuerpo, estremeciéndome.

-Te amo- no es más que un susurro casi imperceptible, te amo ¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes amarme? Soy un prostituto o por lo menos lo era, estoy sucio, mi cuerpo está manchado pero tú te empeñas en limpiarlo, en que ya no estén esas manchas ahí ¿Por qué? ¿Qué ves en mí?

-Estoy sucio- digo sin mirarlo, sin emoción, resignado

-No lo estás- niega besando mi cuello e inhalando profundamente- eres mío, ya no eres de ellos, eres solo mío y no te pienso devolver

-¿Por qué?- lágrimas salen de mis ojos trazando un fino camino por mi sien hasta morir en las sabanas

-Porque te amo, ya te lo dije ¿o estas sordo?

-Te amo- lo abrace casi ahogándolo, no quería dejarlo ir, jamás, es mío y ni Neil ni nadie me lo quitara

-Lo sé- respondió arrogante

-Imbécil- lo bese en los labios, dejándome llevar por aquella que nos envolvía y sus manos volvieron a acariciar cada rincón de mi cuerpo, lo amo tanto, por eso tengo pánico de perderlo, el miedo corroe mi alma al pensar en que se fuera y me volviera a deslizar a aquel mundo, a vender mi cuerpo de nuevo, sólo por obtener dinero, los celos me consumen constantemente por miedo a que alguien me lo quite , odiaba ser tan inseguro, tan…celoso, pero en esta ocasión tal vez, sólo tal vez fueran algo bueno


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