Hipócrita.
Gokudera Hayato era un hipócrita y él lo sabía; era un mentiroso sorprendente que podía hacer crear a medio mundo que era una blanca paloma, cuando realmente se sentía como una urraca espantosa.
Llevaba cerca de siete años saliendo con Yamamoto, el idiota del beisbol, como solía decirle. Y de esos siete años no menos de cuatro lo había estado engañando, le había estado mintiendo, y el otro ni se había enterado.
-No hay segundas tintas, Yamamoto –le había advertido cuando apenas si comenzaban a salir –, una infidelidad, y no va a haber una segunda oportunidad; me mientes, y te convendrá más salir de mi vida, porque no te lo perdonare. –
Siente años desde que de sus labios habían salido esas palabras, y él era el primero en romper su promesa, en volver todo lo que había dicho en una farsa, porque para esos momentos su vida era todo era una farsa. Sólo se sentía un ser legítimo cuando estaba dentro de la cama, y gemía el nombre de aquel que lo penetraba, aquel que no era el beisbolista al que decía amaba.
Y ahí estaba otra vez, llegando tarde a casa y metiéndose directo a la ducha, para quitarse el arma del cuerpo y que su novio no se diera cuenta de ello, se veía en el espejo, y buscaba como cubrir cada marca, aunque realmente no era como que le importaba, después de todo el amor de Yamamoto poco a poco se acababa.
-¿Tsuna te entretuvo de nuevo? –Pregunto Yamamoro sentado en la cama y recibiendo sólo un asentimiento. –, últimamente te quedas mucho tiempo, si no supiera que Tsuna tiene a Kyoko comenzaría a sentirme celoso. –
-No entiendo porque –dijo como si nada el italiano metiéndose a la cama –, Yamamoto, buonanotte. –
-Hayato –Llamo un consternado Yamamoto –, sabes que te amo ¿cierto? –
-Y yo a ti –mintió el italiano un poco tajante –, pero, ahora quiero y necesito dormir, porque mañana tengo muchas cosas que hacer. –
Yamamoto asintió en silencio y se metió a la cama dispuesto a dormir.
Gokudera Hayato era un mentiroso tan experto que podía lograr que por sus propias mentiras todos, menos él se sintieran mal.
Se levanto temprano, y se fijo que junto a su lecho ya no estaba el japonés, se pregunto mentalmente porque, pero no le dio mayor importancia, se arreglo y se fue. El día anterior había dejado muchas cosas pendientes por irse con su amante.
Tan pronto hubo llegado se dispuso a arreglar los papeles y pasarle al decimo lo que hacía falta, pero, cuando ya se disponía a llevarle el papeleo a su jefe Futta entro a su despacho con un semblante no muy feliz.
-Hayato-nii, Takeshi-nii quiere hablar contigo –aviso el menor –, no se ve muy feliz, es más, todo lo contrario. –
A la mano derecha del decimo se le hizo un nudo en la garganta, lo sabía, Yamamoto sabía que le había sido infiel y pensaba armar una escena ahí. Contuvo el aire unos momentos hasta que vio entrar al otro a su despacho, y antes de que pudiera decir palabra le pidió que lo siguiera a un lugar más privado.
-Hayato, necesitamos hablar –bisbiso con un toque de molestia Yamamoto, mientras se encontraban viajando en el ascensor –, no podemos seguir evitando esto, por favor. –
-Espera a que lleguemos a la planta baja. –pidió el italiano sin atreverse a mirar a los ojos al otro.
Y por fin el ascensor se abrió, haciendo creer a Gokudera que ese era el final del camino, y de alguna manera estaba bien, Yamamoto no se merecía a alguien como él que le fuera infiel, cuando el idiota del beisbol destilaba santidad por los poros y no se atrevía ni a mirar a nadie más.
-Suéltalo –exigió Gokudere viendo con el ultimo atisbo de hipocresía que se permitiría tener frente a Takeshi antes de que lo desmintiera –, vamos Yamamoto, dime ¿Qué pasa? –
-Nos hemos estado distanciando, cada vez un poco más –hablo apresurado el beisbolista –, mucho de ello es culpa mía… -
Una interrogante se formo en la cabeza del smoking boom, ¿no iba a reclamarle que se estaba revolcando, casi del diario, desde hacía tres años con otro?, en ese caso ¿Qué?
-Tuve una aventura –los ojos de Gokudera se abrieron desmesuradamente ante la convención de su novio, no podía creerlo, estaba anonadado –. Lo siento tanto, Hayato, perdóname, no te merezco. –
Gokudera cayó sobre sus rodillas, aun sin poder asimilar aquello –No sé qué decir –se sincero por primera vez en mucho tiempo con el otro.
-Que me amas, que me perdonas… por favor, yo te juro que esto no volverá a pasar –dijo en un hilo de voz Yamamoto sentido que se dejaba el alma al decir aquello.
La mano derecha del decimo volteo a ver a Takeshi, y sin cambiar la expresión de su rostro dijo –haz las maletas. –eso era todo, ahí se terminaba esa relación.
Yamamoto asintió con la cabeza un par de veces y salió del lugar dejando al guardián de la tormenta solo; el cual se apresuro a teclear en su teléfono –Hibari, hoy puedes venir al apartamento, Yamamoto se fue. –
-Nos vemos a la misma hora de siempre –escucho decir a la voz tras el teléfono y tras eso colgó.
Gokudera Hayato era un hipócrita de lo peor, de eso no había duda alguna, pero así estaba bien, porque con ello Takeshi encontraría a alguien mejor que él.