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LOTUS CARMESI por Cherry-No-Ferry

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Notas del fanfic:

Sin más que decir, les dejo con este precioso GaKuHai.
"READ AND REVIEW". PLEASE!!!!!

El sol brillaba con la bendición de los dioses, iluminando las praderas que, horas antes, habían estado llenas de soldados a caballo. Asustados, todos los aldeanos permanecieron en sus viviendas, rezando para alejar a esos hombres, temiendo por todos.
-Un momento- Un silencio se hizo en la casa. Su esposa se acercó, angustiada. -¿Dónde está Hideto?

Hideto había estado con el agua hasta las rodillas, sacando una linda flor de loto, la cual pronto adornaría los cabellos de su madre. Sonrió al ver la flor, tocando sus delicados pétalos como lo era en ese momento él mismo; una pura flor que corría peligro ante los ojos del cazador.
Si hubiese hecho caso a su padre las veces que le decía "Hijo mío, no salgas solo". quizá lo que iba a pasarle, jamás, hubiese sucedido.

Todos sus amigos estaban preocupados gritando su nombre por doquier. Él solía hacer estas cosas. Escaparse en los momentos menos adecuados para darles un susto enorme a sus padres.
Pero siempre lo encontraban, o terminaba apareciendo por entre los árboles. Esta vez no.

Hideto se quedó mirando el sol mientras sostenía la flor. Le disgustaba que los gritos de pánico lo distrajeran una y mil de veces de las magnificencias que el cielo había preparado para él. Hizo eco de los llamados y simplemente se quedó allí, contemplando la bella imagen que tenía delante de sus ojos. Admirando como el sol lo iluminaba de pies a cabeza casi como si fuese un ángel en la tierra.

Un ruido hizo que se girara, dejando a un lado las luces que parecían llamarle desde lo alto. Agudizó la vista, pero no había nadie. Rodó los ojos. Quizá y era uno de los tantos chicos en la aldea, los cuales siempre, y por más que le dijera que no, buscaban atraer su atención como sea.
-Yasu, sé que eres tú- Habló secamente.
Yasu, Yasu, Yasu.
Era Yasu, el más perseverante de todos, llegando incluso, a presentarse frente a sus padres como el pretendiente del pequeño, llegando al extremo de pedir su mano, la cual, y cada vez más fuerte, se la estampaba en la cara por atrevido.
Entrecerró la mirada e hizo a un lado las hebras que, silenciosamente, le pedían escapara.
-¿Quién está ahí?- Preguntó, dio un paso a la dirección del ruido.
Hideto probablemente hubiese deseado que fuera Yasu quien saliera entre los árboles para fastidiarlo, pero vio un caballo a lo lejos así que se quedó quieto donde estaba en actitud defensiva. Porque él no le tenía miedo a nada. Aunque lo confundieran una y otra vez con una mujer, y le digan que cada año está más bella que nunca, él era un hombre.

A lo lejos vio una sombra que cada vez se hacía más grande. La sombra se convirtió en humano, luego de unos segundos. Más bien, tomó forma en un samurai bastante peculiar.
El samurai lucía un kimono negro y azul, y tenía su espada con él. Hideto no pudo mirar más que a los ojos del intruso. Básicamente, porque el samurai se lo estaba comiendo con la mirada. Uno más para la lista.
-No deberías estar aquí, pequeño. Alguien puede venir a lastimarte.- Dijo el samurai sin dejar de mirar a Hideto.
-Este "pequeño" sabe defenderse bien.- Habló altanero, olvidando los modales que su padre siempre le había "tratado" de inculcar acerca de respetar a los demás, y más, si usa uniforme.
Lo vio con desagrado, y es que esa mirada era diez veces peor que las que Yasu le lanzaba cuando iban juntos al río. Podía sentir que lo desnudaban con sus ojos, y no le gustaba para nada.
-¿Se te perdió algo?- Le espetó al verlo solamente parpadear y no dar indicios de querer hacer otra cosa, como por ejemplo, dejarlo solo de una vez. Dejar de mirarlo.
-¿Acaso tus padres no te enseñaron a respetar a las personas uniformadas o eres uno de esos rebeldes sin causa que andan corriendo por esta aldea?- Le preguntó el samurai burlándose de él. Como si no conociera el juego. Si el pequeño quería ser altanero, la pagaría con la misma moneda.
Lo miró irritado. Quien quiera que fuese ese... Fulano. Era un completo imbécil.
-Me enseñaron, claro que sí.- Sonrió angelicalmente y le guiñó, para luego ponerse serio y decir. -Pero soy así con las personas que se lo merecen. No con cualquiera.- Sonrió de la misma forma, curvando los labios con burla. -Ahora, como no tengo tiempo que perder, me marcho.
Comenzó a caminar, ignorando los planes del otro, no tomando en cuenta que ya no volvería a los brazos de su madre, que no volvería a escuchar los consejos de su padre, y que ya... Ya no regresaría a casa.

 -¿Adónde crees que vas?- Le preguntó el samurai tapándole completamente el paso. -Te dije que, en situaciones como las que estamos viviendo, es muy peligroso que una persona que derrocha belleza por dondequiera como tú, ande sola aquí.- Miró hacia el sol y le dedicó una mirada de perversión. -No. Tú te vienes conmigo. No hay lugar donde vas a estar mejor que conmigo.-

Su mirada, sus palabras, la forma en la que le tapó el paso, alertaron a Hyde. Debía salir de allí cuanto antes, por lo que, no lo miró y trató de pasar, siendo cerrado su camino por el corcel. Creyó que se trataba de una broma, y lo intentó varias veces hasta que se dio cuenta que algo andaba mal allí.
Estaba en peligro.
-Quítate- Habló al volverse interceptado nuevamente. Apretó la flor con fuerza. -¡Que te muevas de mi camino!

-Puedes caminar por donde quieras, pero se te va a hacer muy difícil salir de aquí con vida. Y es peor si te vas nadando porque... Tengo gente vigilando las cuatro coordenadas del lugar.- Se acercó a él peligrosamente y en un movimiento rápido, lo tomó en sus brazos y se subió acrobáticamente con él sobre su caballo. El pequeño comenzó a gritar como un desquiciado sin saber que hacer. El samurai ni siquiera trató de calmarlo. Solo mantenía su mirada firme hacia el frente para no chocarse con nada.

-¡¿Pero qué crees que haces?!- Le exclamó tratando de golpearlo, desesperado por bajarse y alejarse de él.
Era un loco, tenía que serlo.
-¡Bájame ahora!- Apretó sus manos y solo consiguió tirar de las riendas, poniendo brusco al animal. -¡Déjame ir, ya basta!- Gritó, como si fuese una broma. Hyde vio con horror, como si se tratara de su peor pesadilla, que se iba alejando cada vez más. -No...- La flor cayó al suelo. De seguro, esta sería encontrada por sus padres cuando pasaran por este lugar a buscarlo... Dejándoles ver que ya no volvería.
-R-regrésame...- Le suplicó.
El samurai lo miró al pequeño. Realmente podía notar su preocupación, y había algo en él que lo hacía sentirse mal por ello. Nuevamente, se había dejado llevar por sus instintos de caníbal humano desesperado por un poco de diversión, abusando de su titulo de samurai para ello. Pero es que el infante le venía gustando desde hace mucho. No era la primera vez que lo veía, y que lo escuchaba. Pero siempre fue de lejos. Sabía hasta su nombre y el apodo por el cual lo llamaban sus amigos.
-Hagamos un trato, Hyde.- El pequeño se le quedó mirando atónito al escuchar como su nombre se había oído tan peligrosamente sensual en los labios del samurai. -Si te portas bien, quizás te regrese con tus padres. Pero ahora, quiero que vengas conmigo. Mi nombre es Gackt Camui. Allí tienes mi nombre para que me acuses luego.-
-¿D-de qué trato h-hablas?- Susurró, el miedo que tenía no lo dejaba ni respirar del todo bien.
La palabra "trato" no les gustó. Sonaba a algo más allá que podría jugar con el otro, así que, no pudo evitar temblar y liberar lágrimas. Estaba aterrado. Sentía su respiración en el cuello y se estremeció.
-Explícate...- Lo siguiente que preguntó no fue nada fácil para él cuestionar. -¿Qu-qué quieres que haga?
Gackt se río para sus adentros mientras miraba y gozaba de la cara de susto de Hyde.
-mmm... Seguramente te han dicho muchas veces que tienes el suave aspecto físico de una mujer. Claro, se nota a la legua cuando uno se acerca a ti que no eres mujer.- Mientras decía eso, Gackt pasó su mano por la entrepierna de Hyde haciendo que éste se sobresaltara. -Así que...- Se acercó a su oído y le dijo lentamente. Quiero... Quiero que seas mi geisha. Y más vale que aceptes porque sabes muy bien lo que les pasa a quienes no acatan las órdenes y/o deseos de un Samurai. Si lo haces bien, te concederé tu libertad. Aunque estarás deseoso de gritar por quedarte conmigo luego.-
Se quedó de piedra al escucharlo... ¿Quería que fuera su... Geisha? No podía creerlo. Lo miró asombrado y su cara se fue modificando hasta llegar a una de asco, de repulsión extrema hacia el samurai. Jamás en la vida estaría con alguien así, y mucho menos, sin amarlo. A la fuerza, no.
-Primero muerto- Siseó, apartando su enguantada mano de su muslo. -Primero me matas; porque no pienso ser tu muñeca, ni mucho menos, tu geisha. Eres un...

Gackt hizo que el caballo se detuviera. Se bajó repentinamente de él y empezó a caminar dejándolo solo a Hyde arriba del caballo.
-Oye, ¿a dónde vas? Ni siquiera sé donde estoy.- Hyde trató como pudo de bajarse del equino cayendo sobre las hojas.
-Si quieres regresar, hazlo. Pero no sabrás como, y tardarás décadas en llegar a tu casa. Además el sol se está yendo...- Dijo señalando al cielo. Hyde miró y se sorprendió que ahora la bella imagen de un cielo despejado anteriormente hubiera sido cubierta por estrepitosas nubes negras. -...Y está por llover. Yo te ofrezco calor, comida y techo. Pero si te quieres quedarte aquí, esa es tu decisión.-
Fue replicar y a decirle, que podía quedarse con todo para sí mismo de mala manera cuando un trueno lo hizo gritar del susto. Miró al cielo cuando una gota le golpeo el rostro, seguida de otra, otra y otra, y sin mas, para empeorar su suerte, caer el aguacero sobre ambos.
Miró el camino por donde habían llegado, y a esa hora, y encima con la lluvia, era imposible de recorrer. Era lodo, y muy peligroso, sin contar el hecho de que no iba armado y que con la carita que cargaba... Tembló de solo pensarlo.
-¡No puedes dejarme aquí!- Grito al percatarse de que el otro se alejaba, como si nada pasara. -¡Oye, oye detente!- Lo siguió, resbalando. -¡Tienes que llevarme a mi casa!- Exigió al tenerlo cara a cara.
El labio le temblaba de rabia y frío.
-Te llevaría con mucho gusto, mi pequeño Haido, pero está lloviendo muy fuerte y nos va a resultar imposible volver ahora.- Gackt se quedó parado bajo un techo que era la antesala del lugar donde sería llevado Hyde.
-¿Vas a venir acá o quieres resfriarte terriblemente?- Hyde estaba empapado de pies a cabeza, con cara de preocupación y de enojo a la vez. No quería mostrar debilidad en lo absoluto. Para Gackt, esa imagen que le estaba transmitiendo el pequeño, era sumamente erótica. Lo hacía desear más.

Dado que no tenía opción, rechinando los dientes de frío y molestia, pasó junto al más alto y abrió la puerta del lugar. Al entrar, el sitio le puso un delicado sonrojo. Todo el lugar era cálido, repleto de velas para su agrado ya que así, podría calentarse mejor.
-¿Qué demonios es este lugar?- La pregunta quedó en el aire cuando escuchó detrás suyo el ruido de un seguro sellar una puerta. Se giró hacia samurai. Estaba encerrado, y peor aún, con ese tipo.
Ya no sabía por qué temblaba: Si por el frío, o por la imagen del hombre delante suyo con el cabello azabache pegado a su rostro.
-Es un lugar en el cual vas a sentir mucha calidez.- El samurai Gackt se acercó lentamente al pequeño y por primera vez desde que se encontraron en el bosque, Hyde no había intentado escapar. Quizás porque estaba tratando de idear un plan para golpearlo en las zonas bajas y salir corriendo de allí. -mmm... Déjame verte.- Gackt observó a Hyde de arriba a abajo como si fuese una exquisita obra de arte. Pasó su mano ligeramente por el rostro de su acompañante.
Hyde estaba clavado como piedra en el piso, tanto así que parecía haberse congelado o gustarle aquel acercamiento. O ambas opciones.
Tembló de sólo sentir la yema de sus dedos rozarle de esa forma, acariciándole los temblorosos labios, los cuales no sabía si tiritaban de frío o de placer, bajando por un costado de la cara hasta ir lentamente por el cuello. Justo cuando iba a cerrar los ojos por el tacto, le apartó la mano de un manotazo.
-Nos vamos a quedar aquí hasta que deje de llover, y cuando eso pase, me regresarás.  ¿Está claro?- Habló firmemente al más alto, huyendo de su mirada y de su toque.
No podía dejar que notara que le había gustado el paseo de sus dedos.
-¿Quién te dio voz para opinar en este momento, Hyde? El que manda aquí soy yo. Además ya sabes exactamente lo que quiero que hagas para volver a tu casa. Si lo haces, y lo haces bien... Como una buena geisha. Puede que me compadezca de ti.
Gackt observó como a Hyde se le achicaban los ojos por la furia.
-Es la única manera. Siempre me han concedido todo lo que quiero, y esta no va a ser la excepción. Peor será para ti sino lo haces en estos momentos. Más tiempo estarás lejos de tu familia.-
Volvió a acercarse a Hyde reproduciendo la misma caricia que inició anteriormente. Sus finos y largos dedos recorrieron su rostro, su nariz, su cuello y sus labios. Cuando llegó a la comisura de los labios del pequeño, corrió su dedo y lo reemplazó por su boca. Un beso de no más de 5 segundos, pero lo suficiente para hacer confundir a Hyde.
-La ropa está en la otra habitación. No tardes mucho en cambiarte. Yo estaré con mi Shamisen cuando estés listo.-

Lo vio marcharse y llevó una mano a la que, segundos antes, había sido una boca virgen. No podía creerlo. Lo acababan de besar. Negó furiosamente y con el dorso de las dos manos, se limpió rápidamente, queriendo escupir. Lo maldijo, pero luego recordó sus palabras y la sensación de miedo y angustia se le instaló en el pecho.
Derrotado, y más que humillado, caminó donde le esperaba un hermoso kimono.
-Dios...- Se quejó mientras comenzaba a cambiarse.
Una lágrima se le escapó y la limpió de golpe. No iba a llorar, y mucho menos con eso para alimentar el ego en el otro. No. Jamás.
Rodó la puerta y entró, quedando frente al samurai que le miraba fijamente de arriba hacia abajo. Lo miró con desagrado.
-No tienes una idea lo mal que me caes…-

Gackt rió para sus adentros y se pasó la lengua por los labios varias veces al ver tan hermosa imagen frente a él.
-Y tú no tienes una idea lo hermoso que te ves en ese kimono. Eres la belleza hecha persona, Hyde. Podrías tener a todos rendidos a tus pies si quisieras.-
Hyde le lanzó una risa irónica mientras trataba de acostumbrarse al kimono rojo con flores plateadas y doradas. Parecía que había estado hecho para él. Algo que le pareció muy curioso y no dejaba de mirarse.
-Sí... Ese kimono fue hecho solo para ti. Te he observado mucho, Hyde. Lamento que esta sea la forma en la que podamos encontrarnos, pero creo que tú lo necesitas. Necesitas salir de ese lugar inmediatamente.-
Hyde no quiso entender. No quiso darle la razón. ¿Cómo Gackt sabía tanto de él y él no sabía nada de Gackt? Otra lágrima quería desesperadamente escaparse de él.
¿Acaso Gackt estaba compadeciéndose de Hyde? -Siéntate.-

Dejando a un lado el sin numero de preguntas que comenzaban a marearle. Se arrodillo frente al pelinegro con las manos en el regazo viéndolo.
-¿Qué pretendes con todo este... Teatro? ¿Que te cante y te monte una escena?- Preguntó secamente, ya cansado del otro y sus ordenes.
Su mirada tan penetrante lp estaba incomodando, sentía que lo desvestía y odiaba ese tipo de miradas. Le recordaban a las de Yasu, pero la del samurai, era mil veces peor ya que estas reflejaban eso mismo; que seria desnudado en cualquier momento y sin poder evitarlo.
-No dudo que sería muy lindo verte bailar y escucharte cantar con esa linda voz que todo el mundo dice que tienes, pero no... Quiero... Quiero que te descubras a ti mismo, Hyde.- El pequeño lo miró confundido nuevamente. Parecía que el samurai estaba escribiéndole jeroglíficos con la boca. -He recorrido tu aldea doce millones de veces y me la conozco de punta a punta. Así como a la gente que vive en ella. Allí se habla mucho, pero se acciona poco. Con las pocas personas con las que crucé palabra, siempre decían: "El pequeño Hyde es un artista inigualable". "El pequeño Hyde tiene mucha valentía". "Todos los chicos de la aldea andan detrás de Hyde". "El pequeño es muy soberbio y altanero, pero es una delicia para la vista".
"Pueblerinos ignorantes", pensó Hyde.
Se le quedó viendo fijamente, y es que si algo odiaba, era hablar de sí mismo con personas desconocidas. Sólo sus padres eran de confianza, y habían detalles e historias que se reservaba para él mismo incluso. Por eso, el que el otro le pidiera que se dejara llevar, le gustó mucho menos que el vestirse con kimono de flores.
-Es oficial, me caes pésimo.- Murmuró irritado. -La gente dice muchas cosas, y no puedo creer que alguien como tú, les preste atención. Pero bueno, si quieres saberlo. Es cierto. No lo niego; adoro provocar. Adoro tenerlos a todos justo como te tengo a ti, a mis pies y desesperados, buscando la forma de llegar a mí. Solo que nunca conté con que alguien me hiciera lo que me has hecho.

El enojo del pequeño fue interrumpido por el sonido del bachi en el Shimasen. Este, que odiaba ser callado, se quedó mirando el piso como si fuese a partirlo en 8 pedazos. Rato después, Gackt empezó a cantarle:
(…)
...Almas traídas de una tierra...
...Nadie comprende el porqué...
...La dulce brisa de una noche de invierno en tu piel...
...Eres un retrato de una belleza eterna... Que solo intenta ser fiel... A la vida... Al destino... Miénteme una y otra vez…
(…)

Hyde se unió al cantó de Gackt emocionado. "Winter Night Village", esa era una de las canciones que representaban a la aldea donde vivía él. Tantas veces cantando ese tema en su época de chiquillo. Prácticamente, había olvidado lo mucho que lo conmovía.
(…) Profeta en la tierra de un nuevo universo... El mundo oscurece y aclarece por ti... La suave brisa de un dulce invierno recorre tu piel... Oye atentamente a los pájaros gritar... Los niños soñar... Y a nosotros, cantar (…)*

El recordar esa canción le trajo muchas memorias olvidadas por el tiempo, como por ejemplo. Cuando su madre le arrullaba con ella en las tormentas, mientras temblaba entre sus brazos como hoja al viento, ante los truenos que le hacían creer el cielo se dejaría caer sobre ellos.
-¿Donde la aprendiste?- Susurró luego de finalizar junto al otro, casi en un suspiro, como los que siempre tan bella letra sacaba de los corazones que la escuchaban o entonaban.
La forma en la que miraba al mayor, y la postura en la que estaba, dejaban ver que estaba más que relajado. Sin duda, el mismo efecto de tiempo atrás cuando su madre le cantaba, seguía en él luego de escucharla. Le calmaba el alma.

-En la aldea, Hyde.- Gackt sonrió mientras colocaba el Shimasen junto al bachi en su lugar cuidadosamente. -Durante algunos meses hace ya bastantes años, viví en la aldea cuando quisieron colgar a mi abuelo por supuesta traición y tuve que esconderme allí con él. En ese momento, tú no estabas todavía porque ese lugar era un sitio que estaba casi vacío salvo por unas personas que cuidaban el lugar, por eso era perfecto para ocultarse. Desafortunadamente, a mi abuelo lo encontraron y sucedió lo inevitable pero yo me encargué de cobrar venganza de él y convertirme en lo que soy ahora. También me ocupé de darle vida a la aldea. Lamentablemente, ahora se ve invadida nuevamente por tiranos y gente sin alma, y me da mucha rabia no poder hacer nada más que colocar gente para protegerlos.

Hyde se quedó mirándolo asombrado. Quizás ahora comprendía porque fue raptado y llevado hasta aquí. El pequeño no tenía idea que Gackt era un samurai con todas las letras. No solo por su aspecto físico, y porte sino, porque en sus palabras, se escuchaba muy convincente. Ante estas conclusiones, Hyde no pudo contener el hormigueo en el estómago. El samurai lo había cautivado a más no poder.
-Lamento mucho lo de tu abuelo- Hizo una reverencia en señal de respeto. Una vez frente al otro, habló. -Me alegra saber que le hiciste justicia. Has de sentirse muy orgulloso de ti. Pero por lo que puedo entender entre líneas, y corrígeme si me equivoco. Es que me trajiste aquí para... ¿Protegerme?- Titubeó. -Gackt-san, por favor. Ya basta de cosas y dime exactamente qué esperas sacar de todo esto. Siento que la cabeza me va a reventar. ¿Vas a violarme, y luego matarme?

Gackt sonrió al escuchar su nombre, por primera vez, en los nombres del pequeño y suspiró hondamente. -Me gustas, Hyde.- Éste se quedó de una pieza al escucharlo. No esperaba una confesión tan directa de parte del bello samurai. No sabía qué responder, ni adonde correr. Solamente se quedó pensando si debía contestarle lo mismo porque su percepción acerca de Gackt había cambiado en un abrir y cerrar de ojos.
-...Pero es obvio que tú no sientes lo mismo, así que...- Gackt miró hacia la ventana y vio que la lluvia seguía sin parar. -...Puedes quedarte aquí si quieres y durante el tiempo que quieras. Lo siento, Hyde. Pensé que tendríamos una conexión pero me equivoqué. Puedes culparme sin cesar, por eso.-
-La tenemos- Soltó sin pensar.
Al haber dicho eso, el corazón se le acelero de una manera aterradora, sus latidos fueron creando un rubor en sus mejillas aún mas escarlata que la seda que le abrazaba, por lo que bajó la mirada y comenzó a jugar con las manos.
-No estoy seguro. No me has dado un solo indicio de eso, Hyde. Solo te has estado quejando todo el tiempo. Lamento mucho lo que te hice.- Dijo Gackt ahogado en sus propias palabras.
"¡Dios Mío! ¿Por qué me enternece el alma verlo así?", pensó Hyde.

-¿Como querías que no me quejara por lo que...?- Guardo silencio. Miro a Gackt y volvió a bajar la vista, suspiró y poco a poco se acerco a el y tomo una de sus manos, sintiendo una corriente que estuvo seguro, el otro también sintió. -Claro que la tenemos. Es solo que... No comenzamos con el pie derecho. Porque estoy seguro que si me hubieses hablado bien desde un principio sin llegar a la locura, seriamos buenos amigos, y quizás...- Bajo la voz hasta un susurro.
-¿Quizás que, Hyde?- Gackt no despegaba la vista de la encantadora belleza de Hyde. Tomó su rostro y lo levantó para quedar frente a frente con él. -¿Quizás qué?- Le preguntó en tono tan dulce que casi sentía como si Hyde se estuviese derritiendo ante sus ojos.
El sentir su aliento rozarle los labios lo hizo olvidar mas de una vez, lo que trataba de decirle.
-Q-que quizás...nosotros...dos- Tartamudeaba haciendo al otro sonreír, lo cual provocó que hiciera algo jamás pensado; llevo la mano a la nuca del samurai, y enredando los dedos en su larga cascada de hebras negras, lo besó. Inmediatamente, cerró los ojos por el contacto.
Gackt podía sentir como los labios de Hyde temblaban junto a los suyos. Era tan dulce y tan excitante a la vez. Así que sus manos se fueron directos de los largos cabellos del pequeño a su cintura de su ahora amante dejando sus manos entrelazarse allí. Acercó más a Hyde haciendo que la unión fuese más sentida.
Hyde frenó el beso de golpe y lo miró asustado.
-¿Te asusta que vaya a comerte?- Preguntó Gackt con una sonrisa bien amplia. Hyde le devolvió la sonrisa y Gackt se lanzó a sus labios nuevamente.

Apretó mas el agarre que le tenia en el cabello, por ende pegando más sus jugosas bocas, haciendo que sus lenguas se movieran serpentinamente y se acariciaran la una a la otra, sacando suspiros y uno que otro ruido húmedo que inundaba la habitación.
Hyde cortó el beso para tomar aire, miró al mayor y tiro de su labio interior, riendo levemente con él para besarlo más profundamente. No dándose cuenta de que su mano iba acercándose al obi del samurai.
Y es que muy adentro suyo, lo deseaba y desarrollaba una escena no muy pura que digamos.
Gackt miró profundamente a Hyde y se rió de nuevo con él entre miradas cómplices.
-Vamos... Sácalo de un tirón.-
Hyde le hizo caso y su cara cambió totalmente cuando pudo observar el pecho de Gackt medio desnudo. Podría decirse que se había transformado en la criatura provocadora y llena de lujuria que estaba escondida en su interior. Al observar esto, Gackt prácticamente se abalanzó como fiera al cuello del pequeño cayendo al piso los dos juntos. El pequeño demonio se retorcía de un lado disfrutando las mil y una sensaciones que le producía tener la boca del samurai en su cuello.

Jadeó al tenerlo de esa forma en el cuello, por lo que clavó las uñas en su espalda y arqueó levemente soltando lo que sería el primer gemido de la larga lista que le sacaría Gackt en toda su vida. Lo separó un poco para tomar sus labios y besarlo con más intensidad que antes, llevando las manos a su torso y deleitándose por lo que sentía. Un cuerpo tallado casi a mano.

¿Qué le había sucedido al pequeño chiquillo asustado del Samurai? ¿Qué había pasado con todo ese odio y repulsión que le tenía? Nada. Eran sentimientos de pura pasión. Hyde le encantaba la rudeza y la entereza de Gackt por ser un samurai, pero la había confundido con dureza de alma. Pensaba que Gackt era un hombre sin corazón.
El miedo lo sentía porque nadie lo había intimidado de esa forma. Ahora que está liberado totalmente de esas sensaciones, Hyde estaba disfrutando al máximo de todo lo que Gackt le hacía sentir.
Gimió fuerte cuando éste le empezó a acariciar la pierna. Ya no soportaba más el kimono, y su deseo de que Gackt le hiciera de todo, estaba empezando a ser muy notorio.
-mmm..... Te has despertado, pequeño ángel endemoniado.-

En contestación se recostó, y viéndolo de la misma forma, comenzó a abrirse el obi del kimono, separando los pliegues mientras la mano coqueta de Gackt se adentraba cada vez mas a terrenos inexplorados.
-Ah...- Jadeó cerrando los ojos, y mordiéndose el labio con una sonrisa sensual que descontrolo al otro. Se abrió las telas para dejar ver una pura imagen que seguramente, hubiese llevado a todos a la locura. La sonrisa de Gackt le hizo temblar.

-Del 1 al 10... ¿Cuánto quieres que te lo haga?- Preguntó Gackt de forma traviesa. Hyde volvió a temblar entre jadeos. Intentó hablar, pero fue imposible para él omitir sonido que no fuesen gemidos.
-Shhhhhhhh... No digas nada.- En cuestión de segundos, el pequeño yacía sobre el suelo totalmente desnudo. De repente, lanzó un grito que podría percibirse perfectamente hasta en otro planeta cuando sintió la boca del samurai en su erecto miembro.
Obviamente, el samurai sabía lo que hacía y tanto lo sabía que Hyde estuvo a punto de desmayarse por sobredosis de placer. No podía respirar bien, y cada vez que miraba para abajo, era peor. Se le subía la temperatura hasta el cerebro. Lo único que podía hacer era gimotear como si no hubiese otro momento como ese, y pasarse su lengua de un lado al otro tratando de recuperar un poco de realidad que se estaba yendo con todos esos arrumacos
Siguió gimiendo hasta que empezó a sacudirse de manera incontrolable. La venida de Hyde fue adorablemente dulce y sabrosa para Gackt.

Gackt dejó la entrepierna de su amante para volver a ver su cara y besarlo desenfrenadamente encontrándose con un Hyde diferente al que había dejado hace minutos cuando tomó destino descendente por su cuerpo. Su rostro estaba colorado cual rubí por la pena y la calentura; y su lengua se movía sola como pidiendo desesperadamente por la de él.

Rodeó su espalda y lo beso acaloradamente, excitándose al probar su propio sabor. Cosa que le dio una idea: Si así de excitante sabía su semilla, ¿la del samurai sería...? Sonrío y mordiendo su cuello, le sacó un gemido a Gackt que lo descolocó un momento y fue por ello. Quedó a ahorcajadas sobre él, sonriendo triunfantemente apoyado en su pecho, guiñándole al verle todo agitado.
Lo beso levemente y cuando Gackt creía iba a profundizar, se alejo, y como destino, atacó sus pezones con la lengua, pasándola alrededor de ellos hasta dejarlos duritos para después, morderlos y succionarlos golosamente, sonriendo al verlo cerrar los ojos y dejarse llevar.
Comenzó a bajar, lamiendo y succionando cada trozo de piel, saboreando su olor corporal hasta que...
...Levantando la falda que mantenía aun semi-cubierto al mayor, se metió bajo ella y fue a saludar a su despierto miembro.
-Déjame escucharte, Gackt Camui- Le susurro, pero lo bastante notorio para que el samurai lo escuchara.

-mmm... Hyde... Haido...- Gackt se retorcía por la intromisión de la boca del pequeño en su miembro. Él había jurado que era experto en eso de dar placer a los demás, sea hombre o mujer. Se ve que nunca había conocido a Hideto Takarai convertido en Akuma Takarai.
Lloriqueó de golpe cuando sintió la lengua de Hyde. Esa lengua que haría suspirar a cualquiera. Lo acariciaba de arriba a abajo y cada vez más rápido. El samurai seguía vociferando tanto o más fuerte que Hyde. Hyde estaba sumido en su deleitoso banquete, el cual estaba probando y deleitando como si hubiese sido preparado por los dioses; y lo gozó aún más cuando sintió todo el líquido de Gackt en su boca.
Hyde salió con una sonrisa diabólica por debajo de la falda de Gackt, y lo terminó por desnudar. Luego, se sentó encima de él y comenzó a besarlo. Al parecer, ambos estaban listos para lo que estaba por presentarse.

Hizo a Gackt sentarse y así ambos abrazarse, acariciando la espalda, las mejillas, el cabello y el cuerpo del otro, soltando suspiros al penetrar la boca del otro de una manera calmada, sin prisas. Cuando sus pechos se unieron no pudo evitar temblar, cortando el beso y mirando a Gackt.
-Quiero... Ser marcado por un samurai- Susurró en su cuello, besando el mismo y mirando desde su hombro su cara.- Por ti... Solo por ti, quiero ser tuyo y que, en esta y en mis otras vidas, sigas estando tú en mí.-

Gackt no podría estar más feliz por ese pedido de Hyde. Así que siguiente a eso, le asintió y le empezó a acariciar el pelo. Luego, lo volvió a besar y lo recostó. Se acomodó suavemente entre sus piernas mientras Hyde seguía temblando como hoja de papel.
-Tranquilo, amor. Seré cuidadoso.-
Hyde le lanzó una sonrisa cansada que se retornó a una cara de doloroso placer cuando lo empezó a sentir dentro de él. Cada vez más adentro, y cada vez más duro.
Pero el pequeño era impaciente, y no soportó la espera que hacía Gackt para que él se acostumbrara y de un jalón lo trajo a Gackt contra él quedando bien pegado a su pecho.
Gackt comenzó a embestir lentamente mientras a Hyde se le caía el mundo encima. Lo abrazó por el cuello mientras veía que Gackt le sostenía las piernas. Finalmente ambos podían sentir la calidez del otro dentro de su ser. Se respiraba deseo en el aire. Era tan fuerte y pasional que dejaba a uno mareado.

Cualquier artista hubiese deseado grabar en acuarelas la expresión de placer que reinaba en el dulce rostro sudado de Hyde, ya que era la viva imagen de un ser que estaba lejos de allí, quizás en la luna, gimiendo ante cada estocada a su delicado cuerpo, estocadas que lo unían mas al otro.
Hyde busco los labios del samurai y se atrapo en un beso erótico, juntando sus labios al tiempo que dejaba que sus lenguas traviesas, no pararan de bailar una a la otra con el mismo ritmo infernal que llevaban.

Gackt no tenía idea lo mucho que había necesitado a Hyde durante toda su vida. Se podía decir que estaba deshaciéndose mientras lo miraba, lo admiraba, se lo comía a besos y saboreaba su lengua.
-mmm... Mi vida... Esa lengua...- Fue lo único que pude decir cuando se separó de él y lo seguía embistiendo pero con ritmo y más urgencia.
Ninguno de los dos había vivido tan intensa experiencia. Ni siquiera siendo quiénes eran y cómo eran vistos frente a los demás. Hyde no podía parar de sonreír y de cerrar los ojos cada vez que recibía esas embestidas. Así que lo abrazó más fuerte para luego morderle el lóbulo de la oreja y sentarse sobre él.

Hecho hacia atrás todo su cabello largo y negro, el cual había tenido pegada a la cara debido a la transpiración. Besó su frente y bajo por ella lentamente, besó el puente de su pequeña nariz, y luego de hacerle creer iba a sus labios, se desvió traviesamente hasta su mejilla en la cual dejó una mordida, pasando de ella a su cuello y allí, succionando sin apuro mientras arañaba la piel de su espalda y le hacía soltar suspiros.
-Empieza a gustarme la idea de... Estar cautivo contigo- Susurró.

Gackt no podía hablar sin que le salieran gemidos estruendosos por ahora tener a Haido encima de él.
-Pues ya era hora, ¿no?-
Hyde rió y se sentó en la pelvis del samurai dejando que éste entrara de vuelta a él. Gackt puso sus manos en las caderas del pequeño, pero Hyde fue perspicaz y tomó una de las manos de su amante para introducir uno de los dedos a su boca y seguir con el juego del placer.
Gackt estaba totalmente ido. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos.
-mmm... Haido... Eres un pequeño demonio perverso...-
Hyde lo miró mientras se seguía moviendo rápidamente y se llevó esa misma mano a su miembro.
Ahora sí que la felicidad era extrema y las sensaciones por más, agradables. Gackt y Hyde eran la pareja perfecta. Estaban unidos por el poder de los dioses en formas imposibles de imaginar, gritando al cielo y al infierno de la misma manera. Como si hubiesen estado juntos toda la vida, como si el destino hubiese querido que se encontraran, como si se conocieran de otras vidas.
El pequeño se vino primero fuertemente en un grito ahogado, y luego Gackt acabó de la misma manera dentro del cuerpo de Hyde.
Luego de haber finalizado su ardiente encuentro, se quedaron inmovilizados solo escuchando cada uno la agitada respiración del otro. Luego de unos minutos, Gackt tomó al pequeño y lo llevó hasta la cama para descansar.
 
El pequeño se pegó al cuerpo de Gackt, no dejando que se le alejara ni una sola pulgada, se acurrucó en su cuello y comenzó a respirar allí cada vez más lentamente, durmiéndose no sin antes dejarle un beso en los labios.

La luz del sol lo saludó. El día estaba espléndido desde la percepción de la diminuta ventana, como si nunca hubiese llovido. Casi como si la tierra se hubiese dado un baño para luego lucir brillante. Esa calidez lo hizo abrir los ojos lentamente, cerrándolos de golpe ante tanta claridad. Estiró el brazo en busca de Gackt. Su samurai no estaba. Se levantó de golpe y con lo que se encontró, no fue exactamente con la sonrisa de su Gackt.
Brillantes rosas escarlatas.

Hyde se quedó sorprendido con lo que estaba viendo cuando sintió una voz detrás de él y unos brazos fuertes alrededor de su cintura.
-¿Te gustan, Haido?-
El pequeño asintió y apoyó suavemente su cabeza contra el cuello de su samurai.
-Te las debía, amor.- Lo besó en la mejilla. -Ayer dejé caer tu flor de loto y te viste muy triste por ello, así que te traje dos docenas y media de rosas para recompensarte. Y...- Gackt corrió la sabana y colocó sobre los cabellos de Hyde, una horquilla color roja en forma de mariposa. -Algo para adornar tu belleza. Aunque no te hace falta para nada.-

El detalle de algo tan sencillo como recibir flores llenó el corazón de Hyde, quien se estiró un poco para atrapar los rubíes que eran las flores para él, y olerlas. Sonrió y le acarició la mejilla al otro mientras le daba un suave beso, un simple toque de labios.
-Gackt... Creo que ni diciendo "gracias" mil veces demostraría lo que me has hecho sentir con esto- Miró las flores y volvió a sonreírle. -Anoche... Lo de anoche fue algo que… Que quiero que ocurra toda mi vida junto a ti.-

-¿Lo dices enserio?- Gackt lo miró sorprendido por milésima vez y luego rió. -¿Qué pasó con la persona que conocí ayer? ¿Con la persona que decía que me odiaba, que le caía pésimo y no sé cuántas otras cosas más?
Hyde lanzó una carcajada mientras se escondía en las flores.
-Pues esa persona se enamoró. Hideto Takarai se enamoró de Gackt Camui. Te amo, Gackt- La sonrisa del samurai no podía ser más amplia.
-Yo también te amo, Hyde. Y quiero que te quedes aquí para siempre.-
-Eso es lo que quiero hacer. Quedarme aquí contigo para amarte, cuidarte, protegerte, escucharte...-
-Eso es realmente hermoso, amor.- Lo besó tiernamente. -Pero aún creo que al menos debería ir con tus padres a despedirte.-

-Lo haremos. Iremos a ver a mis padres para decirle que me he enamorado de ti perdidamente, pero antes...- Sonrió y le besó el cuello húmedamente, sonriendo al verlo temblar y dudar si abrazarle, o saltarle encima. -Déjame ser tu Geisha. Hay muchas cosas de mí, que no conoces... Aún.
El sonido del aire siendo cortado acaparó su atención. Una delicada mano batió levemente un hermoso abanico, seguido de otro que se abrió sobre su cabeza. Hyde sonrió. Dio varios pasos hacia adelante de puntitas, arrastrado la tela del kimono rojo fuego y bordados plata y dorado, semejando un lado del ocaso salpicado de estrellas, moviendo gracilmente las muñecas mientras se abanicaba pícaramente.
Cerró los dos abanicos a la vez y se alejó a una esquina. Todo era del más fino teatro. Había pasión en cada movimiento, cada paso que daba estaba lleno de vida y cada suspiro que arrancaba al otro, era amor y locura contemplados. Hyde estaba usando su método de seducción con cada batir de manos frente a sus ojos, atrayendo deseo al su cuerpo contorsionarse de manera perfecta y excitante.
La música que lo hacía danzar eran ambas respiraciones que al unísono, creaban un eco entre las paredes al jadear, guiándole en la forma en la que ambos deseaban, apresando los sentidos de Gackt con cada abrir y cerrar.
Cuando quedó de rodilla parecía estar cubierto con un aura traída directamente desde el crepúsculo, su kimono daba esa impresión por el intenso rojo que brillaba contra su nívea piel. Se fue arqueando mientras miraba al mayor hasta que quedó con los ojos cerrados, sobre las estrellas.

A Gackt se le llenaron los ojos de lágrimas por la emoción del momento. Se podían escuchar los latidos de su corazón en el silencio de la habitación. Sin duda, no se había equivocado al elegir a Hyde. Esa deliciosa y exquisita criatura que estuvo bajo sus brazos anoche le hacían recordar que tenía una razón para vivir y que podía enamorarse perdidamente de una persona como cualquier otro ser humano en la faz de la tierra.
Estaba realmente conmovido por Hyde. Su danza, sus movimientos, su rostro debatiéndose entre lo angelical y lo demoníaco. La manera en que hizo girar los abanicos, y que los atrapó de inmediato. Las geishas realmente lo envidiarían si lo viesen en una presentación.
Hyde respiró profundamente tratando de encontrar su aura.
-¿Me dejarías tocar el shimasen, Gackt?-
Gackt no lo pensó dos veces y fue directo a buscarlo. Se lo acercó dulcemente y Hyde abrió los ojos.
Tomó el shimasen en sus manos y miró a su amante emocionado. Pasó una mano por su rostro sonriendo para calmarlo. Gackt tomó su mano y la besó.
-Esto es para ti, Gackt. Espero que te guste.-
Comenzó a sonar la música del bachi en el shimasen por segunda vez. Gackt quería cerrar sus ojos pero estaba enfocado en Hyde. En lo que le regalaría a sus oídos.
Hyde comenzó a cantar.

(...)**
La estación cambia su color... Una y otra vez
Este sentimiento no se marchitara... Como el balanceo de una flor...
Pienso en ti eternamente...

Las palabras que usas, son una agradable melodía,
Es placentero tenerte cerca de mí.

No quiero hacer que tus ojos lloren,
Eso es para ti.
El parpadeo de la noche deja invisible cualquier estrella.

Te envuelve el brillo de los rayos del sol,
Comparado con él, yo soy más fuerte.
¡El juramento no cambiara!
Si esto es un sueño, no me importa... Mientras sea agradable.
Se desborda el brillo y se dirige al mañana...
Desde entonces, esta alegría es verdadera...
Amor, El amor está vivo dentro de mí. Amor. Cada día.
Por amor, estas lejos de mi... Amor, cada día.

Aun cuando los malos recuerdos estén cerrados.
Te hago sentir bien... Silenciosamente...
Llegó a ser familiar de modo que puede que te divierta.
Soplado por un viento suave.
Es extenso... Tomando... Estos grandiosos días

La estación cambia su color… Una y otra vez
Este sentimiento no se marchitara. Como una flor.
Si esto es un sueño, no me importa… Mientras sea agradable
Desborda en el brillo y tiñe el pecho... Pienso en ti eternamente.
Amor, El amor está vivo dentro de mí. Amor. Cada día.
Por amor, estas lejos de mi... Amor, cada día.
(…)


Hyde dejó a un lado el shimasen y se sentó al lado de Gackt. Luego de un rato se rió cuando vio que su samurai había quedado completamente impactado.
-¿Estás vivo aún?-
Gackt estaba con el corazón en la boca. Emocionado hasta la médula, y temblando como nunca se lo había visto. La voz de Hyde había revivido su alma nuevamente, la letra de la canción era un relato a su encuentro, a la vida, al amor y a la felicidad.
Se acercó a él y lo besó apasionadamente. Otra vez, Hyde sintió que se derretía en vida dentro de los labios de Gackt.
-Te quiero a mi lado por siempre, Hyde.-
Hyde sonrió, Gackt lo abrazó y lo llevo de vuelta a la cama para así llenarlo de mimos y caricias como agradeciéndole el hecho de que le haya cambiado la vida solo en una noche y para toda la vida.

 

Notas finales:

*"WINTER NIGHT VILLAGE*, la primera canción que entonan Gackt y Hyde es una creación de 'Cherry-No-Ferry'. Debo decir que la inspiración para escribir esa parte de la historia fue totalmente espontánea. 

**Las fans de 'L'Arc~en~Ciel' deben reconocer esta letra desde un principio, pero por si las dudas, el tema es "Jojoushi" del disco AWAKE de Laruku.

Espero que les haya gustado el fic. Como dice Azumy, lo terminamos en un tiempo record porque lo empezamos el lunes gracias a una idea que ella tuvo. Espero pronto poder escribir algo más con ella. Fue muy divertido, interesante y gratificante trabajar nuevamente en equipo con alguien.

Me despido con un beso enorme. Dejen sus mensajes que serán bien recibidos.

AU REVOIR & AUF WIEDERSEHEN, MON AMOURIES.
**CHERRY-NO-FERRY & KAVKIMYV**

 


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