Un niño rubio corría felizmente por el parque, mientras abrazaba posesivamente un oso. Se detuvo en seco al ver otro niño de su edad parecía estar llorando.
—Hola — lo saludó, pero no recibió respuesta. — ¿Cómo te llamas? — le preguntó y el otro chico de cabello azabache, alzó su cabeza y vio que las lágrimas estaban a punto de salirse de sus ojos.
—Sasuke… ¿Y tú? — le preguntó con voz casi quebrada.
—Naruto… ¿Podemos ser amigos? — le ofreció de forma feliz, sonriéndole amigablemente.
—Si tú quieres — le contestó y desvió la mirada.
—No llores — le dijo a Sasuke, y, este sorprendido volteó rápidamente a ver el rostro de Naruto.
— ¿Qué? —es lo único que salió de la boca del chico con cabello azabache y ojos negros.
— ¡No llores! — alzó un poco la voz alegremente.
—No voy, ni estoy llorando — le dijo un poco molesto, con el ceño fruncido.
—No estás llorando, pero lo ibas a hacer… Admítelo.
—No iba a llorar.
—Si ibas a llorar — al rubio le molestó un poco la actitud orgullosa del otro.
—Que no.
—Que sí.
—No.
—Sí.
—No.
—No — Naruto sonrió esperando la respuesta.
—Sí — y Sasuke al decir esto se quedó callado.
—Tenía razón — el rubio observó que el moreno solo torció la boca. —No te enojes, Sasuke.
—No estoy enojado — le dijo e hizo una mueca de disgusto.
—Te voy a dar algo — le ofreció el niño rubio y Sasuke levantó las cejas, mostrando curiosidad en su rostro.
— ¿Para qué? — le preguntó y cruzó sus brazos.
—Para que no estés triste. Y que cuando lo veas te acuerdes de mí — Naruto dejó de abrazar al oso que había tenido en sus brazos todo ese tiempo y lo estiró para dárselo a Sasuke. Este último solo abrió los ojos sorprendido y lentamente levantó los brazos y lo agarró.
El moreno miró al oso y luego a Naruto. — Gracias Naruto — le dijo y le regaló una sonrisa hermosamente sincera. Y lo único que pudo hacer el rubio fue sonrojarse e imitar la acción pero más tímidamente.
— ¡Naruto! — un grito lo sacó de sus pensamientos.
— ¿Qué pasa, profesor? — le preguntó de forma desanimada.
—Presta atención a clases, esto va a venir en el examen final.
—Claro — su voz sonaba desinteresada y eso disgusto más al profesor, que, hizo un mohín y se dedicó a continuar con las clases.
El rubio desvió su mirada a cierto moreno, que prestaba toda su atención a las clases. Y entonces Naruto frunció el ceño y colocó su mentón en la palma de su mano y siguió mirando de reojo a Sasuke, ignorando completamente las clases.
—“¿Por qué no se acuerda de mí?” — pensó el rubio y se molestó más y empezó a hacer garabatos en su libreta, tratando de liberar su frustración.
— ¿Qué pasa, Naruto? — le preguntó alguien que se encontraba detrás suyo.
—No empieces a molestar, Sai — le contestó de manera brusca.
—Uh… ¿Nos levantamos de mal humor? — le dijo de forma burlesca y soltó una pequeña risa.
—Sai — lo llamó con evidente irritación en su voz.
—Está bien, está bien.
—Bueno, jóvenes, eso es todo por hoy. De tarea para la próxima clase necesito que se junten en pareja… — les dijo el profesor.
— ¡Sí! — exclamaron la mayoría de los estudiantes y el profesor al ver esto frunció el ceño.
—Y yo voy a escoger los equipos — completó la frase y los alumnos soltaron “¡Uh!” — No hagan esas expresiones o cada quien hace su trabajo solo — y al decir esto, todos se quedaron callados. El profesor soltó un suspiró, vio la lista que tenía en frente y empezó a decir los equipos — Aburame Shino y Akimichi Chōji — y continuó así hasta llegar al último — Y al final, Uchiha Sasuke y Uzumaki Naruto. El rubio se maldijo internamente por su suerte.
El sonido que indicaba la salida resonó por todo el instituto. —Pueden salir — les ordenó el profesor y todos los estudiantes se pusieron de pie y empezaron a salir ordenadamente.
—Naruto — el moreno llamó al rubio que se encontraba casi por salir. — Espérame. — le dijo guardando sus cosas rápidamente.
—Y… ¿De qué íbamos a hacer el trabajo? — preguntó Naruto.
—Vamos — corrigió Sasuke.
—Bueno, bueno. ¿De qué vamos a hacer ese dichoso trabajo? — le preguntó de nuevo, pero ya corregido.
—Sobre los avances de los dispositivos electrónicos — le contestó y el rubio se le quedó viendo como bicho raro y con cara de que no entendió nada. — En otras palabras sobre la tecnología, idiota.
—No me insultes, estúpido — le dijo de forma ofendida.
—Pues es tu culpa, tú no entiendes, ignorante — se defendió y Naruto lo vio mal. — ¿Qué? — le preguntó y el rubio estaba dispuesto a insultarlo pero lo interrumpieron.
— ¿Se van a quedar dentro del salón de clases todo el día? Saben, tengo cosas importantes que hacer — les dijo el maestro.
—Sí, ya nos vamos — le contestó el moreno y caminó hacia la salida. — ¿Qué esperas, Naruto? — le preguntó al ver que no se movía de su lugar.
—Nada — y siguió a Sasuke. — ¡Hey, Sasuke! — lo llamó ya fuera del instituto.
— ¿Qué?
—Te he estado siguiendo desde que salimos, pero no se a donde vamos — le avisó al moreno.
—A mi casa — le contestó y siguió caminando normalmente.
— ¿Por qué no a la mía? — se preguntó en voz alta.
—Porque no quiero y punto — le dijo, se paró en una casa que parecía mansión.
— ¿Por qué nos paramos aquí? — le preguntó de nuevo.
— ¿Por qué haces tantas preguntas? — le contestó con una pregunta y el rubio solo se encogió los hombros. — Aquí vivo.
— ¡Guau! Que grande. — Sasuke pasó siendo seguido por el rubio, que, admiraba todo a su alrededor.
—Naruto — el rubio no le hizo caso y siguió viendo maravillado unos cuadros que se encontraban ahí. — ¡Naruto! — el mencionado se volteó desinteresado con cara de aburrimiento. — Escucha bien porque no te lo voy a repetir — el rubio asintió —, subes las escaleras y entras en la segunda habitación de lado izquierdo. Voy por unos libros. — le dijo y desapareció del lugar.
Naruto empezó subiendo las escaleras y como estaba tan aburrido las contó. Al acabar checó su lado izquierdo y abrió la segunda puerta. — Supongo que aquí es — entró y vio que la habitación no tenía colores vivos. — Sí, estoy seguro que esta es su habitación.
Vio todo su alrededor y empezó por ver las fotos, luego libros, abrir cajones, el armario, ver como es el baño. Ya aburrido se giró hacia la cama y levantó la almohada buscando algo. — “Supongo que el bastardo de Sasuke no tiene un diario” — pensó y echó una carcajada por pensar eso — “Seguramente va a tener un diario” — pensó de nuevo, pero por si las dudas, abrió unos cajones, los cuales no había tocado. Abrió el primero y estaban libros, luego el segundo y más libros, entonces abrió el tercero y último cajón. Agarró el objeto y sus ojos se abrieron al máximo y casi su quijada cae al suelo.
— ¡Mi oso! — gritó y en ese momento el moreno entró.
— ¿Tu qué? — repitió y se quedó estático al ver lo que traía el rubio en las manos.
El silencio inundó por varios minutos la habitación, hasta que Naruto habló.
— ¿Por qué tienes este oso? — preguntó.
—Me lo dieron — contestó secamente.
— ¿Quién? — cuestionó de nuevo.
—No me acuerdo — soltó un suspiro de frustración y se frotó la sien. — Solo sé que me lo dieron cuando era niño. — pensó un poco y preguntó. — ¿Por qué gritaste que era tu oso?
—Porque… — el rubio tragó saliva —, pues porque… — titubeó un momento —Yo fui quien te di ese oso, Sasuke — admitió y este se sorprendió pero no lo mostró.
— ¿Y cómo puedes comprobar que ese oso era tuyo?
—Ven, mira — el Uchiha se acercó lentamente y observó como el rubio giraba al oso y en la parte de atrás resaltaba una pequeña etiqueta que tenía dos letras grabadas “U.N.” (Uzumaki Naruto)
— ¿Es tu nombre? — preguntó y Naruto solo asintió. — ¿Tienes algo más que decirme?
—La verdad sí. He estado enamorado de ti desde que te di ese oso — admitió con un leve sonrojo en sus mejillas.
— ¿Enserio? — preguntó Sasuke.
—Si — bajó la mirada.
—Yo también.
El rubio rápidamente miró al moreno que se acercaba. Este tomó el rostro de Naruto y lo besó lentamente.
— ¿Y eso? Se suponía que no me recordabas — le dijo al Uchiha.
—Me enamoré de la persona que me dio el oso y eres tú — le regaló una sonrisa como cuando eran pequeños, causando el mismo efecto que antes, haciendo que el rubio se sonrojara. Naruto sonrió tímidamente y besó de nuevo a Sasuke, que, correspondió gustoso.
¿Y el trabajo? Bueno… eso lo hacían después.
FIN