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Trozos de la habitación azul por Celat Black

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Notas del capitulo:

Cuando hace frío me da por contar cosas tristes.

.-.-.-.-.

 

 

 

 

 

“Una presentación a este punto esta de mas... actualmente siento que no soy nada...”

 

Palabras más, palabras menos... esa era la excusa para evadir una simple cortesía... nunca quiso decirle su nombre...

 

“Corría, o se arrastraba a mi punto de vista, aquel año... olvidé cual... el tiempo dejó de preocuparme después... era tan ingenuo al creer que nada podía dañarme, que al no llevar nada de valor encima podría ir por las calles oscuras sin temor a algún maleante. Pero no fue un humano del que debí cuidarme... era de él...”

 

Y entonces el joven comprendía... él también debió cuidarse de un desconocido... pero estaba bien, ninguno vivió demasiado después del encuentro

 

“¿Qué es la eternidad?  Algo que puedes desperdiciar si la posees, que debes compartir en el instante justo o después desearas deshacerte de ella”

 

No era una respuesta que un joven enfermo pudiera comprender... después de todo era inmaduro aún, y tenía limitaciones, por tanto quería vivir

 

“¿Para que use la mía? Para un propósito muy ambicioso puedo decir... la quise para leer, para comer cada libro que pudiera llegar a existir”

 

Eso si lo comprendió

 

“Yo deseaba conocer a través de los libros un mundo que jamás podría alcanzar a observar por mi mismo, un mundo en el que Dios no era dios, donde no era eterno ni omnipotente, Dios era una persona tras sus letras, sus palabras... Dios era un río de frases hechas para cautivar los sentidos... el decidiría si el personajes moría de forma digna o deshonrosa, si merecía el infierno o el cielo... Así que cada nuevo dios me sorprendía, me cautivaba con su uso de las letras, acomodadas para danzar como las damas en los grandes salones, propios de mi época real...”

 

 

 

Mientras sus ojos, de un azul claro, se resistían a cerrarse. Sus días eran para dormir, las lágrimas de su madre en la oscuridad eran más difíciles de ver. Su sentencia de muerte y su amplio historial medico también era más fácil de esconder...

 

 

Aquella noche parecía que la luna moría poco a poco al igual que su cuerpo entre las sabanas azules. El joven era de complexión delgada, causada por su enfermedad, sus mejillas eran pálidas y sus labios inusualmente rojos, tal vez por obra de alguna fiebre extraña o por los residuos de la medicina en ellos... En sus brazos había sembrados numerosos moretones; el mosaico de verdes, morados, azules, toquecitos de amarillo le dejaban contar el tiempo que habían permanecido en su piel.

 

Y era en ese momento, mientras aparentemente dormía en medio de los efectos de la tercera pastilla y la ultima, cuando sabía que empezaría a alucinar. En su mente se repetía una y otra vez que, a menos que quisiera regresar al hospital una vez mas, debía guardar el secreto de que por las noches alguien entraba a su habitación a visitarlo; una persona que parecía no creerle ni la enfermedad ni el cansancio...

 

Una sombra venía a verlo morir...

 

 

- ¿Duermes? - murmuró el invitado con claro animo de despertarlo. Quien había entrado por la ventana tenía la forma de un adulto, calculando tal vez tendría unos 23 años o menos. Pero, mas que verlo, siempre procuraba escucharlo, su voz profunda era la única que no sonaba como si tuviera lastima de su estado, incluso se daba el lujo de burlarse de el y de molestarlo de vez en cuando. De cantarle desafinadamente si intentaba ignorarlo

 

- No... Siempre noto cuando subes por el árbol... -mintió y una suave sonrisilla se dibujó en sus labios, destacando el rojo entre la nieve de su piel - deberías ser mas sutil con tus movimientos - sabía que era ridículo regañar a una alucinación, pero de verdad disfrutaba hablar con el. Su mundo se había reducido a ese espacio de la casa, de paredes azul claro con un aire infantil, o al menos de eso se burlaba la sombra de cabellos largos que era su acompañante nocturno

 

- Bien, seré mas silencioso - se disculpo con aire descuidado y se acercó a la cama  - me siento honrado... has abierto los ojos esta noche

 

- Hoy no me dieron la dosis completa... parece que mi hígado no lo soporta muy bien - se sentó en la cama y con movimientos suaves quito sus pies para que su invitado nocturno se sentara - ¿Qué buscas esta noche?

 

- Quería visitarte...- contestó con tono jocoso el adulto, ya instalado a un lado de su joven anfitrión - y saber qué has escrito para mí

 

 

El joven suspiro cansado y se dejó caer en la almohada. Ese era el gran precio para conservar a su amigo nocturno de buenas; escribir. Desde que era pequeño había sentido un gran aprecio por los libros, pero al caer en cama ese gran cariño por la lectura lo había salvado de aumentar a su cóctel de medicamentos los antidepresivos... pero cuando los medicamentos lo mareaban y entorpecían hasta el punto de noquearlo, entonces se daba el lujo de alucinar... y para aprovecharlo comenzó a escribir

 

Leer lo hacía dejar de lado el hecho de que estaba cayendo poco a poco y que nada podía evitarlo... pero escribir le daba otra sensación; descubrir que tenía la capacidad aún de tomar un lápiz entre manos y dejar de si una historia mas era lo que mantenía su corazón funcionando. En el fondo de su cansada alma, temía morir sin terminar la historia que noche a noche, en capítulos cortos, entregaba a su acompañante nocturno

 

- ¿Sabes? no he escrito mucho... - murmuro mientras con gestos pesados sacaba el cuaderno de debajo de la almohada

 

- Esta bien, yo entiendo... - iba a tomar el cuaderno cuando el pálido joven, con un gesto divertido, lo alejó de él - ¿Qué ocurre? ¿No vas a mostrarme?

 

- Esta noche quiero saber tu nombre... creo que lo merezco... - llevaba días intentando descubrir que nombre podría sacar su conciencia para denominar a semejante persona

 

- ¿Para qué un nombre? Presentarme a estas alturas esta de mas... - y cada día una nueva razón para no decirlo aparecía

 

- ... - un suspiro de frustración se dejó escuchar mientras le daba el cuaderno. No quería insistir demasiado, temía que no regresara después...

 

 

Pero éll lo presentía, ya lo sabía... cuando terminara la historia le diría su nombre como regalo, le diría algo... le diría la verdadera razón por la que perdía el tiempo con él, la razón de que estuviera leyendo su letra de pulso destrozado y no algún libro en el Medio Oriente ó en un museo de Europa...

 

No quería inmortalidad, después de todo ya no deseaba cosas que no pudieran serle concedidas...su cuerpo no resistiría, su sangre no asimilaría la de él... su corazón, todo su cuerpo... ya no había como...prácticamente ya no había por qué... y aunque había tenido deseos cuando supo que iba morir, ahora que llevaba tanto tiempo en ello estos perdían significado

 

- Cuando el personaje muera... - murmuró el joven al tomar de nuevo su libro de cubiertas rojas

 

- Dentro de poco, supongo... - obvió la sombra levantándose y revisando la ventana para escapar de nuevo

 

- Me pregunto... si la persona que ama llorará por él... - la sombra regresó sobre sus pasos y se plantó a un lado de la cama

 

- Deseo saberlo... por eso no te mueras tú ¿Esta bien? - lo miró de cerca, acomodó sus cabellos,  y sonrió altanero... Se dirigió a la ventana y, tan sigilosamente como siempre, se retiró...

 

 

Y de nuevo, como si fuera evidente lo supo....

 

Ya no lo vería, pero sí... la persona a la que amaba lloraría por él...

 

 

 

Fin

.-.-.::.-.-.

 

Notas finales:

Y hubo muchas tardes en que pense en si debía o no poner este pedacito de la historia...

 

Muchas gracias a quienes leen y tienen la bondad de comentar en los one-shots, es muy bonito saber que el trabajo de uno es apreciado (o al menos tener idea de que opinan de él, que no todo es miel sobre hojuelas je)


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