No importa.
No interesa.
No tiene sentido.
No puedo.
El verle llorar de tal manera… tan destrozado, sin esperanza, tan herido, tan vulnerable, tan confundido, tan… tan… tan hermoso a pesar de esas gruesas lagrimas cargadas de todo el dolor de su pecho.
Mi pecho siente un profundo y hueco vacio que duele y se hace más y más grande tras cada palpitar. Lo peor es que no puedo hacer nada.
No puedo reconfortarle como él desea.
¿Por qué?
Porque yo no soy el causante de esas gruesas y cristalinas lagrimas. Porque yo no fui quien le hirió tan profunda y cruelmente. Porque el calor que yo puedo brindarle no es el que su cuerpo busca. Porque a pesar del inmenso amor que pueda profesarle, su corazón deseara que ese amor provenga de otra persona. Porque… porque yo no soy él.
Puedo decirle exactamente el tiempo que le ha llorado. Cuantos días. Cuantas horas. Cuantos minutos. Cuantas lagrimas ha escapado de sus ojos. Cuantas veces me he reprimido a mi mismo por no salir, encontrarlo y terminar con su vida, por hacerte llorar, hacerte amarle de esa forma, hacerte sufrir.
¿Terminar con su vida tendría sentido?
No. Eso no aliviaría tu dolor. Pero el mío tal vez si… tal vez…
¿Sabrá que es lo peor de esto?
Tal vez no.
Lo peor es verle así y no poder hacer nada. Mis palabras no llegan a sus oídos por más fuerte que le grite. Mis sentimientos no llegan a su corazón por más que le ame.
Ha llegado otra noche en la que está sentado bajo su cama, usando esta como respaldo de su espalda. Las gotas salen con tanta facilidad y naturaleza que ya no le parece anormal. Esta en silencio total, pero su silencio grita que aun le extraña. Me ha visto viéndole atento. Siempre he estado viéndole pero él no lo nota. No tiene ojos para mí… ni para mis sentimientos. Limpia rápidamente sus mejillas para eliminar las lagrimas que se habían alojado allí.
¿Cree que no me he dado cuenta?
¿Cree que ha borrado la evidencia?
¿Cree que me engaña?
¿Cree que no le he observado nunca?
Me voltea a ver y me sonríe. Su nariz esta roja. Sus ojos hinchados e irritados. Aun así su sonrisa es tan hermosa. Su sonrisa miente pero es muy hermosa.
Me siento a su lado. No le digo nada. Sé que no hay nada que pueda decir. Tomo con delicadeza su cabeza y la acomodo en el lugar que hay entre mi hombro y cuello. El deja caer todo el peso de su cabeza sobre mi hombro. Sigue sin decir nada.
En cuestión de un par de minutos siento calidez atravesar mi camisa. Aumentando. Escurriéndose. Se lo que le ha costado aguantar sus lagrimas tan solo un par de minutos.
-Tranquilo –acaricio su cabeza de forma lenta –Tranquilo –Lo digo en voz alta pero en realidad hablo conmigo mismo
Se levanta y limpia nuevamente sus mejillas. Me voltea a ver y me brinda una sonrisa tierna.
-Gracias key –Es todo lo que su ronca voz alcanza a decir
Pongo mis manos sobre sus mejillas y las acaricio despacio. Limpiando lo que queda de sus lágrimas. Esta débil. Indefenso.
Estoy a punto de odiarme.
Sus ojos están cristalinos. Aun albergan lágrimas deseosas de salir.
Me acerco a él. Despacio. Con cautela. Y sin más me apodero de sus labios. Le beso y hago presión para que sienta el latir de mi corazón en mis labios. Él no se mueve. Le he sorprendido.
Me separo y aun sostengo mis manos sobre sus mejillas. Le veo directo a los ojos. No importa si me odia después. Mi corazón esta tan roto que ya no importa más.
Me ve con confusión. Aun así vuelvo a juntar mis labios con los suyos. Esta vez sujetando con más fuerza, él trata de zafarse sin resultados. Me apresuro a subir a sus piernas. Aprisiono su cadera con las piernas y presiono más sus labios que todavía se resisten a corresponder el beso. Susurra contra mis labios un pequeño “no está bien”. Pero le respondo sin soltar sus labios y con algo de dificultad “Se sentirá bien”. Doy asco.
Se resiste, pero poco a poco va cediendo. Sus labios responden a los míos. Sus manos se acomodan en mi cadera un tanto inseguras. Suelto sus mejillas y paso mis manos por su nuca, y le acerco aun mas. Luego rodeo con mis brazos su cuello. Su cuerpo me reconoce.
Me separo de sus labios y veo su rostro. Sus ojos están cerrados. Es hermoso.
Paso mi boca hasta su cuello y reparto besos por toda la piel de él. Mi lengua saborea su cuello y deja un pequeño y húmedo camino a su paso. Me detengo al llegar a su oreja. Con sumo cuidado meto su lóbulo en mi boca y lo succiono de forma suave. De su boca escapa un tímido gemido y sus manos aprietan un poco mi cadera. Le ha gustado.
No quiero ir más rápido de lo que mi cuerpo exige, pero pierdo contra los instintos y deseos y termino cediendo.
Lo despojo de su camisa. Su resistencia es nula. Solo levanta los brazos. Respira agitado. Sus ojos se mantienen cerrados. Tan pronto sus brazos vuelven a ser libres acomoda sus manos en mi cintura y acaricia despacio. Paseo la punta de mi nariz por su cuello, delineándolo.
No he notado cuando, pero mi cadera se mueve. No. Baila sobre sus piernas. Debí estar muy ocupado con su cuello para no percatarme. Sus manos se pasean de mi cintura, por mi espalda baja y llegan a mi trasero. Donde aprieta con fuerza. Haciéndome soltar un quejido pequeño. Entre el baile de mis caderas sobre sus piernas y las atenciones a su cuello he logrado excitarlo. Lo siento.
Es momento.
Bajo mis besos hasta su pecho y me pierdo ahí. Mientras mis manos descienden hasta la orilla de su pantalón. Tengo miedo. Pero he llegado muy lejos, he logrado tanto que no pienso rendirme. Desabrocho el botón y bajo el cierre del pantalón. Acaricio su aterciopelado vientre bajo. Siento una pequeña contracción en su cuerpo, también siento como su piel se eriza. Ahora.
Su piel se pone más cálida con el transcurso de los segundos. Abandono su pecho y mis labios vuelven hasta sus labios. El beso que nos damos es totalmente intenso, salvaje, apasionado, grotesco. Mientras mantengo nuestras bocas ocupadas meto lentamente mis manos dentro de su pantalón. Siento su semi erecto miembro tibio y creciendo en mi mano. No tengo experiencia pero lo haré bien. Dejare su mente en blanco.
Acaricio poco a poco aquella parte de su cuerpo. Masajes suaves pero con un ritmo acelerado. El gruñe contra mi boca y de la nada, como si hubiese presionado un botón en el comienza a besarme con más necesidad y exigencia. Su lengua esta dentro de mi boca, acaricia mi legua y cada parte dentro.
Su miembro esta hirviendo, erecto completamente y duro.
Me aleja bruscamente de sus labios y saca de mi, mí camisa casi arrancándola, luego me levanta de sus piernas y me arroja a la cama. Esta desesperado y se quita el pantalón con una velocidad impresionante y hace lo mismo con lo que me resta de ropa.
Antes de que se acomode cobre mi le tomo por los hombros y lo recuesto en la cama. Luego me trepo en sus piernas. Nuevamente le acorralo la cadera con las piernas. Antes de apoderarme de sus labios espero que me vea a los ojos. Solo un segundo basta para que sus ojos y los míos se penetren mutuamente. No espero más y me arrojo a sus labios de nueva cuenta.
No dice nada, pero sus manos apretando mi cadera de esa forma tan fuerte me dice que no aguantara mucho a este paso. Dejo sus labios y quedo hincado sobré él y su hombría. Sus ojos están cerrados. Aprieta los ojos con fuerza.
En mi cuerpo algo está ardiendo. Lo que sea que se queme dentro de mi esta derritiendo mi razón y cordura. Perderé el control si él sigue apretando mi cadera y glúteo de esa forma.
Se lo que sigue. Tengo miedo. Va a doler.
Le veo y todo el temor que siento se desvanece. Esta sudando, jadeando, su piel quema y sus ojos me miran con deseo. Respiro profundo y me relajo. Luego poco a poco me voy sentando sobre sus piernas enterrando su miembro en mí. No me he movido mucho y todavía no ha entrado todo. El dolor es desgarrador e insoportable. Es tan desesperante que termino por dejarme caer por completo y todo entra de un golpe. Mis piernas tiemblan y mis lágrimas son tan gruesas que viajan de mis mejillas hasta mi pecho. Incluso unas cuantas gotas han llegado hasta su abdomen.
El solo lanza un bajo rugido al entrar completamente en mí. Sé que espera que me mueva, pero el dolor aun no ha pasado. Las lagrimas ya las he controlado. Mientras acostumbro a mi cuerpo a tenerlo dentro me inclino y beso sus labios. Lento, pausado, con calma, con delicadeza.
Así pasan algunos minutos. Sus manos sujetan fuerte mi cadera. Sus dedos se hunden en mi piel. Comienza a moverse debajo de mí. El dolor no desaparece, pero logra disminuir. Suficiente.
Me alejo de sus labios y aferro mis manos a sus hombros. Respiro nuevamente de manera profunda, subo y bajo lentamente. Pero para él no es suficiente. Sujeta mis caderas con más fuerza aun, sorprendiéndome. Marca un ritmo acelerado y continuo. El dolor es persistente y no desea abandonarme, pero se mezcla con un calor y placer adentro que no se podrías describir.
Un placentero dolor.
Mientas entra y sale, mis labios y dientes de entretienen con su cuello. Hay muchos lugares morados, rojos y otros tantos que conservan la marca de mi dentadura.
En cada movimiento mi miembro es masajeado inconscientemente por su vientre y el mío. Con una mano toma mi rostro y de manera violenta estampa sus labios contra los míos y comienza una salvaje y agresiva guerra entre su lengua y la mía. La pelea de una lengua con la otra me distrae por un momento de sus envestidas ahora con mucha más velocidad. Cada vez llega más y más adentro y de manera más tosca. Mueve sus caderas y a su vez las mías.
Tanta fricción y movimientos me llevan a mi límite. Me separo de sus labios de un tirón y me dejo venir sobre su vientre y el mío. Gimo, jadeo y grito con desahogo su nombre. Onew~.
Mi cuerpo está agotado. Sudoroso. Pesado. Pero el aun no ha terminado. Sus gestos y los sonidos que emiten solo demuestran una cosa. Placer.
Solo una embestida más. Solo eso. Y el termina por vaciarse en mi interior. Llegando más a fondo que antes. Provocando que mis paredes se contraigan en un espasmo. Desgarrando su garganta en un fuerte y sonoro gemido, que solo tiene un nombre y sonido. Taemin…
Deja caer su cabeza para atrás y su cuerpo se relaja por completo. Esta acostado cubierto de sudor y parte de mí. Su respiración es agitada aun, su pecho sube y baja muy rápido, sus ojos están cerrados, su boca entreabierta y sus puños se aferran a las sabanas de la cama. Me levanto despacio y el sale de mí interior. Me bajo de la cama sin palabra o sonido alguno. Le veo ahí, tendido en su cama, descansando. Y es inevitable. Una lagrima rueda por mis ojos y pasa por mis labios, luego se pierde por algún lugar de mi cuerpo.
El se ha quedado dormido. Tantas noches sin dormir le han afectado más de lo que él cree. Solo me quedo de pie viéndole descansar.
Es doloroso pensar en las lágrimas que ha derramado por él. Las noches que no ha descansado por él. Los ojos que han perdido brillo por su culpa.
El número de lágrimas que ha llorado por Taemin son la mitad de las que yo he llorado por él. Por Onew.
Lo siento. Yo no puedo ser él.