Pegué la oreja a la puerta del baño para cerciorarme de lo que acababa de escuchar.
- Ah,… ah,… ah,… - Después de los jadeos se escuchó una respiración dificultosa.
- ¿Te sientes mejor ahora? ¿Se te va pasando el dolor? – Esa era la voz del mejor amigo de mi hermano, de eso estaba segura.
- No,… aún duele,… ah,… ¿Podrías… acariciarme aquí?... No, así no,… mejor hazlo de arriba abajo… – Y ese que jadeaba, respiraba mal y pedía caricias era indudablemente mi hermano pequeño.
- ¿Así?
- Si,… ah,… así, eso me ayuda a relajarme.
Para ser sincera, en esos momentos pensé que lo que estaba escuchando era demasiado para mi pobre mente. Ya me pareció bastante sospechoso verles entrar juntos al baño, por que… ¿Bajo que circunstancias entrarían dos chavales a la vez al baño?, al principio pensé que iban a fumar a escondidas o algo por el estilo, pero por lo visto estaba equivocaba…
- ¡Ah!... ¡Ah!... ¡Argh!... – Los jadeos de mi hermano aumentaron en ritmo e intensidad, al escuchar eso el shock hizo que me apartase inconscientemente de la puerta del baño, aunque enseguida me acerqué de nuevo para seguir escuchando.
- Intenta tranquilizarte. – Más jadeos de mi hermano llegaron a mis oídos – No te muevas tanto o se saldrá. – El amigo de mi hermano parecía estar esforzándose en algo,… y para que negar que prefería no imaginar en que.
- No puedo,… ¡Ah!... ¡Ah!... No puedo evitarlo,… creo… ¡Ah!... ¡Argh!... que queda poco para que… salga todo,... ya empiezo a echar el líquido blanco… - Inconscientemente puse cara de asco al imaginarme a mi hermano en esa situación.
- No te esfuerces, saldrá cuando tenga que salir, por mi como si estamos todo el día así, lo que importa es que te sientas mejor y se te pase el dolor del todo. – Tuve que afinar el oído para escuchar lo que dijo después. – Mierda, estás demasiado caliente… probaré a… mojarte un poco…¿Te ayuda esto?
- Gra… gracias… ¡Ah!... ¡Ah!... ¿Qué es… lo que estas haciendo?... ¡Ah!... se siente… muy bien así.
- ¿Y así que tal? ¿Mejor?
- Si,… pero que mucho mejor,… ¡Ah!,... hazlo… otra vez… ¡Ah!,… así,… se siente muy bien eso…, ahora por aquí, por la nuca,…
Mi mente empezó a funcionar intentando encontrar algo que decirles cuando salieran del baño, evidentemente eso que estaban haciendo estaba mal. No que estuviese en contra de las relaciones entre hombres, si no que estaban en mi casa, y por ser mi cumpleaños estaba toda la familia de visita. Tenían que dar gracias al cielo de que les hubiese descubierto yo y no nuestros padres.
- ¡Joder!... ¡Ah!... ¡Ya viene!... ¡Argh!... ¡Mmmm!... ¡Sujétame mas fuerte ahora!... ¡ARGH! – Se oyeron tan fuertes sus sollozos y jadeos que dudaba que la familia no les hubiese oído desde el patio de la casa.
- Intenta… no moverte tanto o lo mancharás todo… - Su amigo parecía estar realizando un esfuerzo considerable en ese momento.
- Ya… está,… terminé, ya ha salido todo.
- Si, pero al final has acabado manchado la pared y el suelo. - Pensé en mis impecables azulejos y un escalofrío bastante desagradable me recorrió el cuerpo.
- Bueno, no pasa nada, lo limpio y punto. ¿Me acercas el papel higiénico?
Pensé que era el mejor momento para interrumpirles, por lo que rezando para no ver nada indecoroso abrí la puerta y me lancé dentro del baño.
- ¿Se puede saber que estabais haciendo? – Intenté que mi voz no sonase recriminatoria, pero creo que no funcionó demasiado bien.
- ¡Joder, que susto!, ¿No podrías llamar antes de entrar de esa manera?
Apunto estuve de gritarles por indecentes y escandalosos cuando un peculiar olor me inundó la nariz, olía a devuelto reciente, entonces me detuve para analizar mejor la situación.
Mi hermano estaba apoyado sobre la taza del inodoro, sin camiseta, sudado, y con pintas de estar realmente agotado. Las paredes y el suelo tenían salpicaduras blancas y lechosas, pero en la taza en cambio lo que había era demasiado cuantioso para ser lo que esperaba que fuese, en realidad se veía a la legua que era vómito. Su amigo estaba de pie con la camiseta de mi hermano en una mano y una toalla mojada en la otra, seguramente era la misma con la que había estado humedeciendo la piel de mi hermano para aliviarle las arcadas.
Ahí fue cuando recordé de que en vez de hacer los batidos con leche de soja los había hecho con leche de vaca normal, y mi hermano es intolerante a la lactosa. Menudo despiste el mío.
- ¿Con que has hecho los batidos, hermanita? – Mi cara debió de decírselo mejor de lo que lo hubiese hecho mi explicación - ¡Perfecto! ¡Sencillamente perfecto! ¿Sabes? Gracias a ti llevo casi media hora devolviendo leche agriada.
- Yo... lo siento mucho, de veras. – Le miré mientras se volvía para seguir limpiando el estropicio. Encima de que la culpa era completamente mía, no iba dejar que lo limpiase él – Deja eso, ahora mismo os vais los dos a tomar el aire, ya me encargo yo de limpiar.
- Espérame fuera un momento, enseguida salgo que tengo que decirle algo a mi hermana. – Mi hermano le sonrió a su amigo para tranquilizarle. Seguramente quería decirme lo enfadado que estaba conmigo.
- Solo te diré un par de cosas. – En vez de mirarme mal, me sonreía, pero de forma maliciosa. - Mi novio y yo nunca lo haríamos en tu cuarto de baño, por muy mono que lo hayas decorado, y menos con toda la familia en la casa, ¿Acaso te crees que estoy loco? – Se me abrió tanto la boca al comprender lo que me acababa de decir que casi se me descoyuntó la mandíbula. – Y la próxima vez acuérdate de no darme a beber leche de animal, que hay que ver el mal ratito que he pasado.
ACLARACIONES:
* Soluciones caseras de mi familia para soportar mejor las arcadas *
- Acariciar la espalda suavemente de arriba hacia abajo.
- Mojar los brazos y la nuca con agua fría.
- Beber coca cola a medias con gaseosa (con esto o se te pasa la angustia o vomitas de una XD)
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