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Porque yo entiendo por emiko

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Notas del fanfic:

Durante los primeros capítulos se mantendrá una trama ATP (apta todo público) con algo de violencia, pero nada muy gráfico.

Entrando más dentro de la historia, comenzarán a aparecer los temas difíciles. Cada capítulo tendrá su advertencia pertinenete, así que prestén atención.

"Porque yo entiendo."

Mihara Emiko


-1- El baño de Myrtle


Por mucho que lo intentara, jamás llenaría las expectativas de nadie. No podía cargar con el apellido de su familia y no podía cumplir el destino que decían que tenía. No podía salvar a nadie, ni siquiera a si mismo... Neville Longbottom pensaba a diario estas palabras.

¿Por qué era un león? Recordaba las largas horas que su abuela le había estado hablando luego de recibir su carta de Hogwarts. Como le había dicho que estaba aliviada de descubrir que la sangre mágica de su familia aún corría por las venas de alguien. Claro, ese comentario no le gustó a Neville, porque aun cuando estaban en San Mungo, sus padres continuaban con vida. Esa sangre mágica aún corría por sus venas también, aun cuando su abuela quisiera olvidarlo, pero como se había acostumbrado a hacer, Neville no dijo nada en ese entonces, ni ahora.

Cuando llegó al Sombrero Seleccionador, recordó cerrar los ojos con fuerza y rogarle al sombrero por una oportunidad de ser él mismo y no el reflejo de su padre... y el Sombrero no tuvo mejor idea que enviarlo a Gryffindor, la casa de su padre.

Neville a veces se preguntaba si lo que la Profesora Trelawney decía sobre el destino era cierto: ¿todos nacemos con una historia ya escrita? ¿Vivimos algo que no se puede cambiar? ¿Las decisiones que tomamos son en realidad caminos ya marcados por alguien o algo más?

Si era así, era muy triste... Y si no, Neville a veces se preguntaba si estaría tomando las decisiones correctas.


El poder de la sangre. El valor de la sangre. La pureza de la sangre... esas frases que su padre había estado repitiendo frente a él desde que tuviera memoria. Todas esas enseñanzas vacías y esas estúpidas creencias sin fundamentos... Pero sobre todo, el miedo... Eso era lo que lo había orillado a este momento, a este destino. Por mucho que tratara de encontrar una única razón, Draco Malfoy continuaba topándose con muchas, demasiadas para poder cambiarlas a todas.

¿Por qué era una serpiente? Su padre siempre le dijo que fuera astuto, que nunca mirara a nadie desde abajo porque los Malfoys eran orgullosos y nunca dejaban que nadie les diera órdenes. Ellos eran los que mandaban, los que tenían el dinero, el poder... Por años Draco lo creyó. Creyó que podía controlar y ordenar a otros, que podía comprar la amistad ajena, que los que lo rodeaban lo obedecían porque así tenían que ser las cosas.

Por todos esos pensamientos, el Sombrero Seleccionador ni siquiera llegó a tocar su cabello antes de gritar Slytherin. Era lo indicado. Era su lugar. El lugar de su familia. De los poderosos.

Pero ahora Draco comenzaba a pensar diferente... Porque su padre, el mismo que le había dicho que ellos, los Malfoy, jamás dejaban que les dieran ordenes, le había dicho que debía obedecer lo que Voldemort le ordenaba. Debía ser un esclavo de la oscuridad o su familia moriría.

¿Qué clase de padre ponía esa responsabilidad en un joven de 16 años?


La clase de Pociones había terminado finalmente. No podía creer que hubiera mejorado tanto ahora que Snape no era el profesor. Era un verdadero alivio y al mismo tiempo un castigo porque una de sus clases favoritas, Defensa Contra las Artes Oscuras, ahora era impartida por el antes dicho profesor.

Definitivamente, cuando una parte de su vida se acomodaba, la otra se derrumbaba... Aunque Neville escuchó o leyó en algún lado que se suponía que las cosas debían de ser de ese modo, no terminaba de entender y como todo humano no podía evitar pensar "¿porque a mí?"

El león sacó su libro de Herbolaría y comenzó a leer mientras caminaba por los pasillos. Aún había clases a esa hora, pero él por ser de sexto año tenía la hora libre. Siempre le había gustado caminar por los pasillos desiertos y ahora era algo que acostumbraba porque, ya varias veces, sus compañeros de casa le había dicho que era molesto que hablara mientras leía... también se había acostumbrado a eso.


Había pasado casi la mitad del año de clases y aun cuando había conseguido pensar en el plan para que los otros Mortifagos entraran en Hogwarts, ya había probado cientos de hechizos para reparar el armario evanescente de la Sala de Menesteres y no lo había logrado.

Había recibido varias cartas de su padre, diciéndole que debía apresurarse... ¿Por qué demonios no venía él a hacer el trabajo si tenía tanto apuro? ¿Por qué no se lo ordenaban a Crabbe? ¿A Goyle? ¿A Parkinson? ¡Todos ellos eran hijos de Mortifagos también! ¿Por qué sus padres no ponían un poco de presión en ellos también?

Pero para Draco era claro porque su familia debía hacerlo. Su padre había fallado demasiadas veces. En realidad, muchos decían que ya debería de estar muerto. Voldemort no perdona que le fallen.

-No quiero morir.- murmuró con las manos aferradas al lavabo, mientras Myrtle daba vueltas a su alrededor.

Cuando comenzó a buscar alivio y consuelo en las palabras de la fantasma, Draco supo que estaba totalmente solo.

-¡No puedo hacerlo!- aseguró levantando un poco la voz, cerrando los ojos en un intento de que las lágrimas dejaran de caer por su rostro.

Desde afuera, Neville escuchó una voz resonar cerca, como un grito, aunque no la reconoció ni entendió lo que decía. Cerró su libro y miró las estatuas y cuadros alrededor para saber dónde estaba. El pasillo del segundo piso... Los baños. ¿Había sido Myrtle? Estuvo a punto de girarse para continuar leyendo, pero entonces escuchó otro grito, esta vez más claro y reconocible que el anterior:

-¡NO QUIERO HACERLO!- resonó la voz de Draco dentro del baño, girándose para ver como Myrtle simplemente se iba, al parecer cansada de sus negativas.

Neville se quedó en silencio, junto a la puerta del baño de Myrtle. Estaba seguro de que esa no era la voz de la fantasma adolescente... Era una voz de varón, aunque por el tono, parecía quebrada, como si su dueño estuviera llorando. ¿Algún chico de primer año, tal vez? Era posible, pero ¿tan alejado de los salones? El león suspiró y empujó la puerta lentamente, mirando dentro antes de entrar. No llegaba a ver los lavabos y las puertas de los retretes estaban todas abiertas. Como si supiera que quien fuera que estuviera adentro no quería compañía, cerró la puerta lentamente, para no hacer ruido y caminó, tratando de no pisar los charcos de agua.

-No quiero morir... No quiero... hacer esto... No puedo.- murmuraba Draco, con el rostro casi hundido en el lavabo y los ojos cerrados... hasta que escuchó un ruido.

El Slytherin se dio vuelta deprisa, pasándose una mano por el rostro, mientras sacaba su varita con la otra. Se quedó algo sorprendido de ver a Longbottom ahí. Hubiera esperado a cualquiera, menos al tonto león.

-¿Qué haces aquí, estúpido león?- murmuró Draco entre dientes, casi siseando, solo para que no se notara lo ahogada que estaba su voz aún.

Neville se había sorprendido de ver a Malfoy de todas las personas en esas circunstancias. No era que pensara que el rubio Slytherin fuera incapaz de llorar... solo que nunca se había molestado en imaginarlo. Además, de inmediato se preguntó que podría llevarlo a ese extremo. A los ojos de Neville, Draco parecía ser uno de los chicos más seguros y llenos de confianza, cualidades que él admiraba en las personas, ya que creía que no las poseía.

-Escuché... uh... ¿estabas llorando?- preguntó, tratando de no hablar demasiado rápido. En algún momento, tal vez cuando el Slytherin había sacado su varita, había levantado las manos, incluso con el libro, para mostrarle que no iba a hacer nada.

Aunque quisiera, Neville no era para nada bueno peleando con su varita. Los enfrentamientos de práctica en el E.D. el año pasado se lo habían mostrado, aunque según Luna, debía de ser porque su varita no era 'su varita', sino la de su padre. En las vacaciones de verano había ido solo al Callejón Diagon y había comprado una varita nueva. No le había dicho nada a su abuela porque pensó que la decepcionaría que no quisiera usar la varita de su padre.

-¡No estaba llorando!- levantó la voz Draco y su varita echó algunas chispas. Eso lo sorprendió porque pocas veces había estado lo suficientemente enfadado como para que su varita hiciera eso.

Antes de que Neville pudiera decir algo, Draco lo había empujado contra una de las paredes. El libro de Neville cayó en un charco de agua, pero el león aun así no se movió. Miró al rubio y estando tan cerca notó que en algún momento se había vuelto más alto que él... Draco levantó la vista, clavando su mirada en los ojos claros de Neville, mientras clavaba su varita en el cuello del león y lo aferraba de la túnica.

-No viste nada, Longbottom.- le dijo entre dientes.

Neville pestañeó, algo confundido, porque ahora que podía mirar a Draco de cerca, se daba cuenta de que los ojos del rubio estaban enrojecidos. Esta no era la primera vez que lloraba. Se notaba...

-Si vi.- murmuró en respuesta a las palabras del rubio y de inmediato se quejó al notar que Draco clavaba su varita contra su garganta -Nnnh... Solo... ¿porqué...?-

Ni el mismo Neville supo de donde salió esa pregunta. Tal vez seguía algo aturdido por descubrir que incluso alguien como Draco podía tener... ¿miedo?

Draco por su parte, quedó algo intrigado por la pregunta, pero al mismo tiempo no respondió porque... porque no importaba. O al león no debería de importarle, a menos que solo tratara de saber para... ¿para qué? Había ido a la escuela con Longbottom por casi seis años y no recordaba haberlo visto u oído hacer algo... "malo" en todo ese tiempo... Aunque, de todas maneras, nunca habían hablado. Ni siquiera le regresaba los insultos como Potter.

-No te incumbe.- respondió -No es tu problema... pero lo será si se lo dices a alguien, ¿entiendes?- lo amenazó.

Neville tragó como pudo y asintió apenas con su cabeza.

-No le diré a nadie.- aseguró y sorprendentemente, Draco lo soltó, dando un paso atrás.

-Vete.- murmuró el rubio, recogiendo su túnica, y colocándosela.

El león, por su parte, levantó su libro, viéndolo escurrir agua. Miró apenas al rubio, que le daba la espalda y sacó su varita, con la intención de secar su libro... Pero claro, Draco, que lo vio reflejado en el espejo, no pensó eso y con un solo movimiento de su varita, había atacado al león, tirándolo contra la pared. La espalda de Neville se golpeó con dureza y se escuchó un horrible 'crack'. El dolor que lo recorrió desde el hombro hasta la punta de los dedos casi le saca lágrimas, pero se mordió la lengua y soportó, boqueando por aire.

-¿Porqué... hiciste... eso?- logró decir, sosteniéndose el hombro lastimado con la mano sana, mientras Draco lo miraba, ahora con varios metros de distancia entre los dos.

-¿Todavía me lo preguntas, sucio león?- gritó el rubio, sintiéndose estúpido por haber creído que un león pudiera comportarse.

-¿Qué quieres... decir con eso?- jadeó de nuevo Neville, haciendo un esfuerzo que creía innecesario para no soltar un montón de palabrotas por el dolor que lo recorría.

-¡Ibas a atacarme por la espalda!-

-¿Qué?- respondió -¡Iba a secar mi libro!- le aseguró, sorprendido de que pensara que podía llegar a atacarlo.

Draco no dijo nada, simplemente salió de ahí.

Notas finales:

"Harry Potter" y todos los personajes relacionados © J. K. Rowling, 1997

"Porque yo entiendo." © Mihara Emiko, 2011


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