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Promesa por Juan Nikte

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Notas del capitulo:

Advertencias: RusiaxMéxico, un poco de Estados Unidos [Alfred F. Jones], al igual que los Tres Bálticos. Lime y Comedia en el OMAKE.

-Siento haberte dejado solo, es algo que nunca me perdonaré…


Corría el año de 1924, a pocos días del 4 de agosto, una fecha que México jamás olvidará…

En una habitación completamente aislada, un par de individuos mantenían una acalorada discusión. Al parecer, el joven rubio intentaba convencer al moreno, mientras que éste se mantenía impasible, respondiendo a sus mordaces comentarios con infinita paciencia, intentando no perforarle el estómago por sus ofensas…

-¡Eres muy testarudo!-replicó el estadunidense.- ¿Qué no ves que él solamente quiere verte la cara? ¡Lo único que quiere es quedarse con Latinoamérica, empezando por ti…!-golpeó con su puño cerrado sobre una mesa, visiblemente cansado y falto de aire.

-¡Él es mi amigo, y lo que nos haya pasado antes ya no debería importarte…!-contestó el sujeto de piel morena, tratando de echar por tierra las "razones" de Alfred.

-¡Entiende, él no pretende ser tu amigo, es un monstruo que está ansioso de poner sus manos en América…!-rebatió con fuerza, mirándole con verdadero recelo.

-Entonces, si es así…-hizo una pequeña pausa, tomando un cigarrillo, encendiéndolo con galantería-Prefiero mil veces ser territorio ruso, antes que tuyo…-finalizó su oración, dándole una calada al tabaco, con una sonrisa cínica.

Alfred no pudo contener más su ira. Tomó al mexicano del cuello de su camisa, realmente furioso, como si estuviese a punto de romper en cólera, causando que su cigarro cayera al suelo, dejándolo inutilizable.

-No lo volveré a repetir… Si no te alejas ahora mismo de Rusia, lo pagarán caro, ambos…-sentenció fríamente, convencido de que daría resultado, sabiendo de sobra cuánto dependía México de él…

-Eso… es algo que me tiene sin cuidado-declaró, su voz sonaba muy decidida, era una de las pocas veces que se atrevió a darle la contra-Podrás convencer a mis "líderes", pero nunca lograrás que la amistad entre Ivan y yo se quiebre…

No pronunció palabra Estados Unidos. Se limitó a aventarle contra la pared, usando todas sus fuerzas en ello, saliendo verdaderamente irritado de ahí, azotando la puerta, como si quisiese romperla.

Desplomándose sobre el suelo, Nikté intentaba reflexionar, jugando con sus cabellos, esto no podía estarle pasando…


             [Fanfic RusiaxMéxico, no vender/alquilar/subir sin permiso de la autora]


4 de agosto de 1924, finalmente. Una reunión privada, en donde sólo la gente necesaria estaba presente, presagiaba un buen día para llevar a cabo el plan, aquél que llevaban años intentando realizar…

-Espero que sepas apreciar mis esfuerzos, Ivan…-le sonrió México, tendiéndole la mano amistosamente.

-No lo dudes, así lo haré…-correspondió al gesto Rusia, mirándole con inocencia, sabía que la primera contienda contra Estados Unidos, la había ganado él…

Sin embargo, el "héroe" no se quedaría de brazos cruzados, su propósito estaba próximo a comenzar…


              [Fanfic RusiaxMéxico, no vender/alquilar/subir sin permiso de la autora]


Poco tiempo después, una verdadera tragedia se suscitaba en todo México, el peor acto de falacias y tretas jamás urdidas en su tiempo…

-¡Señor México, vea esto…!-exclamó un funcionario, completamente alarmado.

-¿Qué sucede, chico?-inquirió, dándole un vaso con agua para la fatiga.

-Es… una emergencia…-le entregó con prontitud el responsable de su extenuación.

Sin perder más el tiempo, leyó con detenimiento el panfleto. No pudo hacer más que sorprenderse, arrugando el papel hasta casi hacerlo trizas, mientras que su otra mano destrozaba el vaso, con una rabia casi asesina…

"Rusia Soviética, un inteligente asesino que tiene a México y América puesto en la mira" "La Revolución Mexicana y Rusa, ¿coincidencia o afinidad ideológica?" "¡Los soviets pretender arruinar el modo de vida americano!" "El Comunismo, un peligro para la América de los americanos…"

Le fue imposible seguir leyendo, so pena de vomitar sangre de pura cólera. 

Inmediatamente, se dirigió a casa de su vecino. Tocó tan fuerte la puerta, que unas pequeñas grietas se hicieron en la fina madera. Apacible, salió al encuentro el causante de aquella visita nada deseada, y tampoco esperada…

-¿Qué, vienes a pedirle al héroe que te ayude a deshacerte del ruso…?-exclamó cínicamente, dibujando una sonrisa.

El mexicano estaba harto, realmente hastiado de él, de que se metiese en todos sus asuntos, en nada que le incumbiera. Sin previo aviso, le dirigió un intenso puñetazo, seguido de más golpes. Alfred no iba a permitir que le siguiese tratando así, por lo cual también se defendió, desatándose una trifulca mayúscula…

-¿Qué te pasa? ¿Acaso perdiste la cordura, o qué rayos sucede contigo…?-preguntó con dificultad el portador de aquellos lentes, intentando contener la ira de su compañero.

-¡No, dime qué mierda pasa por tu cabeza!-reclamó, deseando zafar sus puños de las manos de él.

-¡No sé de qué me hablas!-negó el pelirrubio, usando todas sus fuerzas para detenerle.

-¡No me estés chingando la madre, gringo!-casi escupió esas palabras, mirándole muy frenético-¡Eres un asqueroso difamador! ¡Quién te crees que eres para difundir material anti-Rusia en mi país! ¡Dime, quién eres para declarar que mi Revolución y la de Ivan están relacionadas…!

-¡Para ya!-le tumbó al suelo, dominándole con ambos brazos-¡Si lo hice fue por tu bien, así tu gente se dará cuenta con qué clase de tipo pretenden ser amigo!-argumentó, dificultándosele en demasía contener la ira del mexicano.

-¡No me vengas con esas mamadas, gringo!-espetó histérico-¡Con una chingada, deja de ser tan ambicioso, y deja que el mundo haga su vida en paz!-gritó, liberándose del agarre del nacional.

-¡Te lo advertí, Juan! ¡Te advertí que te alejaras del ruso, niégamelo!-prorrumpió, sujetando con brusquedad la barbilla del pelinegro, a lo que éste se apartó, como si fuese a quemarse su piel con sólo tocarle.

-¡Ni te me acerques, maldito gringo!-protestó, mirándole con asco. La actitud de su vecino lo tenía hasta la madre, pero sabía que era inútil intentar hacerle razonar. 

Limpiándose el polvo, y recuperando la compostura, se dirigió a la salida de aquella casa, con claras intenciones de irse.

El héroe apretó sus mandíbulas, cerrando fuertemente sus pulgares, la impotencia le cegaba… ¿Impotencia? ¿Acaso el héroe del mundo se sentía impotente? ¿Ante qué? ¿Por este minúsculo problema? No iba a dejar las cosas así como así, claro que no…

-…Pronto irán intelectuales de tu país a Rusia, ¿no?-musitó Alfred, evadiendo la sensación de derrota-¿Por qué no decides visitarles, y así te desmientes de todo esto…?-añadió, era increíble que estuvo muy cerca de perder ante él, un pequeño y tercermundista país, un reto muy blandengue para la gran América…

-No iré porque tú lo digas, sino porque de todas formas tengo qué ir…-susurró, apenas eran unas palabras antes de dar por terminada aquella "charla"…


              [Fanfic RusiaxMéxico, no vender/alquilar/subir sin permiso de la autora]


Transcurrieron unas cuantas semanas, el clima de la casa de Nikté se percibía acogedor. 

Ya había alistado sus maletas, esperaba ansioso la llegada del coche, aquel que, junto con las mentes más brillantes de la nación, emprenderían una travesía hacia el país del eterno invierno. Casi todos estaban muy felices, pronto confirmarían las palabras que habían escuchado sobre el "éxito" de su Revolución.

-Esta será la mejor experiencia de nuestras vidas, ¿no?-le preguntó un joven a Juan, se le veía animado, notándosele en su sonrisa y mirada.

-Sí-afirmó, era obvio que no sabía nada…

Habiendo el automóvil llegado, abordaron todos, dejando en las manos de Dios la suerte de aquél viaje…

A pesar de haber pasado mucho tiempo en mar y tierra ajenos, para México no era desconocido que alguien le esperaba, el pensar en aquellos brazos abiertos para él le hacían sonreír. 

La imagen de aquella sonrisa honesta le hacía feliz, realmente se identificaba con aquel "chico"…

No se percató de que el viaje había terminado, dándose cuenta por los gritos de desempaque, que se encontraban realizando unos empleados…

-Disculpen, ¿saben dónde queda la casa de Ivan Braginski?-se acercó lo suficiente a ellos para que lo escuchasen, hablando en su idioma.

No obtuvo respuesta, o mejor dicho, no la comprendió… Aquél par temblaba, y, sin pronunciar palabra alguna, se marcharon. Un presentimiento amargo le atravesó el pecho. Algo dentro de él le decía que pasaba algo malo. Sin dudarlo un minuto más, corrió en su búsqueda, apenas orientado por su corazonada, siendo seguido por su grupo. Recorrió las calles rusas, sin detenerse siquiera a descansar, o a descifrar el porqué de aquel sombrío trato. Sus sospechas pronto tuvieron respuesta…

-¿Qué… es esto?-sus labios gélidos apenas pronunciaron palabra, su voz se quebró, y sus rojizos ojos, antes llenos de luz y lozanía, se vieron envueltos por sendas lágrimas…

No daba crédito a esto. Esa imagen espantosa, esta masacre, este dolor nacional… Era la verdad detrás de la ilusión…


               [Fanfic RusiaxMéxico, no vender/alquilar/subir sin permiso de la autora]

 


 

Omake: Fiesta en dos casas.


Una gran fiesta estaba por suscitarse en casa de Ivan. Hoy iba a cumplir 120 años de amistad oficial con su buen "amigo", México. Se sentía nervioso, caminaba de un lado a otro de la habitación, mirando continuamente las manecillas del reloj. Sus nervios iban a colapsar, la fiesta debió haber iniciado hacía más de hora y media, y ni sus luces del invitado…


-Dime, Lituania, ¿crees que le pasó algo malo…?-exclamó, intentando obtener una respuesta alentadora de su sirviente, lo que sea, algo que le tranquilizase.

-Esto…-no hallaba las palabras correctas el lituano.

-Debe ser que la tormenta de afuera lo congeló y mató, Rusia-san…-respondió un sincero Letonia.

-¡Letonia!-profirieron al unísono Toris y Estonia, asustados por aquellas palabras tan… Letonia.

-¿Eso crees…?-sonrió el ruso, pero no era una sonrisa "normal", realmente daba miedo la expresión de su rostro, mientras que su aura maligna se expandía por todo el cuarto, con obvias intenciones asesinas.

Los tres Bálticos temieron en verdad por su vida. Repentinamente, darían los tres gracias toda su vida a aquel timbre, que sonaba incesantemente.

-¡Yo voy a abrir!-atinó a decir Estonia, corriendo a la puerta principal.

Ni bien abrió la puerta, un sujeto entró como alma que lleva el diablo. Estaba cubierto por montones de nieve, con la cara tan azul, que fácilmente podría ser confundido con un pitufo, temblando más que Letonia a causa del frío.

-¡Me… México-san!-se sorprendió el estoniano.

-Perdón por llegar tarde, pero esa puta tormenta hizo que me perdiera, y…-explicó detenidamente, quitándose su saco y gorro.

Reconociendo de inmediato aquella voz tan cordial, el ruso no lo pensó dos veces, y se dirigió hacia el recibidor, mandando por la borda la intranquilidad anterior, junto con sus planes sádicos…

-¡México-kun, me alegro que hayas llegado…!-lo abrazó con efusividad, sin medir sus fuerzas, se sentía muy feliz de verlo de vuelta…

-¡R-rusia, me sacas las tripas…!-gimió el mexicano, sintiendo cómo se le chispaban los ojos, y el aire cada vez le escaseaba más.

-Perdón, pero es que…-lo miró con pena, reflejando mucha inocencia en sus gestos.
-…Así déjalo. Total, pus ni me dolió-sonrió el moreno, ocultando perfectamente el dolor de espalda que le aquejaba.

-¿De verdad?-los ojos de Ivan se iluminaron, era maravilloso que él le dirigiese una sonrisa-¡Pasa, eres bienvenido en mi casa!-le hizo adentrarse en su enorme hogar, aún dando serias muestras de timidez.

-Pues gracias…-respondió con amabilidad, dejándose conducir por él.


Charlaron por espacio de una hora, recordando viejas anécdotas, compartiendo risas y muestras de respeto y cordialidad. 

El crepitar de la chimenea llenó el silencio durante algunos minutos, reconfortando con su calor la otrora gélida estancia. El pelinegro sólo se quedó quieto, mirando fijamente su recipiente con licor, sin pronunciar ni una sola palabra.

Mientras tanto, para Ivan las cosas iban mal, por así decirlo. Estaba sumamente acostumbrado a que su "amigo" iniciase los temas de conversación, limitándose a disfrutar de su compañía, entregándole algo que, para México, le representaba un gran tesoro: una sonrisa…


-México…-musitó muy quedamente.

-¿Qué sucede?-preguntó el mexicano, un poco sorprendido.

-No, nada…-se calló Rusia, no le iba a molestar con sus tonterías.

-Dime, ándale-insistió el azabache.

-Bueno…-tragó saliva el casi albino-Siento… no poder entretenerte mejor…
-¿Eh? ¿Por qué lo dices?-inquirió Nikté, intrigado por esa confesión.

-Yo tenía planeado darte una mejor acogida, pero es por culpa de ésa maldita nieve…-desvió su mirada, muy avergonzado por el hecho.


Un momento de silencio más. Adivinando las emociones del soviet, el mexicano se levantó de su lugar, caminando decidido hacia él. Se acuclilló, viéndole divertido.

-Rusia, ¿quieres ver una fiesta mexicana…?-preguntó, intentando animarle.

-¿En… tu casa?-musitó, mucho más alegre por ello.

-Obviamente, dónde más sino…-no esperó respuesta alguna. Pasándose por el arco del triunfo la respuesta del ruso, se lo llevó a su casa, le mostraría lo que era una "fiesta mexicana"…


Desafiando las leyes del espacio-tiempo, llegaron en poco tiempo a casa del chico de ojos rojizos. Apenas abrió la puerta de su residencia, un estruendoso sonido salió de ahí, dejando casi sordo al invitado.


-¡Oigan, se nos une mi amigo en la pachanga!-gritó, mientras el resto de los invitados brindaban la decisión de éste.

.¡P-pero qué es esto…!-su voz tembló, estaba nulamente acostumbrado a las grandes multitudes, y mucho más si eran tan ruidosas y desastrosas, como la que se presentaba frente a él.

-¡Entremos pronto, o si no se nos acaba el chupe!-lo empujó hacia dentro, ya muy contagiado de la alegría de los demás, poniéndole en la boca una botella repleta de tequila.


Rusia no tuvo tiempo de reaccionar o mostrar desacuerdo, la situación era más fuerte que él, algo que se le escapaba totalmente de las manos…

10 minutos después, todo eran risas y estupideces sin fin. Contra toda lógica, el ruso era el centro de la atención, ya que se encontraba bailando encima de una tarima improvisada, mandando al diablo toda esa pesada ropa, sintiendo mucho calor, mientras su visión se volvía más y más borrosa.


-¡Mucha ropa, mucha ropa!-le gritaba desde el público un ebrio México, también se había pasado con las "copas", que se transformaron "mágicamente" en una botella tras otra.

-¡Eso creen, da! ¡Pues aún me falta mucho por enseñar!-se empezaba a desabrochar los pantalones, mirando que de su botella ya no le salía ni una gota más de tequila.

-¡Órale, ya quédate en cueros!-vitoreaba Juan, animando al público a seguirle la corriente, mientras olas de humanos aprovechaban la situación, ya sea para tomarle fotos o vídeos, que en próximas horas circularían por Youtube, o probablemente RedTube, dependiendo de qué tan "rojo" se vaya poniendo el baile, o para golosearse los dotados atributos de Ivan, papando moscas en su propia imaginación depravada.

-¡Vodka!-lanzó su grito de "batalla", antes de lanzarse hacia la multitud, más específicamente hacia México, que no logró huir de tamaño planchazo que le propinó.

-¡Ah, el mundo se me vino encima! ¡Quítate!-suplicaba la ahora aplastada nación.

-¡Lo siento, ya verás que pronto te recompensaré…!-jadeó, bastante avergonzado 
por haberlo dejado hecho calcomanía en el piso. Repentinamente, una idea cruzó por su mente, y una sonrisa maliciosa adornó su rostro.

-¡Pus más te vale hacerlo a la de ya!-reclamó el mexicano, aún sin reponerse del todo de semejante apachurrada.

-No te preocupes, seré muy generoso…-un aura lúgubre le rodeó, poniéndose aún más de manifiesto el significado de aquél repentino cambio de actitud.

-¿Eh…?-solamente atinó a exclamar eso, muy confundido.

-Kol kol…-la grande y fuerte nación tomó a México entre sus brazos, levantándolo de una sola vez del suelo. El azabache no respondió a nada, porque no tuvo tiempo ni oportunidad de negarse a las perversiones de Rusia…

Horas después…

-Ah, qué mal me sabe la boca…-se quejaba Nikté, frotando su sien, sentía que la cabeza le iba a estallar. Se estiró para alcanzar unas aspirinas, sorteando un cuerpo suave… ¡Espera! ¿Un cuerpo…?

Bajó su vista lentamente. Sus peores sospechas resultaron ciertas: el soviet estaba a un lado suyo, acostado en la cama, sin ropa alguna, y lo peor de todo… ¡él tampoco la tenía! 

¡Definitivamente, era la última vez que se emborrachaba con Rusia…!

Notas finales:

Bueno, con ésto podemos decir que es un "inicio".

 

¿Dudas? ¿Sugerencias? Si les gustó, dejen review y comenten lo que les agradó nJn

 

¡Hasta la próxima, see ya!


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