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SEVEN SEAS por magu

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Notas del fanfic:

Mi primer Fic(? wtf -mentirosa-... de SHINee~ pero el segundo de mi corta existencia(?

PD: Siempre quise hacer mi 2min perfecto(??? Okay no. xD

 

Notas del capitulo:

Desde aquí(? coffCapítuloIcoff les digo que es un 2min declarado!

Tiendo a crear toda la trama del fic antes de empezar a escribirlo, pero lamentablemente esta vez sera excepción(? xD Por qué? porque es de aventura(? y las aventuras son inesperadas! 8D -stupidmodeon-

 Capítulo I: Encontrando mi destino

 

El sonido de una puerta abriéndose en el primer piso indicaba que mi padre había regresado, baje apresuradamente las escaleras: dos, cuatro, seis, ocho, contaba. Mi madre me riño la noche que me descubrió realizando mi rutinaria acción, pidiéndome que dejase de hacerlo, pero simplemente no podía evitarlo. Los fines de semana en que mi padre regresaba a casa, llegaba lleno de historias sobre aquellos intrépidos navegantes que tanto me fascinaban: piratas. Él, a pesar de ser comodoro, me contaba acerca de las hazañas de estos temidos bucaneros ¿Por qué negarlo? Siempre me ha consentido. Posiblemente por mi singular manera de pensar, es que tenía esta extraña fascinación por ellos. Imaginaba, quizá muy ingenuamente, situaciones fantásticas en las que navegaban sin descanso en busca de emocionantes aventuras.

En el pasado mi sueño había sido ser como mi padre, un respetado comodoro, una persona dedicada a hacer lo correcto. Sin embargo, en los últimos años aquel sueño anhelado desde niño había dado un giro inesperado, ser pirata. El cargo de mi padre era increíble, siempre me impresiono la forma en que lograba deshacerse de las dificultades que lo abordaban día a día, pero lo que yo realmente deseaba era tener la fuerza para poder encontrar mi destino, mi verdadero destino.

-¡Padre, padre! -grité emocionado desde las escaleras, cuando por fin puede visualizarlo. Llevaba el traje de siempre: un gambesón azul marino ocultando su blanco uniforme.

-¡Hijo! -dijo pasando cariñosamente su mano sobre mi cabeza, despeinándome- Vaya pero si os veo más alto que en la última semana ¿Verdad querida? -preguntó dirigiéndose a mi madre, guiñándole un ojo en mi descuido.

-Es verdad cariño, nuestro Taemin es más alto cada día -respondió ella desde lo alto de las escaleras, observándonos con una sonrisa. Descendió de una forma elegante, digna de su clase. Su cabello negro estaba recogido en un elegante moño, el cual llegaba a su cintura cuando lo llevaba suelto, de una u otra forma se veía hermosa. Un ceñido vestido realzaba su figura, el índigo le iba bien.

-¡Padre, madre, dejad de mentirme! -les reproché con un puchero mientras mis pálidas mejillas se ruborizaban. Siempre fui pequeño, incluso medía menos del promedio mínimo de los chicos de mi edad.

-Mi pequeño -dijo mi madre abrazándome delicada y acogedoramente- Solo decimos lo que percibimos. No tienes por qué avergonzarte -le regaló un tierno beso a mi sonrojada mejilla.

-Señores -nos interrumpieron- su cena esta lista.

-Gracias. Bien mi pequeño corsario es tiempo de alimentarnos -me dijo mientras nos dirigíamos al comedor. Mi padre nunca me llamó pirata, aunque poca era la diferencia. Debía ser difícil para él llamar a su único hijo de esa manera, sobre todo por las ideas de la época y el riesgo que corríamos con este inocente juego. A pesar de eso nunca dejó de llamarme así, sabía que me agradaba ese pequeño sobrenombre.

-Padre ¿Qué historia me contaras hoy? -pregunté emocionado.

-Pequeño Taemin, dejad que tu padre goce de una cena tranquila -reprendió tranquilamente mi madre. Sucedía siempre, cada fin de semana, durante cada cena, era simplemente una costumbre que había adoptado desde que tengo memoria.

-Dejadlo querida, realmente me complace la atención que me brinda -nuevamente se repetía aquel dialogo, me divertía. Siempre con esa actitud, me preguntaba constantemente si se darían cuenta durante cuánto tiempo estábamos repitiendo esta pequeña rutina semanal.

-Hoy tengo una historia especial que contar, os gustará -anuncio de pronto mi padre mientras la servidumbre servía la cena. Me sorprendió. Era extraño que invitase a mi madre a participar de nuestras historias.

-¿De qué se trata padre?- insistí, podía sentirlo en sus palabras, esta vez sería "especial", mi corazón latía con fuerza, pensé que en cualquier momento escaparía de mi pecho.

-Paciencia mi querido muchacho, las buenas historias deben contarse en un ambiente apropiado- dijo mientras me guiñaba un ojo en señal de complicidad.

Durante la cena hablamos trivialidades, mi padre preguntaba muchas cosas acerca de mí. Tal vez sentía que el poco contacto que teníamos afectaba nuestra relación, pero lejos de eso, cada fin de semana esperaba ansioso su llegada. En ese momento nunca llegue a notar que era lo que realmente me atraía del encuentro y como mi alma ansiaba algo más.

Velas encendidas, cortinas ondeando suavemente, sombras acercándose pero huyendo al mismo tiempo: El escenario perfecto. Nos encontrábamos reunidos en el salón principal de nuestra modesta mansión, pese al cargo de mi padre las cosas ostentosas no iban con él. Habíamos tomado asiento en nuestros respectivos lugares: mi padre a la cabeza, mi madre a su derecha y yo apoyando mi cabeza en el regazo de esta, mientras acariciaba suavemente mi cabello. Por primera vez la servidumbre había sido invitada también y nos rodeaban mostrando curiosidad. ¿Qué tan importante sería aquel relato en mi vida? Estaba por descubrirlo.

-Empecemos -anuncio mi padre después de un largo y mortífero silencio- El relato que a continuación os contaré no es un relato cualquiera. Está dedicado a mi hijo quien pronto cumplirá dieciséis años, edad en la que será presentado en sociedad como todo un caballero. Debo confesar que llevo tiempo encontrar las partes faltantes de esta historia tan real como todos aquí presentes, quienes crean en ella -se detuvo expectante, analizando nuestros rostros- así como los incrédulos que prefieran ignorarla -expresó con desdén- estad atentos, porque recordarán esta historia como aquella  que cambió sus vidas para siempre. Una suave brisa agito exageradamente la llama de las velas, ocasionando que las sombras de desfigurasen repentinamente.

-Querido, estas asustando a todos -comento mi madre con una sonrisa al notarme tenso en su regazo.

-Solo cumplo mi deber de informante -se encogió de hombros restándole importancia. Aclaró- Esta historia no es de mi propiedad, como todas las demás. Quien la narró sostuvo: Historias como estas no deben perderse con el paso de los años como leyendas cualquieras sino ser grabadas en corazones puros ansiosos de conocer algo que otros solo pueden soñar alcanzar.

-Pues conozco alguien que curiosamente cumple con todas esas características -el sonrojo en mis mejillas fue ocultado por las penumbras pero fue inútil intentar acallar los fuertes latidos de mi corazón.

-Contad la historia -murmuré quedito.

-Este es el relato de uno de los miembros de la tripulación a bordo del Shelter durante el siglo XVI cuando los bucaneros eran dueños indiscutibles de los mares...

Las olas amenazaban con echarnos del barco, con cada minuto que pasaba la tormenta se hacía más fuerte y los tripulantes a bordo comenzaban a ceder ante la furia de la naturaleza, el miedo se respiraba en el aire pero nuestro capitán infundía valor en nosotros haciéndonos llegar al límite de nuestra capacidad...

-¡Piratas! -bramó- ¡Ponerse al pairo!

¿Temido o respetado? La barrera que separaba estos dos conceptos era casi imperceptible y, aunque no pudiésemos diferenciarlos, pienso que era una mezcla de ambos lo que experimentábamos...

-Nuestra meta piratas: Port Rosethorn. Si queréis mantener el pellejo donde lo tenéis mostrad agallas...

Una sombra se proyectaba sobre nosotros mientras escuchábamos esas palabras, levante mi rostro y pude verlo: un muchacho de cabello castaño nos observaba con una mirada indescifrable.

-¡Si señor! -respondimos al unísono.

Era relativamente nuevo en la tripulación. Cuando me uní no fui presentado inmediatamente ante el capitán como era usual. Según me dijeron, se mostraría una vez que hubiésemos levado anclas. Mi reacción en nuestro primer encuentro fue de esperar, muchos de los presentes soltaron largas carcajadas incluyendo el capitán quien se mostraba como un joven de aproximadamente diecisiete años, cabello castaño y buen porte, que en otras circunstancias podría haber resultado ser el hijo de algún respetado gobernador.

-¡Quitad esa cara pirata! -dijo al tiempo que las risas finalizaban- No eres el primero ni serás el ultimo en mostrarme esa expresión. Sé que decidiste unirte a nosotros pese a los rumores que circulan en torno al Shelter. Lleno de agallas te veo pero no será suficiente si quieres permanecer junto a nosotros -pronunció las últimas palabras lentamente- con vida -Continuó- Te diré que parte de todos eso rumores son ciertos, sobre todo aquellos que son tratados como meras fantasías.

Trague mis nervios, obligándome a mirarlo a los ojos: todo era verdad, como me lo confirmo segundos después.

-Empezando por la maldición... -se detuvo mirándome con detenimiento- y por supuesto lo relativo a mí. A partir de éste momento estas atado a este navío, a su destino y a lo que conlleve, con maldición incluida.

Mi terror se hizo notar ya que las risas se alzaron de nuevo, sonando siniestras en esta ocasión.

 

-Tranquilo muchacho -una mano palmeando mi espalda me hizo regresar a la realidad- el capitán no hablaba en serio -esbozó una sonrisa- acompáñame te lo explicare.

Me encontraba en las cocinas tomando una taza caliente de café cargado mientras "Dr." servía la suya y se alistaba para aclararme unas... cuantas cosas.

-Debo advertir -hizo una pausa analizando mi reacción- que cosas inexplicables sucederán a bordo, lo comprenderás con el tiempo. Por otro lado misterios acerca del capitán son cosas que nadie ha podido confirmar ni tampoco atrevido a investigar -Y con voz solemne expresó- Historias contadas por filibusteros no deberíais haber tomado en cuenta, pero ya que estáis aquí deberéis conocer que con una gran maldición carga el capitán y su puesto no debéis codiciar. Un destino tendréis que cumplir, con el tiempo lo sabréis. Por el momento lealtad deberéis mostrar para que una rueda de eventos finalmente pueda terminar.

Me quede sin palabras ante tal declaración ¿Una predicción o broma tal vez? Pero algo me decía que aquellas palabras eran algo que no debía olvidar.

 

Un sepulcral silencio nos envolvió.

-Se dice que el Shelter nunca más fue visto. Claro -hizo una pausa- si alguna vez lo fue. Tampoco hay fuentes confiables que confirmen su existencia, pero algo hace que dudemos una vez más acerca de esta. Conocida como "El corazón azul del mar", es una de las joyas más anheladas tanto entre filibusteros como piratas. Lucida por la realeza. Ocultada por capitanes. Su existencia no ha pasado desapercibida, siendo codiciada a lo largo de los años. Perdida en innumerables ocasiones ha marcado la vida de sus portadores. Cien años han pasado desde que desapareció sin dejar rastro alguno para reaparecer en las manos de un ser tan bello como ella misma.

Sentí como hacía contacto con la palma de mi mano. Una joya de indescriptible belleza se mostraba ante mí. Hermosa. Desde la cadena hasta el magnífico diamante de tonalidades azules, sin duda lo más resaltante.

Las ventanas se abrieron con fuerza a causa de la tormenta, la cual no habíamos notado al estar sumidos en la narración de mi padre, causando gran revuelo en el salón. Las velas se habían apagado a causa del fuerte viento y fueron arrojadas contra las paredes, las cortinas parecían rasgarse mientras se sacudían violentamente impidiendo que fuesen sujetadas por los criados. Mi madre me abrazaba tranquilizadoramente en tanto mi ser se sacudía entre sus brazos, aterrado.

-Dulzura, fue solo la tormenta -dijo acariciando mi espalda- no temas.

Hundí mi rostro en su cuello mientras trataba de convencerme que las silenciosas lágrimas que se deslizaban por mi rostro eran a causa del reciente suceso.

 

¡Boom!

El sonido del cañón me hizo despertar ¿Qué estaba pasando? Me acerque rápidamente al balcón y pude visualizar un navío de velas negras acercándose a la cuidad ¿Piratas? ¿Realmente eran ellos? Corrí hacia el pasillo con la velocidad que mis pies lo permitían y baje rápidamente las escaleras hasta el vestíbulo donde me paralicé al ver la escena. Varios hombres de traje negro se encontraban revisando el primer piso, no sé cuánto tiempo permanecí ahí pero cuando logre fijar mi mirada en la de mi madre entendí lo suficiente sobre la situación. Retrocedí tres pasos torpemente para dar vuelta y correr escaleras arriba, escondiéndome en la habitación más cercana mientras escuchaba las desconocidas voces exigir cosas que no comprendía.

-Vamos Lee, no hagas las cosas más difíciles, nuestro problema no es contigo ni con Port Rosethorn, solo dinos como encontrar el Shelter. Y todo esto quedará en el pasado, como un mal sueño.

-¿Dónde encontrar el Shelter? No seas ridículo -escuche la voz de mi padre totalmente exasperada- es solo una leyenda -Puntualizó. La situación estaba haciéndole perder la calma.

-Escuche rumores sobre -el eco de sus pasos mientras se paseaba tranquilamente delante de mis progenitores me hacía sentir nervioso- tu hijo -lo había estado esperando. Me paralicé- Experimentaras el dolor de perderlo muy pronto sino colaboras -amenazó.

-No te atreverías... -gruño papá.

-Seré capaz de cualquier cosa -le corto- Dime ¿Quien te informó acerca del Shelter?

-Un hombre que días después fue hallado sin vida en el puerto.

-Era de suponerse, su destino se cumplió -repuso, regocijándose ante la idea- Relaciona hechos Lee y tal vez encuentres explicaciones, que yo no daré. He notado como la información llega ti. Curioso -afirmo cogiéndose el mentón- Como garantía por la información que puedas recibir en un futuro tomaré a tu hijo, y vaya suerte dentro de poco cumplirá los dieciséis...

-¡Maldito!

Un golpe seco. Mi padre se abalanzaba contra el sujeto sin pensarlo, no pudiendo evitar que gritase- ¡Buscad al muchacho! ¡Traedlo aquí!

Sus hombres se lanzaron escaleras arribas, al tiempo que yo me dirigía a mi habitación.

¡Boom! ¡Boom!

-Mi señor el Shelter ha aparecido.

-HAHAHAHAHA -las puertas no fueron impedimento para que la siniestra risa se colara en mi alcoba - ¿Lo ves, Lee? -un ruido sordo seguido de un quejido indico que habían logrado controlar a mi padre.

¡Pum! ¡Pum!

El sonido de las puertas abriéndose una tras otra. Pasos acercándose. Una ventana abierta. Los latidos de un corazón acelerado. Un muchacho en la ventana y una profecía a punto de cumplirse.

Notas finales:

Qué tal? *-* -expectativas(?- cuando lo publiqué me dije: "Madre!, pero si es tan cortooo~!" no sé ustedes pero a mí(? me lo pareció... entonces... por qué cojones lo estoy publicando!?(? 8D porque quiero actualizar más rápidooo~ xD


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