Un suspiro escapa de mis labios…permanezco sentado en la cama de mi habitación mirando la esplendorosa luna que asomaba por la ventana cerrada de mi alcoba, pues es de noche. La luz del día se ha agotado ya, como el otoño que se marchó dejando paso libre al helado invierno. Solitaria, triste, vaga mi alma por mi mente y mis tristes recuerdos…
-¿Por qué…?
Dije para mi mismo en voz baja…sentía mis mejillas humedecerse…lloraba. Lloraba y suspiraba con tristeza. Tu nombre, clavado en mi memoria, mi alma y mi mente como la más profunda y dolorosa estaca, aturdía a mis emociones…inundaba mi alma de amargo sufrimiento y me mantenía en un estado de amargura intensa. Al tiempo que me levantaba de la cama me acerqué a la ventana, me recargué sobre el marco de la misma para poder observar mejor la hermosa luna. Aquella enorme esfera de luz seguramente se reflejaba en mis ojos llorosos y llenos de nostalgia me recordaba a lo más hermoso que tuve en mi vida…a ti. Sequé mis lágrimas como pude y regresé a mi cama, me recosté en ella y me quedé inmóvil pensando por un rato. Trataba de alejar tu recuerdo de mi mente…sin éxito alguno. Tu rostro, tu cuerpo, tus ojos, tu sonrisa…todo lo que eres tu seguía dentro de mí. Ya no podía entenderme ni a mí mismo…
-¿Por qué te sigo amando…?
Volvía a repetirme nuevamente la misma interrogante una y otra vez, tratando de aclarar un poco mis pensamientos. No pude evitar que unas cristalinas lágrimas rodaran por mi rostro una vez más.
-Ya no…ya no quiero amarte…me hace daño…me quema por dentro…me hiere…ME DUELE…aunque sé que lo más probable es que eso no te interese…
Volvía a sumergirme en mis pensamientos a pesar de mi resistencia a ello…pero pronto no pude soportar más…ni un solo minuto más…el tiempo transcurría tan lento, y pensar que en estos momentos tú estás con él…con ese otro sujeto que te aparto de mí…me hacía sentir miserable…
-Ya no soporto mi ingrata existencia…-me dije aún entre sollozos-… ¿Para qué me sirve mi miserable vida…? ¿¡Para qué quiero vivir si tú no estás conmigo!?
Tomé con firmeza un florero que estaba sobre el escritorio junto a mi cama y lo arrojé con todas mis fuerzas…dicho objeto atravesó la ventana partiéndola en mil pedazos…volví a observar la luna y juré haber visto tu rostro en su lugar…de nuevo me desmoroné en llanto…
-¡¡NO!! ¡Ya no! ¡No más! ¡¡YA NO LO SOPORTO!!
Salí corriendo de mi habitación en dirección a la cocina, me detuve frente al gabinete apoyando mis manos sobre éste
-¿Por qué lo hiciste…? ¿Por qué me traicionaste de una forma tal vil…? ¡Pudiste al menos haber sido claro conmigo! ¡Pero fuiste un cobarde! ¡Y me duele el seguir amándote tanto de todas formas!
El sufrimiento en mi corazón era insoportable…ya no me satisfacía la poca felicidad que la vida ofrece…ya no me importaba nada en el mundo…ni mi vida misma…carecía de una razón para seguir viviendo…lo único en el mundo que me importaba eras tú…y ahora que me abandonaste…nadie me necesita vivo…TE ODIO…cuanto me gustaría poder decir eso, sin embargo no podía hacerlo.
Cansado de llorar abrí lentamente el cajón de los cubiertos…con mi decisión ya tomada, tomé un cuchillo. Cerré el cajón y con mis dos manos apoyadas en el filoso objeto, lo acerqué rápidamente a mi pecho…pero…NO PUDE.
-¡COBARDE!
Me reclamé con un grito desesperado. Sentía mi corazón latir agitadamente como si estuviera desesperado por salir de mi cuerpo, pero aunque sentía mi corazón dentro mío…me sentía como un cuerpo vacío…sin alma en su interior
-No soy capaz…ni de arrancarme la vida soy capaz… ¿Qué hago…? ¿Qué puedo hacer…?- me preguntaba a mi mismo con voz entrecortada por el llanto. No podía vivir, no podía morir, no podía ser feliz otra vez, si es que en algún momento lo fui…ya no podía ni llorar, las lagrimas se me habían terminado, ya no sentía más que ira…odio hacia mí mismo por no poder odiarte a ti. Soy un fantasma, un muerto viviente incapaz de perdonar a pesar de seguir amando a esa persona, a pesar de haberte ido sin decirme nada, solo desapareciste dejando una nota junto a mi cama…esas palabras quedarán grabadas en mi mente hasta el día de mi muerte…
- “Lo siento, ¿Creíste que era verdad todo?, lo amo a él, solo fuiste un juego, hasta nunca”
Es increíble el cómo una frase en un pequeño papel puede arruinar y destruir una vida entera…
Tiré el cuchillo que sostenía con mi mano y volví a secar mis lágrimas
-Te olvidaré…-Dije muy seguro de mi mismo –te olvidaré porque no quiero darte el gusto de verme derrumbado por causa tuya. Te amo con locura, pero no te mereces mi afecto…ni mis lágrimas, un hombre como tú no merece absolutamente nada…-apreté mis puños para canalizar mi ira.
Aún abrumado, me disponía no muy convencido a regresar a mi habitación cuando el timbre sonó ruidosamente cortando el silencio.
-¿Visitas…? ¿Tan tarde...?
Traté de ocultar lo más posible mi tristeza, me acerqué a la puerta de madera y giré la manija. Abrí lentamente y…Ahí…frente a mi…estaba la razón de mi suplicio…AHÍ ESTABAS TÚ. Mirándome descaradamente…como si nada hubiera pasado…Nuevamente mi corazón y mi alma amenazaban con salir de mi cuerpo…al verte, en mi interior se desencadenó una serie de sentimientos encontrados e inexplicables. No podía ver tu rostro…estaba cubierto por las sombras y la oscuridad de la noche. En esos instantes que para mi fueron eternos, observé como sacabas tu mano del bolsillo del enorme abrigo que llevabas encima de ti, y en esa misma mano, portabas un arma de fuego…arma que apuntaste incautamente hacia mí…y sin más…disparaste tres veces contra mi pecho. Fue tal el impacto que caí al suelo de espaldas…mi pecho se humedecía con la sangre que brotaba de él, y en el suelo se formaba un charco de sangre también. Mi sangre escapaba poco a poco de mi al igual que mi alma…mi vista se nubló y ríos de lagrimas caían al suelo mezclándose con el líquido rojo…
Tirado en el piso con mis manos sobre mi pecho estaba muriendo lentamente…a cada segundo…mis ojos comenzaron a cerrarse contra mi voluntad, pero antes de que lo hicieran por completo, mi débil mirada se posó sobre ti…a duras penas podía verte, solo alcanzaba a distinguir tu oscura silueta…y con la poca vida que me quedaba dentro te escuché decir…”PERDÓN…” mi mano ensangrentada cayó al suelo, sin embargo mis ojos distinguieron tu rostro, y antes de apagarse en oscuridad eterna vieron tu silueta marcharse…y de no ser porque estaba moribundo y casi ausente creería que fue verdad lo que vi antes de que te marcharas. Parecía que llorabas al ver mi cuerpo agonizante.
Ya no me quedaba ni un minuto más…las últimas palabras que mencioné antes de apagarse eternamente mi mente, fueron…
-Te amo…y te perdono…
FIN….