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Lluvia de Noviembre (November Rain) por Siberian-Ice-River

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Notas del fanfic:

· Este fic utiliza como inspiración la canción November Rain de mi grupo ídolo Guns n’ Roses perteneciente al álbum Use Your Illusion I.


· Este fic está sincronizado, por lo que la canción -si la página lo permite- se pondrá en algún punto dentro de la historia. Gracias por su comprensión


· Canción traducida literalmente del Inglés al Español. Aparecerá dentro de la historia a manera de estrofas en Itálica.


· Bajando mi lista de pendientes. Este pretendía ser el regalo (muy atrasado, por cierto) de Cumpleaños de Bogus Azul.


· Siberian +Mucha azúcar + drama + Mucho tiempo sin sincronizar = poca congruencia en el relato. El fic quedó raro… muy raro 

Notas del capitulo:

 


 

    El chico de blondas mechas entrenado en Siberia se dirige sin mucha prisa, pero si con algo de  de molestia hacia el malecón, el cual se encuentra a poca distancia de la casa de playa de los Kido, lugar al que los chicos acostumbran asistir los fines de semana, buscando despejarse un poco de la diaria rutina.

 

No sé porque estoy haciendo esto ...

 

    Dice para sí el santo de alborotada cabellera rubia.  Una lata de cerveza en cada mano y un profundo suspiro intentan darle valor al rubio, mientras trata de localizar entre las sombras del atardecer a la imponente silueta de la persona a quien ha ido a buscar.

 

    Por su parte, el guerrero de la mítica armadura de Fénix quien, alejado de las incipientes luces de las lámparas que comienzan a encenderse automáticamente donde el resplandor no logra alcanzarlo; se encuentra tranquilamente sentado en una de las enormes rocas que sirven de rompeolas al inmenso y vasto mar.  Es ahí donde el ave solitaria, absorto contempla la vasta magnificencia del mismo.

 

- Hey - exclama el chico de rubia melena al Santo de Fénix

- Hey... - es lo que recibe por respuesta el Caballero de Cisne

- ¿Puedo? - pregunta con algo de cautela el siberiano, señalando con un cabeceo un lugar al lado del japonés.

 

    Después de una larga pausa, el moreno deja escapar un profundo suspiro y sin siquiera voltear a ver al recién llegado, simplemente contesta

 

- adelante...

 

    Tomando aquello como una invitación; el ruso se ubica al lado de su interlocutor, a una distancia prudente (e imitando la posición del japonés), contempla en silencio la amplia y hermosa playa privada del emporio Kido.

 

    Sin saber  exactamente como romper el incómodo silencio reinante; Hyoga destapa una de las latas que lleva consigo.  El sonido que la espumosa bebida produce al ser abierta logra el efecto deseado... por fin  el japonés voltea (al menos de reojo) hacia su persona.

 

    Con una sonrisa velada el caballero de cisne adopta una de sus típicas poses despreocupadas, se lleva el borde de la lata a los labios y murmura:

 

- Así que... - dando un considerable trago a su contenido; ahora el ruso extiende al japonés la lata cerrada que trae consigo.

 

    El peliazul en modo casi autómata hace su parte, extendiendo el brazo para alcanzar la bebida.  Sin ceremonia alguna remueve el arillo de su cerveza y sin emitir palabra apronta un par de sorbos al helado contenido.

 

- Así que - repite las palabras pronunciadas por el rubio - ¿Qué haces aquí?

- Simplemente quería saber si te encontrabas bien

- Bueno, aquí estoy... ¿cómo me encuentras?

 

    Endemoniadamente sexy, sufriendo terriblemente y con unas ganas tremendas de un abrazo

 

Sí.

 

    Eso es lo que hubiera querido decir el Santo de la armadura más elegante de los caballeros de bronce.

 

    Pero en lugar de ello, desvía la mirada y simplemente se limita a decir

 

- deplorable

 

---- Inicia Canción----

 

    El sarcasmo es lo que mejor se le da al santo de cisne cuando se trata de ocultar los pensamientos.

 

- ¡vaya! así que es evidente - sonríe con un dejo de amargura el señor de la Isla de la Reina muerte

- ¡Nah!, para ser honestos, no esperaba encontrarte aquí - miente con desfachatez el caballero entrenado en Siberia

- entonces... ¿a qué viniste? -exclama con velado fastidio el japonés

- Me agrada este lugar, siempre que tengo oportunidad vengo a contemplar el mar

- no lo sabía

- de hecho... estas sentado en mi lugar

- cuando llegué no vi que estuviera reservado, y tampoco

- no te fijaste - interrumpe el caballero de celestes pupilas

- ¿uh?

- no te fijaste bien... esa roca - señalando el lugar donde el japonés yace sentado - efectivamente tiene grabado mi nombre

- eso tendré que comprobarlo después...

- sée - dijo Hyoga alzando la vista hacia el cielo.

 

    La noche comienza a envolverlos con su frio manto.

 

    Sin más el rubio chasquea  los labios y continua - descuida, por esta vez, te cedo mi lugar... pero no esperes que se repita - el Santo de los Hielos tuerce la boca al terminar la frase

- Eres muy amable - contesta con un dejo casi divertido el Ave Inmortal

- Bueno... y tu ¿Qué haces aquí?

- No lo sé... supongo que necesitaba estar solo

- Si gustas, puedo...

- No, no - Ikki no deja al rubio terminar la frase - a decir verdad comenzaba a aburrirme

- ¿Qué tienes ahí? - pregunta Hyoga con algo de curiosidad

 

- *Ahem* ¿esto? - Contesta  Ikki sin dar mucha importancia al objeto referido enredado en su brazo - un regalo

- parece un rosario - responde intrigado el Siberiano

- tal vez lo sea...

- ¿puedo? - Hyoga extiende su mano con cautela tratando de alcanzar el brazo del japonés

- preferiría que no - responde Ikki sin siquiera moverse

- de acuerdo...

 

    Al escuchar estas últimas palabras, Hyoga detiene su avance.  El Santo de la constelación del cisne aclara la garganta con un ligero carraspeo y un profundo suspiro, mientras su mente le reprocha

 

¡vaya que esto va a ser más difícil de lo que había imaginado!

 

    Mientras el discípulo de Acuario deposita su cerveza a un lado, busca hacer contacto con los grisáceos orbes del peli azul.

 

    Tal vez Ikki sintió la mirada azul transparente posarse en él y por lo mismo buscó reflejarse en ellos, albergando la esperanza de que la penumbra no reflejara lo que su alma deseaba sacar a gritos desde aquél fatídico día.

 

    El día que el Santo de la Virgen le rompió el corazón.

 

    Por su parte, Hyoga no está preparado para lo que vio en el rostro del Ave Fénix.

 

    El grisáceo iris del más fuerte de los Caballeros al servicio de la Diosa, denota algo más que su acostumbrada peligrosidad.

 

Hay algo más...

 

 

Cuando te miro a los ojos

Puedo ver un amor reprimido

 

 

    Sería aventurado decir que esos ojos azul metálico reflejan... ¿dolor?, el dolor que provoca amar desenfrenadamente y no ser correspondido.

 

    Y el rubio reconoce con tristeza esa mirada, ya que la contempla cada vez que su perfecta faz está ante el espejo. 

 

 

Pero cariño cuando te estrecho

¿No lo sabes? siento lo mismo

 

 

 

    El Caballero entrenado en Siberia puede engañar a cualquiera menos a su reflejo.  Pero su gran ventaja siempre ha sido lo bien que oculta sus sentimiento ante una máscara de fría amabilidad e indiferencia.

 

 

Nada dura para siempre

Y ambos sabemos que los corazones pueden cambiar

 

 

    Así se lo habían enseñado como parte de su entrenamiento; y así fue como lo había aprendido, y con el tiempo llevado a la práctica al terreno personal.

 

 

Y es difícil sujetar una vela

En una fría lluvia de Noviembre

 

 

    Pero no se puede esperar la misma reacción en el entrenado en la isla de la Reina Muerte.  Ikki no es un Caballero de la Orden de los Hielos.

 

    El Ave de fuego es el Santo que trabaja solo, el  que aparece en el último instante y salva el día.

 

 

Hemos estado manteniendo esto desde hace tanto, tanto tiempo

Simplemente tratando de mitigar el dolor

 

 

    Pero este hombre, a quien Hyoga contempla, ese hombre a punto de romperse en pedazos...

 

 

Oh yeah!

 

 

    No puede ser Ikki...

 

 

Pero amantes siempre vienen

y amantes siempre van

Y nadie está realmente seguro

a quien se está dejando ir hoy

 

 

- Oye yo...

 

 

Que siga su camino

 

 

    Balbucea apenas el rubio de alborotadas mechas

 

 

Si pudiéramos tomar el tiempo

Para tenderlo sobre la línea

Podría reposar mi cabeza

Simplemente sabiendo que fuiste mío

 

 

    Tratando de estructurar las verdaderas palabras que de su delgado canto se niegan a salir

 

 

Todo mío

 

 

    Solo quiero que sepas que lo que sea que te esté pasando, pues que aquí estoy y que... pero de sus labios solo sale lo siguiente

 

 

Y si tú deseas amarme

Entonces, cariño no te restrinjas

 

¡Diantres!

 

    Y sin esperar movimiento alguno por parte del moreno; Hyoga toma a Ikki por el brazo y lo acerca hacia él para después estrecharlo con mucha fuerza, cerrando el abrazo sin dar oportunidad al Santo de la cicatriz de liberarse.

 

 

O simplemente terminaré caminando

En la fría lluvia de Noviembre

 

 

    Por la sorpresa, el moreno deja caer la lata de cerveza, mientras aprieta el puño donde el hermoso rosario yace enredado, como si con este gesto deseara fundir las cuentas a su tostada piel.

 

 

¿Necesitas algo de tiempo... por tu cuenta?

 

 

    Curiosamente, y en contra a todos los pronósticos trazados en la psique del caballero de acuario

 

 

¿Necesitas algo de tiempo... en soledad?

 

 

    El japonés no opone resistencia alguna.

 

 

Todos necesitan algo de tiempo... por su cuenta

 

 

    Simplemente tensa su exquisito y bien formado cuerpo

 

 

¿No sabes que necesitas tiempo... en soledad?

 

 

    Como respuesta automática al agarre imprevisto del Caballero de los hielos.

 

 

Sé que es difícil mantener un corazón abierto

 

 

    El siberiano se limita a aspirar el masculino aroma de la alborotada cabellera azul.

 

 

Cuando incluso pareciera que los amigos te lastiman

 

 

    Y al sentir el reacio cuerpo tallado en bronce relajarse bajo sus bien formados brazos

 

 

Pero si pudieras sanar un corazón roto

 

 

    Poco a poco va soltando el agarre opresivo, remplazándolo por un cálido abrazo

 

 

Ningún momento estaría de más para fascinarte

 

 

    Mientras murmura en un hilo de voz y suplica quedamente al hombre de la cicatriz- por favor, quédate así...

 

 

    Sabe que no puede aspirar a algo más que ese simple abrazo,

 

    ...pero ¡Dioses, haré que cada instante de este momento valga la pena!

 

    Se repite a sí mismo una y otra vez.  Mientras... como acompañamiento a tan sublime momento solo se puede escuchar la respiración pausada de ambos y el manso romper de las olas... que asemeja el sonido de una ligera lluvia de noviembre

 

    ¿Cuánto tiempo ha pasado?

 

    Un par de minutos... pero al joven de mechas doradas le parece que el tiempo se ha detenido en algún punto de ese mágico instante, en el cual la inaccesible ave de fuego corresponde apaciblemente a su velada caricia.

 

    Un abrazo apasionado en el que Hyoga entrega su cuerpo, su alma... y su también lastimado corazón.

 

    Una eterna caricia ceñido a la persona amada, adaptando el cuerpo del otro a las formas de su varonil presencia, creando un entorno ideal.  Donde no existe el ayer ni el mañana... solo el presente, el aquí... y el ahora

 

    Y un nosotros

 

    Anhelando no soltarlo nunca y deseando con el alma que este simple gesto logre borrar de golpe el sufrimiento que bien sabe el otro estaba sintiendo.

 

    Hyoga no supo en qué momento su espalda es recorrida por las palmas y falanges del japonés

 

    Tampoco supo en qué momento se separaron brevemente, tan sólo lo suficiente como para perderse en la grisácea mirada de su contraparte.

 

    Lentamente el ave herida, con esa sonrisa de lado, y el dorso de la mano (aquella que todavía mantiene el rosario enredado) despeja varios mechones en la frente del rubio, formulando la siguiente pregunta a la helada brisa marina

 

- ¿Porqué?

 

 

A veces necesito algo de tiempo... por mi cuenta

 

 

    El Siberiano no espera una pregunta

 

 

A veces necesito algo de tiempo... en soledad

 

 

    Mucho menos en un momento así

 

 

Todos necesitan algo de tiempo... por su cuenta

 

 

    Por lo que el silencio embarga de nuevo el lugar

 

 

¿No sabes que necesitas algo de tiempo

... en soledad?

 

... Porqué tuvo que ser él y no tú.

 

    Los ya de por sí reacios rasgos del japonés por un instante cambian de la incomprensible amargura a la ternura (con un dejo de tristeza) mientras, acaricia el mentón del ruso. 

 

    La respuesta a la pregunta retórica ha dejado de una pieza al caballero de la orden de los hielos; como si literalmente le hubieran plantado una inesperada bofetada... o tal vez una certera puñalada al corazón.

 

    Hyoga comprende perfectamente lo que el caballero de azulosa cabellera quiso decir... ¿Por qué no enamorarme de ti, o de Shiryu, incluso de Seiya... o cualquier otro?

 

Porque el corazón es necio y le es imposible  ver con los ojos de la cordura...

 

    El rubio baja lentamente la mirada girando sobre su propio eje, alejándose lentamente, algo aturdido al haber expuesto de esa forma sus sentimientos.  Llevándose una mano a la frente (quizá tratando de acomodar sus ideas), y una vez más haciendo aplomo del don aprendido a su amado Maestro y sello característico en los Santos de su orden, recobra rápidamente la compostura y añade

 

 

Y cuando tus miedos sucumben

Y las sombras se mantienen

 

 

- Era de esperarse... tienes un pésimo gusto y un imán poderoso para las causas perdidas.

- ... ¡Ouch! Y con ese comentario acabas de convertir lo que me quedaba de aplomo en cenizas

 

 

Sé que puedes amarme

Cuando no hay a quien culpar

 

 

- ¡Anda!, que no existe mal que dure cien años... además ¡Dioses! Eres el Ave Inmortal, resurges

- resurjo de las cenizas y cada vez más poderoso - *ahm* el suspiro del japonés hizo detenerse al rubio y voltear hacia él - Hyoga yo...

 

 

Incluso a través de las tinieblas

Aún podemos encontrar un camino

 

 

- ¿Sí? - el corazón del Siberiano casi se detuvo de golpe ¿acaso Ikki le iba a decir?...

- Gracias... lo necesitaba

 

    O tal vez no.  Quizá es mejor que las cosas queden de esta forma.  Y una vez más el sarcasmo aflora en los delgados labios del rubio de melena alborotada

 

 

Nada dura para siempre...

Incluso la fría lluvia de Noviembre

 

- ¿Sabes fénix? Para ser honestos mi plan era hacerte llorar a mares y cuando tocaras fondo, te tomaría una foto en tan deplorable estado... ¡Pero vaya que eres duro de roer!

- Bastardo... - sonríe Ikki.

 

    Por su parte, El ruso satisfecho por haber sacado por un instante de su estado lastimero al japonés añade complacido

 

- No fue nada... tu habrías hecho lo mismo por mí

- No estés tan seguro ruso

-Ahora quien es el bastardo... *Ehmm* Oye Ikki, ¿planeas morir congelado aquí?

-¡Diablos! Adivinaste mi macabro plan... - el moreno comienza a avanzar hacia el siberiano - no me queda más que cambiar de estrategia.  Espérame - decía Ikki mientras apresura el paso buscando alcanzar a su ex compañero de batallas.

 

    A la luz de la luna y conforme el japonés se acerca, Hyoga puede reconocer el objeto de 108 cuentas que Ikki trae en el brazo.

 

    El hermoso rosario (o japa mala) brilla de una forma especial y el rubio no puede evitar contemplar tan hermosa pieza a la par de que el moreno se aproxima.

 

    Este gesto no pasa desapercibido para Ikki, por lo que una vez que se detiene frente al Cisne de los hielos, le es inevitable posar también su vista en el regalo que hace un par de semanas pretendía entregarle a Shaka como prueba absoluta de que (aun a sabiendas de que lo que ambos mantenían era una relación puramente física); había caído rendido a sus pies...

 

Irónicamente ése mismo día, antes de que el más poderoso de los Santos de Bronce pudiera decírselo; el entrenado en el Gánges  le confesó por fin haber aceptado los avances del Santo del León... correspondiéndole totalmente.

 

Ikki no se sintió con el derecho de reclamar algo que desde un principio había quedado claro entre el Santo de la Virgen y él.  Desde un principio de tan extraña relación Shaka le aclaró sentir algo por Aioria de Leo, pero que bien aceptaba una amistad sin compromiso con el único y brillante.

 

...Una amistad con sexo incluído

 

                En aquél momento al Caballero de Bronce se le hizo un trato justo, al menos su mente así lo procesó.  Pero el corazón rara vez escucha las advertencias de la razón.

 

Pero esta vez no había a nadie a quien culpar o contra quien descargar semejante dolor.

 

 

                Y decidió guardar consigo ése rosario, a manera de un mudo acompañante y recordatorio de su magnánima estupidez.

 

                Por su parte, Hyoga contempla con curiosidad al hombre que con la vista fija en su antebrazo ha vuelto a enmudecer absorto en sus pensamientos.

 

- No eres el único

- ¿uh? - Ikki voltea hacia el rubio al escucharlo decir

 

 

¿No crees que necesitas a alguien?

¿No crees que necesitas a alguien?

Todos necesitan de alguien

No eres el único

No eres el único

 

 

¿No crees que necesitas a alguien?

¿No crees que necesitas a alguien?

Todos necesitan de alguien

No eres el único

No eres el único

 

 

¿No crees que necesitas a alguien?

No crees que necesitas a alguien

Todos necesitan de alguien

No eres el único

No eres el único

 

¿No crees que necesitas a alguien?

No crees que necesitas a alguien?

Todos necesitan de alguien

 

 

Las palabras del ruso resuenan cual insistente eco en todo su ser.

- Tienes razón... - le dice mientras sus ojos se encuentran una vez más esa noche.

 

Ikki con un par de movimientos desenreda el japa mala de su brazo, se lo lleva a los labios y sin perder contacto con los celestes orbes del rubio aprieta en un puño el rosario y

 

Lo lanza directo a las olas del apacible y oscuro mar; quienes prontas reclaman ese objeto como suyo y lo llevan a sus profundidades... sin saber que junto a la hermosa pieza de 108 cuentas se llevan también las cenizas del lastimado corazón de la mítica ave.

 

----- Fin de la Canción -----

 

Hyoga contempló la escena en silencio.  Ciertamente le pareció un extraño ritual el que acababa de presenciar.

 

Ambos prosiguen el camino de regreso a la casa de playa en silencio, hasta que Hyoga pronuncia

- Egoísta

-  ¿Uh?

- *Ahm*... pudiste habérmelo regalado

- ¡Nah! Te mereces algo mejor que eso

 

Y alborotando la cabellera del rubio Ikki levanta la vista al Cielo, tratando de ubicar su constelación.   Agradeciéndole con el pensamiento el hecho de que al igual que su armadura y su ser, su corazón renazca de las cenizas, más fuerte, poderoso y con una renovada capacidad de amar.

 

 

Fin


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