Una noche de otoño, en un local de entretenimiento podemos observar a un joven de veintipocos años que cantaba sobre el escenario. Tenía el pelo rubio, impecablemente teñido, de baja estatura y rasgos hermosos. Mientras él cantaba, en otra parte del local unos hombres con muy mala pinta, miembros de la Yakuza, celebraban una fiesta. El que parecía el líder se fijó entonces en el cantante, y se relamió los labios:
-No está nada mal…-murmuró-¿No crees, Reita?-
-Ah…sí…-el rubio a su lado volvió en sí, y es que se había quedado obnubilado observando como se movía el pequeño cantante
De lo que no se estaba dando cuenta el líder era de que la mirada de cierto pelinegro a su lado se entristecía a cada mirada que el líder le dirigía al cantante.
-Oye-dijo el líder, dirigiéndose al encargado-¿Quién es él?-preguntó, señalando al cantante
-Se hace llamar Ruki, viene a cantar un par de veces por semana-
-Ruki, ¿eh? Genial…-dijo este mientras aplaudía al ver la actualización finalizada
El cantante se bajó del escenario, pero antes de que pudiera salir, el Yakuza lo abordó.
-Buena actuación…-dijo, con una sonrisa seductora
-Gracias, señor-
-Pues llamarme Uruha, ¿me permites que te invite a una copa?-
-No, gracias-
-Oh, vamos, te la mereces…debes tener la boca seca después de tanto cantar… Deja que…-se acercó mucho a él-Te la refresque…-
Ruki retrocedió un paso.
-Me temo que no es usted mi tipo. Ahora si me disculpa mi turno terminó-se dio la vuelta
Uruha lo sostuvo del brazo:
-¿Tienes idea de quién soy yo?-
-No, ni lo quiero saber-Ruki se soltó-Adiós-se dirigió a la puerta
Uruha se volvió a sentar, cabreadísimo:
-Maldito niño, se ha atrevido a humillarme, ¡a mí!-dio un golpe en la mesa-Me las va a pagar…-
-Uruha… Déjalo, es solo un crío-decía Reita
-Me da igual, nadie me humilla delante de mis compañeros-
El rubio tragó saliva, sabía de sobra que Uruha iba en serio y era capaz de hacer cualquier cosa. Y tal como había predicho el rubio, Uruha tomó medidas muy drásticas para con el cantante. Al día siguiente, cuando el pequeño Ruki se dirigía al local a hacer su trabajo; unas manos le taparon la boca y lo inmovilizaron. Se quedó en shock, no sabía como reaccionar; intentó golpear a su agresor, pero la fuerza que este ejercía sobre él era demasiado grande como para poder contrarrestarla. Entonces le pusieron algo en la cabeza para que no pudiera ver más, notó como le amarraban las muñecas y lo subían a un coche. Maldecía para sus adentros, ¿Qué demonios estaba ocurriendo? No sabría concretar cuanto tiempo estuvo en aquel coche pues lo golpearon en la cabeza y quedó inconsciente. Cuando despertó pudo ver la luz, y se alegró, pensando que todo había sido un sueño, pero sus ilusiones se deshicieron cuando, al intentar moverse, se vio amarrado a la cama.
-¡Aaah!-gritó, intentando liberarse
-No te fuerces, pequeño…-oyó una voz, y giró la cabeza-¿Me recuerdas…?-
Sí, definitivamente era él, aquel tipo que se le había insinuado la noche anterior. Aquel que se hacía llamar Uruha.
-¡Tú! ¡Suéltame!-
-No estás en condiciones de pedirme nada…-se sentó en la cama-Aunque bueno…habrá cosas que si que te dejaré pedirme…-
Entonces Uruha aprisionó los labios de Ruki con los suyos, en un beso demandante que el pequeño se esforzaba por no corresponder.
-Si te portas bien te soltaré…-dijo para volverlo a besar
Pero Ruki lo mordió, haciendo que el otro se separara con un gruñido.
-¡Ni pienses que me voy a dejar someter!-
-¡Ni se te ocurra replicarme!-le dio un manotazo
Gritos. Gritos y más gritos eran lo único que podía escuchar Reita, al otro lado de la puerta, apretaba los puños con rabia, no había nada que él pudiera hacer pero… ¿Por qué este sentimiento de culpa lo recorría ahora? Incontables habían sido las veces que Uruha, sus compañeros o incluso él mismo habían torturado personas. ¿Por qué ahora no quería? ¿Por qué él? No entendía nada. Entonces los ruidos cesaron. Dos minutos después Uruha salió de la habitación. Al ver a Reita allí, le sonrió cómplice:
-¿Qué, esperando tu turno, Akira?-le guiñó un ojo
-Algo así-
-Quizá prefieras esperar, he llamado a Kai para que lo adecente un poco-
-Bien…-dijo, pero en cuanto perdió de vista a su amigo entró a la habitación
La imagen que tenía frente a sus ojos le hizo un nudo en el estómago; Ruki estaba tendido en la cama, esposado a la misma, sin nada que lo cubriera. Todo su cuerpo estaba cubierto de magulladuras y su sangre, junto con otros fluidos, se escurría entre sus piernas. Respiraba agitado intentando recuperar la normalidad. Su rostro angelical ahora cubierto de lágrimas y sangre tenía una expresión de infinito dolor. Reita seguía sin entender como aquel tipo; su mejor amigo, era capaz de hacerle daño a alguien como él. Cuando el pequeño rubio se dio cuenta de su presencia, lo miró con odio.
-¿Qué pasa? ¿Tú también quieres?-
Reita se sorprendió de que después de lo ocurrido el pequeño rubio aún tuviera ganas de pelea.
-No… No vengo a eso…-se acercó lentamente a él-Voy a desatarte… Así que compórtate, porque si me golpeas tendré que volver a atarte-
El pequeño asintió y Reita lo soltó. Ruki frotó sus adoloridas muñecas.
-Gracias-murmuró-¿Qué va a pasar ahora conmigo?-
-Lo desconozco, Shima es muy impredecible-
-¿Shima?-
-Uruha, es el jefe de la banda. Verás, Ruki, al decirle que no has desencadenado su ira y bueno… por eso estás aquí-
-¿Me estás diciendo que me ha secuestrado, torturado y violado solo porque le di calabazas?-Ruki estaba histérico-¡Que pedazo de anormal!-
Entonces se abrió la puerta dejando ver a un chico de pelo negro y expresión amable.
-Oh, perdón…no sabía que aún estaban ocupados, Uruha me dijo que…-
-Tranquilo, Kai…-Reita se levantó, y volvió a meterse en su papel de ‘’Yakuza duro’’-Yo me encargo de todo-dijo cogiendo lo que el pelinegro traía en sus manos-¡Y vete preparando algo de comer para después! ¡No me gustan los famélicos! Además, si no come luego no rinde en la cama-
-Es…está bien-Kai salió de allí para obedecer al rubio
Reita suspiró y se acercó a Ruki:
-Ven, déjame curarte-
-¡Ni se te ocurra tocarme! ¿Cómo es eso de que si no como luego no rindo en la cama?-
-Joder, ¿y qué quieres que le diga? Perdona Kai, ¿te importaría traerle algo de comer? Es que yo, un Yakuza de categoría, un vil y cruel asesino sanguinario me he apiadado de él…-