Mis manos congeladas, el imponente sonido de la lluvia golpeando la ventana. Los truenos y relámpagos irrumpiendo la calma de la noche, mi cuerpo estremeciéndose. Un amargo sentimiento en mi corazón, tenía miedo, me sentía solo. Necesitaba de alguien a mi lado, eran las 3:23 a.m. y no había podido conciliar el sueño. Solamente una persona inundaba mis pensamientos, y aquella persona era Byou.
Estornudaba cada diez segundos, mi cabeza dolía y me sentía enfermo. Los mareos y las nauseas se hacían presentes, y levantándome de la cama aun contra todos mis instintos, marqué su número.
- ¿Aló? - una voz adormilada se escuchó desde el otro lado de la línea.
- Byou - susurré, como si no estuviese seguro de que aún podía hablar.
- ¿Estás bien? - su voz preocupada golpeó mi corazón.
- No - respondí y mi voz se quebró, me puse a llorar. Algo dentro de mí estaba mal, necesitaba de Byou.
- ¿Uruha? ¡Espérame, voy de inmediato!
- Está bien
Sentí el pitido cuando colgó, sólo me quedaba esperar. Intenté calentar agua con el hervidor, mas no había electricidad. Volví a mi habitación, tomé un par de mantas y yendo al living me senté frente a la puerta esperando pacientemente los golpeteos de Byou.
No le temía a las tormentas, pero algo en aquella noche me producía escalofríos. Quizás sumado a que estaba resfriado podía ser algo lógico, sin embargo la sensación de que nada era real me asustaba. Deseaba aferrarme a la vida de alguna manera, y Byou era lo más verdadero y real en mi vida, él era la persona a la que amaba.
Los relámpagos iluminaban el apartamento y los truenos me sobresaltaban. Aun así, el sonido de la lluvia cayendo era más fuerte y me relajaba. Cerré mis ojos y el sueño se comenzó a apoderar de mi ser. Fui recostándome poco a poco en el suelo. Estaba a punto de quedarme dormido cuando escuché fuertes golpes en la puerta.
Al abrirla, me encontré con Byou completamente mojado.
- ¿Byou?
Entró al apartamento y se quitó su abrigo.
- Es una gran tormenta ¿no? Apenas bajé del auto quedé empapado. Desearía haberme abrigado más, sin embargo estaba preocupado por ti
Sonrió compasivamente y acarició mi mejilla. Cerré mis ojos sintiendo el contacto de su cálida piel contra la mía.
- Estás frío, de seguro estás resfriado. Mírate, aún con esas mantas llevas poca ropa, no es nada extraño el que estés enfermo
Puso su otra mano en mi frente intentando comprobar si mi temperatura era normal o no.
- Humm, creo que no tienes fiebre
- Eso es porque tú eres muy cálido - comenté aún con los ojos cerrados.
- Uru - me nombró dulcemente - Oye, ¿por qué las luces están apagadas? - se alejó de mí e intentó encenderlas presionando el interruptor - Oh, ya veo
- Ajá - afirmé, sin más palabras habíamos comprendido lo que quería decir el otro.
Un trueno peculiarmente fuerte provocó que me tambaleara. Byou me sujetó e hizo que tomara asiento en uno de los sillones. Se sentó junto a mí y recargué mi cabeza en su hombro.
- ¿Por qué estás tan triste?
- No lo sé - respondí.
- Sí lo sabes. Vamos, cuéntamelo
- Pues... me siento solo
- ¿Eh? ¡Pero si estás rodeado de personas! Tu banda, el staff, tus amigos, tu familia. También yo estoy a tu lado
- Me siento solo de otra forma - respondí abatido.
- ¿Hum? No logro entenderlo
- Es así - acerqué mis labios a los suyos y lo besé durante unos cuantos segundos. No era la primera vez que lo besaba, pero en aquel momento en el que me sentía tan mal fue algo realmente mágico.
Me levanté dejando las mantas en el sofá. Me acerqué al ventanal y puse mi mano contra él. Por el otro lado las gotas resbalaban, el cristal estaba frío.
- Hay un lugar especial en mi corazón, uno muy dulce, cálido y acogedor. Ahora mismo, no hay quien ocupe ese lugar
- ¿Me quieres decir que deseas enamorarte?
- No - sonreí tristemente y vi mi reflejo en el cristal - ya estoy enamorado, tan sólo sucede que esa persona no se ha dado cuenta. Estoy esperando que ocupe ese lugar tan especial y me gustaría que eso sucediera pronto
- Aun así no estás solo
Escuché sus pasos acercándose tras de mí. Colocó su cálida mano sobre la mía. Con su otro brazo rodeó mi cintura y dejó reposar su mentón en mi hombro.
- ¿Quién es la afortunada persona a la que amas?
Sus palabras me parecían lejanas, estaba hipnotizado apreciando la lluvia, era tan hermosa.
- ¿Uruha?
- Tú - respondí bajito, seguro de que Byou no había escuchado. Mi cabeza comenzó a dar vueltas y unas lágrimas cayeron. Tosí un par de veces y las piernas me temblaron.
- ¿Yo? - así que sí había escuchado - ¿Eso es cierto?
- Te amo
- Estás bromeando
- Sabes que yo no bromeo, y menos con algo como eso - todo era como un sueño, era tan fácil confesarme.
- ¿De veras? - no parecía muy convencido.
- Tonto - contesté resignándome a su incredulidad.
- Si tanto me amas... ¿te entregarías a mí? - él aún pensaba que estaba bromeando.
- Vaya pregunta, por supuesto que sí
De improviso sus labios se posaron en mi cuello y comenzó a besarlo. Inmediatamente la temperatura subió, el frío se iba esfumando poco a poco, a excepción del que sentía por tener mi mano contra el gélido cristal.
Su lengua recorrió mi cuello y movió sus caderas frotándose contra mi trasero. Comencé a suspirar, mi aliento chocaba contra el vidrio y lo empañaba. A ese punto mi mente ya estaba en blanco.
- Yo también te amo - susurró dulcemente.
Metió sus manos bajo mi ropa, una subía por mi torso y con la otra masajeaba mi miembro. Apretó una de mis tetillas y gemí, se había sentido bien.
- Uruha... voy a hacerte el amor
Sonreí instintivamente y sentí como me bajaba los boxers. Al estar de espaldas no podía verlo, sin embargo el reflejo en el ventanal me otorgaba una visión un tanto borrosa. Desabrochó la camisa de mi pijama y la arrojó lejos. Se quitó su playera y me empujó, dejando mi pecho contra la fría superficie del ventanal. Lamió sus dedos y de a uno fue introduciéndolos.
- ¡Aaaaah! Umm, Byou...
- Tranquilo, ya pasará - besaba mi mejilla calmando mis jadeos.
Sus dedos se abrían como tijeras en mi interior, era algo difícil de explicar pero aquella sensación me encantaba. Deseaba más de aquel contacto así que comencé a mover mis caderas de adelante hacia atrás, una y otra vez.
- ¿Estás listo? - preguntó.
- Sí - respondí seguro, pero con un poco de nerviosismo.
Desabrochó sus pantalones y movió su mano entorno a su miembro. Cuando ya estuvo listo, posicionó la punta del suyo justo en mi entrada. Quería que siguiera pero no lo hizo. ¿Se habría arrepentido?
- ¿Byou?
- Necesito que hagas algo antes
- ¿Q-qué cosa?
Observé el reflejo y vi como sonreía.
- Bésame
Mi corazón dio un salto y sentí un cosquilleo en mi estómago. Giré mi cabeza y me encontré con su intensa mirada. Estuvimos observándonos durante unos instantes y finalmente nos besamos deseosamente. Mientras lo hacíamos, Byou continuó penetrándome hasta estar completamente dentro de mí. Terminé con aquel beso y me mordí el labio, me era difícil respirar y sentí que moriría de nervios.
- ¿Puedo comenzar?
- S-sí
La primera estocada fue muy débil y suave, como si tuviese miedo de hacerme daño. A medida que seguía con las embestidas, el ritmo iba aumentando, al igual que el volumen de nuestros gemidos.
- Uru, ¡Ahh! Se siente tan rico dentro de ti
- ¡Ahh! Mmm, me gustas ¡ngh! Byou, te amo
Tomó mi miembro y me masturbó, con sus dedos masajeaba mi falo entero. Su pecho ardía contra mi espalda, podía sentir a su corazón latiendo fuertemente, y todo por mí. Me sentí perdido en las sensaciones que Byou provocaba en mí ser. Cerré mis ojos para entregarme completamente a ellas, con tan sólo sentir y escuchar era suficiente.
Me sentía totalmente sofocado, respiraba profundamente tomando grandes bocanadas de aire, no era una buena idea hacer el amor estando resfriado. Pero aun así, sin ser conciente de mí mismo, moví mis caderas al sentido contrario que las de Byou. Necesitaba continuar, no podía dejar todo a medias. Me apoyé con una mano en el ventanal y con la otra intenté aferrarme de la cintura de Byou. Enterré mis uñas en su piel y eso le gustó ya que gimió más fuerte.
- Eres como un gatito - me dijo y rió tontamente.
- Eso no es cierto
- Sí lo es. ¡Ahh! - lo rasguñé bruscamente - Uruha, no seas malo gatito
- ¡Déjame! - reí junto a él, sin embargo muy pronto volví a gemir ya que comenzó a tomarme con aun más intensidad.
- ¿Sientes lo mismo que yo? - dijo seductoramente - ¿Lo sientes?
- S-sí
- Ya viene, ¿no?
- ¡Ahh! Sí - una calidez invadió mi vientre y pude sentir que terminaría pronto - Byou, ¡aaah Byou! ¡mmm!
- ¡Ngh! Aguanta un poco - ambos nos estábamos quedando sin aliento.
Como pude junté un poco más mis piernas, de aquella forma sentía más a Byou y así estaba más estrecho para él.
- ¡Amm! Se siente espléndido dentro de ti. Estás tan húmedo - hizo una pausa y lamió el lóbulo de mi oreja - y caliente
- ¡Ahh Byou mmm! - sus palabras fueron demasiado y terminé corriéndome, dejando mi simiente en el ventanal.
- ¡Oh! Y-ya casi
Byou seguía moviéndose. Lo tomé del cabello y lo besé enredando mi lengua con la suya, si seguíamos así terminaría corriéndome de nuevo.
Soltó mis labios y mordió mi hombro al tiempo que terminaba en mi interior.
- ¡Mmm!
- ¡Ayy! - jadeé, puesto que me había mordido realmente fuerte.
- Ah, ahh Uruha - besó mi cuello y lentamente salió de mi interior.
- Ensuciamos el ventanal - comenté apenado.
- Fue mi culpa... yo lo limpiaré luego ¿Vale?
- Vale - nos dimos un corto beso y me sentí cansadísimo - Tengo sueño
- Te comprendo. ¿Vamos a dormir?
- ¿Y el ventanal?
- Prometo limpiarlo por la mañana, ahora quiero que descanses ¿quieres?
- Bueno
La ropa quedó botada en el living, lo único que nos llevamos fueron las mantitas para poder cubrirnos en mi cuarto.
Fui el primero en acostarse, luego siguió Byou que intentó acomodarse en mi pecho.
- Quédate quieto - le pedí, no quería decírselo sin embargo con sus movimientos y al estar desnudos su miembro rozaba mi piel.
- Déjame estar cómodo - protestó - Cielos, esto es malo
- ¿Eh? ¿Qué pasa?
Desvió la mirada y pronto me di cuenta de lo que sucedía al sentir su miembro erecto frotando mi pierna.
- ¿De nuevo?
- No es mi culpa, es la tuya por ser tan sexy - enrojecí ante su respuesta.
- Yo... perdón, pero no quiero hacerlo de nuevo. Aún duele - me daba vergüenza decir tales cosas, mas aún peor sería tener que pasar el día siguiente totalmente adolorido.
- ¿Y si...?
- ¿Humm?
- ¿Nos...? Rayos, me da vergüenza decirlo - sonreí, mi ahora novio podía llegar a ser muy lindo - ¿Qué tal si te lo demuestro?
- Mientras no tenga que ver con penetrarme, todo bien
- Entonces...
Hizo que separara más mis piernas y se puso de rodillas entre ellas. Se apoyó en sus codos y me besó calmamente.
Supe lo que se proponía al sentir sus caderas moviéndose en un exquisito vaivén con el cual nos frotábamos.
- ¡Mmmm! - gemí dentro del beso que me proporcionaba mi amante.
No parecía que mi novio tuviese la intención de dejar de besarme, los gemidos eran ahogados dentro de nuestras bocas. Puse mis brazos alrededor de su cuello. En ocasiones acariciaba su cabello, lo amaba tanto, quería permanecer por siempre así, junto a él.
Luego de llegar al orgasmo dejó caer su peso sobre mí. Él intentaba normalizar su respiración al igual que yo. Sonreí feliz, en tan poco tiempo todo había cambiado. Podía ser sincero con mis sentimientos, y en vez de un "te quiero" decir "te amo" al hablar con Byou.
- Te ves tan lindo... ¿en qué piensas? - preguntó con una mirada ensoñadora.
- En ti
- Te quiero muchísimo. No, te amo muchísimo. Sí, así está bien - besó mi mejilla tiernamente - Por fin te tengo entre mis brazos
- Literalmente - reí.
- Sí
- ¡Achuu! - estornudé incorporándome un poco. Con la emoción del momento, mi resfrío había pasado a segundo plano.
- Oh, lo había olvidado. Déjame ir a buscar tu ropa
Salió de la habitación desnudo, sonreí ante esa imagen. Al volver traía sus boxers puestos. Eso era bueno, no creí que así sería tan fácil correr el peligro de excitarnos nuevamente.
- Permíteme - pidió amablemente y me limpió y vistió tal como si fuese un niño pequeño.
- Adoro que me mimes así
- Te lo mereces - otro beso, ahora en mi frente - Ya no insistiré más en aplastarte - rió y se acostó a mi lado.
- ¿Puedo acurrucarme en tu pecho? - pregunté tímidamente.
- Sabes que sí
- Gracias
- Hoy no debes ir a la compañía, ¿verdad?
- No, tengo el día libre
- Entonces tendrás que dejar que te cuide. Me quedaré aquí el tiempo necesario hasta que te mejores
- ¿Sabes que corres serio peligro al dormir conmigo? Tú también puedes terminar resfriado
- Los tontos no se resfrían amor - rió. - De cualquier forma, ya me habrías contagiado con tus besos, ¿no?
- Tal vez - dije apenado.
- De cualquier forma, enfermo o no, te cuidaré
- Eres tan tierno. Te amo
- Yo también te amo, y mucho - respondió y besó mis labios una vez más.
Sonreímos y escuchando el hermoso sonido de la lluvia, sumado a nuestros latidos provocados por el amor sincero, nos quedamos profundamente dormidos.
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