Chris….
Maldigo el día en que me metí con un tipo como tú, sabía que no eras de los trigos muy limpios, como yo… Ambos un par de ovejas descarriadas, pero TÚ, si tú, resultaste ser peor que yo.
Todo comenzó como una maldita necesidad, como un simple vicio del cual tú eras el que me proporcionaba de lo que necesitaba. Yo iba, tú me entregabas una pequeña bolsa con aquellas tabletas o algo de hierba y yo te pagaba, así de simple, muy simple. Cada vez que necesitaba algo nuevo, algo llamativo para mis sentidos iba donde ti y tú me lo dabas. Pero más tarde eso no me bastaba, tenía un nuevo vicio y ese eras tú.
Nunca me llamaron la atención los hombres, siempre me gustaron las chicas, pero con ellas era solo para el rato, nunca me llegué a encantar con nadie, pero tú y tus ojos causaron aquel efecto en mí, me encantaste. Ya no iba por hierbas y polvos mágicos, ni pastillas maravillosas, no, ahora iba por ti, solo para verte a ti. Te volviste con el tiempo una adicción, no una adicción cualquiera, claro que no, eres la mejor de todas.
Un día, cuando quedé contigo para ir de compras, me quedé más del tiempo acordado, el trato era: tú me entregabas aquel paquete con lo que yo necesitaba y me marchaba de inmediato, pero no, yo no pude, me quedé más del tiempo indicado. Me invitaste a una cerveza, conversamos y nos fuimos a caminar por la playa. Conversamos tantas cosas, analizamos nuestras miserables vidas, tu un chico que necesita para comer y yo un tipo común y corriente que no tiene otra forma mejor que gastar su sueldo en drogas para sentirse mejor, ya que tiene una vida asquerosa. Nos quedamos callados cuando me guiaste a tu hogar, una pequeña bastante común, y en su jardín uno que otro adorno como un duende y un balón de futbol. En el porche de tu hogar atacaste a mis labios y yo por fin tuve una sobredosis de ti, la mejor sobredosis de todas.
El tiempo pasó, me invitaste a vivir contigo, los primeros meses eran miel sobre hojuelas, pero los meses siguientes fueron el comienzo de un mal sueño, de una pesadilla. Te desaparecías días completos e incluso deje de verte por días, ahora sé cómo se sentía mi madre cuando esperaba a que mi padre regresara de esos supuestos ‘’viajes de negocios’’ con los cuales me engañaban a mí. Creí que solo las mujeres vivían este calvario. Un día llegaste, no aguante más y estallé. Discutimos, nos dijimos cosas tan hirientes que me dolió hasta el alma decírtelas, pero de alguna forma me hacía sentir mejor. Las cosas eran así, desaparecías una semana y discutíamos una semana complemente. Pero la cosa no solo llego a ser una simple discusión con palabras, no, aquel día abrí los ojos y me di cuenta que el príncipe azul realmente no existía. Me golpeaste.
Tal vez en hombres puede verse un poco común, pero nosotros no somos hombres comunes y corrientes, no somos amigos que se golpean cuando algo les molesta, no, somos pareja, la pareja mas distorsionada que podía haber. Me defiendo, pero tú eres más fuerte, te veías algo de delgado pero eres un tipo fuerte en comparación a mí, que soy bajo y fino que llego a tal punto que me confundan con una chica. Ambos terminábamos golpeados, pero yo me llevaba la peor parte. Pero lo que más me dolía, no eran los golpes, no, era el que volvieras arrepentido a mi lado, a besarme como aquella primera vez, a enamorarme nuevamente.
Todo esto es un círculo vicioso, te desapareces, me pegas, te disculpas, caigo en tus redes y todo vuelve a comenzar de nuevo. El amor me cegó, ahora lo sé y lo reconozco. Cada vez que escapo de esa casa, termino volviendo una y otra vez.
Esta es la gota que rebaso el vaso. Ya estoy cansado de toda esta mierda, lo mejor será dejar todo hasta aquí, dejar que aprendas de una buena vez…aunque sea por las malas. Y es que por las malas tu entiendes y ahora tendrás que atenerte a las consecuencias.
Si estás leyendo esta carta…quiero decirte que a pesar de todo, a pesar de los altos y bajos que teníamos, más bajos que altos…Yo te amo y te amare siempre, donde quiera que este, donde quieras que estés. Estoy cansado. No quiero que me llores, aunque sé que no lo harás, también estoy seguro de que no sufrirás, por eso no te pediré que me sufras. Solo recuérdame, como la persona a quien amaste en un momento, el que te iba a comprar tus polvos mágicos y tus ‘’hiervas milagrosas’’. El que se enamoró de ti ciegamente.
¿Quién dijo que los hombres no lloran, que los hombres no tienen miedo? Justo en este momento estoy llorando y estoy aterrado. No por lo que venga después, claro que no, a eso no le temo, sino que le temo que será de ti en el futuro, estoy seguro de que lo superaras rápido. De eso tengo miedo.
Por último, quiero decirte por enésima vez que te amo, yo no sé si tú me amaste en algún momento, pero quiero que sepas que yo si lo hice con toda mi alma y ser, y te voy a seguir amando por siempre.
Se despide, por siempre, el que te ama…
André
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