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Promesa por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

Uno más para mi pequeña colección. Un JongKey/MinKey dramático que me provocó el llanto en algún momento mientras escribía. 

Notas del capitulo:

La idea nació un día que me encontraba en el hospital, sentada en el suelo, contemplando a mi abuela. Escribí el resumen en mi celular y al llegar a casa redacté la historia. Me prometí a mí misma no hacerla pública hasta después de su fallecimiento, para de ese modo dejarla ir por completo de mí. Ella falleció el día diecinueve, así que es hora de que "Promesa" vea la luz. He aquí el resultado de todo ello.

 

Promesa 

Déjate querer, Kibum.

Abrió los ojos lentamente, contemplando el cielo nocturno cubierto por nubes. Seguramente esa noche también llovería, los rayos en la lejanía se lo indicaban. Suspiró y volvió a centrar su atención en un punto inexistente, igual que lo había estado haciendo las últimas horas. En ese lugar, la terraza de su departamento, era capaz de encontrar un poco de paz, aunque no la suficiente.

-Key, ¿sigues aquí?- aquel tono tan familiar y a la vez desconocido, lo devolvió a la realidad.

Choi Minho, su compañero de apartamento, lo contemplaba desde la puerta que llevaba a esa área. Asintió, respondiendo silenciosamente a la pregunta que el muchacho realizó minutos antes, aunque era más que obvio.

-Pronto lloverá.- susurró el otro, acercándose a él lentamente.

-Lo sé.- la voz de Key era apenas un susurro. Un murmullo cargado de melancolía, de tristeza, de dolor.

Minho se sentó tras él y lo abrazó suavemente, apoyando la espalda del chico en su pecho. Al tenerlo así, cerca de su corazón, podía llenarse de una extraña calidez. Deseaba que Key se sintiera de esa forma, que sonriera como en ese montón de fotos que había visto, que riera como le contaron alguna vez que lo hacía. Que fuera feliz… con él.

-Volvamos dentro.- murmuró Choi, levantándose y sujetando la mano del muchacho.

-Quiero quedarme un poco más.- Key se soltó de su agarre y apoyó su espalda en el barandal, dejando que el viento revolviera sus cabellos rubios. Minho lo observó curiosamente, deseando leer su mente y conocer lo que le atormentaba.

Déjate amar, Kibum.

Una tras otra, las gotas fueran cayendo. Lo que comenzó como una llovizna tranquila, se convirtió en una tormenta. El viento sopló con mayor fuerza, congelándolos. El agua estaba fría, el cielo se iluminaba por los rayos y los truenos eran aterradores. Sin embargo, ninguno de los dos se movía de su lugar.

-¿Alguna vez me lo dirás?- cuestionó en un murmullo, desviando la mirada.

-Minho.- el tono de Key sonaba preocupado. –Yo…- en algún momento había llegado hasta él, y ahora se encontraba acariciándole la mejilla. –Gracias.- murmuró, depositando un beso en el mismo lugar que sus dedos habían recorrido.

 

Estaba retrasado en su primer día de clases, lo cual no era del todo malo, pues podría llamar más la atención de esa manera. Aunque un regaño no fuera le mejor forma de iniciar la escuela preparatoria. Echó a correr, chocando con alguien al doblar un pasillo y tirando los libros de ambos por el suelo.

-¡Lo siento!- chilló, tomando sus cosas y desapareciendo de nuevo.

Había llegado dos minutos antes que el maestro, con el cabello castaño pegado al rostro y la respiración agitada.

-Kibum, ¿qué ha ocurrido?- sus ojos felinos se encontraron con aquella brillante sonrisa, la cual correspondió.

-Se me hizo tarde.- susurró. Lee Jinki, su amigo de la escuela primaria, se rió suavemente. –No seas así, Onew.- se quejó el castaño, haciendo uno de esos pucheros infantiles que tanto divertían a Jinki.

-¡Casi no llego!- se quejó el chiquillo rubio al que habían conocido en secundaria.

-Taemin, ¿también tú?- se quejó Onew, negando con su cabeza.

El primer periodo había transcurrido con normalidad. Jinki y Taemin optaron por ir a la cafetería en el descanso, mientras Key alegaba no tener hambre y se recostaba en su asiento, cerrando los ojos dispuesto a dormir un poco.

-Eres Kim Kibum, ¿cierto?- aquella voz no le resultaba familiar, aunque ese chico conocía su nombre.

Alzó el rostro, encontrándose con un muchacho bastante atractivo. El chico debía ser más bajo que él, y tenía parte del cabello rubio. Incluso se percató de las tres perforaciones en sus orejas y sus labios rosas. Era lindo. Asintió como idiota.

-Creo que este libro es tuyo.- Kibum lo tomó, verificando que sí le pertenecía. –Lo has olvidado esta mañana.- siguió hablando el chico. –Cuando chocamos en el pasillo, quiero decir.- agregó al ver el desconcierto en el rostro del más alto.

-¡Oh!- su boca formó una perfecta “o”, haciéndolo parecer adorable. -¡Cuánto lo siento!- se disculpó de nuevo, poniéndose de pie para hacer una pequeña inclinación. Era más que obvio que ese chico le llevaba al menos un año.

-No te preocupes.- susurró, restándole importancia con un gesto de su mano. –Además, así suele ser el primer día.-

-De verdad lo lamento. Ehr…- se detuvo al no conocer el nombre del chico.

-Jonghyun.- susurró el otro, sonriéndole de esa manera traviesa que le quedaba tan bien. –Kim Jonghyun.-

 

Key había vuelto al interior de la casa, internándose en su habitación para no volver a salir. Minho le había seguido minutos después, debatiéndose internamente sobre el qué hacer. Hacía tiempo se había dado cuenta de su sentir hacia el muchacho de la cabellera rubia, quien lo había atrapado con su mirada felina. Pero, ¿cómo acercarse a él?

Kibum se metió a la cama después de secarse un poco y sustituir la ropa mojada por un pijama de invierno. Estaba cansado, pero el sueño era algo que no lograba conciliar fácilmente desde hacía meses. Dejó su rostro oculto en la almohada y envolvió su cuerpo en una manta, sintiéndose invisible por un momento. Su ausencia dolía, dolía demasiado. Pero no tanto como ese nuevo sentimiento que comenzaba a surgir en su interior.

 

-¡Hyung!- cantó alegremente el muchacho al toparse con Jonghyun en la cafetería. El chico sonrió y le hizo una señal con su mano para que se acercase, a pesar de que sus amigos no parecían muy convencidos con la unión del menor.

-Kibum, ¿qué tal tus clases?- cuestionó suavemente, revolviéndole los cabellos acaramelados.

-Bastante bien, aunque tengo problemas con álgebra.- admitió avergonzado. –Las matemáticas no son lo mío.-

-Bueno, yo soy realmente un experto en esa área.- alardeó el mayor, revolviendo sus cabellos rubios. –Aunque soy un asco en el inglés.-

-¿Uh?- Kibum parecía sorprendido, lo que le pareció gracioso al mayor. –Pasé el verano en América.- murmuró, pensativo. –Habló bien el idioma.-

Jonghyun pareció mostrarse interesado ante ese detalle, pues se levantó de inmediato y tomó la mano de Kibum, alejándose de la mesa que había estado ocupando, mientras sus amigos le llamaban por un extraño sobrenombre que Kibum no conocía: Bling Bling.

-Te propongo un traro.- susurró el de cabellos claros. –Yo te enseñaré matemáticas, y tú me ayudarás con mi inglés.-

-Acepto.- murmuró Kibum, sonriendo al tener la oportunidad de pasar un poco más de tiempo con el muchacho.

 

So Goodbye. Don’t cry. Smile.

Su teléfono celular comenzó a sonar, devolviéndolo a la realidad. Contempló por algunos segundos el nombre en la pequeña pantalla del móvil, dudando entre responder o no hacerlo, pero finalmente tomó la llamada.

-¡Kibum!- la voz de Jinki sonaba preocupada, demasiado.

-Onew, ¿qué ocurre?- cuestionó, notando por vez primera las lágrimas en sus mejillas.

-Minho me dijo que estabas algo decaído, así que decidí llamarte.- reprimió un sollozo. –Kibum, si necesitas llorar, hazlo. No te contengas.-

Como si esas palabras fueran un incentivo, Kibum rompió en un llanto desesperado, mientras Jinki lo consolaba del otro lado de la línea. ¿Cuánto tiempo había llorado? No lo sabía, no le importaba. Logró tranquilizarse lentamente y Onew le susurró palabras reconfortantes, aliviándolo un poco.

-Yo…- comenzó, secando las últimas lágrimas. –Me prometí a mi mismo… Que después de Jjong…-

-Kibum, también le hiciste una promesa a él.- Jinki hablaba pausado, tratando de no agrandar la herida. -¿Lo recuerdas?

-Sí.- murmuró. –Lo recuerdo.-

Unos minutos después, ambos se despidieron y colgaron.

 

Ambos se encontraban sentados en el suelo, mirando la televisión sin prestarle realmente atención. Llevaban dos meses siguiendo aquella rutina, la misma donde cada tarde se reunían en la casa de alguno de ellos a estudiar. Kibum había logrado levantar sus notas gracias a la ayuda de Jonghyun, y éste podía mantener pequeñas conversaciones en inglés.

-¿Sabes algo, Kibum?- había preguntado sin mirarle. –A veces, me gustaría que fueras una chica.-

Bling le había mencionado algo similar en ocasiones anteriores, pero generalmente era para burlarse por sus actitudes femeninas y su voz melosa al cantar. Aunque ahora, las palabras eran un poco diferentes, al igual que la verdad oculta tras ellas.

-¿Por qué?- preguntó, apagando el televisor y centrando su atención en el mayor.

-De esa forma, podría enamorarme de ti.- aquella pequeña confesión le había tomado desprevenido, pero una sonrisa tonta se había adueñado de sus labios. –A veces pienso…- continuó. –Que eres el único capaz de hacerme feliz.-

Kibum permaneció en silencio, con las mejillas enrojecidas y el corazón acelerado.

-Entonces, ¿está mal que te quiera?- se atrevió a preguntar unos minutos después, fijando su mirada en Jonghyun.

-Acaso, ¿me quieres?- Bling parecía sorprendido, aunque en su mirada se notaba algo más que sorpresa. Kibum asintió, avergonzado. –No, no tiene nada de malo.- murmuró, acariciándole una mejilla. –Porque también yo te quiero.-

Sus miradas volvieron a encontrarse y la distancia que separaba sus rostros desapareció. Aquel sentimiento que se habían forzado a ocultar, era correspondido por el otro. Sus labios se encontraron suavemente, dejándoles ver la sinceridad en las palabras pronunciadas. Era un beso lento, repleto de emociones y sentimientos, de cariño, comprensión. Una silenciosa promesa de un amor verdadero, único y especial.

 

Minho se apoyó junto a la puerta que daba acceso a la habitación de Kibum. Llevaba ahí diez minutos, escuchándolo sollozar. Tenía tantas dudas, tantas preguntas… Jinki y Taemin le habían hablado un poco de Key, de cómo solía ser, de sus berrinches, sus sonrisas, sus risas. Cosas que él no había visto, que deseaba conocer. Anhelaba ver cada faceta de su compañero, su amigo, la persona de la que se había enamorado con locura. La misma que jamás podría corresponderle de igual manera, por más que intentase hacerle ver la sinceridad en sus palabras.

Kibum salió del cuarto minutos después, con la nariz enrojecida y los ojos un tanto hinchados. Se asustó al verlo de pie ahí, pero no dijo nada.

-Key, ¿podemos hablar?- murmuró, con la voz algo rota.

-Minho, ¿ocurre algo?- sonaba preocupado, asustado, herido. -¿Minho?-

Los brazos de Minho lo envolvieron en un abrazo cálido, protector. Su rostro se encontraba oculto en el pecho del más alto, quien había apoyado su mentón en la cabellera rubia. Kibum intentó soltarse, pero al final desistió al ver sus intentos fallidos.

-Sólo déjame amarte.- murmuró Minho, dejando que su voz se perdiera en el silencio.

 

-Hay veces que las cosas no son lo que uno desea, Key.- murmuró Jonghyun, tomándolo por el mentón y besando sus labios suavemente.

-¿Qué tratas de decirme, Jjong?- Kibum buscó sus ojos con desesperación, pues ese beso le sabía a despedida.

-Lo mejor es que terminemos ahora, Kibum.- murmuró, desviando la mirada. –No quiero lastimarte más.-

-¿De qué hablas, Jonghyun?- las lágrimas comenzaban a nublarle la vista. –No puedo entenderlo.-

-Key, yo…- mentía, ambos lo sabían. Las palabras se negaban a salir, los ojos se le llenaban de lágrimas, el corazón se rompía.

-No trates de engañarme, Jjong.- la mano de Kibum se encontró con la de Bling y sus dedos se entrelazaron. –He estado a tu lado durante dos años. No puedes mentirme.- una sonrisa triste se formó en el rostro del mayor. –Ahora, dime por qué deseas alejarte.-

-No he estado sintiéndome bien.- murmuró Jonghyun, llevándose una mano al rostro. Algunas lágrimas empaparon sus mejillas y Kibum se apresuró a secarlas, sorprendido. –Visité al médico y…- atrajo a Key hacia su pecho, acunando su rostro entre sus manos. –Sólo tengo seis meses.-

Aquellas palabras destrozaron completamente a Kibum. Sus ojos se llenaron de lágrimas, al tiempo que los sollozos se agolpaban en su garganta. Aquello no podía estar ocurriendo, no debía ser verdad. Jonghyun no podía… No debía… ¡No!

 

-No puedes amar a alguien que no conoces.- murmuró Key, agachando el rostro.

-He vivido contigo por seis meses.- murmuró Minho, obligándole a mirarlo. –Sé que amas la música, bailar, cocinar. Odias la oscuridad, le temes a las tormentas, no te gusta la soledad…- Key sonrió suavemente, sintiendo algo cálido en su interior al escucharle. –Sé que estás herido, que algo te lastimó lo suficiente como para convertirte en una persona melancólica y sombría. Sé que algo se robó tus sonrisas, tus risas, tu alegría…-

-¿Y aún así estás dispuesto a amarme?- la pregunta escapó de sus labios sin pensarlo, dejando ver una pequeña esperanza.

-Quiero darte una nueva razón para sonreír, para reír, para ser feliz.- murmuró, mirándolo directamente a los ojos. –Quiero protegerte, quererte, amarte.-

 

Seis meses. Kibum se aferró a la mano de Jonghyun, en un vago intento por retenerlo a su lado. El tiempo se les había escapado y ya no podrían recuperarlo. Mientras Jjong se encontraba tendido en esa cama de hospital, Key se mantuvo a su lado, recordándole que le amaba como a nadie jamás había amado y que nada cambiaría eso. Porque había sido el primero en muchas cosas y jamás podría olvidarlo.

-Quiero que me prometas algo, Key.- susurró el muchacho, acariciando el rostro de su novio con suavidad. El otro asintió, al tiempo que sus ojos liberaban aquellas lágrimas traicioneras que no deseaba mostrar. –Prométeme que encontrarás a otra persona, que serás feliz de nuevo…-

-No, Jonghyun.- sollozó. –No me pidas eso. Sólo te quiero a ti.-

-Quiero que me lo prometas, Kibum.- continuó el muchacho, dejando que una solitaria lágrima bajara por su rostro. –Quiero irme sabiendo que tú volverás a ser el mismo, que seguirás siendo la persona de la que me enamoré.-

-Lo prometo.- rompió en sollozos de nuevo, repitiendo en su mente que aquello jamás pasaría.

-Te amo.- pronunció Jonghyun, cerrando los ojos.

Aquellas habían sido las últimas palabras que Kibum escuchó de sus labios. Después de eso, no hubo más palabras dulces, más abrazos cálidos ni tiernas miradas. No hubo más tardes compartidas ni noches de desvelo. Simplemente porque Jonghyun ya no estaba, y Key no podía cumplir su promesa. Quizá porque se había prometido a sí mismo no enamorarse de nadie más desde la primera vez que vio a Jjong.

 

-Cuando ingresé a la preparatoria, conocí a alguien.- habló Kibum, tomando la mano de Minho y conduciéndolo a la sala. –Su nombre era Kim Jonghyun.- permaneció en silencio unos momentos, dándose ánimo para continuar. –Era un año mayor que yo, y nos conocimos porque tiré sus libros al chocar con él en un pasillo. Iba tarde a mi primer día de clases.- una sonrisa se formó en sus labios, aunque el más alto no pudo verla. –Olvidé uno de mis libros al recoger mis cosas, así que él me lo llevó.-

Kibum empujó al más alto, haciéndolo caer en el sofá. Se sentó a su lado, apoyando su cabeza en el hombro de Minho.

-Yo era malo en matemáticas, pero bueno en inglés. Jonghyun era lo contrario, así que acordamos ayudarnos mutuamente.- Minho había reparado en la forma en que hablaba de aquel muchacho, mostrando cuan unidos eran. –Unos meses después, comenzamos a salir. Fue un poco extraño al principio, porque era algo nuevo para los dos.- se rió suavemente, recordando las expresiones de Onew y Taemin al enterarse. Minho no esperaba aquello. –Nos fuimos a vivir juntos seis meses después.-

Minho se mantuvo en silencio, dejándolo narrar la historia a su propio ritmo, tratando de no presionarlo. Sabía que aquello debía resultarle difícil, demasiado. Y una parte de él estaba feliz porque Key comenzaba a abrirle su corazón.

-Cuando llevábamos dos años juntos, Jjong decidió terminar con nuestra relación.- sonrió de nuevo, tristemente. –Se atragantó con sus propias palabras y terminó llorando. Ambos sabíamos que mentía al decir aquello. Nos conocíamos demasiado bien.- se apoyó aún más en Minho, buscando su calor. El más alto entendió el mensaje, abrazándolo por los hombros. –Jonghyun estaba enfermo y no deseaba decírmelo. El médico le había entregado los resultados esa mañana.- se detuvo y una lágrima rodó por su mejilla. –Tenía sólo seis meses para estar conmigo.- su voz se quebró al final.

-Él…- Minho no pudo continuar, no tuvo el valor para pronunciar aquella palabra. Kibum asintió, abrazándose a él.

-El tiempo pasó demasiado rápido.- siguió. –Antes de lo pensado, se terminó. No me alejé de su lado en ningún momento, no podía hacerlo.- Minho lo atrajo hacia él, sentándolo en su regazo y abrazándolo como su fuese un niño pequeño, y no una chico universitario. –Me hizo prometerle que seguiría siendo el mismo, que sería feliz, que volvería a enamorarme…- sus ojos buscaron los de su compañero y sonrió suavemente. –Yo me prometí a mí mismo lo contrario.-

 

-¡Hey, Kibum!- la inconfundible voz de Jinki lo trajo de nuevo al mundo real. Onew venía caminando de la mano con Taemin, su pareja desde hacía un año. -¿Has tenido suerte con lo del departamento?-

Tras la muerte de Jonghyun, Key había permanecido en el departamento que compartía con Bling, el mismo que pertenecía al mayor. Finalmente había logrado venderlo, regresando al que habitó antes de mudarse con su novio. Seis meses habían pasado ya, pero para él no parecía así. El tiempo ya no significaba nada.

Negó con la cabeza. –Aún no consigo un compañero decente.- admitió de mala gana.

La soledad comenzaba a pesarle y su antiguo departamento le parecía demasiado grande sólo para él, pues estaba acostumbrado a compartir todo con alguien más. Tenía un mes buscando a una persona que desease vivir con él, pero nadie parecía lo bastante bueno. Quizá fuese muy exigente.

-Un amigo mío está interesado.- murmuró Taemin. –Acaba de llegar a la ciudad y busca un lugar donde quedarse.-

Tres días después de aquel comentario, las miradas de Minho y Key se cruzaron por primera vez. Ambos irían a la misma universidad, los dos compartían un interés por las artes y tenían empleos de medio tiempo similares. Kibum era diseñador y maquillista en una empresa de modelaje, Minho era el modelo principal de la misma. Finalmente, una semana después, comenzaron a vivir juntos.

En un principio fue sencillo, pues sólo eran compañeros de piso y de trabajo. Personas que podían sentarse juntas a la mesa y conversar de temas triviales. Luego, eso cambió. Minho había dicho las palabras mágicas una tarde de lluvia, y él había dejado que ese “me gustas” se colara en cada uno de sus pensamientos. Y lo que más preocupaba a Kibum, era el deseo que había tenido de decir “tú me gustas a mí”.

 

-Justo hoy se cumple un año de la muerte de Jonghyun.- sonrió tristemente y dejó que los dedos de Minho le acariciaran la mejilla. –Y, por vez primera, siento que puedo cumplir la promesa que le hice.-

-Kibum…- susurró Minho, sorprendido.

Los labios del mayor atraparon los suyos en un beso lento, pausado, dulce. Correspondió de igual manera, disfrutando el momento, sintiendo las emociones a flor de piel y su corazón latir deprisa. Kibum deslizó los brazos por el cuello del más alto, enredando sus dedos en el cabello del otro muchacho. Minho mordió el labio inferior de Key suavemente, recibiendo algunos suspiros como respuesta. Se separaron lentamente, algo sonrojados.

-Cuando me dijiste que te gustaba…- murmuró Key, sonriendo nerviosamente. –Quise decirte “también me gustas”, pero me acobardé.-

-¿Me dejarás intentarlo?- preguntó en tono dulce, tomando su rostro con cuidado y besando sus labios con delicadeza. -¿Me dejarás quererte, Kibum?-

Los labios de Key se curvaron en una sonrisa coqueta, una que no mostraba desde hacía demasiado tiempo. Sus pequeños ojos brillaron intensamente, demostrando la alegría que aquellas simples palabras le provocaban. Quería creer que Minho era la persona capaz de curar sus heridas, la que había estado esperando sin saberlo.

-Quiero intentarlo, Minho.- susurró. –Te quiero y tú me quieres, ¿qué tiene de malo?-

Y por vez primera, aquellas palabras le sonaron perfectas. Ya no sentía que estuviera traicionando a Jonghyun, pues él mismo le había pedido aquello. Estaba dispuesto a intentarlo una vez más, aunque eso significara sufrir un poco.

Déjate amar, Kibum.

Y nuevamente escuchaba aquellas palabras cerca de su oído. Y era una voz que conocía muy bien. La voz de una persona que había significado mucho en su vida y que ahora ya no estaba ahí con él. Porque durante esa noche, Jonghyun le había hablado un par de veces, recordándole aquella promesa que trataba de olvidar. Y ahora, ambos estaban en paz.

-Te amo.- susurró Minho, abrazándolo contra su pecho. Key soltó una pequeña risita alegre. Sintiéndose completo de nuevo.

-Y yo te amo a ti.- murmuró, besando esos labios que tanto le gustaban.

Y con esa caricia sellaban una nueva promesa. No necesitaban decirlo con palabras, pues sus miradas y acciones hablaban por ellos. Estarían ahí para el otro siempre, haciéndolo sonreír, buscando su risa, secando sus lágrimas… Era una promesa única, donde dos corazones se comprometen a entregarse mutuamente, a confiar. Una promesa que ambos cumplirían.

 

Notas finales:

Recuerden:

 

No hay mal que dure cien años, aunque a veces nos parezca así. 


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