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Sonata de piano. por MeKibum

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Notas del capitulo:

 

Uhu (?), bueeno nosé que me dio por ponerme a escribir, aunque no le hago bien D: -creo-

 

 

Soy un chico bastante retraído y pacífico, no soy muy sociable y me pongo nervioso fácilmente, mi madre ha conseguido un aumento de cargo en su trabajo y eso implicó que nos mudáramos a la capital, Seúl.

No le di mucha importancia, ya que en la cuidad en la que antes vivía, no tenía amigos ni conocidos y me la pasaba encerrado en mi cuarto estudiando, pensé que no sería muy diferente acá.

Ahora acabamos de mudarnos a nuestra nueva casa, es amplia y muy bonita, tiene un gran patio trasero y un hermoso antejardín lleno de rosas rosadas y rojas.

-      -  Kyu, ¿qué te parece nuestra nueva casa? – Mi madre es la más emocionada con todo este cambio, se beneficia mucho y además gracias a su esfuerzo pudimos salir adelante cuando nuestro padre nos dejó.

 

-       - Es muy hermosa madre –

Luego de bajar mis cosas del auto, subí las escaleras para empezar a ordenar mi nueva habitación, ésta era espaciosa y tenía una ventana que daba a la casa de al lado. Comencé de a poco a organizar mis pertenencias, siempre me gustó ser muy ordenado y correcto, esa era una de las razones por las cuales no tenían amistades, pensaban que era ‘raro’.

Estaba terminando de ordenar mi escritorio con los libros de cálculos y biología cuando una música llegó a mis oídos, era el sonido de un piano.

La melodía que emitía éste me cautivó por completo, era algo que jamás había escuchado, seguramente la persona que ahora tocaba ese instrumento la había compuesto, sin duda era un gran compositor. La sonata que escuchaba era melancólica y lenta, de a poco me senté en la cama y pegué una oreja a la ventana, la cual no había abierto, y me quedé ido escuchando aquella melodía.

Unos golpes en la puerta me sacaron de mi ensoñación.

-     -   Kyuhyunnie, voy a ir al supermercado a comprar algo para la cena, vuelvo en un rato –

 

-       - Bueno madre, cuídate –

Cuando fui de vuelta a mi cama el dulce sonido que emitía ese piano cesó, me sentí muy triste y solo en ese momento, no sé por qué.

Seguí ordenando mis cosas hasta que llegó mi madre, bajé a la cocina para ver si le podía ayudar en algo, minutos después nos encontrábamos cenando.

-       - Hijo, hoy llamé al director del colegio donde estudiarás, me dijo que las clases empezaban la próxima semana y que mañana fuéramos para que conozcas el establecimiento y así te sea más fácil orientarte el primer día, así que quiero que estés listo cuando regrese del trabajo – dijo mi madre mientras comía un poco de arroz.

 

-       - Está bien madre, no te preocupes –

Luego de levantar la mesa y lavar los platos, me dirigí al baño a cepillarme los dientes, me encaminé a mi habitación, me puse el pijama y me acosté, me quedé dormido aún con el sonido de ese piano en mi cabeza.

                                                ·.·.·.·.·.·.·.·.·.·

En la mañana me despertó mi madre para decirme que ya se iría a trabajar, me quedé un tiempo más en la cama hasta que la misma melodía que me había cautivado ayer comenzó a sonar, me levanté de un salto de la cama y me puse contra la ventana de nuevo a deleitarme con esa melodía, llevaba un rato ahí cuando la alarma de mi celular empezó a sonar, indicándome que debía levantarme para alcanzar a estar listo cuando mi madre llegara.

Sin ánimos de dejar de escuchar esa sonata, me encaminé al baño para ducharme, salí al cuarto y me puse ropa, luego de eso bajé a la cocina para comer algo ya que mientras me vestía mi estómago comenzó a reclamar comida. Unos minutos después llegó mi madre diciéndome que saliera de inmediato, le hice caso y nos fuimos a la parada del autobús para así llegar al colegio.

Una vez allí nos reunimos con el director y éste nos mostró el establecimiento, dándole mayor importancia a la biblioteca y a las salas en donde darían las clases que me correspondían.

Cada día la melodía del piano seguía sonando y nunca podía escucharla completa ya que siempre había algo que me hacia desviar mi atención de ella, en las noches la escuchaba en mi mente y eso era lo que me hacia dormir en paz y plácidamente.

Ya solo faltaban 2 días para entrar a clases y de cierta manera me sentía triste, porque al estar en el colegio no iba a poder deleitarme con esa sonata que día a día hacia que todo mi mundo fuera más hermoso.

                                            ·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.

Comenzó un nuevo día y otra vez me despertó el piano, sinceramente daría todo por despertar así siempre, de nuevo me quedé escuchándola pegado a la ventana, había logrado oírla un poco más, pero algo ocurrió y la música dejó de sonar, sabía que ese no era el final de la sonata, estaba inconclusa y yo me sentía morir, quería seguir escuchándola, quería que la persona con esos dedos mágicos volvieran a tocar ese maravilloso piano. Me quedé un rato mas ahí en la ventana, por si oía el sonido del piano, pero nada ocurrió.

Ese día andaba desanimado y con ganas de no hacer nada, mi madre no mostró preocupación porque la mayoría de las veces yo era así de callado, seguí la misma rutina de todos los días, me fui a dormir más temprano de lo común ya que el día siguiente seria mi primer día de clases, me quedé dormido con esa dulce música resonando aún en mi mente, despertando la angustia en mí, temía el nunca poder oírla completa.

                                               .·.·.·.·.·.·.·.·.·.·.·

Desperté cuando el despertador me lo indicó, eran las siete de la mañana y la noche anterior no había podido dormir bien, me levanté apenas de la cama, arrastrando los pies, para luego encaminar hacia el baño.

Luego de asearme y vestirme, bajé a tomar desayuno junto a mi madre.

-       - Hijo, te preparé lo que más te gusta para que empieces el año escolar muy contento, ¿estás nervioso? –

 

-       - Oh, madre gracias, la verdad si estoy un poco nervioso, espero poder acostumbrarme en poco tiempo – mi madre me había cocinado huevos con tocino y un jugo de naranja, mi desayuno favorito. La verdad si me sentía nervioso, muy nervioso, porque en mi colegio anterior no lo pasaba muy bien, siempre me molestaban y botaban mis cosas, espero que acá sean más amables.

 

 

-      -  Bueno madre, me voy, ya es tarde, te quiero – le dije dándole un beso en la mejilla para después tomar mis cosas e irme a la parada.

Tomé el bus y me dirigí al colegio, veía a los demás chicos hablar y reírse, yo era el único que iba en un asiento solo, ver ese paisaje me dio un poco de nostalgia ya que nunca he reído junto con alguien.

Pronto alguien gritó un ‘pare’  al chofer del autobús, éste se detuvo y abrió sus puertas para que subiera un chico un poco bajo, con el pelo negro y con las mejillas sonrojadas, de tanto correr me imagino. Murmuró un leve ‘gracias’ y empezó a buscar un asiento, pronto su mirada se posó sobre mí y me sonrió, una felicidad enorme me invadió y es que era la primera vez que alguien me sonreía así, bueno la verdad la primera vez que alguien me sonreía.

El chico acomodó mejor su mochila color rosa pálido en el hombro derecho “color extraño para un chico” pensé y se encaminó al asiento que se encontraba justo al lado mío, yo lo miré con cara de espantado, ya que ni siquiera me imaginé que alguien se sentaría conmigo, él solo me miró con una sonrisa y se sentó a mi lado.

-       - ¿Te molesta que me siente aquí? – preguntó girándose mientras acomodaba su mochila en sus piernas.

 

-       - Ee-eh, no, para nada –

 

 

-       - ¿Eres nuevo?, jamás te había visto en el autobús –

 

-       - Ehh, S-sí, soy nuevo, me acabo de mudar a la cuidad – era la primera vez que hablaba tanto con alguien de mi edad, me sentía un poco cohibido.

 

 

-       - ¿A si? ¿Y qué tal te ha parecido Seúl? –

 

-       - Mm, la verdad n-no he recorrido m-mucho – le respondí un poco avergonzado, realmente entablar conversaciones con otras persona no era lo mío.

Así siguió preguntándome cosas durante todo el trayecto, ahora ya se escuchaba mejor mi voz y no tartamudeaba como al principio, ese chico me daba confianza. Nos bajamos en la parada y caminamos hacia el colegio que quedaba a menos de una cuadra de allí.

-      -  Oh por cierto, soy Sungmin, Lee Sungmin – me dijo mientras me estiraba la mano y se detenía.

 

-       - Soy Cho Kyuhyun – le respondí tomando su mano, se sintió tan bien que no quise soltarla, pero no quería que la única persona que me había hablado en años pensara, al igual que muchos, que era raro.

Entramos al establecimiento y yo me encaminé a la sala donde, según me había dicho el director, tendría mis clases.

-       - Oh, Kyuhyun, iremos en el mismo salón – escuché a Sungmin decir detrás de mí, me sentí muy feliz al saber aquello, por fin tendría a alguien con quien conversar.

Entramos al salón y de inmediato me fui al asiento de más adelante, como acostumbraba a hacer, pero luego sentí como alguien, más bien dicho Sungmin, me tomaba del brazo y me obligaba a sentarme en los puestos de atrás con él, sin duda ese primer día de clases fue genial.

Durante todo el trascurso de la clase, Sungmin me hablaba y me seguía preguntando cosas sobre mí, la verdad poco me importaba el profesor, aunque siempre ponía atención y jamás olvidaba una palabra de lo que decía, al tener a Sungmin hablándome tan animadamente, me hizo sentir tan bien, que para mí no existía nadie más en el salón, solo él y yo.

Así pasé el resto de la jornada, Sungmin preguntándome, yo respondiéndole, si alguien me preguntaba cómo se llamaba el profesor que nos hizo clases la primera hora, seguramente hubiera respondido Lee Sungmin.

Salimos de clases y me encaminé solo a casa, Sungmin me dijo que tenía que quedarse a arreglar un problema con un profesor, así que me fui solo.

A casa llegué con una sonrisa del tamaño del monte Everest, me sentía muy feliz, me sentía notado. Nunca nadie me había dirigido palabra alguna, sin duda Sungmin era la mejor persona del mundo.

Luego de cenar junto a mi madre, fui a dormir, solo que ahora en mi mente, junto a la hermosa melodía de piano, se encontraba Sungmin.

                                                  .·.·.·.·.·.·.·.·.·.·

Pasaron los días y todas las mañanas me levantaba animoso y con unas ganas tremendas de ver a Sungmin, que extrañamente siempre llegaba corriendo detrás del autobús diciéndole al chofer que parara.

Con el tiempo fui sabiendo más de él, como que amaba los dulces, le encantaba el color rosado y que tocaba el piano. Cuando me lo dijo recordé inmediatamente la bella y dulce sonata que aún permanecía clavada en mis pensamientos.

En ocasiones nos quedábamos después de clases e íbamos al parque que quedaba rodeando la manzana, ahí conversábamos y reíamos de cualquier cosa, me encantaba pasar tiempo con Sungmin, soñaba con él, en las mañanas apenas me despertaba pensaba en Sungmin y sonreía de tal manera que creía que mi cara se rajaría.

 Lo amaba tanto.

Cierto día en clases de matemáticas a Sungmin le costó mucho desarrollar un ejercicio, él era pésimo en esa materia, en cambio yo era un genio, se lo comenté y en seguida me pidió que le enseñara haciendo un tierno pucherito, sin duda lo que más amaba de él eran las lindas caritas que hacia cuando se enojaba o cuando me pedía algo. Al final decidimos que después de clases iríamos a su casa.

Tocó el timbre de salida y yo estaba muy emocionada, por fin sabría donde vivía Sungmin, tomamos el autobús de vuelta, mientras estábamos sentados Sungmin dio un bostezo y estiró los brazos como un gatito que acaba de despertar.

-       - Kyu, tengo tanto sueño – Me dijo mientras apoyaba su cabeza en mi hombro, me congelé, él nunca me había dicho ‘Kyu’ y jamás había habido tanto contacto entre nosotros, me sentí tremendamente bien y una tonta sonrisa apareció en mi rostro.

Llegamos a la parada y él empezó a caminar hacia mi casa, yo solo lo seguí en silencio hasta que él se paró frente a la casa que se encontraba justo al lado de la mía.

-      -  Aquí vivo yo – Me dijo, a lo que yo solo reí, él me miro confundido y con ojos curiosos.

-       - Y ahí – dije apuntando con mi mano la casa de al lado mientras una sonrisa aparecía en mi cara – vivo yo –

 

-       - ¿Somos vecinos?, ¿¡por qué nunca me lo dijiste Kyu!? – dijo mientras hacia un puchero y luego sonreía.

 

-       - Porque yo tampoco lo sabia Minnie – no me había dado cuenta cuando ese apodo con el cual yo lo llamaba en sueños había salido de mi boca, solo me sonrojé terriblemente y desvié la mirada al piso, mientras Sungmin me tomaba la mano y me conducía al interior de su casa.

Al entrar me quedé maravillado, su casa era hermosa, si bien en términos arquitectónicos era igual a la mía, lo que la hacía diferente era ese hermoso piano de cola blanco que adornaba la estancia.

-      -  ¿Ese piano es tuyo? – le pregunté no pudiendo ocultar mi curiosidad.

 

-       - No, en realidad era de mi abuela, cuando ella falleció se lo dio a mi madre, pero como ella no sabe tocar lo uso yo – me contestó mientras dejaba su mochila en el sofá de cuero negro que se encontraba en la sala de estar.

 

 

-       - ¿Podrías tocar algo? – me sonrojé tanto cuando le pregunté eso que fácilmente me confundirían con un tomate maduro gigante.

 

-       - Claro, es más, hay algo que quiero mostrarte – tomó mi mano y me dijo que me sentara junto a él en el banco frente al piano.

 

 

-       - Cuando comencé a componer esto pensaba en lo solo que me sentía, necesitaba a alguien para querer, hubo un tiempo en el que dejé de escribirla porque no supe como terminarla, pero luego algo cambió y desde ese día que empiezo de a poco a terminarla, sólo le faltan dos compases – me dijo para luego acomodar la partitura que estaba sobre el piano, cerrar los ojos y comenzar a tocar.

Cuando empezó a tocar la melodía, la reconocí en seguida, era la misma melodía que escuchaba todos los días de las vacaciones mientras apoyaba mi cabeza en la ventana, era la misma que ocupaba mis pensamientos y velaba mi sueño.

Pronto llegó la parte en donde la vez anterior se había detenido y mi corazón comenzó a latir con fuerza, lo único que quería en ese momento era saber cómo terminaba aquella hermosa sonata.

Ahora la melodía no era melancólica, dio un vuelco brusco pero hermoso, sonaba feliz y animada, con una serie de sentimientos sin explicación, una melodía más hermosa aun, Min siguió tocando hasta que el final de la partitura llegó, el abrió los ojos y me miró, los cerró de nuevo y tocó los dos compases que le faltaban para que esa sonata llegara a su fin, lentamente giró su rostro hacia mí.

-       Lo que me inspiró a seguir esta melodía, lo que hizo que esta sonata triste y vacía se convirtiera en algo feliz y lleno de sentimientos fue amor, mi amor por ti Kyuhyun – fue apenas un susurro lo que salió de sus labios pero yo lo escuché perfectamente, lo miré con una sonrisa y lo abracé para luego mirarlo y besarlo, una felicidad inmensa me invadió, sentí que el corazón me explotaría de felicidad, sólo una cosa podía decirle.

 

-        - Te amo –

Desde ese día no he parado de sonreír y Min no ha parado de tocarme esa dulce melodía de piano cada vez que se lo pido.

 

Notas finales:

Tadá(?) bueno, si está muy mal no duden en mandarme patadas virtuales ;D


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