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Inesperado por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

Una ocurrencia del momento. Algo sin sentido, simplemente porque Minho y Key son muy lindos, principalmente cuando están juntos (?).

Notas del capitulo:

¿De dónde salió esta historia? La verdad, ni yo misma sé. Una tarde me senté frente al ordenador y comencé a escribir. El resultado es el que podrán ver aquí. Espero les guste aunque sea un poco.

 

Inesperado 

Choi Minho se encontraba completamente confundido en ese momento, quizá porque aún no podía creer lo que había ocurrido. O sólo se negaba a aceptar aquello. Después de todo, había sido completamente inesperado y algo… Bueno, no había estado tan mal.

 

Caminaba tranquilamente por los pasillos casi desiertos de la agencia. Se supone que debía estar a mitad de una sesión, pero el fotógrafo se había reportado enfermo esa mañana y aún no encontraban un reemplazo. Siempre se había preguntado por qué únicamente tenían a una persona en aquella área, aunque siempre obtenía la respuesta al ver el trabajo de Lee Jinki.

-Minho.- se detuvo al escuchar esa voz, girando su cuerpo lentamente y dándole la oportunidad al muchacho de llegar hasta él. –Han contratado a una persona nueva, ¿sabes?-

-¿Un fotógrafo, Taemin?- cuestionó, enarcando una ceja. El chiquillo sonrió, algo avergonzado.

-Realmente no lo sé.- susurró, sintiéndose un poco tonto por su descuido. –Vi a un muchacho nuevo con Jonghyun. Estaba mostrándole todo.-

 

Aquello había sido el principio de todo. Jamás imaginó, cuando Taemin pronunció aquellas simples palabras, que su vida podría cambiar de alguna forma. Tampoco lo había hecho mucho, ¿o sí? Negó con la cabeza, haciendo una mueca. No. Su vida sí había cambiado. Y no sólo eso, sino también su forma de pensar, actuar, expresarse y sentir.

Estaba enamorado.

 

-Él es Choi Minho.- habló el dueño de la agencia y editor principal de “SHINee”, la revista de moda del momento. –Es nuestro modelo principal.- le guiñó un ojo al muchacho rubio que se encontraba a su lado, lo que hizo sospechar al otro que tramaba algo.

-Soy Kim Kibum.- se presentó educadamente, extendiendo su mano hacia él. –Aunque suelen llamarme Key.-

-Kibum es nuestro diseñador estrella.- abrió los ojos, sorprendido. Nunca había conocido al genio detrás de las telas. –Es el que ha diseñado la mayoría de nuestras colecciones. Acaba de volver de Estados Unidos, así que estará en la empresa constantemente.-

-Es un gusto conocerte, Minho.- su sonrisa lo dejó sin aliento. Era demasiado… No tenía palabras para describirla.

 

Aunque, ¿cómo no enamorarse de Kim Kibum?

Key tenía esa forma de ser entre madura e infantil. Su risa era contagiosa y sus sonrisas podían quitarte el aliento. Era esa mirada felina, tan atrapante y sexy, que se colaba hasta lo más profundo de tu alma. Eran sus dedos largos y delgados, deslizándose por su pecho, sobre la ropa, cuando acomodaba el atuendo de una manera mejor. Y también estaba su voz, una melodía dulce, encantadora, sensual.

O quizá fuera el movimiento de su cuerpo. El vaivén enloquecedor de sus caderas, su cintura estrecha y femenina, sus brazos delgados, la curva al final de su espalda, la firmeza de sus piernas. Y su rostro… Aquella cara tan hermosa, de pómulos marcados y labios rosados, llenos, apetecibles. Aquellos ojos pequeños, como de gato, enmarcados con pestañas negras, delineados prolijamente.

Sin maquillaje también podía apreciarse su belleza, pero Kibum prefería jugar con los colores en su rostro, en su ropa, en sus diseños, en su vida. Siempre vestido de aquella manera provocativa, insinuante, a la moda. Con los pantalones pegados, entubados, coloridos; las playeras sin mangas, ajustadas, a veces de red.

Todo él era atractivo. Todo él le gustaba.

Estaba enamorado de Kim Kibum.

 

-Creo que el azul te favorece mucho, Minho.- susurró suavemente, deslizando sus manos por su pecho, mientras alisaba la tela de su camisa. –Te hace lucir más atractivo de lo que eres.- por alguna razón, eso le hizo sonreír. Nunca le había oído decir que le consideraba una persona guapa, aunque muchos otros se lo dejaran en claro en el pasado.

-¿Cuál es tu color?- preguntó quedamente, viendo los ojos felinos de Kibum brillar alegremente. Sabía que le gustaban ese tipo de cuestiones, hablar de moda, de colores, de diseños, de texturas. Como diseñador, maquillista y modelo, disfrutaba esos temas tan superficiales.

-El rosa.- una pequeña risita afloró de lo más profundo de su pecho. Minho enarcó una ceja, mirándolo con sus grandes ojos. –Curioso, ¿no?-

Sí, lo había sido. El azul y el rosa eran considerados colores opuestos, a la vez que complementarios. Niño y niña; hombre y mujer. Algo como el yin-yang, donde el blanco y el negro lo eran todo. Quizá fuera su imaginación, tal vez su deseo de interpretarlo así, pero la respuesta de Key le había dado la pequeña esperanza de poder estar a su lado más que como un compañero de trabajo.

-Bien, es hora de ir con Onew.- habló de nuevo, devolviéndolo a la realidad.

En ocasiones se preguntaba por qué tenía un apodo para los otros tres chicos y a él lo seguía llamando por su nombre de pila. Lee Jinki había pasado a ser “Onew” de un día para otro, pero también era “Dubu”, cuando llegaba a necesitar algo; Lee Taemin era conocido como el ”Baby” del lugar, sólo por ser dos años menor que el diseñador; Kim Jonghyun era “Bling Bling”, y en ocasiones se transformaba en “Jjong”. ¿Y él? Bueno, él sólo era “Minho”.

 

Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses. Los sentimientos cambiaron, se intensificaron, se definieron. Kim Kibum ya no era una persona más, sino la única en su mundo. Se levantaba cada mañana sabiendo que le vería al llegar a la agencia, dejaba que sus manos lo desvistieran y vistieran a su antojo, sintiendo el corazón acelerado cuando rozaba su piel desnuda por accidente.

 

-Kibum.- había murmurado en una ocasión, mientras el diseñador buscaba un delineador negro. –No creo que sea necesario que me maquilles también. Se supone que tenemos personas para eso.-

-Minho, Minho, Minho.- su tono demostraba autoridad. –Sé lo que hago.- señaló, haciendo un pequeño y adorable puchero. –Además, hoy desperté con el deseo de hacerte lucir bien, ¿tiene eso algo de malo?-

-¿Normalmente luzco mal?- repuso algo ofendido el modelo, enarcando una ceja.

-¡No!- chilló apresuradamente el otro. –Tú nunca podrías lucir mal.- se acercó a su rostro, mirándolo a los ojos. –Pero sí puedes lucir mejor.- con eso, le dejaba en claro que no le interesaban sus protestas.

Se limitó a suspirar, dejando que Key hiciera su “magia”, como lo denominaba él mismo.

 

Aun así, ¿cómo podría haberse enamorado de él? Es decir, estaba consciente de que lo había hecho, pero no entendía la razón real. Nunca antes se enamoró, tampoco salió con nadie. Acababa de cumplir veinte y jamás había tenido una novia, pero tampoco quería una. Estaba rodeado de chicos donde trabajaba, igual que en la escuela, ¿eso había influido de alguna forma?

Kibum era una diva cuando se lo proponía. Tenía miles de defectos, aunque hacía creer a todos que era perfecto. Solía ser caprichoso, terco y tener un carácter explosivo. Nunca aceptaba un “no” por respuesta y era capaz de hacer cualquier cosa por obtener lo que deseara. En una ocasión lo vio a punto de llorar frente a Jjong, sólo porque quería que comprase algo fuera del presupuesto inicial. Y Jonghyun había caído inmediatamente.

En una ocasión, Jinki logró convencerlo de participar en una sesión fotográfica, y aunque se arrepintió a mitad de ello, y estuvo quejándose por las poses “insinuantes” que Onew le pedía, llevó a cabo la tarea. Y eso era algo para admirar…

 

Una duda había surgido en su interior la noche pasada, cuando los cinco habían ido a cenar en un restaurante local, pues habían conseguido superar las expectativas al iniciar el nuevo proyecto. Kibum estaba riéndose alegremente, criticando el nuevo corte de cabello de Taemin, pero se detuvo abruptamente y su mirada se dirigió hacia la puerta principal, donde una hermosa muchacha estaba de pie.

-Amber.- susurró, levantándose y caminando hacia ella. Los cuatro habían permanecido en silencio, observando el reconocimiento en el rostro de la nombrada, y sus brazos envolver el cuerpo del diseñador en un abrazo más que amistoso.

-No mencionó ninguna novia.- susurró Jonghyun, alzando una ceja en aquella dirección. -¿Quién es ella?-

Minho centró su atención en ellos de nuevo. La muchacha estaba demasiado pegada a él y alcanzó a distinguir sus dedos entrelazados. Venían hacia ellos, sonriendo, riendo, murmurando.

-Chicos.- les llamó. –Ella es Amber.- la chica sonrió coqueta, abrazándose aún más a Key.

-Él es Jonghyun, mi jefe.- Bling sonrió. –Jinki, el fotógrafo.- Onew lucía algo intimidado. –Taemin. Mi asistente.- el baby se rió dulcemente. –Y él es Minho, nuestro modelo principal.-

-Gusto en conocerlos, muchachos.- susurró, buscando la mirada de Key.

Ella se había unido a la celebración, contando algunas de las experiencias que ambos habían vivido en el país americano. De vez en cuando le susurraba algo a Kibum en un perfecto inglés, ganándose miradas curiosas de parte del resto. Ella también era modelo, pero su agencia estaba en Estados Unidos y sólo estaría unos días en Corea, para visitar a unos familiares. Y claro, a Kim Kibum.

Cuando Minho pensó que había visto demasiadas cosas aquella noche, ocurrió algo inesperado. Amber había vuelto a abrazar a Key, uniendo sus labios en un beso lento, que a los segundos se volvió más intenso. El diseñador le correspondía de igual forma, estrechándola un poco contra sí. Se separaron sonriendo. Y ellos no salían de su asombro.

La vieron deslizar una pequeña tarjeta en el bolsillo de Kibum. –Ven a verme cuando quieras.-

Después de aquello, ninguno habló del tema. Kibum no apareció a la mañana siguiente, así que todos llegaron a la conclusión de que se había reunido con la muchacha en el hotel. Minho fue el único que se quedó pensando en ello, algo incómodo.

-Kibum.- lo llamó el lunes por la mañana. El encuentro con la chica había sido la noche del viernes, y había pensado en ello todo el fin de semana. –Esa chica, Amber, ¿es tu novia?- el diseñador se rió suavemente.

-No, no lo es.- volvió a reírse, como si aquello fuera divertido. Minho enarcó una ceja. –Es mi mejor amiga, demasiado cercana, pero sólo eso.-

-Lucían demasiado cariñosos.- se cruzó de brazos, actuando como una novia celosa. Key lo notó, pero prefirió no picarlo con ello.

-Amber es hermosa, y yo soy un chico.- colocó una mano en el pecho del modelo, jugando con sus dedos mientras buscaba sus ojos. –Ambos tenemos necesidades. Somos humanos.-

-¿Fuiste a su hotel esa noche?- la pregunta sonaba a reproche, y Kibum sonrió.

-Y si lo hice…- comenzó, empujando a Minho contra la pared. -¿A ti qué?-

Era aquella mirada felina, retadora, penetrante. Su sonrisa arrogante, superior. Sus dedos rozándolo, tocándolo, golpeando sobre su pecho. Minho estaba molesto, avergonzado, celoso. Tenía el ceño levemente fruncido, se mordía los labios, le miraba con enfado.

-Acaso…- los pequeños ojos de Key brillaron, divertidos, burlescos. -¿Estás celoso?-

Silencio. Pesado, asfixiante, incómodo.

-Eres un tonto, Minho.- murmuró. El modelo iba a responder, pero los labios de Kibum se lo impidieron.

Key no le había besado con la misma delicadeza que a ella, lo sabía, lo notaba. Mordía sus labios con fuerza, aferrándose a su camisa, besándolo con hambre, con deseo, con necesidad. Minho se había quedado paralizado unos segundos, para luego encontrarse a sí mismo correspondiendo con el mismo ímpetu. Lo aferró por la cintura, reduciendo el espacio entre sus cuerpos. Y lo mordió juguetonamente, escuchando al diseñador gemir.

Minutos después, ambos se separaron con la respiración entrecortada. Escucharon que Jonghyun llamaba a la puerta y Kibum desapareció de inmediato, dejando al modelo solo y con una sonrisa de idiota en el rostro.

 

Sí, no había sido tan malo… Sin embargo, ¿por qué seguía pensando que aquello sólo había sido un juego? Es decir, Kibum era del tipo de persona que besaba a sus amigas como si fuesen algo más… ¿Por qué debería ser diferente con él? También le había llamado tonto, ¿no? Entonces, ¿era una forma de burlarse de él? Quizá…

-¿Soy su nuevo juguete?- preguntó a la nada, tocándose los labios levemente.

-Sí quieres verlo de ese modo…- escuchó la voz seria de Kibum y se sobresaltó un poco. -…Yo no tengo ningún problema.- sonrió, pero en su mirada podía distinguirse cierto aire melancólico.

-¿Por qué me besaste?- necesitaba saberlo, pero al mismo tiempo le asustaba la respuesta.

-Simplemente, deseaba hacerlo.- no lo miraba a la cara, parecía evitar su mirada. –Desde hace tiempo…- dejó las palabras flotar en el aire.

-¿Una especie de capricho?- enarcó una ceja, algo molesto. Kibum asintió, aún sin mirarle. –No te creo.-

-¿Qué quieres que te diga?- sus ojos estaban brillando de nuevo, quizá por las lágrimas contenidas. -¿Qué me gustas? ¿Qué te quiero?- movía sus manos torpemente. -¿Eso es lo que deseas escuchar?-

-Si es la verdad, entonces sí.- la sonrisa del modelo era brillante, hermosa.

-No lo es.- murmuró el otro. –Posiblemente sólo me guste tu rostro. Es atracción, únicamente.-

-Eres un pésimo mentiroso, Kibum.- se acercó a él, apoyándolo contra la pared. –Tu cuerpo me lo está diciendo.- el rubio trató de alejarse, pero le resultó imposible. Quizá porque no deseara escapar realmente. –Te gusto. Admítelo, Key.- rozó sus labios, escuchándolo quejarse por el contacto tan leve.

-Me gustas, Minho.- soltó en apenas un susurro, con las mejillas teñidas de rojo. –Me gustas mucho.-

-Eso es perfecto, Kibum.- sonrió de nuevo, tomando su rostro entre sus manos. -¿Sabes por qué?- el rubio negó, haciendo un mohín con sus labios. –Porque tú también me gustas.- rozó sus labios una vez más, juguetonamente. –No, es más que eso. Te quiero.-

-Minho, yo también te quiero.- susurró Kibum, colgándose de su cuello y besándolo suavemente. –Te quiero.- repitió de nuevo. Y volvieron a besarse como la primera vez, sin importarles que los otros tres chicos los encontraran en un momento tan comprometedor como aquel.

Kibum podía ser extremadamente caprichoso, pero Minho sabía cómo complacerlo. Y Minho podía ser algo reservado y tímido, pero Kibum era capaz de sacar su lado más sensual y exponerlo frente al resto. Eran demasiado opuestos, pero de igual forma tenían muchas cosas en común. Principalmente, ese sentimiento que los unía.

 

Notas finales:

Gracias ~


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