Habia estado mirando por varios minutos, quizás horas, aquella pared blanca. Era el único que se encontraban en el salón de clases, los demás ya se habían ido y a lo mejor habían llegado a su casa, pero el normalmente se quedaba hasta tarde. Prefería estar solo que llegar a casa y ser maltratado como todos los días.
Dejo salir un suspiro de entre sus labios a la vez que tomaba sus cosas para después disponerse a salir del salon. Absolutamente todo estaba en silencio. Comenzó a bajar las escaleras deteniéndose a la mitad. El pelirrojo cerró los ojos inhalando profundamente sintiéndose tranquilo, se quedo por unos segundos así hasta que escucho sonar sus telefono logrando pertubar su trance diario, ya se imaginaba quien era.
Llevo su blanquecina mano a uno de sus bolsillos y saco el pequeño dispositivo, apretó un botón y luego lo llevo hasta su oreja escuchando del otro lado de la línea un estruendoso grito, si no fuera porque gracias al cielo había alejado un poco el teléfono de su oído se hubiera quedado sordo. Escucho las palabras de aquella gruesa voz mandante, gritandole barbaridades sin parar-Ya voy-Fue la simple y sutil respuesta que le habia dado el No sabaku. Dejo salir nuevamente un suspiro trancando la llamada para luego guardar el teléfono donde anteriormente había estado.
Sabia que estaba en problemas, a su “Padre” no le gustaba que el estuviera fuera de la calla a esas horas, querían encerrarlo y monopolizarlo, pero el albino nunca se dejo y por ende siempre llevaba todo el tiempo era golpeado y maltratado, pero no había de que preocuparse, el pelirrojo ya estaba acostumbrado ese tipo de maltratos.
Metio sus dos manos en los bolsillos siguiendo su camino y terminando de bajar las escaleras. Se dirigió hacia la puerta de salida de su instituto y así comenzar a sentir como pequeñas gotas de lluvia comenzaban a caer sobre su cuerpo, mojando su cabello y empapando sus ropas haciendo que se pegaran a su atlética figura de nadador. Dirigió sus hermosas orbes aguamarina hacia el cielo para contemplando por algunos segundos lo nublado y oscuro que se encontraba. Volvió bajar la vista comenzando a andar de nuevo su desolado camino como era de costumbre.
Se detuvo en frente de aquella imponente casa, mirando la hermosa madera que tenia como puerta, ¿Quién iba a pensar que en tan bonito hogar, Gaara sufre un infierno?. Saco las llaves de su bolsillo para así meterlas en el picaporte de aquella fina puerta. La hizo girar y luego empujo hacia dentro abriendo la puerta-Ya he llega…-No pudo terminar articular aquella frase cuando aquel bate de aluminio se estrello contra su estomago haciéndole volar de un extremo a otro cayendo el suelo.
-¡Tsch!-Se quejo tratando de levantarse a la vez que sostenía su abdomen con una de sus manos. Alzo la mirada hacia su agresor encontrándose con un rostro espantado mirando detrás del pelirrojo. Frunció el ceño y seguido de ello giro un poco su cabeza logrando que su mirada aguamarina se encontrara con una azabache quien sin ninguna expresión se detuvo en frente de aquella casa a contemplar la no agradable situación entre “Padre” e “Hijo”.
El sabaku ignoro aquello y se agacho levemente para recoger su morral, que a causa del golpe había caído en el suelo. Dio media vuelta logrando escuchar un portazo y dándole a entender que el cobarde de su padre había entrado a la casa. Bufo pasando por el lado del otro que ni se habia inmutado ante aquello, con aquel rostro inexpresivo.
Sus mirada por unos segundos más volvieron a conectarse. El Sabaku sintió un leve escalofrío recorrerle la espina dorsal haciendo que desviara la mirada continuando su caminata. Esa noche, dormiría en la calle.