Íbamos al lado de varios de nuestros amigos, cada uno en nuestros temas, yo… sentía que lo amaba o me ilusionaba con eso. Nuestras casas quedaban en el mismo camino, en la misma dirección, por lo que nosotros siempre estábamos juntos, sin siquiera hablar, hasta que pasaba a su casa.
- ¿Quieres pasar? – Él siempre me decía eso… sin hacer algún ademan o cambiar su tono de voz
- Si – de igual forma, mi voz era paciente conservando naturalidad, quería imaginar que estaba feliz por el hecho de entrar a su casa.
Ambos entrabamos, su casa siempre seguía igual, no parecía cambiar nada, y aun así la veía fascinado, quería sentir una calidez inexistente, quería imaginar que nos amábamos y que estaríamos siempre juntos, cuando en realidad no era nada más que un capricho.
Era monótono, aquel abrazo por la cintura, a mi cuerpo lo recorrían escalofríos placenteros, me giraba delicadamente y me besaba, parecíamos querer fundirnos en ese abrazo, nos susurrábamos “te amo” o “te quiero” y estoy seguro que ninguno de los dos lo sentía…
Ese era el único beso amable que teníamos, todos los demás eran besos con pasión, llenos de deseo, pero sin ningún interés por el otro, solo importaba el deseo carnal que teníamos. Rápidamente nos arrancábamos la ropa, deseando ver el cuerpo del otro.
Me acariciaba sin ningún tipo de cariño, solo recorría mi cuerpo fogosamente, evidenciando que solo quería complacer a su cuerpo, y aun así, a pesar de eso seguía diciéndole que lo amaba, que siempre seria así.
Me comenzó a masturbar mientras introducía un dedo dentro de mí, lo abracé y pegue mi cuerpo al suyo mientras gemía en su oreja, tratando de provocarlo aun mas, mientras el mordía mi cuello y me juntaba más a su cuerpo, quito sus dedos e introdujo lentamente su miembro, me aferre a su espalda, enterrando mis uñas y tratando de acostumbrarme a la intromisión, lo cual era cada vez mas fácil.
Me tomo de las caderas llevando el ritmo, mientras yo solo me dejaba guiar y disfrutaba. En esos momentos, nuestros labios no decían nada, solo dejaban escapar gemidos, los cuales eran cada vez más constantes hasta que ambos logramos venirnos.
Me senté a un lado de la cama y nos vestimos cada uno por su cuenta, ¿Por qué siempre tenía que ser así de monótono? ¿Por qué lo había decidido así?
En estos momentos mi corazón ya tenía demasiado presente el dolor que causaba el vacio de aquellos encuentros sin ningún tipo de sentimiento cálido. Solo palabras que trataban de hacer todo más simple, más ameno.
- ¿Me amas?... – Yo lo había preguntado… ¿Por qué?
- Claro que te amo, te necesito para seguir viviendo! – me abrazo y me beso… pero sus palabras eran vacías, y mi corazón… dreno la felicidad que le acababa de dar el placer.
- Yo… - Agache la mirada, me fue inevitable, era cuestión de tiempo para que me rompiera, el placer ya no era suficiente, ahora necesitaba el calor de alguien que me amara. – ya no puedo seguir así…
- ¿Así cómo?? ¿Que no te es suficiente el amor que te doy? – sus palabras me hicieron dudar… ¿de verdad tenia amor a su lado? – no quiero que dudes de mi, te amo y eso nunca cambiara.
Me abrazo, trate de descansar o cerrar los ojos y quedarme en sus brazos para perder esas dudas, pero me fue imposible, ya que levanto mi cara tomándola de la barbilla y comenzó a besarla mientras que una de sus manos bajo de mi cintura y comenzó a tocar de forma grotesca mi trasero, me levante de golpe y mis ojos se pusieron vidriosos.
- Lo ves… solo decimos “te deseo” nunca me dijiste que me amabas!!! Solo eran palabras vacías…
- … - se quedo callado, no me podía decir nada.
Tome mi mochila y Salí tranquilamente, no podía dirigirle palabra alguna, porque sabía… que ambos lo hacíamos, ambos estuvimos complaciendo nuestros cuerpos sin fijarnos en el posible daño que nos estábamos causando…
Me decidí, ya no lo volvería a ver!!! Ya no existía motivo para verlo. Ya no existía una “relación” que mantener… y aunque lo había decidido… sabía que volvería a caer… que volvería a necesitar de un cuerpo… de su cuerpo.