Acababa de llegar a ésta ciudad hace a penas un par de semanas, ya me había tenido que cargar a unas cuantas personas, y en verdad... haha, me resultaba excitante. Mi nombre es Gunji, os voy a contar mi historia y todo lo relacionado con éste lugar... o casi todo.
Me encontraba en el castillo, lugar donde hay que ir para ingresar en Igra, ésto se trataba de ir consiguiendo unos colgantes a la fuerza, de otros contrincantes claro está. Una vez conseguías diez o más, podrías enfrentarte a Il Re y si le vencías, podrías ser el rey de la droga, interesante, ¿verdad? Bueno, ahora mismo no puedo contaros más sobre esto, así que dejadme en paz.
Una vez dentro de la sala, ví a un tío que...que no tenía más pluma porque no podía el hijo puta, y a su lado, había un... ¿un chico? ¿eso era un chico? Vestía ropa negra, llevaba las manos a la espalda, ojos tapados... era como un perro, éste psicópata me empieza a caer bien.
-¿Ocurre algo? -dijo él mirándome-
-No, simplemente vengo a ingresar en Igra.-dije cortante-
-Oh... ya veo. -sacó los colgantes- Te explico cómo va.
-No, ya sé como va. -cogía los colgantes para la sorpresa del imbécil-
Me iba a ir cuando el chico con apariencia de perro se acercó a mi, cogiéndose a mi pantalón, como suplicándome algo, hata que el tío este lo apartó de una bofetada.
-Tendrías que tratar mejor a tu mascota. -dije bastante seco-
No le di tiempo a que me contestase, para ese entonces ya estaba fuera. Me puse uno de los colgantes, y una especie de garras, las cuales manejaba mejor que mis propias manos.
Muerte, sangre resbalando por mis garras, por mi lengua... Uh, es solo pensarlo y ya me excito. Estaba en mi refugio medio dormido, hasta que escuché un ruido, me puse las garras sigiloso, sonriendo de lado, pero no tardé en quitármelas al ver quién era, era él, el perro...¿ Por qué me sentía blando con éste? ¿Por qué no lo mato? ¿Por qué? El chico se sentó entre mis piernas, apoyándose sobre mi pecho, posando una mano en éste también. Estaba frío, era delicado pero a la vez fuerte.
-¿Quién eres? -susurré quitándole lo que tenía en la boca, ya que le impedía hablar-
-K-Kau...-susurró a duras penas, estaba claro que llevaba mucho tiempo sin hablar-
-¿Es que no tienes miedo de que te mate, estúpido?
-Mátame...pero no me hagas volver con él...-susurró cogiéndose a mi camisa-
-¿Por qué te acercas a mi y no a ningún otro?
-P-Porque contigo...desde el primer momento...me siento bien...
-... -no sabía que decir, lo único que hice fue quitarle el antifaz que cubría sus ojos, era un pequeñajo bastante hermoso-
-Gunji-sama... -susurró posando una mano en mi mejilla sonrojándose-
Kau...mi pequeño...¡¿Qué?! ¡Espera! ¿He dicho ''mi pequeño''? No, a ver, ¡NO! Yo nunca, en mi puta vida me he enamorado, no lo voy a hacer ahora.
-Gunji-sama, no me rechaces...deja que sea tuyo, solo tuyo...-susurró con las lágrimas a punto de aflorar-
-No puedes quererme, no me conoces.
-Ni tú a mi...P-Pero...¿verdad que tu corazón late con todas sus fuerzas...?
-V-Verdad...-ladeé la cabeza con un leve rubor en las mejillas-
-Gunji...Gunji...-se abrazó a mi pasando sus delgadas piernas por encima de una de las mías-
-Kau... -susurré abrazando al pequeño, rodeando su cintura con los brazos, pegándole a mi cuerpo.-
El pequeño se agarró a mi camisa, la cual solía llevar abierta, alzando un poco el rostro, enredando una mano en mi pelo con los ojos entrecerrados, totalmente sonrojado...El roce de esos labios me hicieron estremecer, no tardé en empezar a besarle lentamente, tumbándole en el suelo, pasando las manos por su cuerpo. Era muy sensible, con nada jadeaba, y eso me gustaba. Nuestras lenguas se entrelazaron, haciendo el beso más pasional.
Empezó a rozar su pelvis con la mía, provocando que ambos comenzásemos a excitarnos. El calor de nuestros cuerpos aumentaba y la ropa sobraba, no tardamos en quedar desnudos el uno frente al otro. Kau hizo que diésemos la vuelta, quedando él encima, tocándome, haciendo que jadease. Justo en ese momento se puso sobre mi haciendo que su entrada rozase con mi miembro. Le cogí de las caderas haciendo que fuese bajando, estaba estrecho, lo que hizo que gimiésemos al unisono. Sus movimientos sobre mi eran suaves pero intensos, las embestidas eran profundas a la vez que éste clavaba las uñas sobre mi pecho, los movimientos cada vez eran mas rapidos, sudabamos, nos besabamos, hasta que no pudimos más, me vine en su interior gimiendo su nombre, mientras él se venía entre nuestros cuerpos gimiendo. Se dejó caer a mi lado, jadeando, yo no hice más que abrazarle, quedando ambos dormidos.
A la mañana siguiente alguien irrumpió en mi refugio...Alguien al que no le iba a gustar haber irrumpido, seguro.