Prefacio
…Pero tú, ¡vaya idiota!, te has rendido sin mover un solo músculo de tu perfecto y canonizado cuerpo. Sólo llueve y llueve en tu límpido rostro.
¡¿Y te preguntas por qué?!
Me pregunto... No, deseo ver a aquel chico.
Aquel chico que me parece tan lejano, tan difícil de creer, que haya existido en ti.
Good Person... A person?
Eres una buena persona. ¿Eres una persona?
Eres, a la vista de topos, una agradable persona; un humano sacrificado, cuyo placer es succionar su propio dolor y ahogarse en agua salobre. Bonito pasatiempo, ¿no es así?
No eres en realidad una persona. Ellos, cuyos ojos están más que vendados, lo sospechan como idiotas (-¡Oh! Es demasiado perfecto para ser verdad. -Sí, es como un sueño... Aahhh... qué apuesto chico. ¿Viste los hermosos ojos que tenía?); son hermosos por su cantidad de sangre, sal y agua que se acumula en sus lagrimales. Pero tú prefieres hacer caso omiso, y, si por casualidad preguntaran, llegarías a decir que son una bonita herencia.
Haces reír una boca. ¿Sabes cuál? Lo sabes.
Tus labios se curvan al oír aquel cántico que dice "lo haces, lo estás volviendo a hacer, y lo haces bastante bien, idiota".
Entre tus cejas se forma una oscura sombra, y esa aún boca ríe. Él te sonríe y te palmea el hombro.
-¿A qué hora lo dejarás?, ¿cuando hagamos el amor?-te pregunta con unos impacientes labios y unos dientes que la noche anterior habían destrozado tu carne ahora virgen.
No te sonrojas, no asientes. No lo reconoces como tu amante.
Él se disgusta. Tú te enojas. ¿Ambos se irán o no a la cama? ¿Sexo o no sexo?
Si lo dejas como está, ya no estará...
-Odio que hagas eso...-dice él, refiriéndose a tu sonrisa perlada y robótica-. Y tú también.
Lo abrazas de pronto, como el pequeño y virgen humano que sabes que eres, uno que jamás llegará a ser una persona, sólo -la verdad sea dicha- en la cama, con ese pródigo chico que ahora te besa y cosquillea la oreja, sacándote de esa odiosa boca perlada, un gemido que nada tiene de robótico.
El sexo, en tu caso, por eso es un éxtasis.
El te perdona cada vez que tú lo besas, cada vez que tú lo golpeas, cada vez que se da cuenta de que, buena o no, te vuelves una persona hacia él. Una persona que responde al nombre que le dieron, cuando él lo gime por lo bajo, ahogándose en saliva y en besos...
Se aman, pero como dos amantes: sólo en la cama.
-¡Oh!-gime él con voz satírica- ¿Qué pensaría la gente del apuesto chico, convertido en prostituta?, ¿de tus hermosos ojos, ahora lacrimosos?
Tú sonríes. Cómo lo adoras, y él a ti.
- Cierra la boca, mocoso-susurras contra su nuca y le atestas el último y orgásmico embate. Él desobedece al soltar un sonoro gemido, cálido como siempre te ha gustado, en el cual se escucha tu nombre.
No eres una buena persona, después de todo.